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LOS EMBATES DEL AGRONEGOCIO

COMCOSUR AL DÍA / AÑO 16 / Nº 2016 / NOTICIAS Y PENSAMIENTOS / Viernes
17 de Abril de 2015 / Producción: Andrés Capelán – Coordinación:
Carlos Casares – COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR
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HOY:
1) Serrat despidió a Galeano en el Parlamento: «Era la reserva moral»

2) Un banco intervenido en Europa por lavar dinero fue multado en Uruguay

3) TCA confirma sanción a Aratirí

4) Los embates del Agronegocio

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«Si asumes que no hay esperanza, garantizas que no habrá esperanza. Si
asumes que hay un instinto hacia la libertad, que hay oportunidades para
cambiar las cosas, entonces hay una posibilidad de que puedas contribuir
para hacer un mundo mejor. Esa es tu alternativa». — Noam Chomsky
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1) Serrat despidió a Galeano en el Parlamento: «Era la reserva moral»
(El Observador)

La ceremonia fúnebre del escritor uruguayo Eduardo Galeano comenzó sobre
las 15 horas de este martes. En ese momento se habilitó la entrada al
Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo al público que
quería dar el último saludo al autor de Memoria del fuego y El fútbol a
sol y sombra.Fue un grupo variopinto el que se acercó, compuesto por
lectores y admiradores anónimos de a pie. Uno de ellos era Carlos Matos,
un ex preso político de 64 años, que caminaba con dificultad con un
bastón aduciendo que estaba así “por culpa de la tortura”, ya que
dijo haber estado preso desde 1976 a 1979.

“Siento una gran pena. Se nos fue (Mario) Benedetti, ahora Galeano.
Fueron referentes muy grandes. Yo fui inspirado por Las venas abiertas de
América Latina, que me hizo militar para terminar con la injusticia”,
dijo Matos luego de subir con parsimonia la larga escalinata del
Palacio.También hubo, por supuesto, autoridades oficiales. El presidente
de la República, Tabaré Vázquez, se hizo presente sobre las 17 horas y
dijo que “Galeano le dio voz a quienes no la tenían”, el
vicepresidente Raúl Sendic, el expresidente José Mujica y la ministra de
Cultura, María Julia Muñoz, así como los candidatos a la intendencia por
el Frente Amplio Daniel Martínez, Lucía Topolansky y Virginia Cardozo, el
colorado Ricardo Rachetti y el blanco Álvaro Garcé.

Ante los medios, Sendic dijo recordar varias anécdotas sobre su padre y
Galeano, y afirmó: “Eran muy amigos. Tenían largas charlas hasta la
madrugada”.También se hicieron presentes artistas locales como Eduardo
Larbanois y Daniel Viglietti, además del catalán Joan Manuel Serrat. El
cantautor se encontraba en Salta, Argentina, en el marco de su gira
Antología desordenada, que ya presentó en Uruguay. “Los destinos de la
vida hicieron que estuviera cerca, por suerte”, dijo el español.Según
Serrat, Galeano “era la reserva moral”, lo cual no se agota con su
muerte.

El catalán que interpreta letras del uruguayo en las canciones Secreta
mujer, del disco Sombras en la China, y La mala racha, de Versos en la
boca, dijo que Galeano no acataba órdenes. “Era un hombre libre”, y
cuando creía que algo no estaba bien, lo decía. “Ahí están todos sus
escritos para poder demostrarlo”, agregó.Entre el público también se
destacó la presencia de la ministra argentina de Cultura, la folklorista
Teresa Parodi, quien dijo en declaraciones que consideraba a Galeano como
uno de los “conductores” de un pensamiento latinoamericano, “como
Néstor (Kirchner) y Cristina (Fernández)”. Una de las hijas de Hugo
Chávez, Rosa Virginia, también llegó para rendir homenaje.Otro rasgo que
llamó la atención fue la gran cantidad de mujeres entre los 25 y los 40
años, que expresaron su reverencia ante la familia del escritor.Sus restos
estaban en un féretro que cubría un pebellón nacional, con dos ramos de
flores rojas y blancas.

Entre las coronas de flores se destacaban las de la presidente argentina
Cristina Fernández y del presidente venezolano Nicolás Maduro, así como
del Frente Amplio, entre otros. Muchos de los concurrentes le dejaron
mensajes en los cuadernos ubicados sobre la entrada, donde expresaron su
tristeza y también su agradecimiento al autor. “Gracias por todo lo que
generaste”, decía uno de ellos. Otro, en francés, destacaba le feu des
vos mots, “el fuego de tus palabras”.

COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 17 DE ABRIL DE 2015
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2) Un banco intervenido en Europa por lavar dinero fue multado en Uruguay
(El Observador)

La sanción del Banco Central a la filial local de la Banca Privada
D’Andorra, presidida por Eduardo Ache, fue de $ 68.000

Un caso de lavado de dinero sacude por estas horas a España y salpica a
Uruguay. El 10 de marzo, la Red de Persecución de los Crímenes
Financieros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (Fincen, por su
sigla en inglés) informó que la Banca Privada d’Andorra (BPA) es “una
preocupación de primer orden en materia de blanqueo de capitales”. Las
autoridades del Principado de Andorra intervinieron inmediatamente el
banco. Horas después, el Banco de España intervino el Banco de Madrid,
controlado por BPA.
Andorra es un principado ubicado en los Pirineos, entre España y Francia.
Su territorio es más pequeño que el departamento de Montevideo, tiene 77
mil habitantes y era, hasta el mes pasado, un refugio bancario para
capitales que buscaban controles antilavado laxos.

El banco tuvo sedes, además de en Andorra y España, en cuatro países:
Luxemburgo, Suiza, Panamá y Uruguay. Esos cuatro países han sido
cuestionados en algún momento por organismos internacionales por la falta
de controles antilavado.

El presidente de BPA en Uruguay era el contador Eduardo Ache, actual
presidente del Club Nacional de Football, que presentó su renuncia en el
banco meses antes de que se retirara de Uruguay.

El Banco Central de Uruguay (BCU) sancionó al BPA el 12 de octubre de 2011
por falta de controles sobre el lavado de dinero, informó el diario
español ABC el 25 de enero de este año. La resolución del BCU, a la que
accedió El Observador, revela que la multa “por las deficiencias e
incumplimientos constatados en relación con las normas de prevención del
uso de las instituciones financieras para el lavado de activos y el
financiamiento del terrorismo” asciende a 30 mil Unidades Indexadas ($
68.511). La multa suena irrisoria si se tiene en cuenta el capital que
gestionaba la casa matriz del banco: € 6.400 millones.

El BCU retiró en marzo de 2011 la licencia a BPA para operar en Uruguay
después de que el presidente del BPA informara la liquidación de las
operaciones del banco en Uruguay, informó ABC. El presidente del banco es
Ramón Cierco Noguer, directivo del Barcelona vinculado a Ache.

En diciembre de 2012, luego de que el contador ganara las elecciones en
Nacional, “el presidente del Barcelona, Sandro Rosell, envió un email de
felicitación a Ache por su victoria en las elecciones. En la nota, Rosell
establece además que espera reunirse con Ache en Barcelona y que está
dispuesto a hacer algo de manera conjunta. Esa propuesta tiene como líder
al empresario y directivo del club culé Ramón Cierco”, informó
entonces el diario El País. Consultado ayer por El Observador, Ache
prefirió no hacer declaraciones.

ABC informó en enero de este año que BPA opera en Uruguay como Noswey SA
Asesores de Inversión. Sin embargo, el BCU canceló la inscripción de
esta sociedad anónima en el Registro del Mercado de Valores como Asesor de
Inversión el 24 de octubre de 2014, como revelan documentos a los que
accedió El Observador. Nosway tenía domicilio en la misma oficina que
BPA, en el World Trade Center.

Ache no es la única conexión del BPA con Uruguay. El subdirector general
del área internacional del banco, Pablo Laplana, es un ciudadano uruguayo
investigado por su vínculo con políticos chavistas y empresarios rusos
con millonarios y sospechosos depósitos en BPA.

Ni la Secretaría Antilavado ni los juzgados especializados en Crimen
Organizado están investigando la operativa del banco en Uruguay,
confirmaron fuentes oficiales a El Observador.

COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 17 DE ABRIL DE 2015
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3) TCA confirma sanción a Aratirí
(Caras y Caretas)

INICIÓ EXPLORACIÓN SIN AUTORIZACIÓN AMBIENTAL

El Tribunal de lo Contencioso Administrativo confirmó la sanción impuesta
a la empresa Aratirí, por iniciar los trabajos de exploración en busca de
minerales sin la Autorización Ambiental Previa.

El Tribunal de lo Contencioso Administrativo (TCA) confirmó la sanción
impuesta por la Dinama-Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y
Medio Ambiente (Mvotma) a la empresa Aratirí, por iniciar los trabajos de
exploración en busca de minerales, sin la Autorización Ambiental Previa
(AAP), tras considerar que la actuación de la Administración estuvo
ajustada a derecho.

La Asesoría Jurídica del Mvotma estableció, en base a un informe de la
División Evaluación de Impacto Ambiental (DEIA), que Aratirí inició los
trabajos de exploración en busca de minerales en la zona de Valentines sin
la APP que otorga la Secretaría de Estado, y le impuso una sanción de
1.000 UR a Aratirí.

Aratirí inició los trabajos de estudio en un área de 10.820 ha,
afectando 78 padrones en la cuenca del arroyo Valentines. En este sentido,
en diciembre de 2010, la DEIA constató, en base a la información que
presentó la propia empresa, que realizaron “477 perforaciones en los
sitios de cateo, en 24 de los padrones afectados ”, así como diversas
obras que podían generar efectos a nivel socio-económico en esa
localidad.

Ante esta situación, la DEIA sugirió “convalidar lo actuado” y
otorgar la AAP al proyecto, pero señaló la posibilidad de multar a la
empresa por iniciar las perforaciones sin autorización. En febrero del
2011, el Mvotma convalidó lo actuado por la DEIA y otorgó los permisos,
pero también aplicó una multa a la empresa. La resolución fue
cuestionada por Aratirí en vía administrativa y después ante el TCA.

En este sentido, el organismo consideró, tras un análisis de la
legislación vigente, que le “asiste razón a la Administración
demandada, en cuanto a que la actividad desarrollada por la actora en forma
previa a la tramitación de la AAP requería la obtención de tal
autorización, por lo cual, la omisión verificada implica que la empresa
haya incurrido en infracción pasible de sanción”.

“La letra de la ley no deja margen de dudas respecto a que resulta
necesario obtener la Autorización Ambiental Previa cuando se extraigan
minerales, a cualquier título, razón por la cual, no se comparte la
posición de la accionante cuando sostiene que la ‘extracción de
minerales’ a la que

refiere la ley ( Ley 16.466 ) alcanza exclusivamente a la actividad de
explotación minera y no a la mera exploración, pues tal disquisición no
resulta de la disposición legal”, agregó el TCA, en el fallo al que
accedió Caras y Caretas Portal.

En este caso, la extracción de minerales, actividad principal de Aratirí,
fue acompañada “de otras” como la construcción de caminos y
alcantarillas, la realización de movimientos y nivelación de suelos, la
construcción de piletas de decantación y tomas de agua, así como la
instalación de depósitos y oficinas en un pequeño poblado, “todo lo
cual, tomando en cuenta la gran extensión del área cubierta y el posible
efecto socio económico local, hacen inequívocamente necesaria la
obtención de una AAP para poder iniciarse el conjunto de trabajos y
actividades, la que en el caso no se tramitó en forma oportuna”.

Los servicios del Mvotma establecieron que esos trabajo para realizar
cateos “podían estar causando impacto ambiental negativo o nocivo, en la
medida que implicaban transitar por caminos rurales y sendas de paso,
trasladar la maquinaria, construir caminos y alcantarillas, etc.,
agregándose que la presencia puntual de los equipos de trabajo y el
transporte de maquinaria podían haber afectado temporalmente tanto a los
predios como a la población local, así como aumentado la producción de
residuos, tanto sólidos como líquidos”.

Los estudios de la DEIA confirmaron que “no se llegó a provocar un
efecto negativo importante sobre el sitio”. Pero “la actividad de
exploración de la empresa accionante, la cual ocupa una extensa área
geográfica, supone la existencia de cientos de perforaciones, con
inequívoca alteración de la configuración del terreno, lo que permite
concluir que, en atención a los eventuales riesgos ambientales, tal
actividad requería desde un principio la obtención de AAP ”.

Por todo esto, “correspondía que el MVOTMA aplicara la sanción de multa
a la empresa incumplidora, no habiéndose cuestionado por ésta el monto
fijado, sin perjuicio de que la sanción no luce como arbitraria, sino
ajustada a los requerimientos del ordenamiento vigente”. “La empresa
debió haber solicitado y obtenido AAP antes de iniciar los trabajos
exploratorios, dada la cantidad y magnitud de las perforaciones a ser
realizadas, además de los otros factores indicados. Si tal autorización
no se tramitó y obtuvo a tiempo, ello obedece a una incorrecta
interpretación de la normativa” por parte de Aratirí, confirmó el TCA.

COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 17 DE ABRIL DE 2015
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4) Los embates del Agronegocio
Cambios en el paisaje rural de Durazno
Marcos Rey (Revista Ajena)

La irrupción del capital financiero en el agro uruguayo reforzó las
prácticas capitalistas del agronegocio vinculadas al boom sojero, forestal
y ganadero. La globalización tecnológica, en tanto, favoreció una nueva
mixtura de los habitantes del campo y la ciudad que exige redefinir “lo
rural”. Ajena pone la lupa en las cercanías del pueblo duraznense de
Carlos Reyles –o Molles- para develar algunas pistas de estos cambios.

Antes de llegar a la ciudad de Durazno el paisaje rural dominado por la
ganadería extensiva empieza a salpicarse de imágenes impensables poco
tiempo atrás. A las vacas pastando sin apuro en extensos páramos verdes
se sumó el agronegocio, que con sus pies en el boom sojero viene
maquillando la cara ganadera del departamento. Al borde de la ruta 5 se han
instalado empresas que venden maquinaria agrícola, fertilizantes y
agroquímicos. Plantas de silos para el acopio de granos conviven ahora con
un hotel, una whiskería (eufemismo para referirse al “quilombo”) y con
el continuo trasiego de camiones repletos de soja y trigo.

Frente a la planta de distribución de ANCAP, a pocos metros de iniciada la
zona urbana, Petrobras está construyendo una amplia estación de servicio.
Placenteros chalets se están levantando en las inmediaciones del
zoológico municipal y del Parque de la Hispanidad. Y en la ciudad que
Fructuoso Rivera fundó en 1821 para “los huérfanos de la patria”
pululan las camionetas 4×4 y distintas sucursales de grandes comercios
montevideanos. Nadie quiere quedar fuera de la fiesta. Es la era de la
bonanza económica que desde hace once años reina en un país que crece
como levadura a impulsos de una insaciable demanda internacional de
alimentos.

La posición estratégica de Durazno en el centro del país –casi a la
misma distancia del puerto de Montevideo que del puerto de Nueva Palmira–
potenció la expansión de la frontera agrícola del departamento. Las
áreas plantadas pasaron de 15 mil a 120 mil hectáreas y la producción de
granos de 30 mil a 500 mil toneladas anuales entre 2002 y 2012. La empresa
Erro (una de las principales exportadoras uruguayas, con sede en Soriano)
sumó el año pasado la sexta planta de silos en la ruta 5, para absorber
la producción sojera de Durazno, Tacuarembó, Flores y Florida.

Las inversiones extranjeras, en tanto, vienen acompañadas del desembarco
sigiloso del capital financiero. La crisis económica en Estados Unidos y
en Europa llevó a que los fondos de inversión miraran hacia el Río de la
Plata en busca de rentabilidades mayores a las que podían obtener en los
países desarrollados. En Uruguay han invertido en tierras, ganado,
maquinarias y cultivos. “Hay un traslado significativo de capitales
financieros desde el hemisferio norte al hemisferio sur. No sólo a través
de las multinacionales, sino también con una inversión hormiga: pequeños
y medianos inversores que compran acciones de los fondos de inversión, que
mediante fideicomisos se dedican a comprar o arrendar tierras. Este flujo
de capital financiero que llega al agro no pasa por el sistema bancario
tradicional y suele ser fuertemente especulativo”, explicó a Ajena Diego
Piñeiro, docente grado 5 de sociología rural (Facultad de Ciencias
Sociales-UDELAR).

De 2001 a 2013 tres millones de hectáreas fueron transadas por capitales
extranjeros, arribados a Durazno en forma de pools de siembra o de empresas
que compran ganado, lo engordan en tierras arrendadas, para luego
revenderlo. Estas prácticas capitalistas del agronegocio están en línea
con el andamiaje institucional montado en la década de 1990 para que
“los inversores entren y salgan rápidamente del negocio agropecuario. Es
la idea del campo como un lugar para invertir y sacar la rentabilidad más
alta en el menor tiempo posible. La concepción del negocio a la que
estábamos acostumbrados era la del productor rural que residía o manejaba
el campo con mano de obra familiar o asalariada. Es lo que llamaría
capital productivo, por oposición al capital financiero especulativo, que
invierte y arrienda la tierra uno o dos años, pero se marcha cuando cambia
la relación de costos”, explicó Piñeiro.

En este nuevo paisaje rural, el mapa de los actores sociales se está
reconfigurando: declinan los productores familiares, asoman los sindicatos
rurales, aumentan los contratistas y trabajadores rurales pero con
residencia urbana, y los grandes emprendimientos agropecuarios desplazan de
sus tierras no sólo a los pequeños productores (91 por ciento de los
12.241 establecimientos que desaparecieron entre 2000 y 2011 tenía menos
de 100 hectáreas), sino también a las burguesías rurales del Interior.
Por ejemplo, el pool de siembra argentino El Tejar, empresa agropecuaria
que llegó a contar con 68 mil hectáreas, transó tierras en Durazno.
Instalado en nuestro país desde que Argentina aplicara retenciones a las
exportaciones, El Tejar vendió a principios de este año sus tierras en
Uruguay por 170 millones de dólares al Union Agriculture Group (de
capitales estadounidenses, canadienses y uruguayos), que ahora maneja 170
mil hectáreas.

A 44 quilómetros al norte de la ciudad de Durazno se encuentra el pueblo
de Molles, oficialmente Carlos Reyles (ver recuadro). Ajena visitó a
algunos pobladores de la zona que viven en las inmediaciones del arroyo
Villasboas, a 10 quilómetros del pueblo. En la estancia La Tropilla, sobre
la ruta 5, Amanda Urruzmendi vive hace 40 años junto a su marido en un
establecimiento familiar de 350 hectáreas. A poco de allí Omar Ruiz se
desempeña como “puestero” (cuida y trabaja las tierras) de un
establecimiento ganadero de 1.000 hectáreas.

“Ahora el patrón levanta el teléfono y coordina alguna tarea con un
empleado, que agarra su motito y se va al campo uno o dos días”.Comparte
con su familia –que antes vivía en Molles– una casa cerca del casco de
estancia de su patrón, pero a la que se accede por una servidumbre de paso
tras atravesar cuatro porteras. Al fondo de ese camino Eduardo Rodríguez,
de 33 años, tiene un pequeño predio ganadero de 66 hectáreas. Aunque
vive en Durazno y administra otra estancia de propietarios montevideanos,
trabaja su campo casi en solitario desde que era adolescente. Pegado, en
otra casa más pequeña, vive José Guerrero, conocido como “Colacho”,
peón rural que durante un tiempo trabajó en el predio. Ahora está
jubilado, pero como prefiere la vida rural y tiene buena relación con
Eduardo, se quedó a vivir ahí. Mario Quijano, por último, es un
contratista agrícola radicado en la ciudad, que ofrece servicios de
cosecha a las estancias del departamento.

El capital extranjero ha tentado a muchos estancieros para que vendan sus
predios; el país sigue siendo, según Piñeiro, un oferente de “tierra
barata” en comparación con Argentina y Brasil. Y Durazno no ha sido la
excepción. “Cuando los ingleses e italianos llegaron, hace como siete u
ocho años, venían con la chequera a la vista a saludarnos y comprarnos el
campo”, ilustró Amanda. Oriunda de Trinidad, se trasladó a Villasboas
en 1975. La acogedora casa donde vive hace difícil imaginar que hace 80
años era de barro, y refleja la perseverancia de sus moradores por
mejorarla: le anexaron el baño y la cocina, cambiaron las puertas de dos
hojas y realizaron reformas estructurales en el predio. “Si no fuera
porque amamos el campo, nos serviría mucho más arrendarlo y vivir de la
renta en la ciudad que trabajarlo con nuestras manos”, lamenta. “En
esta zona [Villasboas] los campos han cambiado mucho de dueño. Antes
había familias, pero ahora estamos rodeados de argentinos, italianos y
brasileños que no viven acá sino que contratan administradores”,
comentó.

Aunque el peso de los argentinos viene disminuyendo, la extranjerización
es evidente entre los productores sojeros de la zona. De 2000 a 2011 las
tierras en manos de personas físicas uruguayas descendieron de 90 a 54 por
ciento. Además, aumentó el proceso de concentración: el 60 por ciento de
la superficie del país está en manos del 9 por ciento de propietarios con
más de 1.000 hectáreas, mientras que el 5 por ciento de la superficie lo
tiene el 56 por ciento de las explotaciones con menos de 100 hectáreas,
según el último Censo Agropecuario (2011). A su vez, mientras el precio
promedio de la tierra se multiplicó por siete en la última década, el de
los grandes predios (más de 2.500 hectáreas) aumentó en doce veces.
“Eso significa que los compradores son grandes empresas que están
desplazando a las burguesías rurales del Interior que no se han podido
adaptar a los cambios tecnológicos. Porque la gran burguesía
terrateniente, en cambio, al adaptarse a las condiciones del agronegocio,
ha mantenido sus establecimientos agropecuarios”, sostuvo el sociólogo.

Pero no sólo las empresas agropecuarias debieron adaptarse a los cambios.
El teléfono celular y la masificación del uso de motocicletas, por
ejemplo, han repercutido en los modos de organizar la fuerza de trabajo y
en la frontera cultural entre el campo y la ciudad. “Ahora el patrón
levanta el teléfono y coordina alguna tarea con un empleado que agarra su
motito y se va al campo uno o dos días, para regresar luego a la ciudad
donde vive con su familia. Ese tipo de trabajo es cada vez más frecuente,
tanto a través de contratistas como de ‘trabajadores a teléfono’”,
ejemplificó Piñeiro. Estas nuevas posibilidades permiten que un alto
porcentaje de trabajadores rurales resida en zonas urbanas. “Hoy es
necesario redefinir lo rural si se quiere comprender las nuevas relaciones
que se establecen entre los que moran en el campo y los que lo hacen en la
ciudad”, afirmó. Aunque falta procesar algunos datos del censo de 2011,
Piñeiro arriesga que es probable que alrededor del 50 por ciento de los
trabajadores rurales tenga actualmente residencia urbana (en particular los
vinculados a la forestación, la agricultura y la granja).

El uso de computadoras, el acceso a internet y a la televisión también
han hecho lo suyo. En la casa de Amanda cuelga en la pared un teléfono
añejo con el que solía comunicarse con su familia en Trinidad. “Las
comunicaciones nos cambiaron la vida”, asegura. Y señala una mesita
donde está la laptop, el teléfono celular y la base del wifi. “Date
cuenta de que en 1950, cuando Uruguay salió campeón del mundo, en Goñi,
donde nací, sólo había dos radios, y estaban en los boliches”, agrega
Colacho, el peón rural. Ahora además de radio, tiene un celular, una moto
y un televisor a color en el que mira “alguna película buena” en La
Red o en TNU. Mientras arma un tabaco, recita las satisfacciones que le dan
estos avances: con la moto, por ejemplo, suele ir a Durazno a visitar a su
hermana y a Molles a ver algún partido de fútbol en el boliche, y
“cuando voy en moto y agarro garufa, me quedo en la casa de algún vecino
y me vuelvo al otro día. Porque yo mamado no manejo ni loco”. Tiene sus
propios chanchos, gallinas y hasta una pequeña quinta que le permiten
sobrevivir, junto con los escasos 7 mil pesos que cobra de jubilación.
“En la ciudad me muero de hambre, acá me revuelvo”, aseguró.

Los contratistas, por otra parte, están de parabienes. Mario Quijano,
contratista agrícola, calculó para Ajena que en la última década en
Durazno pasó de haber 3 a 30 contratistas. Un estudio los caracteriza como
nuevos empresarios que, sin poseer tierras, tercerizan servicios para las
empresas agropecuarias.1 Si bien hay diversidad de contratistas desde hace
muchos años, aumentaron los que ofrecen cuadrillas de trabajadores
rotativos según las zafras. No es el caso de Quijano, quien montó su
empresa a partir del embolsado de grano húmedo (sorgo fermentado para la
alimentación del ganado) y logró comprar cuatro cosechadoras para atender
el boom sojero. A su cargo tiene a cuatro trabajadores efectivos y contrata
otros cuatro o cinco en los períodos de zafra. “El problema es que no
hay gente preparada para manejar un tractor o una cosechadora, y tampoco
tienen conocimientos que se aprenden con la práctica”, afirma. La baja
desocupación y las ofertas constantes hacen que la rotación laboral sea
permanente. Antes de terminar la zafra de la soja, hace pocas semanas,
perdió algunos empleados a manos del megatambo que el millonario argentino
Alejandro Bulgheroni instaló en Durazno en 2013, uno de los más grandes
de Sudamérica.

Hace poco tiempo la familia de Ruiz se trasladó de Molles a Villasboas.
Sentados frente a la cocina a leña, su hija y su yerno miran una película
por DirecTV. Ruiz no para de comparar las ventajas de su situación actual
con las penurias que le tocó vivir en el pasado. “Cuando empecé a
trabajar, como gurí no me daban ni cama, dormía en los pelegos de las
estancias. ¡Y ahora tenemos hasta las ocho horas!”, exclamó. Eduardo,
en tanto, duerme algunas noches en la casa de Villasboas, construida hace
más de un siglo y que a pulmón ha ido refaccionando. Desde 2010 tiene luz
eléctrica –instalada a medias con el patrón de Ruiz–, y hace poco
adquirió una bomba de agua para sustituir el aljibe. Al fondo del predio
de Amanda sigue abandonada la estación de trenes de Villasboas que supo
alojar en su entorno a los trabajadores de AFE. “El tren sigue pasando
pero hace años que no para”, dijo con nostalgia.

Tanto Amanda como Eduardo han recibido ayuda económica y asesoramiento
técnico del Estado a través de los proyectos que impulsa el Ministerio de
Ganadería. “Nos ha servido mucho para estar en comunicación con otros
pequeños productores de la zona. Se tendría que haber hecho antes para
evitar el despoblamiento que padecemos ahora”, afirmó. Destinada a
pequeños y medianos productores con predios de hasta 900 hectáreas, la
ayuda estatal incluye financiación para mejoras productivas
(electrificación, tajamares, molinos, bombas de agua, bebederos, bancos de
forraje, sombra y abrigo, etcétera), así como asesoramiento técnico en
proyectos propuestos por los productores. Amanda explicó que así pudo
sortear la sequía del verano de 2009: “Nos ayudó a reordenarnos, porque
te fijan pautas, objetivos y plazos a cumplir. Nos asesoraron sobre qué
ración convenía dar a los animales e intercambiamos con otros
productores. Desde entonces nos reunimos, tenemos capacitaciones, hacemos
visitas grupales a los establecimientos de los vecinos y almorzamos todos
juntos. Ha sido un cambio de mentalidad muy positivo”.

Pero algunas cosas siguen costando más en el campo y exigen sacrificios.
Como el del hijo de 13 años de Ruiz, que hace diez quilómetros todos los
días para ir al liceo en Carlos Reyles. Debe caminar los dos quilómetros
de campo que separan la casa de la ruta y tomar el ómnibus
interdepartamental que lo lleva a las 6 y 30 de la mañana y recién lo
devuelve a las 5 de la tarde. Y aunque no ha sufrido emergencias en
Villasboas, Ruiz recordó los años en que no había policlínica ni
médico permanente en Molles: “Una vuelta se me quemó la hija más chica
y tuve que llevarla en taxi hasta Durazno [44 quilómetros]. Menos mal que
era gente conocida y me dejaron pagar al otro día”, contó con una
sonrisa.

¿Es posible repoblar la campaña?

Para el sociólogo Diego Piñeiro “repoblar la campaña” sigue siendo
un eslogan. “La campaña no se hubiera despoblado si los patrones
hubiesen pagado mejores salarios y el Estado brindado mejores servicios.
Patrones que pagan poco y Estado que invierte poco ha sido una mezcla letal
para que la gente se quede en el campo. ¿Es posible repoblar la campaña?
Dependerá de una fuerte apuesta estatal y un fuerte consenso social.
Primero, se necesita poner límites al proceso de concentración y
extranjerización de la tierra. Segundo, se deben destinar recursos al
Instituto de Colonización, o donde sea, para que la gente tenga tierras
para trabajar. Ahora, si no hay buenos caminos, acceso a internet,
telefonía rural, electricidad, cobertura de salud y la posibilidad de
mandar a los hijos a la escuela sin tener que pasar miserias, no estoy
seguro de que sea atractivo.”

El sociólogo Joaquín Cardeillac agrega otro elemento: “No sólo es un
tema de disponibilidad de tierras, sino de qué producir, dónde se
vendería, con qué apoyos, etcétera. Desde el Estado batllista hay una
idea trunca de impulsar estancias y chacras agrícolas para establecer
familias en el medio rural. Está latente la contraposición de modelos: el
de los agronegocios y el de la producción familiar”.

Los orígenes de Molles están ligados al poderoso terrateniente Carlos
Genaro Reyles, cuya estancia El Paraíso (actualmente en manos de la
familia Bordaberry) ocupaba una extensa zona del departamento de Durazno.
Allegado al gobierno del colorado Venancio Flores y accionista de la
empresa que proyectaba la construcción del ferrocarril, Reyles no tardó
en comprar, a fines de la década de 1860, una pequeña fracción de campo
donde ahora se levanta el pueblo. Ubicada estratégicamente a pocos
quilómetros del casco de su estancia y junto al camino Real que unía a la
villa de San Pedro del Durazno con el Paso de los Toros, Reyles pensaba
influir para que allí se construyera una de las estaciones del tren que
iría hasta Rivera. Y lo logró.

Antes de que arribara la primera locomotora a la zona, el estanciero
levantó una casona frente a lo que luego sería la Estación Molle. Su
hijo Carlos Claudio Reyles, el reconocido escritor, continuó la obra
modernizadora y operó como portavoz de los intereses ganaderos. Reyles,
pionero en la mestización de ovinos, lideró una especie de foco ganadero
progresista entre los arroyos Villasboas, Caballero y Molles, según las
investigaciones del historiador duraznense Óscar Padrón Favre.1 Con la
llegada del tren, hacia 1886, la casona pasó de comercio de ramos
generales a hotel de paso, y en torno a la estación se fueron instalando
los rancheríos de las familias de los trabajadores rurales.

Por entonces entró en escena otra influyente familia terrateniente de esa
zona: los Bordaberry. Hacia 1890 el Hotel Molles pasó a manos de Santiago
Bordaberry, un vasco francés emigrado a Uruguay en la década de 1860.
Hábil en la cría de ovejas, pasó de empleado a ganadero en pocos años,
convirtiéndose en uno de los hombres más ricos del departamento. Al igual
que los Reyles, los Bordaberry fueron fervientes defensores de los
intereses terratenientes. En efecto, Molles fue sede en 1908, por
iniciativa de Reyles, del primer congreso de instituciones ganaderas (el
puntapié inicial de la Federación Rural creada en 1915, corporación
ganadera que frenó los intentos batllistas de atacar al latifundio).

Durante la primera década del siglo XX Reyles liquidó las propiedades que
tenía en Molles y propició el amansamiento del pueblo en torno al hotel y
la estación de tren. Las principales estancias del escritor –que sumaban
25 mil hectáreas– fueron compradas por Santiago Bordaberry en 1916. La
estancia El Paraíso, la más grande, quedó en la década del 20 en manos
de su hijo, Domingo Bordaberry, fundador de la Federación Rural y senador
colorado riverista. Uno de sus hijos, Juan María (el dictador), heredó
junto a sus hermanos las tierras de su padre y destinó una parte de ellas
a fundar la estancia El Baqueano. Antes de ser ministro de Ganadería de
Pacheco (1969), presidente colorado (1971) y finalmente dictador (1973),
presidió la Liga Federal de Acción Ruralista que, aliada a Luis Alberto
de Herrera, colocó a los blancos en el poder en 1958, por lo que también
fue senador por ese partido.

La familia Bordaberry –las cuatro generaciones, incluida la del actual
candidato presidencial colorado Pedro Bordaberry– se ha destacado por sus
cabañas, su fortuna y sus obras filantrópicas (propiciaron la fundación
de la escuela y el liceo, y facilitaron un predio para que las franciscanas
instalaran un colegio para jóvenes del medio rural sin recursos
económicos, a cuyo lado funcionó durante muchos años una pequeña
casilla en la que auxiliaban como enfermeras a un médico que atendió a
los reylenses hasta que el MSP construyó una policlínica en 2001). La
plaza de deportes y una de las calles de Molles llevan los nombres de los
páter familia, y cuando procesaron con prisión a Juan María, en 2006, no
pocos reylenses lo lamentaron.

Molles pasó a llamarse oficialmente Carlos Reyles cuando en 1938 falleció
el escritor. En la época de las vacas gordas llegó a existir una sucursal
del Banco Rural, peluquerías, farmacias, comercios y hasta dos estaciones
de servicio. La construcción de la represa hidroeléctrica de Baygorria en
1954 aumentó el tráfico comercial e iluminó al pueblo un año después.
Pero terminada la obra Molles cayó en decadencia. La supresión del
servicio ferroviario de pasajeros en 1987 –en el primer gobierno de Julio
María Sanguinetti– fue el golpe de gracia, quedando en el olvido las
estaciones de trenes de Durazno, Santa Bernardina, Villasboas, Molles y
Parish. Actualmente el pueblo es un enclave urbano rodeado de grandes
establecimientos agropecuarios, sin lotes intermedios ni una zona de
desarrollo suburbano para las 900 personas que, de 1963 a 2011, registran
los censos de población.

COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 17 DE ABRIL DE 2015
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