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ESTADOS UNIDOS CONTRA AMÉRICA LATINA

1) Estados Unidos contra América Latina
2) Campesinas latinoamericanas abren surcos de un feminismo propio
3) Almagro: «El Pit Cnt siempre supo lo de las negociaciones por el TISA»

COMCOSUR INFORMA
AÑO 15 – No. 1628 – jueves 16 de abril de 2015
COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
1994 – 19 de junio – 2014 – 20 años
Selección y producción: Beatriz Alonso, Henry Flores y Carlos Casares
Apoyo técnico: Carlos Dárdano
Colaboran:
ALEMANIA: Antje Vieth y Carlos Ramos (Berlín)
ARGENTINA: Eduardo Abeleira, Luis Sabini, Claudia Korol y Mauricio D’ambrouso (Buenos Aires)
BRASIL: Carlos O. Catalogne (Florianópolis) y Jorge Rossi Rebufello (Maceió)
ECUADOR: Kintto Lucas (Quito)
HOLANDA: Ramón Haniotis (Amsterdam)
MÉXICO: Itzel Ibargoyen (México DF)
SUIZA: Sergio Ferrari (Berna)
URUGUAY: Jorge Marrero (Santa Rosa), Margarita Merklen (Durazno), Pablo Alfano (Montevideo)
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La patria que construimos es una donde quepan todos los pueblos y sus lenguas, que todos los pasos la caminen, que todos la rían, que la amanezcan todos. SUB COMANDANTE MARCOS
Todas las estructuras del poder popular que estábamos construyendo se hicieron presentes, tomaron voz, en una radio que no quería tanto hablarle al pueblo. Quería que el pueblo hablara. RADIO VENCEREMOS
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1) Estados Unidos contra América Latina
Raúl Zibechi (Alai)

El momento destituyente

La Cumbre de las Américas debía estar marcada por Barack Obama y Raúl Castro junto como símbolo del fin de más de medio siglo de enfrentamiento. Pero irrumpió “el caso Venezuela” para recordar que el viejo tío, aun debilitado y atacado en su patio trasero por potencias de creciente poderío, como China, no pierde las mañas.

En la política exterior de Washington llegó el momento “destituyente” de los gobiernos progresistas que le resultan más incómodos. Los caminos para ello serán muy variados, aunque parece por el momento descartado que se repitan operaciones tan abiertas como las recientes contra Manuel Zelaya y Fernando Lugo en Honduras y Paraguay, o el más lejano intento de golpe contra Hugo Chávez de 2002 (con designación previa de presidente bendecido en Washington incluida). La enormemente mayoritaria reacción latinoamericana a la declaración del presidente Barack Obama de que Venezuela es una amenaza a la seguridad de su país habría llevado a que la superpotencia se incline, en este caso, por tomar caminos laterales, usando a algunos gobiernos que para la opinión pública suenan como progresistas como punta de lanza contra Caracas. Quizá algo de eso persiga Obama al pedir una reunión bilateral con sus pares de Costa Rica, Chile y Uruguay durante la cumbre.

El presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, por lo pronto, acaba de destituir a su embajador en Caracas, Federico Picado, por decir que “en Venezuela hay una amplia libertad de prensa”, lo que el diplomático demostró enseñando los diarios antichavistas que se venden en los quioscos (Tiempo, 26-III-15). “En los puestos de venta me encuentro con periódicos y revistas cuyos contenidos expresan todo el arco iris posible de posiciones políticas e ideológicas”, había dicho Picado cuando le preguntaron su opinión acerca de la “dictadura chavista”.

“En Costa Rica hay una norma que prohíbe al personal emitir opiniones sobre temas de relaciones internacionales o asuntos internos del país receptor que no hayan sido previamente consultadas. Es una norma que afecta a todos los funcionarios del servicio exterior, y con ella se trata de evitar que se ponga al país en situaciones incómodas”, dijo el canciller Manuel González al justificar la destitución del embajador. Al mismo tiempo González acusaba a Rusia de desestabilizar Centroamérica por su venta de armas a Nicaragua (La Nación, 27-III-15). Alineamiento, que le dicen. Algo de este tipo es lo que es probable que Obama busque al reunirse esta semana en Panamá con la chilena Michelle Bachelet y el uruguayo Tabaré Vázquez. Las declaraciones del canciller Rodolfo Nin Novoa indican, al menos, que en tierras orientales el camino está abonado.

Romper el cerco

Pero lo cierto es que la superpotencia está aislada en cuestiones centrales, en gran medida como consecuencia del tironeo interno entre republicanos y demócratas, que neutraliza cualquier proyecto común para adecuarse a la nueva realidad. Una nueva realidad que dice que en su patio trasero Estados Unidos cuenta con una competencia inesperada apenas unos pocos años atrás: la de la República Popular China. Esa parálisis está facilitando el éxito de las iniciativas chinas en esta región. Demócratas y republicanos coinciden en un punto, sin embargo: América Latina es la zona del planeta más importante para la supervivencia de Estados Unidos como superpotencia. Y para ello se hace esencial mantenerla como coto exclusivo, sin injerencias extracontinentales y bloqueando la posibilidad de que varios países del área trabajen en una misma dirección, o sea: impidiendo cualquier manifestación de independencia.

Como recuerda José Luis Fiori, profesor de economía política internacional en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, las sanciones estadounidenses a Venezuela están ligadas a “un movimiento profundo, casi telúrico, cada vez más religioso, fanático y agresivo, en la sociedad, pero con una repercusión cada vez más mesiánica e intervencionista, en el campo de la política exterior de Estados Unidos” (Carta Maior, 7-XI-14).

China, China, China

“El mes pasado puede ser recordado como el momento en que Estados Unidos perdió su papel como garante del sistema económico global”, escribió semanas atrás Lawrence Summers, secretario del Tesoro entre 1999 y 2001 y asesor económico del presidente Barack Obama entre 2009 y 2010 (The Washington Post, 5-III-15). Summers se refería al fracaso de Washington en su intento de convencer a sus aliados más tradicionales de que no se unieran al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (Aiib, por sus siglas en inglés) promovido por China.

El éxito chino en las relaciones internacionales no deja de sorprender, tanto por la rapidez de sus avances como por su contundencia. La creación del Aiib representa la más potente irrupción del país asiático en el mundo. Los anuncios de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Australia y Brasil de que se unirán a esta institución, que se estima puede llegar a sustituir el papel del FMI y el Banco Mundial, sorprendieron a Washington y son una muestra de la creciente influencia de la potencia emergente.

A través del nuevo banco, China invita al mundo a invertir en los corredores económicos trasnacionales que unirán Asia y Europa a través de una amplia red de conectividad financiera y de negocios. Los miembros fundadores del banco son 45 países asiáticos –China, India, Singapur e Indonesia entre ellos–, pero a diferencia de las instituciones creadas en Bretton Woods, los votos de cada uno de ellos son proporcionales a su PBI. “Está emergiendo una arquitectura financiera global influenciada por China”, sostiene el think tank Consejo Indio de Relaciones Globales (gatewayhouse.in, miércoles 1). “La infraestructura es a China en el siglo XXI lo que el comercio fue a Estados Unidos en el siglo XX”, agrega.

La incorporación de Gran Bretaña al banco asiático levantó fuertes críticas de la Casa Blanca, quizá porque fue el primer país aliado en hacerlo. Pero a esa deserción siguieron otras. Hasta Israel, un aliado incondicional de Washington, decidió incorporarse al AIIB. “Su adhesión permitirá a Tel Aviv la integración de las compañías israelíes en diferentes proyectos de infraestructura financiados por el banco asiático”, dice el comunicado publicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel (Russia Today, sábado 4).

En paralelo, el avance de la internacionalización del yuan resulta imparable. El economista Ariel Noyola recuerda que “hace apenas cuatro años, un pequeño grupo de 900 instituciones bancarias realizaban operaciones en yuanes. A finales de 2014, el número aumentó a más de 10 mil entidades” (Russia Today, 31-III-15). La presidenta del FMI, Christine Lagarde, anunció a fines de marzo la inclusión del yuan en los “derechos especiales de giro” (activos de reserva internacional creados en la década del 60 para complementar las reservas de los bancos centrales), de los que esa moneda estaba excluida por el veto que ejerce Estados Unidos.

En consecuencia, China avanza de modo incontenible en todos los frentes, arrastrando aliados, agujereando la arquitectura financiera global, desbaratando planes largamente pergeñados. Pero cuando Pekín ingresa con fuerza en el patio trasero, la cosa se complica. China anunció planes para invertir 250.000 millones de dólares en la próxima década en América Latina. Estados Unidos tiembla.

Zona de exclusión

La penúltima edición de la revista Military Review, que refleja los puntos de vista del Pentágono, contiene un largo artículo titulado “La aparición de China en las Américas” (1). El trabajo, redactado por Evan Ellis, profesor en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela Superior de Guerra del Ejército, analiza los impactos que la presencia china tiene para los intereses estadounidenses.

En primer lugar, sostiene que el ostensible aumento del comercio y de las inversiones chinas “está transformando la infraestructura física” de la región, obras que tienen “implicaciones estratégicas”, como los corredores bioceánicos, la ampliación y modernización de puertos y la construcción de “un segundo canal a través de Nicaragua y la potencial carretera o ‘canal seco’ y enlaces ferroviarios propuestos por Honduras, Guatemala y Colombia”.

En segundo lugar, las viejas instituciones o instancias políticas regionales, como la OEA o la propia Cumbre de las Américas, han ido perdiendo importancia en beneficio de la Unasur o la CELAC, organismos “que expresamente excluyen a Estados Unidos”. En paralelo, la revista apunta que el éxito económico de China “ha socavado los argumentos de Estados Unidos en cuanto a que la democracia al estilo occidental y los mercados libres son las mejores vías para el desarrollo y la prosperidad”.

En tercer lugar, el análisis de Military Review considera que “la seguridad de Estados Unidos se ve afectada por el financiamiento, inversión y comercio de China con regímenes que buscan la independencia de los sistemas occidentales penales y de responsabilidad contractual, tal como ha ocurrido en diferentes grados con los países del ALBA”. China puede usar las infraestructuras que construye contra Estados Unidos para presionar a los países a fin de que le nieguen a la superpotencia el “acceso a bases, recursos, inteligencia o apoyo político”.

Ahora, razona el Pentágono, la influencia de Estados Unidos en la región está siendo socavada por “la disponibilidad de China como una alternativa al mercado de exportación, fuente de préstamos e inversión” (Military Review, enero-febrero de 2015).

El detalle está en la palabra “alternativa”. A diferencia de lo que sucedía en las décadas de 1960 y 1970, ahora los gobiernos disidentes del imperio pueden recurrir a otros países para resolver sus problemas.

Asegurar el patio trasero

El año pasado los bancos chinos prestaron a los países latinoamericanos más dinero que el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo sumados. Por países, Venezuela fue el mayor receptor de préstamos chinos, y también uno de los mayores destinos de la inversión del gigante asiático en la zona, sobre todo para las explotaciones petroleras y la creación de infraestructuras.

En Argentina la petrolera china Sinopec acaba de firmar un acuerdo de colaboración con YPF, explota el yacimiento de Vaca Muerta y participa en la expansión de redes ferroviarias y del metro de Buenos Aires. En Brasil, Sinopec se hizo con el 30 por ciento de la portuguesa Galp y el 40 por ciento de la española Repsol. Se calcula que China domina ya un tercio del sector minero peruano, con fuerte presencia en la extracción de cobre. “En toda la región las compañías chinas desarrollan proyectos de telecomunicaciones, automoción, agricultura, construcción y sectores energéticos, lo que extiende la influencia de Pekín, y no sólo a nivel económico” (Russia Today, lunes 6).

El brasileño Fiori estima que se está asistiendo a una “revalorización geopolítica y geoeconómica del Caribe y de América del Sur como tableros relevantes de la competencia global entre Estados Unidos y China, y de la competencia regional de estos dos países con Brasil” (Carta Maior, 25-XII-14).

Para avalar esa afirmación esgrime el trabajo del principal geoestratega estadounidense, Nicholas Spykman. Más de la mitad de la obra de Spykman America’s Strategy in World Politics, publicada en 1942, está dedicada al papel que debe jugar la potencia en América Latina y en particular en Suramérica. El teórico divide la región en dos zonas: una “mediterránea”, que incluye a México, Centroamérica, el Caribe, Colombia y Venezuela, en la que la supremacía de Estados Unidos no puede ser cuestionada, una suerte de “mar cerrado” cuyas llaves pertenecen a Washington.

Por otro lado aparece la zona de influencia de los grandes estados del sur (Argentina, Brasil y Chile). Spykman apunta que si estos países se unieran para contrabalancear la hegemonía estadounidense, “deben ser respondidos mediante la guerra” (Valor, 29-I-14).

En los últimos años los países que impulsaron el Mercosur ampliado y la Unasur, básicamente Brasil, Argentina y Venezuela, entraron en la “línea de tiro de Estados Unidos”, que no puede aceptar que un proyecto convencional de integración económica (como fue el Mercosur en sus inicios) se transforme en un bloque político liderado por Brasil “con el objetivo de impedir toda intervención externa en América del Sur”.

La alianza de Brasil con China, India y Rusia en los Brics, y de Argentina y Venezuela con China y Rusia es otra línea roja para Washington. Que esas alianzas no pasen a mayores es un objetivo central de la política estadounidense. Máxime cuando sobre todo Brasil, pero también Argentina y Venezuela, se involucraron en un conflicto lejano, como el de Oriente Medio, condenando la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza en agosto y setiembre de 2014 y tomando distancia del bloqueo a Irán (Carta Maior). Cortarles las alas, de eso se trata.

Nota

(1) Military Review, publicada por US Army Combined Arms Center (Usacac), Fort Leavenworth, enero-febrero 2015, págs 66-78.

– Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada. Integrante del Consejo de ALAI.

COMCOSUR INFORMA No. 1628 – 16/04/2015
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2) Campesinas latinoamericanas abren surcos de un feminismo propio
Por Fabiana Frayssinet (IPS)

Organizaciones campesinas de América Latina intentan definir los conceptos de un feminismo “campesino y popular”, que incorpore una cosmovisión rural, no siempre coincidente con la de las mujeres urbanas, o modelos económicos alternativos. Para Gregoria Chávez, una veterana campesina de la noroccidental provincia argentina de Santiago del Estero, el feminismo incluye “las luchas y el apoyo de los compañeros para defender las tierras”.

Hasta hace poco, para ella el feminismo era un concepto extraño. Pero como otras tantas campesinas latinoamericanas en sus localidades, ahora protagoniza las batallas en su provincia contra el avance del monocultivo de la soja y el desalojo de pequeños productores. “A veces arrastramos esa concepción del feminismo como lo habíamos aprendido, de que para enfrentar al machismo hay que tener una actitud opresora también. Pero aquí no se trata de predicar eso, sino un feminismo con una actitud de solidaridad entre compañeras y compañeros”: Deolinda Carrizo.

“Yo pienso que la mujer es importante en el campo porque tiene más coraje que el varón. Yo no tengo miedo a nada. Siempre les digo a mis compañeras que sin coraje no vamos a conseguir nada”, relató a IPS. Definir un feminismo propio no es tarea fácil para la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo-Vía Campesina, que celebra su VI Congreso entre los días 10 y 17 de este mes, en el municipio argentino de Ezeiza, que forma parte del Gran Buenos Aires.

Pero sus integrantes tienen claro que no se limita a una “simple agenda de igualdad de género”. La profundización del feminismo en el ámbito rural fue parte del debate de la V Asamblea Continental de Mujeres del Campo, un foro en el marco del Congreso que congregó a 400 delegadas de 18 países latinoamericanos y caribeños y se clausuró el martes 14.

Como ilustró Deolinda Carrizo, del argentino Movimiento Nacional Campesino Indígena, en la Asamblea al menos se intentó “abrir esos surcos cada vez más”. El término de feminismo asusta a muchas campesinas, según Rilma Román, delegada de la Asociación Nacional Agricultores Pequeños de Cuba. Ella también integra la coordinación de la organización internacional Vía Campesina, donde la mitad de sus líderes son mujeres, según destacó.

“Asusta porque muchas veces se piensa que feminismo es que las mujeres estemos solas luchando contra los hombres, que somos dos bandos”, explicó a IPS. “Es un tema prácticamente nuevo en nuestros debates. Creo que hay que darse un tiempo para poder explicar y llegar a un consenso”, opinó la delegada cubana.

Hay que explicar, por ejemplo, temas como el de la diversidad sexual. “Antes era muy difícil que en una comunidad campesina encontraras travestis que se manifestasen. Había mucha auto represión y represión que existe todavía”, relató Carrizo. “A los más viejos les cuesta mucho entender que hay compañeros que tienen otra opción sexual. Poco a poco vamos viendo cómo abordar el tema y a animarlos a que lo acepten”, agregó.

La V Asamblea de mujeres rurales reconoce la “contribución histórica” del feminismo, pero parte de un concepto diferente al del “capitalismo” que, interpretó Carrizo, impuso la explotación, inclusive la de género. Prefieren definirlo bajo la lupa de la reforma agraria, la disputa contra las corporaciones transnacionales agrícolas, la concentración de tierras y agua, el agro negocio y la mega minería, que excluye y margina a hombres y mujeres.

La inequidad en cifras

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 58 millones de mujeres viven en zonas rurales de América Latina y representan una pieza clave de la seguridad alimentaria regional, de la preservación de la biodiversidad y de la producción de alimentos saludables. Pero, pese a que producen la mitad de los alimentos de la región, las mujeres rurales viven en situación de desigualdad social, política y económica. De aquellas de más de 15 años, solo 40 por ciento cuentan con ingresos propios y ostentan apenas 30 por ciento con la titularidad de la tierra, 10 por ciento de los créditos y cinco por ciento de la asistencia técnica. “Pero las mujeres, especialmente las del medio rural siempre fueron más excluidas”, contextualizó Marina dos Santos, del brasileño Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra. También lo están de las políticas públicas de salud o educación, destacó a IPS.

“En Brasil están cerrando escuelas rurales. Los puestos de salud, cuando los hay, no tienen médicos, enfermeras o medicinas. Muchas mujeres en el campo comienzan su trabajo de parto y por falta de hospitales o transporte terminan muriendo”, subrayó. También se margina a las mujeres de la titularidad de la tierra o el acceso al crédito rural. “La mujer es la que más trabaja pero es la última que tiene acceso a la tierra y la más explotada como mano de obra barata. El éxodo rural hizo que los hombres salgan cada vez más a trabajar fuera, y las mujeres se quedaron con la parte de subsistencia de sus familias”, ejemplificó Santos.

“Los terrenos se adjudican primero al hombre. Las mujeres que somos cabeza de familia, que no tenemos compañeros, no tenemos posibilidades porque debemos tener como referente a un hombre”, agregó Luzdari Molina, de la Federación Sindical Agropecuaria de Colombia. “Otra particularidad, como sucede en Colombia, es que las mujeres del campo todavía están muy poco escolarizadas, porque tenemos que ocuparnos del hogar”, detalló a IPS

Las participantes en la V Asamblea destacaron como a las faenas domésticas y el cuidado de la familia, a las mujeres se les suma el peso de la producción de alimentos. “En Santiago del Estero, hay épocas que tienen que ir al corral a atender los cabritos o vacas. Cuando los hombres se van (como trabajadores temporeros a otras provincias), la mujer se queda sosteniendo el trabajo del hogar y de la tierra”, añadió Carrizo.

“Las campesinas no somos reconocidas como trabajadoras. En mi región (el departamento colombiano de Boyacá) desde las tres de la madrugada estamos levantadas para ordeñar vacas, cuidar la casa, preparar el desayuno para obreros, atender nuestra propia producción y el día se nos va”, planteó Molina. Las mujeres rurales, según la argentina Carrizo, son también las que han ejercido históricamente el rol de “guardianas de las semillas” y por ello viven como “violencia” los intentos de “privatización de las semillas”.

Igualmente sienten como violencia, aseguró la lideresa campesina argentina, las fumigaciones con pesticidas, porque afectan “la salud de nuestros hijos y nuestra, porque causan abortos espontáneos, malformaciones, y acumulación de estos venenos en la leche materna”. Además, la brasileña Santos destacó que en aquellos problemas de género que son comunes con las mujeres urbanas, la situación se agrava para quienes viven en el campo. Citó como ejemplo el caso de la violencia doméstica, que empeora porque las comisarías especializadas de la mujer están en las ciudades.

En Colombia, añadió argumentos Molina, “no hay nada que les garantice a las mujeres alejarse del territorio donde han sido agredidas”, lo que evita las denuncias. “Los vecinos dicen no me meto, las cosas de pareja se arreglan debajo de las cobijas (mantas). Pero cuando se llega a los extremos, la comunidad va al entierro y hace misas para que le salven el alma del pobre marido. Es muy triste pero es real”, lamentó.

La cuestión es cómo abordar esos temas, a veces aceptados como naturales. “En el campo hay mucho machismo y muchas mujeres lo traen incorporado desde que nace”, observó la cubana Román. “Hay compañeras o compañeros que creen que queremos que se separen las familias, o el divorcio”, agregó. Por eso, planteó Carrizo, debería considerarse la “diferencia de cosmovisión de cada pueblo”.

“La mujer campesina en Colombia, por ejemplo, no se siente identificada como feminista. Lo que les choca (de la mujer urbana) es una cuestión de clase, que tienen ciertas comodidades y actividades diferentes a las suyas”, acotó Molina. “A veces arrastramos esa concepción del feminismo como lo habíamos aprendido, de que para enfrentar al machismo hay que tener una actitud opresora también. Pero aquí no se trata de predicar eso, sino un feminismo con una actitud de solidaridad entre compañeras y compañeros”, argumentó Carrizo.

Editado por Estrella Gutiérrez
COMCOSUR INFORMA No. 1628 – 16/04/2015
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3) Almagro: «El Pit Cnt siempre supo lo de las negociaciones por el TISA»
(El País)

Mientras que el gobierno de Tabaré Vázquez quiere impulsar un acuerdo para unirse a 24 países en materia de comercio exterior, la central sindical se opone «porque peligran fuentes laborales».

Luis Almagro, ex ministro de relaciones exteriores y actual secretario general de la OEA aseguró este miércoles que «las negociaciones por el TISA (Trade in Services Agreement) demandaron un largo período de tiempo» y que «a diferencia de lo que se dice por ahí (…) Estados Unidos fue el último que nos dio el ok para entrar en esta negociación».

Durante la entrevista que el jerarca tuvo con radio El Espectador, dejó claro que el Pit Cnt estaba informado del tema y que además participaron de las negociaciones desde el primer momento, incluso aportando información. Almagro dijo que «en las primeras negociaciones, levantamos textual todas las propuestas del Pit-Cnt». En tanto, la central obrera reaccionó ante las declaraciones de Almagro.

En este sentido, el dirigente Fernando Gambera, aseguró a El Espectador que el Pit Cnt se enteró “a través de la Internacional de Servicios Públicos en setiembre de 2014” y a partir de ahí el sindicato mantuvo varias reuniones con la cancillería para informarse sobre el acuerdo. Gambera destacó que el movimiento obrero “siempre se mantuvo en desacuerdo con el TISA”.

Por su parte, el ministro de economía y finanzas, Danilo Astori en declaraciones recogidas por El Observador indicó que «es una experiencia que permite ir liberalizando el comercio de servicios en la medida que los países tengan interés”. El ministro también dijo que es un “tipo de encuentro muy especial, donde los países tienen intereses ofensivos y defensivos. Los primeros implican encontrar espacios para los sectores que al país le interesa que sigan exportando», aseguró.

Luego, sobre «el lado de los defensivos», Astori destacó que «se permite indicar en qué áreas no se está dispuesto a hacer acuerdos. Tiene esa característica positiva, por eso no podemos dejar perder esta gran oportunidad de avanzar por ese camino”.
COMCOSUR INFORMA No. 1628 – 16/04/2015
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Coordinación: Carlos Casares
COMCOSUR es miembro de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias – AMARC
COMCOSUR se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo Institucional ni personal.
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