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INGLATERRA: EL JUICIO ESTALINISTA A JULIAN ASSANGE – comcosur al día 2268 – 23.09.2020

COMCOSUR AL DÍA /AÑO 26 /Nº 2268 /miércoles 23.09.2020 Hoy:

1) Julian Assange y la libertad de prensa van a juicio en Londres /Amy Goodman y Denis Moynihan
2) El juicio estalinista a Julian Assange /John Pilger
3) Argentina: No al desalojo en Guernica
4) “Europa debería ser más generosa con el Sur” /Sergio Ferrari
5) Venezuela va a la Justicia para exigir oro retenido en el Banco de Inglaterra
6) Yanis Varoufakis: el capitalismo no funciona: aquí hay una alternativa
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“Siempre he partido de una idea elemental: la de que la verdad no necesita ser justificada por la adecuación a un objetivo superior. La verdad es la verdad y nada más. Debe ser servida, no servir.”
Eugenia Ginzburg / “El vértigo”.
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1) JULIAN ASSANGE Y LA LIBERTAD DE PRENSA VAN A JUICIO EN LONDRES

Por Amy Goodman y Denis Moynihan /Democracy Now! 18.9.2020

El papel de la prensa libre es hacerle rendir cuentas al poder, especialmente cuando aquellos poderes están involucrados en una guerra. Sin embargo, es la propia libertad de prensa la que está siendo juzgada actualmente en Londres mientras Julian Assange, fundador y editor en jefe del sitio web de denuncia Wikileaks, lucha contra la extradición a Estados Unidos por una serie de cargos de espionaje y piratería informática que van cambiando constantemente. De ser extraditado, Assange enfrenta una condena casi segura de hasta 175 años de prisión. Su injusto encarcelamiento también encadenaría a periodistas de todo el mundo y serviría de crudo ejemplo para cualquiera que se atreva a publicar información filtrada que critique al gobierno de Estados Unidos.

Los fiscales estadounidenses alegan que Assange conspiró junto con Chelsea Manning, una soldado raso del ejército estadounidense, para descargar ilegalmente cientos de miles de registros de las guerras de Irak y Afganistán, junto con una gran recopilación de cables clasificados del Departamento de Estado de Estados Unidos.

La primera divulgación de este gran archivo de documentos filtrados fue un video que Wikileaks llamó “Asesinato colateral”. El video fue grabado a bordo de un helicóptero de artillería estadounidense Apache mientras patrullaba los cielos de Bagdad el 12 de julio de 2007. La tripulación del Apache grabó video y audio de la masacre que llevó a cabo contra una docena de hombres que se encontraban en la calle, justo debajo del helicóptero, entre los que estaba un camarógrafo de la Agencia Reuters, Namir Noor-Eldeen, de 22 años de edad, y su chofer, Saeed Chmagh, de 40 años de edad y padre de cuatro hijos. Tras el ataque inicial con ametralladora de alto calibre, una camioneta llegó al lugar para ayudar a los heridos. La tripulación del Apache recibió permiso para “entablar combate” contra la camioneta, abrió fuego y destrozó la parte delantera del vehículo. Dos niños que iban en la camioneta resultaron heridos. Reuters había estado reclamando sin éxito durante años el video del ataque.

En poco tiempo, los periódicos The New York Times, The Guardian y Der Spiegel se pusieron a trabajar con Wikileaks y Assange para publicar artículos basados en los documentos filtrados. Detallaron crímenes de guerra cometidos por las fuerzas estadounidenses en Irak y Afganistán, la tortura infringida a los prisioneros en los centros clandestinos de detención de la CIA, los abusos en la prisión estadounidense de la Bahía de Guantánamo y los inescrupulosos cables diplomáticos de los funcionarios del Departamento de Estado.

Jennifer Robinson, una de las abogadas de Julian Assange, recientemente fue entrevistada por Democracy Now! frente al tribunal de Londres: “Es un claro caso de libertad de prensa. Y los intentos del Departamento de Justicia de llevar el asunto hacia un caso de piratería informática, cuando no hay absolutamente ninguna evidencia de este acto por parte del señor Assange, creo que demuestran su deseo de alejarse de los temas importantes sobre la libertad de prensa. Es claro que la Primera Enmienda protege a los medios de comunicación en el hecho de recibir y publicar esa información en pos del interés público, que es exactamente lo que hizo WikiLeaks”.

Las autoridades británicas han mantenido a Julian Assange en aislamiento casi completo en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, en Londres, desde que lo arrestaron en abril de 2019, tras sacarlo a la fuerza de la embajada de Ecuador. Con asilo político concedido por Ecuador, vivió dentro de la oscura y pequeña embajada durante más de siete años. Cuando un presidente de derecha tomó el poder en Ecuador, revocó el asilo de Assange, lo que permitió el arresto.

Nils Melzer, relator especial de Naciones Unidas sobre la tortura, visitó a Assange en Belmarsh y luego informó: “Hablé con él durante una hora, suficiente para tener una buena primera impresión. Luego nuestro experto forense realizó un examen físico durante una hora y por último se hizo un examen psiquiátrico de dos horas. Y los tres tuvimos la misma impresión y todos llegamos a la conclusión de que [Assange] mostraba todos los síntomas típicos de una persona que ha estado expuesta a tortura psicológica durante un período prolongado”.

Las condiciones en la prisión de Belmarsh donde se encuentra detenido Julian Assange no han hecho más que empeorar durante la pandemia de COVID-19. Assange habló públicamente ante el tribunal solo una vez, cuando gritó “¡Tonterías!” en respuesta a una de las muchas afirmaciones sin fundamento del fiscal estadounidense. El presidente del tribunal amenazó con sacar a Assange de la sala. Muchos expertos se han alineado para defender a Assange, incluido el legendario denunciante de los Papeles del Pentágono, Daniel Ellsberg.

En 1971, Ellsberg publicó los Papeles del Pentágono, la historia secreta de la guerra de Estados Unidos en Vietnam, que documenta cómo los sucesivos gobiernos le habían mentido a la población estadounidense sobre la guerra. Tal como Assange, Ellsberg proporcionó los documentos filtrados al periódico The New York Times. También como Assange, Ellsberg fue acusado bajo la Ley de Espionaje y podría haber pasado su vida tras las rejas. Finalmente, un juez desestimó su caso cuando se reveló que el entonces presidente Nixon había ordenado allanamientos ilegales en busca de información negativa sobre Ellsberg.

En una declaración en defensa de Assange que presentó al tribunal de Londres, Ellsberg reflexionó sobre la importancia de las revelaciones de Wikileaks. “Considero que se encuentran entre las revelaciones veraces más importantes sobre el comportamiento criminal oculto del Estado que se han hecho públicas en la historia de Estados Unidos”. Ellsberg agregó: “El pueblo estadounidense necesitaba saber con urgencia lo que se hacía de forma rutinaria en su nombre, y no había otra forma de saberlo que mediante la divulgación no autorizada”.

Ellsberg se explayó al respecto en una entrevista para Democracy Now!: “Si este juicio tiene éxito, si la extradición tiene éxito, eso ya tendrá un efecto intimidatorio en los periodistas de todo el mundo y será un ataque directo a la Primera Enmienda de Estados Unidos”.

Muchos de los crímenes de guerra expuestos por Wikileaks, en cooperación con organizaciones de prensa de todo el mundo, ocurrieron bajo la presidencia de George W. Bush. El proceso de enjuiciamiento de Assange comenzó durante la presidencia de Barack Obama. El entonces vicepresidente Joe Biden calificó a Assange como un “terrorista de alta tecnología”: “Yo diría que está más cerca de ser un terrorista de alta tecnología que de los Papeles del Pentágono”.

El presidente Trump dijo durante la campaña presidencial de 2016: “WikiLeaks, me encanta WikiLeaks”.

Ahora el mismo presidente Trump quiere encerrar a Assange y tirar la llave al mar. Ningún presidente, de ningún partido, debería poder amenazar la libertad de prensa. De hecho, esta es esencial para el funcionamiento de una sociedad democrática.

* Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

* Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Amy Goodman y Denis Moynihan /Democracy Now!
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 26 / Nº 2268 / miércoles 23.09.2020
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2) EL JUICIO ESTALINISTA A JULIAN ASSANGE

En marcha el proceso para su extradición

Por John Pilger, 12/09/2020 – Fuentes: Counterpunch
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

rebelion.org/el-juicio-estalinista-a-julian-assange/

John Pilger ha informado durante años del largo y épico calvario de Julian Assange. El 7 de septiembre dirigió estas palabras a las personas reunidas en el exterior del Juzgado Central Penal de Londres al comienzo de la última fase de las audiencias que dictaminarán la extradición del editor de Wikileaks.

«La primera vez que me reuní con Julian Assange, hace más de diez años, le pregunté por qué había puesto en marcha Wikileaks. Él me contesto: ‘Porque la transparencia y la rendición de cuentas [de gobiernos e instituciones] son cuestiones morales esenciales de la vida pública y del periodismo’”.

Nunca había oído a un editor invocar a la moralidad de esta manera. Assange cree que los periodistas son agentes del pueblo, no del poder. Cree que nosotros, la gente, tenemos el derecho a conocer los secretos más oscuros de quienes afirman actuar en nuestro nombre.

Si los poderosos nos mienten tenemos el derecho a saberlo. Si dicen una cosa en privado y otra en público tenemos el derecho a saberlo. Si conspiran contra nosotros, como hicieron Bush, [Tony] Blair [y Aznar] sobre Irak, y luego pretenden ser demócratas, tenemos el derecho a saberlo.

Este propósito moral es una amenaza para la conspiración de los poderes que pretenden sumir en guerras a buena parte del mundo y desean enterrar vivo a Julian en los Estados Unidos fascistas de Trump.

Un informe de alto secreto del Departamento de Estado de 2008 describía al detalle cómo Estados Unidos debería combatir esta nueva amenaza moral. Una campaña de desprestigio personal (dirigida en secreto) contra Julian Assange conseguiría “publicidad negativa y llevarle a un enjuiciamiento criminal”.

El objetivo era silenciar y criminalizar a Wikileaks y a su fundador. Página tras página, el informe mostraba la guerra que se preparaba contra un solo ser humano, y contra los mismos principios de libertad de expresión, libertad de pensamiento y democracia.

La fuerza de combate imperial serían aquellos que se dicen periodistas: las grandes figuras de los llamados grandes medios, especialmente los “liberales” que marcan y patrullan los perímetros de la disidencia.

Y eso es lo que pasó. He sido periodista más de 50 años y nunca he visto una campaña de desprestigio de tal calado: el asesinato de la personalidad de un hombre que no quiso unirse al club, que creía que el periodismo está al servicio del público, nunca al servicio de los de arriba.

Assange avergonzó a sus perseguidores. Publicó una exclusiva tras otra. Sacó a la luz la fraudulencia de las guerras promovidas por los medios de comunicación y la naturaleza homicida de las guerras de EE.UU., la corrupción de los dictadores, la vileza de Guantánamo.

Nos obligó a los occidentales a mirar al espejo. Mostró que quienes pontifican la verdad oficial en los medios de comunicación son colaboracionistas; yo los llamaría periodistas de Vichy. Ninguno de esos impostores creyó a Assange cuando éste avisó que su vida estaba en peligro, que el escándalo sexual de Suecia era un montaje y que su destino final era el infierno de Estados Unidos. Y tenía razón, tenía razón una y otra vez.

El juicio de extradición que se celebra en Londres esta semana es el acto final de una campaña angloamericana para enterrar a Julian Assange. No es un proceso reglamentario, es una venganza programada. La acusación de EE.UU. está claramente amañada, es una farsa demostrable. Hasta ahora, las vistas han sido reminiscentes de sus equivalentes estalinistas en la Guerra Fría (1).

En la actualidad, el país que nos dio la Carta Magna, Gran Bretaña, se distingue por haber abandonado su propia soberanía al permitir que una potencia extranjera maligna manipule la justicia y por la tortura psicológica despiadada a Julian –una forma de tortura que, según ha señalado el experto de Naciones Unidas Nils Melzer, fue perfeccionada por los nazis porque era más efectiva para derrumbar a sus víctimas.

Cada vez que he visitado a Assange en la prisión de Belmarsh he comprobado los efectos de dicha tortura. La última vez que le vi había perdido más de diez kilos de peso; sus brazos carecían de músculo. Era increíble que no hubiera perdido su excelente sentido del humor.

En cuanto a su país de origen, Australia, ha demostrado una vergonzosa cobardía. Su gobierno ha conspirado en secreto contra uno de sus propios ciudadanos que debería ser considerado héroe nacional. No por nada el presidente George Bush hijo nombró al primer ministro australiano su “ayudante de sheriff”.

Se dice que lo que pase con Julian Assange las próximas tres semanas, debilitará o destruirá la libertad de prensa en Occidente. ¿Pero de qué prensa hablamos? ¿Del Guardian? ¿De la BBC? ¿Del New York Times? ¿Del Washington Post de Jeff Bezos? [¿De El País?; añadido del traductor].

No, claro que no. Los periodistas de estos medios pueden respirar tranquilos. Los Judas del Guardian que coquetearon con Julian (2), explotaron su valioso trabajo, hicieron su agosto y luego le traicionaron no tienen nada que temer. Están a salvo porque les necesitan.

La libertad de prensa ahora está en manos de unas pocas personas honestas: las excepciones, los disidentes de internet que no pertenecen a ningún club, que ni son ricos ni están cargados de premios Pulitzer, pero hacen buen periodismo, desobediente, ético; personas como Julian Assange.

Ahora nuestra responsabilidad es apoyar a un verdadero periodista cuyo auténtico coraje debería servirnos de inspiración a todos los que seguimos creyendo que la libertad de prensa es posible. Yo le aplaudo.

N.deT.:
(1) Se ha negado a Amnistía Internacional el derecho a asistir por videollamada como observadora.
(2) El Guardian fue uno de los diarios elegidos por Wikileaks para publicar sus documentos filtrados.

John Pilger /Rebelión /Enviado por Charito Estefanell
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 26 / Nº 2268 / miércoles 23.09.2020
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3) ARGENTINA: NO AL DESALOJO EN GUERNICA

Resumen Latinoamericano 22 de setiembre de 2020

El ENCUENTRO MEMORIA VERDAD Y JUSTICIA se declara en estado de alerta y movilización
Conferencia de prensa en el Obelisco

Ante la amenaza de inminente desalojo de la toma de tierras de miles de familias en Guernica, por parte del Juez de Garantías de Cañuelas Martín Rizzo y del fiscal Condomí Alcorta. Y frente a los operativos policiales intimidatorios ocurridos allí en los últimos días, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia se declara en estado de alerta y movilización permanente para acompañar la justa lucha de quienes defienden su derecho elemental a una vivienda.

Este derecho viene siendo negado por la intendenta de Presidente Perón, Blanca Cantero, y por los gobiernos de Axel Kicillof y de Alberto Fernández, que hoy apelan a las fuerzas represivas provinciales y federales comandadas por los ministros de Seguridad Sergio Berni y Sabina Frederic, para amedrentar a las familias y plantear su desalojo.
Desde el ENCUENTRO MEMORIA VERDAD Y JUSTICIA acompañamos esta conferencia de prensa de solidaridad convocada por la Coordinación de Delegados y Delegadas de dicha toma.

Repudiamos la criminalización del gobierno provincial al legítimo reclamo de vivienda y le exigimos una respuesta inmediata y satisfactoria para las familias de Guernica y de las demás tomas de tierras.

El gobierno nacional y el provincial son responsables de garantizar el acceso a una vivienda adecuada. Por eso decimos: ¡Plata para vivienda, no para la represión!
Encuentro Memoria, Verdad, y Justicia – Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Resumen Latinoamericano
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 26 / Nº 2268 / miércoles 23.09.2020
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4) “EUROPA DEBERÍA SER MÁS GENEROSA CON EL SUR”

Pandemia y cooperación

Sergio Ferrari

Sumergido en dos realidades y actuando como puente entre dos continentes, el economista suizo Beat Schmid coordina proyectos de cooperación en Centroamérica. “Los que van a pagar el mayor precio de esta crisis sanitaria mundial, serán, al final de todo, los países del Sur y particularmente su gente más pobre”, subraya.

Radicado en El Salvador desde hace muchos años, Schmid es el coordinador en esa región de la organización helvética “Ayuda Médica para América Central” (AMCA), que tiene su sede en Tesino. Con una experiencia de más de tres décadas en diversos países de América Latina y el Caribe, su mirada global facilita un análisis agudo de la situación de esa región, convertida en la actualidad en uno de los epicentros de la pandemia a nivel mundial.

A inicios de agosto, y en el marco de su mandato profesional, Beat Schmid pudo llegar a Suiza en un vuelo de repatriación de ciudadanos europeos. Luego de los reglamentarios diez días de cuarentena cumplidos en la sede de AMCA, en Giubiasco, multiplica su agenda de encuentros, reuniones y visitas en distintos cantones. Oportunidad para compartir reflexiones sobre sus vivencias “in situ”.

Solidaridad helvética

Luego de un primer momento de desorientación general, cuando el COVID-19 comenzó a golpear a Centroamérica, y a pesar que AMCA no es una organización de ayuda de emergencia, “pudimos sostener desde Suiza dos proyectos que fueron muy apreciados”, explica Beat Schmid.

“En Nicaragua, junto con organizaciones locales, y con el apoyo de COSUDE (Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo), del Cantón de Ginebra y de la organización hermana Médico Internacional, respondimos a una solicitud de las autoridades sanitarias nacionales de ese país”. AMCA aportó equipo y materiales de protección para el personal médico y enfermeras por un monto de más de 100 mil dólares. “Acompañamos y le damos seguimiento a la distribución del dicho material en diversos hospitales. Fuimos testigos directos del impacto positivo de esta iniciativa solidaria”, puntualiza.

En El Salvador, donde es más difícil colaborar con las instancias oficiales – y se multiplican los casos de corrupción en la gestión de recursos estatales-, “apoyamos junto con el movimiento suizo de solidaridad (diversos comités, y el Secretariado para Central América / ZAS), la solicitud de una red nacional alternativa. Se trata de un grupo de activistas sociales, en distintos lugares del país, que con el sostén de un medio centenar de médicos comprometidos promueven medidas de autoprotección comunitaria y acompañan a personas enfermas en sus hogares y en los hospitales”.

En este caso, el proyecto de algo más de 5 mil francos, también consistió en la compra directa y distribución de desinfectante, barbijos, algunos medicamentos de base. “Las contrapartes no quisieron recibir el dinero en efectivo. Nos pidieron que las acompañáramos a comprar esos materiales”, explica el coordinador de AMCA.

“Muchos gobiernos no pasaron la prueba”

“Percibo que los gobiernos centroamericanos – y muchos de América Latina- no aprobaron el examen político. No lograron, en el marco de esta crisis sanitaria de grandes dimensiones, promover una real unidad nacional, sobrepasar las diferencias políticas con la oposición y encontrar respuestas comunes y únicas”. La polarización político-ideológica es moneda corriente y no se pudo superar en una situación tan compleja y particular como la producida por la pandemia, acota.

Muchos países, además, demostraron una gran fragilidad de sus sistemas de salud pública, producto de políticas neoliberales y del ajuste que se aplican casi masivamente en el continente en los últimos años. Y que ha reducido al mínimo los programas de salud, privatizando una parte importante de la atención médica.

Cuba es una de las excepciones. A pesar de la crisis, multiplicó la solidaridad con sus brigadas médicas en más de 40 países y manejó la pandemia con gran capacidad, explica Beat Schmid, al hacer un rápido recorrido del panorama continental.

Uruguay, aun en la transición gubernamental producto de las elecciones del 28 de noviembre del 2019, pudo controlar y reducir al mínimo, ejemplarmente, el impacto de COVID-19.

Nicaragua, aplicó medidas sanitarias preventivas útiles que parecen haber dado resultado. Relativizó el modelo de confinamiento implementado en otros países, sabiendo que más de la mitad de su población – como pasa en general en toda la región – hace parte de la economía informal y depende de un ingreso diario para sobrevivir. Se diferenció así de Guatemala, El Salvador y Honduras, quienes aplicaron cuarentenas severas durante semanas y que vieron colapsar sus sistemas sanitarios. En Nicaragua, los hospitales dieron respuesta y la población no sufrió tanto la pérdida de ingresos debido a un confinamiento estricto.

México y Argentina, aun con un fuerte impacto del COVID-19, aseguraron una política transparente de comunicación diaria sobre el impacto y las cifras de infectados y decesos, a pesar de la dificultad común, en todo el continente – y en el mundo-, de rastrear con exactitud los casos. “De Brasil prefiero ni hablar por el dolor que produce. Con su política de laisser-faire, definida por el gobierno, y que ha causado más de 137 mil decesos y 455 mil infectados hasta la tercera semana de septiembre”, puntualiza.
La gran pregunta se refiere al futuro, anticipa. Es decir: ¿cuál será el impacto de la pandemia en las economías, de por sí debilitadas, de la mayor parte del continente?

Diversas previsiones, incluso de organismos internacionales y de las Naciones Unidas, “anticipan una caída significativa de la producción en casi un 10% en 2020, un retroceso a las cifras económicas de una década antes, el aumento galopante del desempleo, y, -a diferencia de Europa, donde se han movilizado fondos significativos para apoyar a los países más golpeados-, la falta de colchones sociales. Millones de personas caerán en la pobreza y aun en situación de miseria”, enfatiza el coordinador de AMCA en Centroamérica.

Interpelar la cooperación

Ante estas alarmantes señales, anticipa Beat Schmid, el principal impacto económico de la pandemia lo van a pagar, especialmente, los sectores pobres en los países en desarrollo, y en particular, las naciones latinoamericanas muy golpeadas sanitariamente.

En ese contexto, agrega, se va a profundizar la brecha entre el Norte y el Sur, entre Suiza (Europa) y América Latina. Viviendo la realidad diaria latinoamericana no se logra comprender como no se ha propuesto aquí una redefinición futura de la cooperación al desarrollo, interroga Schmid. “¿Qué hubiese costado incluir, por ejemplo, en todos los paquetes de emergencia votados en los países europeos una cláusula destinando un 0.7% de esos montos para el Sur?. Considerando tal medida no solo como un gesto de solidaridad sino también como una forma concreta de cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio definidos por las Naciones Unidas”, concluye.

Recuadro final: La crisis global

Los países ricos no pueden pensar que, con muros en el Río Bravo o controles navales en el Mediterráneo, van a “poder controlar las migraciones futuras”. Si bien la situación en el Sur era ya muy compleja antes de la pandemia, ahora se va a agravar mucho más.

“Y el reflejo lógico de las poblaciones latinoamericanas, africanas etc. Será de buscar alternativas allí donde piensan que existen”, explica Beat Schmid.

Estamos transitando, agrega, una nueva era. Los impactos económicos que recién se empiezan a visualizar van a ser dramáticos. Millones de nuevos pobres. Hambruna creciente en muchas regiones. De ahí la importancia que el Norte redefina al alza los montos para la cooperación. La pandemia, la crisis social y climática mundial, son globales. Y no van a valer ni fronteras ni controles migratorios. Esta reflexión, concluye, debe también ser encarnada en el movimiento de solidaridad suizo, europeo, del Norte en general. “Es un momento de redefiniciones. No podemos quedarnos en una solidaridad nostálgica. Sino adaptarla a la nueva realidad planetaria que ya golpea a la puerta y que nos exige nuevas formas de acción”, concluye.

Sergio Ferrari (Suiza)
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 26 / Nº 2268 / miércoles 23.09.2020
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5) VENEZUELA VA A LA JUSTICIA PARA EXIGIR ORO RETENIDO EN EL BANCO DE INGLATERRA

La Red 21 – 22.09.2020

Gran Bretaña reconoce «inequívocamente» que el dinero le pertenece a Juan Guaidó, a quien reconoce como presidente de Venezuela.

Unos 1.280 millones de dólares en oro venezolano en poder del Banco de Inglaterra serán el objeto de un litigio que iniciará el gobierno de Nicolás Maduro, que considera que le pertenece y que la retención es ilegal.

El banco retuvo el oro porque, alineado con el gobierno del Reino Unido, reconocen a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela, y considera que es él quien debería disponerlo.

El directorio del Banco Central de Venezuela (BCV), que fue designado por el presidente venezolano Nicolás Maduro, inició acciones legales a principios de este año en un esfuerzo por liberar el oro que tenía en su nombre.

La audiencia comenzó este martes en el Tribunal de Apelaciones del Tribunal Superior de la Justicia británica, la misma que ratificó a Guaidó como presidente.

El banco se ha comprometido a vender los lingotes para comprar «equipos de atención médica, medicinas y alimentos básicos» del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para ayudar a abordar el brote de coronavirus en la nación sudamericana que ya de por sí venía de una profunda crisis política y económica con una hiperinflación que llegó a alcanzar los cuatro dígitos.

«Este caso plantea una serie de cuestiones de derecho internacional público, que prohíbe la interferencia de cualquier país en los asuntos internos de otra nación soberana», dijo el abogado de la junta del BCV, Sarosh Zaiwalla, en un comunicado. Adujo que en este caso podría verse afectada la imagen de las instituciones financieras británicas que se arrogan libre interferencia política.

«El gobierno de Maduro permanece en control exclusivo e indiscutible de los instrumentos del estado y el sistema de salud de Venezuela», concluyó.

La Red 21
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 26 / Nº 2268 / miércoles 23.09.2020
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6) YANIS VAROUFAKIS: EL CAPITALISMO NO FUNCIONA: AQUÍ HAY UNA ALTERNATIVA

En su nuevo libro, el economista imagina un futuro transformado por Covid-19 y presenta una visión audaz del socialismo democrático.

Por Yanis Varoufakis /The Guardian, 16/09/2020

Cuando Margaret Thatcher acuñó “Tina”, de su máxima de los 80, No hay alternativa, me enfurecí porque, en el fondo, sentía que tenía razón: la izquierda no tenía alternativa, ni plausible ni deseable para el capitalismo.

La izquierda es excelente para señalar los males del capitalismo. Hablamos de manera poética de la posibilidad de un «otro» mundo, en el que cada uno contribuiría según sus capacidades y recibiría según sus necesidades. Pero, cuando se nos presiona para describir una alternativa madura al capitalismo contemporáneo, durante décadas hemos oscilado entre lo feo (un socialismo de cuartel, similar al soviético) y lo agotado (una socialdemocracia que la globalización financiera hizo inviable).

Durante los 80 participé en numerosos debates en pubs, universidades y ayuntamientos cuyo objetivo declarado era organizar la resistencia al thatcherismo. Recuerdo que pensaba en voz baja cada vez que escuchaba a Maggie decir: «¡Oh, si tuviéramos una líder como ella!» Por supuesto, no me hacía ilusiones: el programa de Thatcher era despótico, antisocial y un callejón sin salida económico. Pero, a diferencia de nuestro campo, ella entendió que vivíamos en un momento revolucionario. El armisticio de la lucha de clases de la posguerra había terminado. Si quisiéramos defender a los desfavorecidos, no podríamos estar a la defensiva. Necesitábamos defender nuestras causas con la misma firmeza que ella defendió la suya: debajo del viejo sistema, aquí está el nuevo. No ese nuevo sistema distópico de Maggie, pero aún es nuevo.

Desafortunadamente, nuestro campo no pudo imaginar un nuevo sistema. Estábamos ocupados vistiendo cadáveres mientras Thatcher cavaba agujeros para dejar espacio a su nuevo capitalismo estafador. Aun cuando libramos una espléndida lucha en defensa de comunidades que merecían ser defendidas, nuestras causas tenían el sello del anacronismo – de la lucha por preservar las plantas de carbón sucias o por el derecho de los sindicalistas de derecha a cerrar acuerdos sórdidos, a puerta cerrada, con tipos como Robert Maxwell y Rupert Murdoch.

Al igual que cuando se derrumbó la Unión Soviética en 1991, nosotros en la izquierda – socialdemócratas, keynesianos y marxistas- teníamos la sensación de que viviríamos el resto de nuestros días como los perdedores de la historia, en 2008, con el colapso de Lehman Brothers, aquellos que vivieron la ideología del neoliberalismo vieron la historia estallar con una fuerza destructiva similar. Unos años más tarde, el capitalismo de la vigilancia también obligó a los evangelistas de la tecnología, que pensaban que veían una fuerza democrática global irresistible en Internet, a abandonar sus ilusiones.

Hace dos años, decidí que necesitábamos un plan, un proyecto de cómo podría funcionar el socialismo democrático hoy, con las tecnologías actuales y a pesar de nuestros defectos humanos. Mi renuencia a asumir una tarea así fue inmensa. Dos personas me ayudaron a superarlo. Una era Danae Stratou, mi compañera. Desde que nos conocimos, dice que mi crítica al capitalismo no significa nada si soy capaz de responder la pregunta: “¿Cuál es la alternativa? ¿Y cómo funcionarían exactamente las cosas (dinero, negocios y vivienda)? «

La segunda influencia, y la más improbable, fue la de Paschal Donohoe, ministro de Finanzas de Irlanda y presidente del Eurogrupo. Oponente político sin mucho aprecio por mí como ministro de finanzas (una evaluación mutua), tuvo la amabilidad de escribir una reseña generosa de un libro anterior mío. Aunque a Donohoe le gustó mi explicación del capitalismo, encontró el final del libro, donde traté de esbozar algunas características de una sociedad poscapitalista, «muy decepcionante».

Creo que tenía razón. Así que decidí escribir Otro ahora.

En un intento por incorporar perspectivas diferentes y a menudo conflictivas en mi proyecto socialista, decidí evocar tres personajes complejos cuyos diálogos contarían la historia, cada uno representando diferentes partes de mi pensamiento: una marxista-feminista, una ex banquera libertaria y una especialista en tecnología rebelde. Sus desacuerdos sobre «nuestro» capitalismo forman el trasfondo sobre el que se diseña y evalúa mi proyecto socialista.

El capitalismo realmente despegó cuando el electromagnetismo encontró las bolsas de valores a fines del siglo XIX. Este matrimonio dio lugar a megaempresas en red, como Edison, que producían de todo, desde centrales eléctricas hasta lámparas. Para financiar la enorme empresa y el comercio masivo de sus acciones, surgió la necesidad de megabancos. A principios de la década de 1920, el capitalismo financiero prosperó, hasta que toda la aplanadora se rompió en 1929.

La década actual comenzó con otro matrimonio que parece impulsar la historia a una velocidad vertiginosa: en medio de la enorme burbuja con la que los estados han estado alimentando a los sector financiero desde 2008 y Covid-19. La evidencia no es difícil de encontrar. El 12 de agosto, día en que se informó que la economía británica había sufrido el mayor caída de su historia, la Bolsa de Valores de Londres ha subido más de un 2%. Nunca ha ocurrido nada comparable. El capital financiero finalmente parece haberse desconectado de la economía real.

Otro ahora comienza a fines de la década de 1970, atraviesa las crisis de 2008 y 2020, pero también delinea un futuro imaginario y termina en 2036.

Hay un momento en la historia, una noche de domingo en noviembre de 2025 para ser precisos, cuando los personajes tratan de dar sentido a las circunstancias de los eventos de 2020. Lo primero que ven es cómo el confinamiento ha cambiado drásticamente la percepción de la gente sobre la política.

Antes de 2020, la política parecía casi un juego, pero con Covid-19 se dio cuenta de que los gobiernos de todos los países tenían poderes inmensos. El virus trajo toques de queda de 24 horas, el cierre de pubs, la prohibición de caminar en los parques, suspensión de deportes, teatros vacíos, salas de conciertos silenciadas. Todos los principios de un estado mínimo, consciente de sus límites y dispuesto a dar poder a los individuos se han convertido en polvo.

Muchos quedaron encantados con esta demostración de poder estatal puro. Incluso los defensores del libre mercado, que se han pasado la vida rechazando cualquier sugerencia del estímulo más modesto al gasto público, han exigido un tipo de control estatal de la economía que no se veía desde que Leonid Brejnev controlaba el Kremlin. En todo el mundo, el Estado financió las nóminas de las empresas privadas, renacionalizó los servicios públicos y adquirió acciones en aerolíneas, fabricantes de automóviles e incluso bancos. Desde la primera semana de encierro, la pandemia ha eliminado todo barniz de la política y ha revelado la desnuda realidad que se esconde debajo: algunas personas tienen el poder de decir lo que deben hacer los demás.

Las importantes intervenciones gubernamentales han llevado a algunos izquierdistas ingenuos a soñar despiertos que el poder estatal redescubierto se convertiría en una fuerza para el bien. Olvidaron lo que Lenin dijo una vez: la política es una cuestión de quién hace qué a quién. Se permitieron esperar que algo bueno pudiera suceder si las mismas élites que ya habían condenado a tanta gente a incalculables indignidades recibieran un poder inconmensurable.

Las personas más pobres y de piel más oscura son las que más padecen el virus. ¿Porque? Su pobreza fue causada por su desalojo de las esferas del poder. De esa manera, envejecieron más rápido. Y eran más vulnerables a las enfermedades. Mientras tanto, las grandes empresas, siempre contando con el Estado para imponer y garantizar los monopolios en los que prosperan, han aumentado su posición privilegiada.

Las amazonas de este mundo han prosperado, por supuesto. Las emisiones letales que habían disminuido temporalmente han asfixiado una vez más la atmósfera. En lugar de cooperación internacional, se cerraron las fronteras y se abrieron las persianas. Los líderes nacionalistas ofrecieron a los ciudadanos desmoralizados un intercambio simple: poderes autoritarios a cambio de protección contra un virus letal y disidentes.

Si las catedrales fueron el legado arquitectónico de la Edad Media, la década de 2020 será recordada por cercas electrificadas y bandadas de drones zumbando. Las finanzas y el nacionalismo, ya en aumento antes de 2020, son los claros ganadores. La gran fortaleza de los nuevos fascistas fue que, a diferencia de sus predecesores hace un siglo, no tenían que usar camisas marrones ni siquiera ingresar al gobierno para ganar el poder. Los partidos establecidos en pánico, compuestos por neoliberales y socialdemócratas, están luchando para hacer el trabajo de los nuevos fascistas, a través del poder de los gigantes tecnológicos.

Para evitar nuevos brotes del virus, los gobiernos monitorearon todos nuestros movimientos con sofisticadas aplicaciones y pulseras, que están de moda. Los sistemas diseñados para controlar la tos ahora también controlan la risa. De repente, han creado organizaciones jurásicas especializadas en vigilancia y «modificación de comportamiento» como la infame KGB y Cambridge Analytica.

¿En qué momento la humanidad perdió el rumbo? ¿Fue en 1991? ¿En 2008? ¿O todavía teníamos una oportunidad en 2020? Como las epifanías, la teoría de la bifurcación en la historia es solo una mentira conveniente. Lo cierto es que nos enfrentamos a una bifurcación en el camino todos los días de nuestra vida.

Supongamos que hubiéramos aprovechado el momento en 2008 para hacer una revolución pacífica y tecnológica que conduciría a una democracia poscapitalista. ¿Qué aspecto tendría ella? Para ser deseable, tendría mercados de bienes y servicios, ya que la alternativa, un sistema de racionamiento al estilo soviético, que otorga poder arbitrario a los peores burócratas, es demasiado triste. Pero para estar a prueba de crisis, existe un mercado que el socialismo de mercado no puede permitirse incluir: el mercado laboral. ¿Porque? Porque, dado que el tiempo de trabajo tiene un precio de alquiler, el mecanismo del mercado lo empuja inexorablemente hacia abajo, al tiempo que mercantiliza todos los aspectos del trabajo (y, en la era de Facebook, también de nuestro ocio).

¿Puede funcionar una economía avanzada sin mercados laborales? Claro que puede. Considere el principio de un empleado -una acción-un voto sobre la base de un sistema que, en Otro ahora, llamo cuerpo-sindicalismo. Cambiar la ley corporativa para que cada empleado sea un socio igual (aunque no igualmente remunerado) es tan inimaginablemente radical hoy como lo fue el sufragio universal en el siglo XIX.

En mi plan, los bancos centrales ofrecen a cada adulto una cuenta bancaria gratuita en la que se acredita mensualmente una renta fija (denominada dividendo universal básico). Dado que todos usan sus cuentas del banco central para realizar pagos internos, la mayor parte del dinero acuñado por el banco central se transfiere a su libro mayor. Además, el banco central otorga a todos los recién nacidos un fondo fiduciario para que lo utilicen cuando crezcan.

Las personas reciben dos tipos de ingresos: los dividendos acreditados en su cuenta del banco central y el pago por trabajar en una organización sindical. Ninguno de los ingresos está sujeto a impuestos, ya que no hay impuesto sobre la renta ni impuesto sobre las ventas. En cambio, dos tipos de impuestos financian al gobierno: un impuesto del 5% sobre los ingresos brutos de los órganos sindicales; e ingresos por arrendamiento de terrenos (propiedad total de la comunidad) para uso privado, por tiempo limitado.

En cuanto al comercio internacional y los pagos, Another Nowpresenta un sistema financiero global innovador que transfiere continuamente riqueza al sur global, al tiempo que evita conflictos y crisis causados por desequilibrios. Todos los movimientos de comercio y dinero entre diferentes jurisdicciones monetarias (por ejemplo, entre el Reino Unido y la zona euro o los EE. UU.) Están denominados en una nueva unidad de contabilidad digital, llamada Kosmos. Si el valor en kosmos de las importaciones de un país excede el de sus exportaciones, se cobra una tasa proporcional al déficit comercial. Pero el impuesto se cobra de la misma manera si las exportaciones de un país exceden sus importaciones. Se carga otra tarifa a la cuenta Kosmos de un país cada vez que entra o sale mucho dinero del país muy rápidamente, una especie de impuesto sobre los movimientos especulativos que causan tanto daño a los países en desarrollo. Todas estas tarifas se transforman en inversiones directas ecológicas en el sur global.

Pero la clave de esta economía es la garantía de una acción única no negociable para cada socio empleado.

Al otorgar a los empleados miembros el derecho a votar en las juntas generales corporativas, idea propuesta por los primeros anarcosindicalistas, se cierra la distinción entre salarios y ganancias y finalmente se instala la democracia en el lugar de trabajo.

Desde los ingenieros superiores de una empresa y los pensadores estratégicos clave hasta sus secretarios y cuidadores, todos reciben un salario básico más un bono decidido colectivamente. Como la regla del uno-voto-uno favorece a las unidades de toma de decisiones más pequeñas, la afiliación sindical hace que los conglomerados se dividan voluntariamente en empresas más pequeñas, recuperando así la competencia en el mercado. Aún más notable es que los mercados de valores desaparecen por completo, ya que las acciones, como las tarjetas de identidad y las tarjetas de biblioteca, no serán negociables. Cuando los mercados de valores desaparecen, la necesidad de una deuda masiva para financiar fusiones y adquisiciones se evapora, junto con los bancos comerciales. Y dado que el Banco Central proporciona a todos una cuenta bancaria gratuita.
Algunas de las cuestiones más espinosas que tuve que abordar al escribir Otro ahora para asegurar su coherencia con una sociedad completamente democratizada fueron: el miedo a que los poderosos manipulen las elecciones incluso bajo el socialismo de mercado; el hecho de que el patriarcado se niega a morir; política sexual y de género; financiar la transición verde; fronteras y migración; un código de derechos digitales, entre otros.

Habría sido insoportable escribir este libro en forma de manual. Me vería obligado a fingir haber tomado partido en cuestiones que siguen sin resolverse en mi cabeza, a menudo en mi corazón. Por tanto, tengo una inmensa deuda de gratitud con mis ingeniosos personajes, Iris, Eva y Costa. Sobre todo, me permitieron considerar seriamente el tema más difícil: una vez que concibamos un socialismo viable, que implosiona la máxima de Thatcher “Tina”, qué debemos hacer y hasta dónde estamos dispuestos a llegar para que ¿concretizar?

Yanis Varoufakis /The Guardian /Traducción de Clarisse Meireles /Enviado por Nino de Negris
COMCOSUR AL DÍA / AÑO 26 / Nº 2268 / miércoles 23.09.2020
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“La izquierda no puede pensar sólo en ganar elecciones. Necesita tener como meta fundamental organizar al pueblo, y recuperar la hegemonía de las ideas de la clase obrera en la sociedad. Recuperar los valores humanistas y socialistas, y practicarlos, como la solidaridad, la defensa de la justicia social y la igualdad entre todos los seres humanos.”
Joao Pedro Stedile – MST (Brasil)
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