1) El nuevo juego de poder en Venezuela
2) Mentiras sobre lo que pasa en Venezuela
3) Bayardi acusó a Almagro de coordinar sus acciones con Estados Unidos
4) Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT evitó pronunciarse sobre Maduro
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COMCOSUR / POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 17 / Nº 815 / Miércoles 5 de abril de 2017 / REVISTA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra y combatir ese monopolio es una tarea central.” — Emir Sader
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1) El nuevo juego de poder en Venezuela
Aram Aharonian (Rebelión)
El gobierno de Nicolás Maduro subestimó las consecuencias que tendrían las decisiones judiciales 155 y 156 emitidas por la Sala Constitucional, que disuelven formalmente las competencias y la autonomía parlamentaria de la Asamblea Nacional, tanto en el plano internacional como en las mismas fuerzas del chavismo.
No midió el impacto que las fricciones generadas por la disolución de la Asamblea Nacional generaba dentro mismo del oficialismo, donde la Fiscal General, Luisa Ortega, opinó abiertamente sobre las implicaciones que derivaban de las decisiones del TSJ, obviamente con el aval de otros dirigentes chavistas. El gobierno escogió el Consejo de Defensa de la Nación para dirimir la controversia interna, y retractarse parcialmente.
Asimismo, el gobierno de Nicolás Maduro evaluó mal la declaración conjunta de 20 países en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), suponiendo un triunfo el hecho de que no se activara la Carta Democrática, y la reacción internacional parece haber tomado al gobierno por sorpresa.
Y así, el Consejo Permanente de la OEA aprobó el martes 3 de abril una resolución en la que expresa "su profunda preocupación por la grave alteración inconstitucional del orden democrático" en Venezuela, y calificó las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia de "incompatibles con la práctica democrática, y una violación del orden constitucional". Venezuela y Bolivia calificaron de ilegítima la reunión y como “un golpe de Estado” la forma de la resolución, orquestada por México y la canciller argentina Susana Malcorra a pedido de EE.UU.
Tampoco pareciera haber hecho un análisis certero sobre la política exterior de Washington desde la llegada de Donald Trump a la presidencia, donde figuras de extrema derecha como Marco Rubio –quien hasta denuncia vinculaciones del gobierno venezolano con el terrorismo y el narcotráfico- han tomado (junto al Pentágono) la batuta en la agenda sobre América Latina, desplazando al Departamento de Estado. Rubio amenazó a Haití y República Dominicana con aplicarles “recortes masivos” a las ayudas por no respaldar la intervención contra Venezuela.
El catedrático chileno-español Marcos Roitmann señala que mientras se urdía el plan para dar la puntilla al orden constitucional en Venezuela, se hacían públicas las conversaciones de enero de 2016 entre el almirante Kurt Tidd, comandante en jefe del Comando Sur, y el actual secretario general de la OEA, Luis Almagro, para coordinar la acción de los organismos regionales contra el poder legítimo del gobierno de Caracas. Servicios de inteligencia, ONG, corporaciones privadas de comunicación, prensa radio, televisión y redes sociales debían entrar en sincronía y asestar el golpe definitivo.
La meta era inaugurar un Estado paralelo, encabezado por el Parlamento, en manos de la oposición, tensionando el Poder Judicial, desacreditando sus resoluciones, obligando al gobierno a tomar medidas de excepción y, de esa manera, justificar la intervención para salvaguardar, curiosamente, el orden constitucional, agrega.
Para el analista opositor Michael Penfold, no se trata de un asunto semántico que pueda aclararse simplemente con distinguir entre impasse (como dijo Maduro) y ruptura: pues detrás de todo estos trágicos eventos comienza a reflejarse un importante cambio en el juego de poder, restringido por las fuerzas internacionales y por las mismas fisuras internas del chavismo, más que por la propia capacidad de movilización de la oposición.
“El presidente Maduro ahora tiene que enfrentar una realidad sumamente compleja y a un grupo chavista que probablemente sea mucho más poderoso que la misma oposición (cuyos partidos lamentablemente muestran un gran músculo electoral, pero hasta ahora han revelado muy poco tino político)”, señala, al alertar sobre el profundo problema de credibilidad de la derecha venezolana.
El Partido Comunista, por su parte, evaluó que las sentencias y aclaratorias del TSJ, y lo sucedido en torno a ellas, tiene que ver “con la agudización de la lucha por el control y el poder en Venezuela”; con la agudización de las contradicciones en el seno del bloque del Gobierno y el de la oposición.
Desinflando el globo del golpe
La gran prensa hegemónica nacional y sobre todo internacional insistió cartelizadamente en que hubo un golpe de Estado o un autogolpe, en una nueva ofensiva contra la Revolución Bolivariana. Causa gracia que autoridades de los gobiernos neoliberales de la región se preocupen por la población venezolana, que según los informes de la ONU sigue tendiendo mejores indicadores sociales que casi todos los países de la región.
La actual coyuntura política requiere jugar estratégicamente tanto en el tablero nacional como en el internacional. Amerita plantarse en la lógica de las decisiones políticas y actuar a partir de la evaluación de las condiciones reales. Comunicacionalmente demanda un discurso argumentativo con pretensiones de validez y provisto de una “racionalidad” estratégica. Urge la construcción política de significados que doten de sentido las decisiones, más la dinámica confrontacional impone una estrategia discursiva desgastada y reiterativa, señala la socióloga Maryclén Stelling.
El tan publicitado “golpe” sirvió también para tapar las miserias de estos gobiernos: la crisis institucional, social y humanitaria que vive Paraguay, el sistemático asesinato de líderes sociales en Colombia (156 en los últimos 14 meses), la matazón en Honduras, las fosas comunes y los asesinatos masivos y continuos en México (más de 30 mil desde marzo), la corrupción galopante y la crisis social del Brasil golpista…
Hablan de democracia quienes avalaron desde la OEA los golpes de Estado e invasiones estadounidenses desde 1948 y por eso se hace indispensable “matar” al chavismo, locomotora en la última década de los impulsos integradores en la región (Unasur, ALBA, Petrocaribe, Celac).
Nuevamente se ha usado la presión internacional como estrategia central de la ofensiva con el único fin de terminar con el chavismo, convencidos que no se puede confiar en lo que internamente pueda hacer la tan publicitada oposición. No lo han logrado con el sabotaje económico, aunque sí han descalabrado al país. Es oportuno, para la derecha, apelar a la comunidad internacional en momentos en que la correlación de fuerzas le favorece y cuando el gobierno de Maduro sigue perdiendo aliados.
Y el asedio externo es cada vez más fuerte, y no solo desde el Mercosur o de la OEA, sino también desde organismos de Naciones Unidas. Por eso, más d 30 dirigentes de la oposición salieron del país para recorrer el mundo en busca de su única salida: la intervención externa.
Elecciónes ¿cuándo?
La evolución de la situación política de Venezuela tendrá un momento decisivo en las –aún sin definición- elecciones presidenciales de 2018, para las cuales ni oficialistas ni opositores tienen candidato definido y mucho menos un proyecto de país para debatir. Y el problema de la falta de candidatos condiciona planes y tiempos.
Mientras los expresidentes Martín Torrijos (Panamá), Leonel Fernández (República Dominicana) y José Luis Rodríguez Zapatero (España) ratificaron su compromiso de continuar como mediadores en el proceso de diálogo “fructífero” convocado por el gobierno venezolano, la sola mención de la palabra diálogo desata la furia en la oposición. “La decisión es disparar a mansalva contra la posibilidad de que el diálogo frustre la aventura”, señala el exvicepresidente José Vicente Rangel.
En todos estos años de desestabilización por parte de la oposición, los sectores de la derecha no han logrado consensuar sobre un candidato. La llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD), tras dilapidar en solo un año la mayor parte de un capital político enorme (cayó de 80 % de apoyo en diciembre del 2015, apenas ganadas las elecciones parlamentarias hasta menos del 15% en marzo de 2017), ahora se dispone a reestructurarse ella misma y en las mejores escuelas de administración del mundo deben estar pendientes.
La arremetida internacional no logró que la oposición lograra concretar su prometido levantamiento popular contra el gobierno, y apenas insinuó alguna que otra acción callejera aislada y una escuálida concentración, bien cubierta por medios nacionales y extranjeros, claro. Como dice Gerardo Szalkowicz, a la desestabilización le sigue faltando pueblo. El descontento y el hastío por esta difícil cotidianeidad no parecen dar consenso para una salida violenta o una intervención externa. Por ahora.
Henrique Capriles Radonsky es el eterno candidato, tras dos fracasos anteriores. Leopoldo López, el más radicalizado y con mayor prensa internacional, está inhabilitado políticamente, y preso. Henry Ramos Allup, líder de la socialdemócrata Acción Democrática, viene en caída libre en las encuestas. María Corina Machado es la figura femenina, amiga de Bush. Henry Falcón, gobernador de Lara, no encuentra rendijas por donde filtrar una candidatura más conciliadora.
Pareciera que tampoco Washington tiene definido qué candidato le conviene para la transición con la que sueña, y allí aparece recurrentemente el nombre de Lorenzo Mendoza, el dueño de la mayor empresa del país -Polar-, que repite desde hace años que él no quiere ser presidente, pero…
Cuadro político, cuadro económico
El analista Leopoldo Puchi señala que, de avanzarse en el proceso de diálogo, es probable que se produzca una alternancia y que el candidato de la oposición se convierta en Jefe de Estado. De no concretarse estas negociaciones, será difícil que la alternancia tenga lugar, porque supondría, para quienes están hoy en el Gobierno, consecuencias equivalentes al derrocamiento por la vía de un de golpe militar: destierro del sistema, exclusión de las instituciones y hasta un posible aniquilamiento.
Más allá de las elucubraciones políticas, los resultados electorales de 2018 estarán determinados esencialmente por los efectos del cuadro económico sobre las condiciones de vida de la gente, máxime cuando el respaldo electoral al sector gubernamental se ha venido deteriorando de manera persistente por el descontento que han generado la escasez y el aumento de los precios de los bienes y servicios, lo que impide que sean cubiertas las necesidades básicas de la población, en particular las de alimentación.
Las dificultades económicas por las que atraviesa el país tienen que ver con el descenso de los precios del petróleo y con acciones de la denominada guerra económica en la que se inscriben acciones de boicot en el sistema financiero internacional y prácticas comerciales ilícitas como la especulación y el contrabando, junto a los sistemáticos y continuos errores en la conducción de las líneas macroeconómicas, que incluyen elementos fiscales y monetarios y, de manera fundamental, las políticas cambiarias.
En la actualidad solo hay 5 partidos legales: tres son muy pequeños y quedaron en pie debido a prácticas poco honestas de sus patrocinantes. Los otros dos son el PSUV y la Mud que está en manos de 5 personas que presentaron la tarjeta ante el Consejo Nacional Electoral, que ha llamado a la reafiliación, que no solo caerá sobre la oposición sino también en el Gran Polo Patriótico, donde el Partido Comunista y Redes están a punto de convertirse en víctimas de la medida
La traición
La falta unidad y las acusaciones de traición están a la orden día. El que tiró la primera piedra fue el presidente Nicolás Maduro que denunció que “tendencias reformistas de derecha, algunas encabezadas por traidores abiertos, y tienen asesores de marketing y mucho dinero detrás… (…) ¡Alerta, bolivariano, que a Nicolás Maduro le quieren meter una puñalada por la espalda traidores de nuevo cuño para asumir un proyecto reformista para entregar la Revolución bolivariana al capitalismo internacional!”
En vez de ubicar las causas y condiciones que permiten comprender y explicar la actual “crisis de gobernabilidad popular” se construye fundamentalmente una narrativa de “ataques y traiciones” como contradicción principal, hecho que elude las responsabilidades propias y los factores de debilidad interna del movimiento bolivariano, popular y revolucionario, en un cuadro complejo que no deja de reconocer que estamos en una situación de “guerra política”, con aristas de sabotaje económico y presiones internacionales inocultables, señala el sociólogo Javier Biardeau..
Desde tiempo atrás se sabe que el monolítico cuerpo político estructurado por Hugo Chávez había dejado de ser todo eso. Los corrillos políticos hablan de una fuerte puja interna por el poder, pero también por el financiamiento. Los cambios permanentes de gabinete –reincorporando a miembros de la familia Chávez- parecen conducir a Maduro a rodearse con sólidos aliados, mientras Diosdado Cabello, Aristóbulo Istúriz, Elías Jaua, Alcalá Cordones, transitan por otras veredas.
¿Qué ocurre cuando el arma que antes se utilizó para limpiar la maleza al régimen anterior empieza a talar las raíces del movimiento popular?, se preguntan Chris Gilbert y Cira Pascual desde la Escuela de Cuadros. En el momento en el que el auge popular de una revolución entra en declive, abundan los fantasmas que ésta evocó, ahora peleando no por los ideales revolucionarios sino por el poder en sí.
“Evidentemente no podemos ver con indiferencia este estrepitoso ocaso de los ídolos bajo la suposición de que, con la caída de las máscaras, se desataría un nuevo impulso revolucionario”, añaden. Y el tema de la corrupción galopante, la ineficiencia y la ineficacia, que denunciara el propio Chávez, siguen galopando.
(Auto) candidatos hay demasiados en el oficialismo. Una nueva candidatura de Maduro llevará al fracaso al PSUV: el 58% de los ciudadanos considera que su salida del poder es la solución a todos los problemas que atraviesa el país, según una encuesta de Hinterlaces.
Hay quienes quieren apoyar a una mujer, la esposa del presidente y exparlamentaria, Cilia Flores (a quien sindican como cabeza de las decisiones de la Sala Constitucional), aunque ahora le saliera competencia de la Fiscal General Ortega Peña; otros al alcalde caraqueño Jorge Rodríguez o el vicepresidente Tarek El Aissami. Distanciados de Maduro están “presidenciables” como Diosdado Cabello, Istúriz, Jaua, pero ninguno aparece con fuerza suficiente.
Más alejados, dentro de lo que podría calificarse como chavismo no madurista (fuera del PSUV) están ex ministros de Chávez (Jorge Giordani, Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio, Gustavo Márquez) junto a Marea Socialista.
El debate está instalado en el chavismo, quizá no en la cúpula del gobierno ni en los consejos de sus asesores externos. “La falta de discusión se debe a que se ha ido reduciendo en los hechos la trama de la democracia revolucionaria. Esta situación es una oportunidad para el debate, para preguntarnos qué estamos construyendo, si nos acercamos a la idea de democracia que imaginamos o si por el contrario retrocedemos a concepciones que nos habíamos planteado superar”, señala la organización popular Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora.
Mientras, las Fuerzas Armadas se han mantenido silentes.
– Aram Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director de la revista Question, fundador de Telesur, director del Observatorio Latinoamericano en Comunicación y Democracia (ULAC).
MIÉRCOLES 5 DE ABRIL DE 2017 – COMCOSUR
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2) Mentiras sobre lo que pasa en Venezuela
Juan Carlos Monedero (Público.es)
El 9 de enero de 2017, la Asamblea Nacional venezolana desconoció al Presidente de la República, Nicolás Maduro. Votaron a favor de ese golpe de estado constitucional todos los diputados de la oposición salvo los tres diputados del partido de Henry Falcón, quienes entendieron la gravedad de esa decisión. Venezuela es un sistema político presidencialista desde 1811, influido por el constitucionalismo norteamericano. Al Presidente le vota directamente el pueblo -a diferencia de un sistema parlamentario como el español, donde al Presidente le vota el Parlamento- y le corresponde al Presidente, que es el Jefe del Estado, la dirección del país. Cuando la Asamblea decidió desconocer el poder legítimo del Presidente se estaba poniendo al margen de la Constitución. Se colocaron por voluntad propia en desacato. La prensa internacional no dijo nada.
La gran discusión entre el Presidente Maduro y la Asamblea tiene que ver con las actas de tres diputados de Amazonas. Se ha demostrado que compraron votos entre otras muchas irregularidades, lo que obligaría a repetir la elección en esos tres casos. La Asamblea se declaró en rebeldía y decidió echar un pulso a la Presidencia de la República. A imitación del constitucionalismo europeo, cuando hay un conflicto constitucional entre poderes el Tribunal Supremo puede asumir competencias del Parlamento en los casos en que fuera necesario. Hasta un fantoche como Donald Trump ha tenido que asumir las decisiones recientes del Tribunal Supremo norteamericano.
Con su tradicional irresponsabilidad, la derecha española llama a desobedecer el estado de derecho en Venezuela y la decisión del Tribunal Supremo. No me extraña de Esperanza Aguirre o Pablo Casado: el PP, especialmente en Madrid, ha financiado sus campañas electorales con dinero negro. Es decir, el PP lleva varías legislaturas usando maneras propias de golpistas. E históricamente, al menos desde 1936, tienen oído músical para esa partitura. Quienes digan desde España que los venezolanos deben desoír las decisiones de su Tribunal Supremo son unos irresponsables que tiren piedras no solamente sobre el tejado venezolano, sino también sobre el nuestro. Luego tendrán la caradura de quejarse de los comportamientos al margen de la Constitución de la asamblea catalana.
Por si fuera poco, esa Asamblea dominada por la oposición proclamó que el Presidente había abandonado su cargo (algo absurdo y evidentemente falso) y propuso convocar elecciones presidenciales en el plazo de un mes. Ese intento de golpe de estado desde el Parlamento no recibió ni una sola crítica de los que ahora dicen que hay un golpe de estado en Venezuela. Entre ellos, el máximo responsable de la OEA que ayer mismo se reunía en la Ciudad de México con ex presidentes latinoamericanos procesados por lesionar los derechos humanos, y el Departamento de Estado de los EEUU. Qué curioso que justo después haya salido la petición de Almagro de enjuiciar a Venezuela desde la OEA. El papel de Almagro como Secretario General de la OEA está haciendo mucho daño a la tan necesaria institucionalidad internacional (Pepe Mujica ya se distanció de él de manera definitiva y dejó ver a quién se había vendido).
Almagro lleva varios meses mintiendo. Por ejemplo, ha dicho en dos ocasiones recientes que a Venezuela se la ha aplicado la Carta Democrática de la organización (que, tras muchos trámites -ni siquiera iniciados-, podría llevar a su expulsión como ya ocurrió con Cuba pero nunca ha ocurrido con los Estados Unidos, pese a haber promovido golpes de Estado como el de Pinochet contra Allende). Pero era mentira, como demuestra que hoy mismo ha pedido a la OEA que aplique la Carta Democrática. Ergo miente. Todo el rato. Él sabrá por qué, pero en su Uruguay natal dicen que se ha vendido por un puñado de dólares a los que siempre han querido que América Latina sea el patrio trasero norteamericano. Washington siempre busca a un criollo para hacer la tarea del traidor. Almagro no vive en Montevideo.
El Tribunal Supremo de Venezuela ha usado un artículo de la Ley de Hidrocarburos -la principal riqueza del país- que establece que los convenios internacionales y las asociaciones con grupos extranjeros deben ser aprobados por la Asamblea. Como la Asamblea está en situación jurídica de desacato, de manera que no puede -ni quiere- firmar ningún acuerdo, lo que pone en riesgo financiero a Venezuela. Es por eso que el Tribunal Supremo ha asumido las competencias estrictas de la Asamblea para la aprobación de esos contratos, de manera que el país pueda asumir los compromisos necesarios en un momento económicamente complicado por el hundimiento de los precios del petróleo (preguntémonos en España qué pasaría si se hundiera un 80 % el turismo).
El Tribunal Supremo no ha disuelto la Asamblea ni se han convocado nuevas elecciones para elegir nuevos diputados. Lo contrario de lo que están diciendo los medios de comunicación. Lo único que está haciendo el tribunal supremo es asumir unas competencias concretas para evitar que Venezuela se paralice mientras dure el descato. Si los diputados de la oposición quisieran, el desacato desaparecería de inmediato -bastaría con que cesaran en su desconocimiento del Presidente de la República y que reconocieran que los tres diputados elegidos en la Amazonía no pueden hacer uso de su acta debido a las muchas irregularidades probadas-, pero les resulta mucho más rentable seguir regalando falsas portadas a la prensa internacional.
La derecha internacional, esa que se regala entre sí viviendas oficiales y que tiene una trama global de fondos buitres -donde están los Aznar, Botella, sus hijos, De Guindos, Rato, Aguirre y toda esa tropa de malos españoles donde también se ha colado algún “socialista” como Felipe González- quiere tumbar a Venezuela, igual que han hecho con Dilma Roussef en Brasil. ¿Quién que no esté vendido a esos intereses puede decir que asumir de manera temporal unas competencias esenciales para firmar unos contratos sin los cuales un país se quedaría entregado a los capitales internacionales es un golpe de Estado? ¿No son acaso los mismos que ven “normal” desconocer al Presidente del Gobierno y llamar a nuevas elecciones? Demasiados hipócritas.
Venezuela necesita mucho diálogo. El choque entre instituciones es malo para el país. Esa debiera ser la tarea de España: ayudar al diálogo. En todo el continente latinoamericano. En México -desde donde escribo- han asesinado este último mes a tres periodistas (¿Nos imaginamos lo que pasaría si hubieran asesinado a tres periodistas en Caracas?) y hay al menos 30.000 desaparecidos. El día a día de México es la aparición de fosas con cadáveres, la trata, el asesinato de mujeres, la desaparición de líderes sociales, la creciente pobreza y desigualdad junto a una impunidad del Estado estremecedora. Aún lloran en México a los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el Presidente Peña Nieto se ríe de las víctimas no reconociendo las lagunas que apuntan al ejército, a la policía y a políticos vinculados al narco en la desaparición de las muchachas y muchachos. Parece que el PP y sectores del PSOE quieren ver a Venezuela convertida en México. Para seguir la trama de los negocios.
Hay mercenarios que desearían abocar a Venezuela a una guerra civil. Creen que así podrían volver a recuperar el paraíso que tenían cuando controlaban el petróleo contra los venezolanos y venezolanas. Se equivocan, porque el pueblo venezolano no va a permitir que eso ocurra. Apuntar en esa dirección es querer llevar a Venezuela a un escenario terrible como los que ha creado la OTAN y las potencias occidentales en Oriente Medio. Ojalá el Estado de derecho que forma parte de los logros civilizatorios de Europa pueda funcionar también en Venezuela. Esa es la principal tarea en la que podríamos colaborar los españoles en ese país: ayudar a reforzar el Estado de derecho. Aunque el PP de la Gürtel y la Púnica ¿qué va a enseñar?
Fue el diario El País el que celebró el golpe de estado contra Chávez en 2002 y fue el Presidente Aznar el que ordenó a nuestro Embajador a reunirse con el Presidente golpista. Ayudemos a que no vuelva a ocurrir nada de esto. Para ello, es esencial que los que no tienen otros intereses que los del dinero, dejen a la justicia funcionar. Y que nadie sea tan hipócrita para pedir en otros países lo que no pedimos para el nuestro.
MIÉRCOLES 5 DE ABRIL DE 2017 – COMCOSUR
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3) Bayardi acusó a Almagro de coordinar sus acciones con Estados Unidos
(La Diaria)
El presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales del Frente Amplio, José Bayardi, acusó al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, de coordinar sus acciones acerca de Venezuela con Estados Unidos.
En entrevista con Radio Uruguay, Bayardi sostuvo que la OEA "en términos históricos ha estado al servicio de otros intereses, particularmente de los norteamericanos", y que eso se mantiene en el día de hoy, bajo el liderazgo de Almagro.
En este sentido, leyó un documento titulado "Venezuela Freedom 2", firmado por el comandante del Comando Sur de Estados Unidos, Kurt W Tidd, que tiene fecha del 25 de febrero de 2016 y fue filtrado a medios de comunicación el año pasado. En ese documento se indica que como parte de la primera fase de la operación se debe generar "un clima propicio para la aplicación de la Carta Democrática de la OEA". En una segunda fase, plantea "insistir en la aplicación de la Carta Democrática, tal como lo hemos convenido con Luis Almagro Lemes, secretario general de la OEA y los ex presidentes, encabezado por el ex secretario de la OEA, César Gaviria Trujillo". Y agrega: "Conjugar estas iniciativas con la citada figura de las 'emergencias humanitarias' [de forma tal] que permita construir alianzas con otros países que están en el área de influencia del Comando Sur".
Consultado sobre si esto significa que Almagro está coordinando con Estados Unidos la aplicación de la Carta Democrática de la OEA, Bayardi respondió: "que está coordinando no lo digo yo, lo dice el comandante Kurt Tidd". Además, el responsable de relaciones internacional del Frente Amplio consideró que se trata de "un problema grave" porque aplicar la Carta Democrática para habilitar una intervención militar, tal como parece ser la intención de Estados Unidos en opinión de Bayardi, "va a desestabilizar a la región".
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4) Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT evitó pronunciarse sobre Maduro
(La Diaria)
“Evidentemente, en el tema Venezuela no tenemos la misma opinión, y eso se trasluce en la declaración”. Así se refirió el dirigente de la Federación de Empleados y Obreros de la Bebida (FOEB), Fernando Ferreira, al texto aprobado ayer por el Secretariado del PIT-CNT, que habla de “problemas institucionales” en Paraguay y Brasil, de “muertes y desaparecidos” en México y Honduras, y de la “difícil situación que atraviesa Venezuela”.
La declaración no profundiza demasiado en ninguna de estas situaciones, sino que llama a “luchar incansablemente por la paz en el continente”, asegura que “es vital preservar la autodeterminación de cada uno de nuestros países”, expresa su “total rechazo a la injerencia de terceros en los problemas internos de cada nación” y comunica su “solidaridad con los trabajadores y las grandes mayorías del continente en la lucha por su independencia y soberanía”. Según resumió el director del Instituto Cuesta Duarte, Milton Castellano, “el consenso implica una opinión que contemple a todos y a aquellas cosas que han sido y son caras para el movimiento sindical”. De hecho, la declaración fue aprobada por unanimidad.
El vocero del encuentro, el dirigente del Sindicato Único de Antel, Gabriel Molina (del Partido Comunista del Uruguay, PCU), justificó el mensaje enviado por la central y destacó que engloba todo lo que sucede en América Latina, ubicando los hechos en un contexto general, “como lo hace siempre el movimiento obrero”. “Es muy difícil analizar las cosas de forma separada, en especial cuando lo que sucede en la región tiene un mismo hilo conductor. América Latina está viviendo una clara contraofensiva del imperialismo, y sus aliados más notorios son los sectores de derecha de la región. En Brasil se vivió un golpe de Estado por quienes destituyeron a una presidenta electa democráticamente, y ahora muchos de ellos están detenidos por actos de corrupción. Cosas similares suceden en Paraguay, Guatemala, Honduras y México. Por eso se debe contextualizar a la hora de marcar una posición dentro de la región”.
Pero el tema que dividió las aguas ayer en el debate del Secretariado Ejecutivo fue Venezuela, particularmente luego de la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de ese país de sustituir a la Asamblea General, algo que finalmente resolvió no hacer. Según pudo saber la diaria, algunos integrantes del Secretariado Ejecutivo que pertenecen al PCU defendieron tenazmente al gobierno venezolano, mientras que las restantes corrientes sindicales entendieron que durante la última semana el gobierno de Nicolás Maduro cometió errores. “Hay cosas que no se pueden apoyar. Creo que hay cosas que no están bien, pero no se puede decir nada descontextualizado. Las cosas no se pueden afirmar en términos de blanco y negro. En ese marco, principios como la no intervención y la democracia son valores que hay que resaltar”, dijo un integrante afín a la corriente sindical Articulación. Otro integrante del Secretariado Ejecutivo dijo a la diaria que no comparte el “apoyo” al gobierno de Maduro, aunque sí la defensa de las conquistas del proceso bolivariano en Venezuela.
Ayer Molina incluso opinó sobre el pedido de retractación que el presidente de la República, Tabaré Vázquez, dirigió a Maduro, luego de que este último afirmara que el canciller Rodolfo Nin Novoa coordina acciones con el Departamento de Estado de Estados Unidos y con la embajadora de ese país en Uruguay. El dirigente sostuvo que el movimiento sindical no tiene que ir “de la mano del gobierno” y que tiene que asumir una actitud que refleje que tiene “independencia de clase”, y opinó que algunas de las decisiones adoptadas por la cancillería no han sido acompañadas por los trabajadores. Sin embargo, otros integrantes del Secretariado Ejecutivo destacaron que la respuesta de Vázquez a Maduro no estuvo sobre la mesa ayer en la sesión del organismo.
Posición dudosa
La presencia del secretario general del PIT-CNT, Marcelo Abdala, en Venezuela no pasó desapercibida para varios dirigentes sindicales, y mucho menos su participación en el programa Domingos con Maduro, en el que el dirigente apareció junto al mandatario venezolano, al que le manifestó la solidaridad del “movimiento obrero” uruguayo.
Ayer, en declaraciones a la radio El Espectador, Abdala aseguró a título personal que en Venezuela no se dio un golpe de Estado ni se disolvió el Parlamento, y cuestionó tanto la declaración que firmó Uruguay dentro del Mercosur como las que emitió el Frente Amplio. “Pude constatar lo que realmente está sucediendo. Aquí no hay ninguna disolución del Parlamento. Hay un desacato de la Asamblea Nacional, en función de que la Justicia demostró que había legisladores que habían sido electos por compra de votos en todo un estado. Hay un litigio entre los poderes, que fue arbitrado”, dijo el dirigente desde Venezuela.
Molina informó ayer que Abdala se encuentra en Venezuela invitado por el gobierno de ese país. “No fue a título personal, y en el día de hoy, en el marco de la tradicional solidaridad de los trabajadores uruguayos, se está reuniendo con representantes de más de 70.000 obreros siderúrgicos para intercambiar opiniones sobre la problemática que vive la industria y el trabajo del sector”, señaló.
Pero Abdala recibió algunas críticas de los integrantes del Secretariado Ejecutivo de la central. Uno de ellos manifestó a la diaria su molestia porque, si bien el secretario general del PIT-CNT “avisó que iba”, reflejó una posición que engloba a toda la central sindical, y eso “es más lo que nos embreta que lo que nos ayuda”. Uno de sus ex compañeros del Secretariado, el dirigente de la FOEB Richard Read, dijo a El Espectador: “No me siento representado por el discurso de Abdala. Tengo mucha estima y mucho respeto por él, pero en esta oportunidad no lo voy a acompañar”.
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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