1) Uruguay: Latidos /Azul Cordo
2) África: Mujeres en los movimientos sociales africanos
3) Argentina: Reconocer y registrar las identidades autopercibidas
4) Encuesta Nacional de Uso del Tiempo. El tiempo es dinero, ¿para nosotras también?
5) Perú: número de feminicidios en 2019 es el más alto de los últimos 10 años
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COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 16 /No. 629 – Lunes 30 de diciembre de 2019 / Producción: Beatriz Alonso y Belén Itza / Apoyo técnico: Carlos Dárdano
¡ATENCION! AMIGOS y AMIGAS DE COMCOSUR:
Del 1 de enero al 29 de febrero de 2020, estamos de licencia anual y retornamos con nuestros boletines a partir del 1 de marzo de 2020.
Deseamos a todos y todas un Feliz Año Nuevo, con renovada energía para la lucha, la conciencia, la búsqueda de nuevos caminos y esperanzas.
Beatriz Alonso, Belén Itza, Cecilia Duffau, Henry Flores, Carlos Dárdano, y Carlos Casares /COMCOSUR
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“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” Rosa Luxemburgo
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1) URUGUAY: LATIDOS
Por Azul Cordo /La Diaria, 23 de diciembre de 2019
Rondeau y Uruguay. A una cuadra de donde, durante todo el año, salí los lunes después de las diez de la noche del lugar más seguro: Affidamento, un espacio de encuentro para mujeres.
A una cuadra, en esa esquina que crucé como tantas lo hacemos, relojeando los semáforos, fue apuñalada. Por su ex pareja. Sobre quien pesaba una orden de restricción perimetral por ser violento con ella.
Las frases cortadas son porque necesito recuperar el aliento. No es momento para el estilo. ¿Acaso no tienen ganas de salir a buscar a sus amigas para reflejarse en rostros que entiendan lo que pasó, lo que nos pasa? Porque cada una nos duele. Y duele ya perder la cuenta, no saber si se trata de otro feminicidio –u otro intento de–, no saber ya qué ni cómo contar.
Viva te queremos, hermana. Hermana que sobreviviste, que hiciste lo que te dijeron, que denunciaste; que hiciste lo que creíste mejor, vos que ya no sabés dónde buscar ayuda, a quién llamar y a quién no, que te preguntás por qué le tenés que volver a avisar a tu familia para dónde vas y de dónde venís; vos, tan independiente, tan manejando sola viviendo en la periferia sabiendo que la inseguridad no es el barrio, sino el machismo.
¿Cómo nos cuidamos, aun quienes sabemos que la salida es colectiva pero no tenemos a nadie a quién recurrir?
“Cuánto hay que insistir en los pequeños refugios que nos armamos para que sean de cuidado de verdad”, me comenta una amiga. Y cuánto escuchamos atentamente en esos espacios –le retruco–. A veces no se escucha, y otras no se sabe qué hacer con lo que se escucha.
Miro a última hora del día el testimonio de una compañera de trabajo de la mujer apuñalada. La mujer habla de cómo estaban pendientes de ella, que ese mismo día se había reincorporado al trabajo luego de haber estado internada –donde él ya había violado la orden de alejamiento–. Habla de ser mujer y de poner la amistad ante todo, y de luchar para salir adelante. La movilera nombra la “sororidad” que pusieron en práctica, la trabajadora reivindica eso, mi pecho se ensancha. Estamos menos solas si vamos tejiendo este lenguaje en común. Porque el lenguaje pone prácticas en palabras, y viceversa. Somos sororas y ya no rechina, de a poco,
reivindicarnos feministas. Que para otros esa reivindicación se lea en clave de amenaza (saben que sus privilegios están amenazados) es algo que les urge pensar y deconstruir a varones y a personas con actitudes machistas. Deseo no autocensurarnos ni tener que medir tanto las consecuencias si nos reivindicamos como sujetas políticas.
El “estamos para nosotras” es una bandera más hermosa todavía cuando nos envuelve en abrazos, en caminatas juntas hasta la parada, en menos juzgamientos y más planes para encontrarnos. Ocupar el espacio público, las calles, las plazas, los bares, sin dar explicaciones ni pedir permiso: eso significa “hasta que todas seamos libres”.
Morimos de disparos en la cabeza, disparos que ejecutan otros. Nos hallan muertas en cañadas llenas de mugre. Estos eufemismos parecen nuestra espada de Damocles: nos recuerdan el ejercicio del poder patriarcal físico y simbólico sobre nuestras vidas. Cada femicida suicidado después de asesinarnos nos recuerda que no quieren dejar de ser guionistas de nuestros latidos, que respiramos o dejamos de respirar en función de sus decisiones. Entiendo que les cueste aceptar su parte de responsabilidad en esta historia, pero no me pidan que los justifique. No mientras nos sigan calificando de “intensas” por cualquier actitud mínimamente empoderada.
Morimos de disparos muchas veces ejecutados por hombres policías. Más de 400 agentes fueron desarmados en 2017 tras ser denunciados por violencia doméstica.
Se habla de declarar la violencia basada en género como una “emergencia nacional”. No creo que el discurso emergencial ayude en algo, pero no critico a las compañeras que lo proponen. A veces tenemos que acudir a un estado de emergencia para probar si nos prestan atención, si entienden que estamos actuando y pensándonos sobre una herida que no se puede suturar si no hay justicia feminista.
Si hay que declarar emergencia nacional para que se ejecute un presupuesto insuficiente –por no decir inexistente– para aplicar la Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres basada en Género, bienvenida sea la emergencia. Lo que me preocupa del clima emergencial es, justamente, verlo como emergencia y no como una situación problemática estructural y sistémica que hay que abordar más allá de la urgencia. Pensar en lo urgente es actuar sobre lo inmediato, y aquí hay un problema de larga data, pero “nadie hace preguntas porque la complicidad es enorme”, como escribió otra amiga.
En una escena digna de realismo mágico del horror, una Glock “se disparó”. ¿Qué hace el arma ahí? ¿Qué hacemos con esa orden implícita de ser “24-horas-policía” cargando el arma reglamentaria todo el día? ¿Cómo se aborda la violencia machista dentro de una institución policial que promueve la heroicidad sacrificial reforzando un mandato de masculinidad hegemónica?
Y, por supuesto, ¿qué hace un hombre de 29 años con una niña de 17? ¿Qué hacen las familias de ambos, y el barrio, y las instituciones, bajo el sopor de diciembre?
En tiempos de amigo invisible, ¿quién nos regalará la tranquilidad, la paz en el pecho, el abrazo-refugio, la querencia?
Han desvirtuado la palabra “seguridad”. Nos han hecho creer que este estado de incertidumbre y miedo por nuestras vidas feminizadas es natural, mientras nos gritan por Twitter que somos punitivas.
Basta. Un poco de respeto.
Han matado a una de nosotras. A una niña de 17 que iba a parir. La han reventado y el tiro llegó hasta las que estamos lejos.
Hace una semana, pasé por el páramo en el que vivías. Las Piedras, Bella Unión, tan cerca del verde, de la caña; un camino marcado por los peludos que tuvieron que bajar hasta acá para que los viéramos. Vuelvan. O mejor, marchemos nosotras para, de verdad, hacernos presente, verbo encarnado frente a la injusticia.
La Diaria /Azul Cordo es periodista y militante feminista. / COMCOSUR MUJER Nº 629 – 30/12/2019
2) ÁFRICA: MUJERES EN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES AFRICANOS
Tres mujeres, tres países, tres contextos muy diferentes y tres maneras de entender el activismo. Todas ellas firmemente involucradas en el cambio social y político en sus países. Una de ellas es Denise Sow, nacida en Kaolack (Senegal), cofundadora del movimiento social senegalés “Y’en a Marre” (¡Ya estamos hartos!). La segunda es Rebecca Kabugho, nacida en Goma (RD Congo), militante del movimiento congoleño LUCHA (acrónimo de “Lutte pour le Changement”). La última de ellas es Stéphanie Bationo, nacida en Ouagadougou y residente en París desde los 12 años, militante del movimiento burkinés “Le Balai citoyen” (la escoba ciudadana).
Ellas hablarán sobre sus respectivos movimientos sociales, en qué contexto nacieron y qué buscan conseguir a través de sus acciones. Asimismo compartirán sus experiencias y reflexiones sobre el camino hacia la transformación social y democrática de sus países. Pero sobre todo lo harán sobre qué significa ser mujer y activista dentro de un movimiento social africano, qué dificultades han experimentado por serlo, y cómo ven su presente y futuro en la lucha.
Una sociedad movilizada: y’en a marre, lucha y balai citoyen
Y’en a Marre nace en 2011 en Dakar, Senegal. Se formó gracias a periodistas, raperos y graffiteros, cansados de la situación política y económica de su país. Sus denuncias empezaron tras los recurrentes cortes de luz, pero sus reivindicaciones pasaron rápidamente a tratar temas como el desempleo juvenil, el ineficaz sistema sanitario, los problemas de la educación pública y la corrupción.
Denise Sow, militante del movimiento desde su formación, comenta que querían crear algo que uniera a los senegaleses para combatir conjuntamente. Este “era el momento de tomar el destino en nuestras manos y cambiar las cosas”, añade. Su primer contacto con la política fue a través de Y’en a Marre, ya que “el resto de movimientos y partidos políticos no me representaban, siempre repetían los mismos discursos y nunca cambiaba nada”.
El primer contacto con la política de Denise Sow fue a través de Y’en a Marre: “el resto de movimientos y partidos no me representaban, siempre repetían los mismos discursos y nunca cambiaba nada”
El 18 de enero de 2011 Y’en a Marre se presentaba en público en la plaza del Souvenir, en Dakar. Sow señala que “fue el día de su creación cuando me convencí de que ese era mi sitio, junto con periodistas y artistas comprometidos”. Asegura que no lo hizo tanto por sí misma sino por las generaciones futuras, ya que “no quería que ellos viviesen lo mismo que yo he vivido: más de 30 años sin que nada cambiase, siempre con los mismos problemas y sin ninguna solución”.
En los últimos meses, Y’en a Marre ha creado un observatorio de la democracia y de la nueva gobernanza, donde quieren atraer a jóvenes a la política. También han organizado talleres de formación para ayudarlos a crear sus propias asociaciones y garantizar su autonomía económica.
Otro de los movimientos sociales más activos en África es LUCHA, nacido en 2012 en Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte. Se definen como un movimiento ciudadano, no violento y no partidista que lucha por el cambio social y político en la República Democrática del Congo.
Sus primeras acciones se centran en la denuncia por la falta de agua y de electricidad en Goma. Rebecca Kabugho, militante de LUCHA desde que tenía 19 años, define su país como un lugar donde ‘‘no hay justicia, no hay libertad de expresión; no tenemos ni agua ni electricidad”. Y eso a pesar de que “la RD Congo es un país rico con lagos, cascadas y recursos naturales’’, añade la activista. En este contexto, LUCHA nace de las manos de un grupo de jóvenes indignados, que buscaban otras mecanismos para exigir cambios y poder expresarse libremente.
En la actualidad, LUCHA centra sus esfuerzos en conseguir la gratuidad de la educación primaria o en mejorar la condiciones del servicio de telefonía móvil.
Balai Citoyen se fundó en 2013 en Ouagadougou, capital de Burkina Faso, por parte de dos artistas, el cantante de reggae Sams’K The Jah y el rapero Serge Bambara («Smockey»). Pero no fue hasta 2014 que tomó vuelo como movimiento. Su principal objetivo era evitar la reforma del Art. 37 de la Constitución, que permitiría al por aquel entonces presidente Blaise Compaoré presentarse a su reelección.
Stéphanie Bationo explica que Balai Citoyen fue creado para garantizar la alternancia política ya que “estábamos hartas, llevábamos 27 años con el mismo presidente en el poder”. Y añade que después de todos estos años el país “se encuentra en un estado lamentable. No hay justicia social, y la escuela es un desastre. Por no hablar del sistema sanitario”.
Estando en París decidió unirse a Balai Citoyen, donde difundían la realidad política del movimiento y de Burkina Faso a Francia y al resto del mundo. Desde la diáspora las redes sociales ocupan un papel fundamental, y según la activista “la insurrección funcionó porque había redes sociales y gente movilizada para difundir la información”.
Actualmente sus esfuerzos están enfocados de cara a las elecciones de 2020: “Desde París queremos sensibilizar y concienciar a la gente para que vote” comenta Bationo, y añade que “tenemos que votar bien, no podemos volver atrás”.
Ser activista y mujer en el contexto africano
Cuando se les pregunta sobre el significado de ser activista y mujer en un movimiento social africano las voces se vuelven disonantes. Por un lado, Bationo cree que el hecho de ser mujer dificulta en gran medida la práctica política, que considera muy masculinizada. Pero eso no significa que las mujeres estén apartadas del debate político, sino todo lo contrario: la mujer burkinesa ocupa el centro de la vida en todas sus formas. “Ellas lo hacen todo: son las que trabajan, las que van al mercado, las que cuidan a los niños, etc. Sin embargo, siempre han estado involucradas políticamente. Es el marido el que da la cara, pero es la mujer la que habla”, afirma. Esto conlleva que las mujeres que toman la palabra en el contexto burkinés lo hagan excepcionalmente y las que son portavoces acostumbran a tener personalidades fuertes.
Bationo reconoce que la realidad en Francia es muy diferente, allí tiene menos dificultades para hablar en público. No obstante, su condición de mujer negra en la diáspora tampoco es fácil: “por un lado ser activista y mujer ya es especial, pero el hecho de ser mujer, negra y activista es mucho más complicado.”
Partiendo de un contexto y visión muy diferentes, Denise Sow (Y’en a Marre) considera que la mujer senegalesa goza de igualdad de género en la mayoría de ámbitos, también en el movimiento social que integra. Sow es miembro del noyau dur (núcleo duro, en francés), espacio donde se debaten y organizan las acciones futuras. Sow afirma que en el noyau dur siempre se ha tenido en cuenta su punto de vista, así como el del resto de mujeres que lo conforman. De hecho, el movimiento lo constituyen un buen número de mujeres que lo representan dentro y fuera del país. En definitiva, la activista no duda en que “el hombre no es superior a la mujer en el movimiento, todos estamos en pie de igualdad: no hay distinción entre mujeres y hombres”.
Sow no duda que su organización no es una excepción dentro de la sociedad senegalesa, ya que esta es “sinónimo de igualdad en todos los sentidos”, y añade: “Quizás hubo una época en que la mujer se quedaba cuidando del hogar, sin poder trabajar. Pero hoy en día no es así: la mujer senegalesa es siempre respetada”. Para la activista la lucha feminista es una cuestión superada: “No veo ninguna razón para ser feminista ya que no puedo reclamar los derechos que ya tengo”. “La mujer ya tiene la palabra, la mujer ya tiene sus derechos garantizados, la mujer ya tiene su igualdad y paridad garantizada”, puntualiza.
Más alineada con Bationo, Kabugho de LUCHA considera que la situación de las mujeres activistas en la RD Congo es muy complicada, en que ambos sustantivos tienen un gran peso y juntos multiplican las dificultades. Por un lado, cualquier activista en la RD Congo tiene que hacer frente a “la presión familiar, a las amenazas de los servicios de seguridad, a la represión violenta, a las detenciones arbitrarias y a la tortura física y psicológica”. Por el otro lado, las mujeres que se unen al movimiento reciben “las amenazas relacionadas con el género, la percepción cultural errónea de que las mujeres tienen su lugar en la cocina y el énfasis en que las mujeres aporten en la cama y no en cambiar su país”.
Respecto a las acciones que organizan cada movimiento en defensa de la mujer, Sow señala que desde Ye’n a Marre no se realiza ninguna lucha específica “sino que nos centramos en las luchas de todos, sean mujeres, hombres o niños”.
Bationo comenta que mientras desde París no hacen acciones específicas en defensa de los derechos de las mujeres, en Burkina Faso se llevan a cabo pequeñas acciones para apoyarlas en su vida diaria.
A pesar de las dificultades que experimentan las mujeres burkinesas cuando ocupan el espacio político, ellas fueron las primeras en salir a protestar durante las manifestaciones del 2014
A pesar de las dificultades que experimentan las mujeres burkinesas cuando ocupan el espacio político, ellas fueron las primeras en salir a protestar durante las manifestaciones del 2014. Marcharon con su spatula —un utensilio básico en cualquier cocina burkinesa— que representa “un símbolo fuerte del poder de las mujeres, ya que si te tocan con él ya no eres hombres en absoluto”—explica Bationo. Muchos jóvenes se unieron al movimiento al ver a sus madres protestar.
Kabugho explica que en LUCHA la mayoría de acciones por la liberación de la mujer se dirigen a romper estereotipos sobre ellas. En Goma, su ciudad, se centran también en garantizar su seguridad ya que “muchas mujeres son víctimas de abusos y violaciones cuando van lejos en busca del agua”. Kabugho ve como una prioridad personal “defender los derechos de las mujeres, en particular las que están en prisión”.
Sobre la importancia de la participación de las mujeres en la lucha, Sow envía un mensaje claro: “nosotras haremos nuestros deberes recordándote que vives en este presente y que debes decidir: tomar el destino con tus manos o dejar que tus hijos vivan en la pobreza”. Bationo, por su lado, anima a sus compañeras a salir y les recuerda que no tengan miedo, que “aunque estemos equivocadas, salgamos a luchar… Por lo menos aprenderemos juntas”.
Kabugho cree que las mujeres son esenciales en la lucha y les anima a que participen no solo desde la calle, sino también desde el arte o la música. Ella piensa que las mujeres y los hombres cambiarán juntos la RD Congo, y añade que “los dos tenemos puntos fuertes y débiles, juntos nos complementamos y somos más fuertes”.
Juntas o por sí mismas las mujeres juegan (y jugarán) un papel fundamental en el cambio social y político del África, en este largo camino que hay que andar. Y es que el cambio es un proceso largo y necesario, como nos lo recuerda Sow: “Cuando se planta un baobab se necesita tiempo para que crezca y dé frutos. Pero no seremos nosotros quienes los comamos, sino nuestros hijos: depende de nosotros que nos sacrifiquemos por ello”.
Desinformemonos / El Salto / COMCOSUR MUJER Nº 629 – 30/12/2019
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3) ARGENTINA: RECONOCER Y REGISTRAR LAS IDENTIDADES AUTOPERCIBIDAS
Presentaron un recurso ante la Justicia exigiendo el reconocimiento a la identidad de género de las personas travestis y transgéneros
La Fundación Travazona señaló que “no permitir el pleno reconocimiento de la identidades no binarias, en específico las identidades travestis y transgéneros, implica una condena a vivir en un inframundo social, alejadas de toda posibilidad de acceso a derechos básicos”.
La Fundación Travazona informó que la activista travesti y millitante sindical de Sitraju Lara Bertolini presento un recurso extraordinario ante la Justicia solicitando el reconocimiento de la Identidad de Género de las personas travestis y transgéneros. De esta manera, desde la fundación señalaron: «Iniciamos la segunda etapa del proceso histórico de lucha contra la resistencia administrativa del Estado Argentino por reconocer y registrar las identidades autopercibidas de las personas, tal cual lo establece la Ley de Identidad de Género N° 26.743 – artículos 1, 2, 3, 4, 6, 7, 8, 13; las modificaciones correspondientes en la Ley 26413 y 24.540; la Ley Antidiscriminatoria N° 23.592, Pactos y Tratados Internacionales de DDHH; la Opinión Consultiva OC-24/17 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (24-11-2017)».
Además, el comunicado detalla que «la acción promovida por la activista travesti Lara Bertolini tiene por objetivo que tanto su partida de nacimiento como su DNI se consigne su identidad como “femineidad travesti”. Ceba recordar que Bertolini dialogó con AGENCIA PACO URONDO el 13 de diciembre pasado relatando el planteo judicial realizado. «No conozco otros casos, el mío me estoy asesorando para que no me lo rechacen en la Corte Suprema. De ser así, va a pasar a Corte Internacional por violación al derecho humano a la identidad de género. Fui rechazada durante toda mi vida, estoy acostumbrada a ser rechazada. Pero también estoy acostumbrada a no bajar los brazos», había explicado Lara.
«En primera instancia obtuvo sentencia favorable por parte del Juzgado Nacional en lo Civil N° 7 a cargo de la Dra. Myriam Cataldi, pero el día 10 de Diciembre del corriente, la Sala G de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil revocó la misma. Por este motivo y dada la arbitrariedad manifiesta de esta sentencia, en el día de la fecha la Dra. Alejandra Gils Carbó en conjunto con el Dr. Emilio Buggiani presentan un Recurso Extraordinario», subraya el texto de prensa de Travazona.
A su vez, fundamentaron: «En la actualidad no permitir el pleno reconocimiento de la identidades no binarias, en específico las identidades travestis y transgéneros, implica una condena a vivir en un inframundo social, alejadas de toda posibilidad de acceso a derechos básicos. Esta situación implica desconocer que el principio de la dignidad humana se basa en el reconocimiento de las identidades en toda su multiplicidad».
«Esta presentación que pretende llegar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación es una capítulo más en la lucha sobre la cuestión identitaria, la cual es fundacional en el proceso histórico argentino: desde las identidades del pueblo trabajador; de les hijes y nietes desaparecides reclamados por madres y abuelas producto de la nefasta dictadura militar; llegando hoy a este punto culmine respecto del derecho humano a la identidad de género, como parte de un nuevo proceso social», expresó la fundación.
«Luchamos por la soberanía identitaria y pretendemos visibilizar, reconocer la vulnerabilidad, terminar con el silenciamiento y la no inclusión que ha producido un genocidio identitario de más de 100 años, y que debe ser saldada de una buena vez. Finalizando agradecemos el acompañamiento de organizaciones sociales, sindicatos, activistas y militantes del campo nacional y popular que acompañaran este proceso que es de carácter y de debate público», concluyó el texto del espacio.
APU / COMCOSUR MUJER Nº 629 – 30/12/2019
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4) ENCUESTA NACIONAL DE USO DEL TIEMPO. EL TIEMPO ES DINERO, ¿PARA NOSOTRAS TAMBIÉN?
En el año 2020, la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo será parte de la Encuesta Permanente de Hogares. Otra batalla ganada por el feminismo para cuantificar el trabajo de cuidados no remunerados que realizan mujeres y feminidades dentro (y fuera) de los hogares.
A partir del año entrante, la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo se integrará a la Encuesta Permanente de Hogares. Esto permitirá medir la cantidad de horas que destina cada persona al trabajo de cuidados, teniendo en cuenta género y edad. Por ahora el trabajo realizado en los hogares no sólo no es remunerado, sino que no forma parte de los indicadores económicos nacionales como el PBI y el gasto público. ¿Por qué es importante medir el tiempo? ¿Cuánto de nuestro trabajo cotidiano queda invisibilizado en los mandatos patriarcales? ¿Para nosotres también ‘el tiempo es dinero’?
El tiempo es, para la esfera económica, una variable importante en los análisis. Casi todo puede medirse y pensarse en función del tiempo: sabemos, por ejemplo, cuánto nos pagan por hora en el mercado laboral formal o cuánto es el interés de un plazo fijo a determinada cantidad de días. Actualmente, incluso se mide hasta los segundos en el que une usuarie navega por una página de internet. El tiempo, entonces, también puede medir las desigualdades de género.
La Encuesta Nacional del Uso del Tiempo pretende e intenta valorizar a través de datos y estadísticas el uso del tiempo, especialmente en las mal llamadas “tareas domésticas”. Por ahora solo se llevó a cabo en el 2013 en urbes, lo cual deja grandes interrogantes sobre cómo actúan las desigualdades de género en el campo.
En Argentina, las mujeres le dedicamos el doble de horas al desarrollo de tareas del cuidado (del hogar y/o personas adultas/niñes): 6,4 horas diarias nosotras, 3,4 horas ellos. Además, casi el 90% de las mujeres “participamos” de las tareas del cuidado, mientras que el porcentual de varones es de menos del 60%. A su vez, la brecha entre hombres y mujeres se acentúa o reduce según la localidad: en Salta, por ejemplo, de 100 varones, menos de 50 realizan trabajos del cuidado mientras que ese número aumenta a más de 85 en las mujeres (de 100 mujeres, más de 85 trabajan en el hogar). El tiempo que se dedica tampoco es uniforme: Tierra del Fuego, Tucumán y Mendoza son las provincias con mayor cantidad de horas diarias que le dedican las mujeres a las tareas del cuidado (8,1 hs; 7,3 hs y 7,4 hs diarias respectivamente), mientras que en provincias como Río Negro o CABA la cantidad de horas diarias disminuye a 4,4 y 4,9. Además, es interesante contrastar el uso del tiempo en tareas del hogar cuando en la casa vive un menor: cuando la “familia” convive con un menor de 6 años, el 96% de las mujeres dedican tiempo diario a las tareas del cuidado con 10 horas diarias promedio a las mismas.
Como informó Economia Femini(s)ta según datos de la CEPAL (2017), en América Latina la proporción de tiempo dedicado a quehaceres domésticos y cuidados no remunerados de las mujeres más que duplica a la de los varones en la mayor parte de los países. Si sumamos el trabajo pago y el no pago, a nivel global, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que las mujeres trabajan 2,6 horas diarias más que los hombres en promedio. Pero además, si se considerara el valor económico de estos trabajos no remunerados en relación al Producto Bruto Interno (PBI), encontraríamos que en México equivale al 24,2%, en Colombia al 20,4% y en Uruguay al 22,9%. En muchos casos, sería un sector con más participación en la economía general que la industria.
La carga excesiva de trabajos “domésticos” en los cuerpos feminizados (mujeres, pero también niñas) quita la posibilidad de otras actividades del goce, del estudio, del trabajo, de la militancia. La limitación que genera el tiempo dedicado al trabajo doméstico es económica, pero también es psicológica/emocional. En relación a esto es importante mencionar un patrón común: sucede bastante seguido que, si bien se llevan a cabo las tareas del cuidado por otros miembros de la familia, la gestión de las mismas quedas derivadas en las mujeres. “Yo te ayudo, pero vos decime cómo” el mensajito de WhatsApp preguntando cómo cocinar tal cosa, dónde está el jabón de la ropa, a qué hora hay que buscar a los niños y niñas al colegio, etc.
Como explicó la filósofa italiana Silvia Federicci: “El trabajo doméstico es un trabajo de producción. La diferencia es que lo que produce no son mercancías, son seres humanos. Es la capacidad de trabajar. Entonces es un trabajo más importante que el trabajo de la fábrica, de la producción de petróleo, porque es el trabajo que produce a los productores mismos”.
Pensar cómo reducir las desigualdades
Después de la Primera Guerra Mundial, especialmente, el mercado laboral femenino encuentra un punto de auge y su crecimiento es exponencial. Es importante no menospreciar la independencia económica que encuentran las mujeres en la modernidad, pero sí entender que las mujeres no dejamos la casa para dedicarnos al trabajo formal y remunerado: ahora hacemos las dos cosas.
La Encuesta del Uso del Tiempo es una herramienta clave para integrarse a otros censos y encuestas y la decisión de realizarla es política. No es indiferente la conjunción de datos: quienes más horas diarias dedicamos a las tareas no remuneradas y muchas veces no reconocidas somos las mujeres y también somos nosotras a quienes más afecta el desempleo y quienes más sufrimos la informalidad laboral. Entender que el trabajo de cuidados sustenta la economía capitalista y libera al Estado de responsabilidades que debería tomar, contribuye a entender la importancia de su remuneración.
Por eso cuantificar la diferencia en el tiempo que destinan las mujeres y los hombres a las tareas dentro de los hogares permite cuestionar la distribución de las mismas y pensar nuevas políticas públicas destinadas a generar estructuras municipales/provinciales/nacionales que se integren a las redes de cuidado: centros de salud y educativos acordes a las demandas del territorio, licencia de paternidad compartida, guarderías en los lugares de trabajo, apoyo escolar institucional, entre otras.
Elgritodelsur / COMCOSUR MUJER Nº 629 – 30/12/2019
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5) PERÚ: NÚMERO DE FEMINICIDIOS EN 2019 ES EL MÁS ALTO DE LOS ÚLTIMOS 10 AÑOS
A pocos días de terminar el 2019, ya son 163 los feminicidios reportados en el Perú. El último fue cometido en El Agustino a manos de Juan César Huaripata Rosales (28), quien mató a su pareja Jessica Tejeda Arguedas (34) y tres de sus hijos.
De acuerdo a las investigaciones, el feminicida justificó el crimen en base a la negativa de la víctima para continuar la relación. De acuerdo a cifras de los Centros de Emergencia Mujer (CEM), en 2019, 49% de los casos con características de feminicidio fueron ocasionados por las exparejas de las víctimas.
Los primeros números no mostraban avance alguno respecto al año pasado. Solo en el periodo comprendido entre enero y octubre de 2019, se habían registrado 140 feminicidios en el Perú, cifra que se acercaba al total de crímenes por causa de violencia de género registrado el año pasado.
Finalmente, el 2018 terminó con 149 feminicidios, el índice más alto reportado desde 2009, que cerró con 139 muertes. Hoy, las 163 mujeres asesinadas en el Perú representan el número más alto de feminicidios registrados en los últimos diez años.
De acuerdo a información brindada por los CEM, entre enero y octubre de 2019, el 49% de los casos con características de feminicidio fueron cometidos por la expareja, el 5% por un familiar de la víctima, el 13% por un conocido y el 11% por un desconocido.
Ese es el último registro oficial publicado por el Ministerio de la Mujer. Después de ese intervalo de tiempo, ocurrieron 23 feminicidios más. Ante el último caso registrado la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Gloria Montenegro, señaló que ”la cultura machista no se arregla con leyes”, esto corresponde, además, a las consignas de movimientos feministas peruanos, quienes exigen una educación con enfoque de género como base para la prevención de violencia de género.
Ante esta realidad, el Gobierno adoptó la lucha contra la violencia hacia a mujer como política de Estado. Por ello, adoptó una serie de medidas de prevención y de aplicar, atención a las víctimas directas e indirectas, como los 200 niños y niñas que quedan en la orfandad tras los 163 feminicidios cometidos en lo que va de 2019.
”Parte importante del esfuerzo radica en la educación con enfoque de género que el Gobierno promueve […] con la finalidad de combatir y eliminar los estereotipos machistas tan arraigados en nuestra sociedad […] Al margen de los argumentos de los sectores conservadores, este enfoque educativo promueve la igualdad de derechos, deberes y oportunidades para ambos sexos.”, indica una publicación en la web del diario oficial El Peruano.
La República / COMCOSUR MUJER Nº 629 – 30/12/2019
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“El perdón no se puede lanzar al aire, a ver si cae en la cabeza de quien corresponde” Luis Pérez Aguirre
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