1) Una nueva época, un mundo infeliz
2) La ofensiva del gran capital y las amenazas para Latinoamérica
3) Trump y el papel del Estado-nación en el siglo XXI
4) ¿Qué queda del Sandinismo en Nicaragua?
5) Irán: Una dictadura capitalista, reaccionaria y corrupta
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COMCOSUR / POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 16 / Nº 797
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es tarea central.” — Emir Sader
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1) Una nueva época, un mundo infeliz
Antony Beevor (Babelia)
Un feroz individualismo ha definido nuestras sociedades en las últimas tres décadas. La democracia y la verdad están en peligro.
No cabe duda de que hemos entrado en una nueva era. El problema es que los historiadores tardarán años en determinar si los grandes cambios que estamos experimentando tuvieron relación entre sí o si se produjeron simultáneamente por casualidad. Afectan a todos los aspectos de la sociedad y la política, tanto nacional como internacional, y también a la guerra. La de Irak puso de manifiesto la extraña impotencia de la supremacía militar occidental. La aplastante victoria de 2003 sobre las fuerzas de Sadam Huseín demostró que cualquier comparación con la Segunda Guerra Mundial era arriesgada.
El éxito militar convencional ya no trae consigo la paz. Los líderes de Washington y Londres pasaron por alto un cambio crucial en la manera de hacer la guerra. La guerrilla o la lucha partisana se solía librar en las montañas, los bosques o los pantanos. Actualmente, sus blancos principales se encuentran en las zonas urbanas, al igual que la posibilidad de camuflarse entre la comunidad civil para preparar operaciones ocasionales. La teoría de Mao de que había que moverse entre la población como peces en el agua no ha caído en el olvido.
La explosión demográfica en África y Oriente Próximo está aumentando el número de megalópolis a través de la inmigración. Hay una cantidad inmensa de jóvenes sin apenas esperanza de conseguir un trabajo o una casa o de formar una familia, lo cual conduce a una amarga frustración. En la actualidad, el Ejército estadounidense se está preparando para futuros campos de batalla formados por rascacielos rodeados de chabolas. La era de los Ejércitos convencionales con uniformes reconocibles que maniobran para conseguir ventaja en campo abierto ha llegado a su fin. La guerra se ha vuelto eminentemente urbana, con consecuencias terribles para los civiles atrapados en las ciudades, como muestra la devastación de Alepo.
La verdadera revolución socioeconómica empezó a mediados de la década de 1980 y principios de la de 1990 sin que entendiésemos lo que estaba pasando. Entonces nos parecía emocionante esa combinación de cambio geopolítico y final de la Guerra Fría mezclado con la revolución de las comunicaciones y la invención de Internet. Pero esos cambios también trajeron consigo la liberalización económica, la liberalización de los mercados financieros, el fin de las barreras comerciales y la expansión de la globalización. Empezamos a advertir la fragmentación de las lealtades colectivas o tribales. Los sindicatos, las organizaciones religiosas, los partidos políticos y las asociaciones militares comenzaron a decaer al mismo tiempo. Un escepticismo creciente ante la autoridad dio lugar a una sociedad mucho menos deferente, y otras transformaciones contrarias a la jerarquía tuvieron como resultado una informalidad mucho mayor en los centros de trabajo. El énfasis se ponía en el individuo. A eso era a lo que se refería Margaret Thatcher con su tristemente célebre frase: “No existe eso que llaman sociedad”.
En el pasado, la mayoría de las revoluciones fueron inducidas o forjadas por ideales políticos, nacionales o religiosos, y estuvieron revestidas de un aura de autoinmolación. Por otra parte, esta nueva revolución fue la primera en la que la principal fuerza motora era descaradamente egoísta. La gente empezó a hablar de la “generación del yo”. Este era el futuro, liberado de las restricciones de las fronteras nacionales o las lealtades anticuadas. El magnífico aforismo del poeta John Donne —“Nadie es una isla”— pasó a considerarse como algo perteneciente a la historia lejana.
El individuo, aunque supuestamente liberado y poderoso, en la práctica se había vuelto crédulo. El siniestro eslogan de los cienciólogos estadounidenses —“Si para ti es verdad, entonces lo es”— se ha propagado como un virus invisible que impide a sus víctimas ver la realidad. Las teorías de la conspiración han existido siempre, pero ahora, mediante la comunicación por Internet, pueden adquirir una fuerza y un impulso totalmente diferentes. El asilamiento en la nueva sociedad de masas convierte a las personas en vulnerables a los charlatanes y los falsos profetas. Y todo esto lo empeora mucho más la industria internacional del ocio, capaz de crear su propia y convincente visión.
En la actualidad estamos entrando en el mundo de la posalfabetización, en el que la reina es la imagen en movimiento. El límite entre la realidad y la ficción está siendo minado implacable y deliberadamente, sobre todo debido al enorme potencial económico. Desde el punto de vista histórico, sin embargo, esto es profundamente perverso. En los últimos tiempos hemos asistido a un importante aumento de lo que yo llamaría la “dramatización deformada de la realidad” tanto en documentales como en películas de ficción. El peligro es que, en la actualidad, para la mayoría de la gente esta “historia para entretener” es la principal fuente de conocimiento histórico.
La obsesión de Hollywood por afirmar que una película es real incluso cuando es ficticia en su práctica totalidad es un fenómeno relativamente nuevo. Por lo visto, ahora hay que comercializarla proclamando su autenticidad. De vez en cuando se refuerza la falsa sensación de verosimilitud proyectando aquí y allá nombres de lugares y fechas concretas, como si el público estuviese a punto de presenciar una recreación fidedigna de lo que sucedió determinado día, algo que resulta especialmente lamentable cuando se trata de personas que solo han tenido contacto con el tema a través de la ficción cinematográfica o televisiva. Poco después del estreno de la película El Código Da Vinci, en Gran Bretaña se hizo un estudio para investigar sus efectos. A pesar de que la película es ciertamente absurda, la encuesta mostró que, después de verla, casi la mitad de la muestra diseñada para representar a la población estaba convencida de que María Magdalena había tenido un hijo con Jesús y de que su linaje pervivía hasta hoy. El incremento de la ficción realista coincide con una época en la que mucha gente tiene cada vez más dificultades para distinguir entre fantasía y realidad.
Los antropólogos están empezando a estudiar la forma en que Internet, y en particular las redes sociales, están transformando las relaciones políticas e incluso humanas. Solo Facebook tiene más de 500 millones de miembros activos, la mitad de los cuales se conecta cada día. Los miembros tienen una media de 130 “amigos”. Pero, ¿qué clase de amistad puede representar algo así? Un estudio reciente ha revelado que se ha producido un enorme incremento de los problemas mentales sobre todo entre las mujeres jóvenes debido a que las redes sociales hacen que se sientan ineptas. En una paradoja significativa, parece que nada aísla más que Internet, el mayor invento en comunicaciones de todos los tiempos.
Tal vez no resulte sorprendente que en muchas partes del mundo estemos presenciando una política de la ira incoherente manipulada por el engaño deliberado. Hace tiempo que soy nítidamente consciente de que la honestidad intelectual es la primera víctima de la indignación moral. Cuando la gente se identifica apasionadamente con una causa o un asunto, en su inconsciente se siente legitimada para estirar la verdad y hasta inventar estadísticas que apoyen su tesis. Pero ahora hemos entrado en una auténtica era de la “posverdad”, en la que, a juzgar por los argumentos a favor del Brexit en Gran Bretaña, de Trump en Estados Unidos, o de los nacionalistas extremos en Europa, se diría que la verdad ha dejado de tener importancia. Los demagogos y sus acólitos imitan la táctica estalinista: cuanto mayor es la mentira, más potente es su efecto. Pero esto conduce a la muerte de la democracia. Solo las dictaduras medran en la falsedad. La democracia no puede sobrevivir sin una base de respeto hacia los demás, acompañada por el respeto a la verdad.
MIÉRCOLES 2 DE NOVIEMBRE DE 2016 – COMCOSUR
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2) La ofensiva del gran capital y las amenazas para Latinoamérica
Theotonio Dos Santos (Alai)
La discusión en marcha en el mundo hoy se concentra en comprender la profundidad de la crisis financiera iniciada en 2007 y su relación con el conjunto de graves limitaciones del actual sistema mundial para garantizar la sobrevivencia de la humanidad. Estaríamos en una crisis final del capitalismo que hasta 2016 no ha alcanzado una recuperación suficiente, por lo menos en sus centros más importantes. En este contexto general, las economías hoy llamadas «emergentes» se desprenden de una posición subordinada del sistema mundial y conducen al surgimiento de muchos grupos de investigación que trabajan sobre la crisis mundial.
Como resultado de este giro de preocupaciones, emergen nuevos temas antes menospreciados en los centros de investigación conservadores, como la importancia de la concentración de la producción, del ingreso y de las riquezas, así como del intercambio mundial de bienes y valores. Podría deducirse que sería casi imposible prever e interpretar estos fenómenos antes despreciados o, inclusive, suprimidos del centro de las preocupaciones científicas.
No creo que debamos hacer un trabajo demasiado grande para localizar las principales tendencias que se están desarrollando en la economía mundial para tener una capacidad de previsión y de identificación de sus posibles direcciones. La verdad es que la crisis iniciada en 2007 era relativamente previsible, pero su profundidad y duración sí se hizo más difícil de prever, debido a la existencia de muchos factores condicionantes de la misma. Si analizamos globalmente las últimas estadísticas macroeconómicas, veremos que emergen nuevos poderes económicos, sobre todo en Asia y, particularmente, China e India. El gobierno chino, principalmente, está activando sus reservas (de cerca de 400 billones de dólares, o trillones en inglés) que representan un enorme volumen de liquidez en un mundo donde prevalecen las deudas en los antiguos centros de poder. El antiguo grupo de las siete mayores economías y la Trilateral (Estados Unidos, Europa y Japón) son cada vez más incapaces de pagar sus deudas que son, por lo general, mayores que el valor de sus Productos Internos Brutos (PIB), pues se trata de economías donde prevalecen los déficits comerciales externos y los déficits fiscales internos.
De esta manera prevalece la tendencia a la valorización del yuan. Al valorizarse el yuan, China gana el poder de emitir su propia moneda con circulación internacional. Esto se multiplica cuando el gobierno de China busca fortalecer su economía creando «fondos soberanos» juntamente con otras potencias superavitarias con el objetivo de ampliar mundialmente sus inversiones. El gobierno chino ya lo viene haciendo desde algún tiempo atrás, mientras el yuan tiene circulación internacional creciente (del 2% de las divisas en el mercado internacional en 2012 el yuan alcanza el 8% en 2016). Es así como países de la OPEP y de Asia que están actuando en la misma dirección pueden aumentar su preferencia por la divisa China. Venezuela, como veremos, disminuyó mucho su capacidad de influencia internacional con la drástica caída del precio del petróleo y perdió mucha capacidad de crear un fondo soberano poderoso, porque ya no tiene reservas importantes en este momento. Pero esta situación provisoria debe cambiar. Se hace necesario que economías poderosas como la brasileña se liberen de la dictadura ejercida por sus bancos centrales que impiden la creación de estos fondos, además de sabotear la creación del Banco del Sur y del Banco de los BRICS, que los pondrían en el centro del desarrollo de las Américas del Sur y Central, del Caribe y del Atlántico Sur. Sin despreciar una audaz política de aproximación del comercio con el Pacífico —centro privilegiado de los cambios de la economía mundial—.
Los cambios en el cuadro mundial y el destino de la humanidad
Después de un período de confrontación con estos cambios tan perjudiciales para los antiguos centros de poder hegemónico, se inició una ofensiva comandada por los Estados Unidos de presión sobre las economías del antiguo Tercer Mundo con un movimiento concentrado en la baja del precio internacional del petróleo. Este cuadro llevó a intentos de golpes e invasiones contra los centros alternativos al poder de estas potencias. Es así que Estados Unidos desata una situación de caos en el Oriente Medio, centrándose en Irán, Irak, Siria, Libia y extendiéndose a Paquistán y Afganistán, pero perdiendo poder en toda la región. Al naufragar en sus intentos de dominar el Oriente Medio, intenta frenar el crecimiento de Rusia y su influencia creciente en la región que históricamente se vinculó con la Unión Soviética. Su intento de arrinconar a Rusia a través de un golpe en Ucrania desemboca en la pérdida de Crimea. Pero todo se hará más grave con el fin de la debacle petrolera, con la dificultad de integrar Turquía en un frente fracasado en el Oriente Medio y en Siria, en particular. Toda la ofensiva desatada en la región está en grave crisis en razón del aumento del precio del petróleo. Si Venezuela consigue estar aún bajo la dirección de la izquierda, en los próximos años, seguramente va a entrar en ese esquema de aprovechamiento productivo de las reservas ya descubiertas y su utilización como fondo de inversión que sirva de base, incluso, para fondos de inversión privados y compra de empresas mixtas. Es muy interesante anticipar esta situación porque, como veremos, el uso estratégico de estas reservas puede revertir rápidamente los impases de la presente coyuntura.
El mundo latinoamericano (incluido Brasil) y caribeño se encuentra en este momento sobre-determinado por la amenaza de la rebaja de las inmensas reservas que aún posee en este momento. Sin embargo, estos países han vivido, desde inicios de este siglo hasta hace tres o cuatro años, una situación de aumento espectacular de sus reservas monetarias que contrastan con las enormes deudas internacionales con que convivían en los años 80 y 90 del siglo pasado. Un mundo de países debilitados por deudas colosales y que no tenían dinero para impulsar una política de desarrollo debido a una deuda paralizante, se encontraban con grandes excedentes financieros, que permitían instalar gobiernos capaces de unir crecimiento económico y redistribución de renta, aunque moderada. Pero la miseria en que vivía y aún vive un tercio de la población de estos países permite que la reorientación de 2 a 3% de sus Productos Internos Brutos hacia estas poblaciones produzca cambios radicales en las vidas de millones de personas.
Es difícil aprender a convertir sus propios títulos de deuda en fuerzas para el desarrollo. Claro que hay poca gente dispuesta a comprar, en ese momento, los títulos de deuda sin ningún respaldo en producción de bienes o inclusive, valores ligados a servicios públicos o privados. Sin embargo, los Estados Unidos se mantienen con la emisión de títulos de deuda estatales que no tienen ninguna perspectiva de ser pagados por un gobierno que no tiene posibilidades de cubrir sus deudas, ya que no tiene ninguna propuesta a la vista de obtener un superávit fiscal que pueda permitir la disminución de su deuda. Con esta aventura, los Estados Unidos están recorriendo un camino muy peligroso porque se aguarda una gran devaluación que derrumbaría los valores del dólar masivamente. Podríamos prever que no solamente se trata de una hipótesis, sino que se siente, se sabe, que vamos a tener una gran devaluación del dólar. En un país que paga 0% de intereses por sus títulos públicos, comprar estos títulos que se emiten en una moneda en devaluación es un claro suicidio económico, cuyo costo solo puede ser asumido por países que tienen poderosos intereses geopolíticos comunes con el país de moneda decadente.
Esta situación nos muestra que tenemos que repensar mucho y estudiar mucho, no solamente con una visión regional del mundo, sino con una visión que se aproxime más a la realidad. Este fenómeno global, si lo analizamos con lo que está pasando en 2016, indica que estamos viviendo una alteración en la correlación de fuerzas dentro del sistema económico mundial, en el cual los centros de poder económico mundial están convirtiéndose en países comandados por grandes concentraciones financieras que dependen cada vez más de poderosas empresas estatales y colosales transferencias de recursos estatales. Este es un fenómeno realmente inesperado para aquellos economistas formados por el discurso neoliberal, e influenciados por una campaña contra las empresas públicas y por las ventajas de la privatización que predominaron desde la década del 80 hasta inicios del siglo XXI, cuando esta ofensiva entra en decadencia.
Las mayores empresas
A pesar de la campaña privatista, estas ideas fueron rápidamente reconvertidas a partir de los años 2000. Si nos basamos en las 10 primeras empresas, según el valor de sus acciones, veremos que la primera empresa en el mundo, en 2007, era Petro China con una diferencia bastante grande en relación a la segunda empresa. Mientras Petro China se acercaba a un trillón de dólares de acciones, (en inglés, un billón, en español), la Exxon de Estados Unidos, que es una empresa privada, pero muy relacionada al sistema estatal y particularmente al Pentágono, aparecía en segundo lugar. La demanda de los productos de esta empresa proviene de instituciones estatales, financiados con recursos públicos.
La General Electric se colocaba en tercer lugar, según el valor de sus acciones. Empresa muy ligada también al Pentágono y toda la estructura militar de EEUU, con inversiones a nivel global también. Luego se coloca la China Mobil e Industria y en quinto lugar la Microsoft, seguida de Gazprom, empresa estatal de Rusia. Habría que destacar que el Estado ruso retoma recientemente esta empresa que había sido privatizada por políticas de conversión de empresas públicas en privadas, generando súbitamente grandes riquezas, que promovió que los especuladores empezaran a comprar la Gazprom. No queda claro cómo fueron exactamente privatizadas esta y varias otras empresas.
Al re-nacionalizarla, el presidente Putin logró retomar el eje principal de la economía rusa, cambiando drásticamente la correlación de fuerzas de la economía mundial. No solamente por la situación del petróleo y gas, la presencia rusa inaugura una fase muy complicada, porque su participación aumentó mucho la competencia en la explotación petrolera y gasífera mundial. La presencia de Gazprom permitió, por ejemplo, que en ese momento se realicen reuniones de Rusia con Arabia Saudita, que es una acción fuera de lo común, excepto por los intereses comunes en relación a los hidrocarburos.
China también se ubica en este juego de poder en el Oriente Medio, y probablemente esto tiene que ver con una estrategia petrolera que no se administra solamente desde la OPEP, sino que articula el apoyo de otros centros petroleros para conseguir, realmente, tener una posición de fuerza mundial. La obsesión de los Estados Unidos de mantenerse como líder incontestable de la economía petrolera mundial lo pone en confrontación con casi todos los países del mundo.
En el caso de América Latina, estas ambiciones desmedidas de los grupos dominantes en Estados Unidos llevaron al gobierno de ese país a forzar situaciones políticas en la región. Frente al decisivo hecho de que no cuentan más con apoyo militar para sus aventuras totalitarias, tienen que promover golpes de Estado apoyados fundamentalmente en congresos deslegitimizados, leyes absurdas improvisadas para servir a sus intereses, intervenciones jurídicas que convierten a la policía y a los tribunales en poderes medievales, así como en el dominio y monopolio absoluto de los medios de comunicación.
Es grave observar cómo las fuerzas de izquierda latinoamericanas se ablandaron con los pocos años de ejercicio del poder. Frente a la ofensiva general del gran capital en decadencia, se acomodan a su propuesta de retroceso ideológico y cultural que pretende transformar estas acciones desesperadas en fuente de una nueva legalidad que confunde la democracia con la movilización monopólica de los medios de comunicación y la restricción a los poderes populares que venían acumulándose en el siglo XXI, para desespero del gran capital en general.
El intento de «restringir» la cuestión democrática a una posibilidad de escoger un candidato entre los ya definidos por partidos sin participación popular; una incorporación formal de los pueblos sometidos desde las colonias, negándoles las cuotas para integrarse en los verdaderos centros de decisión; unas restricciones a la moral patriarcal que se restringe a la libertad y realización parcial de las mujeres sin darles el derecho de decidir sobre su propio cuerpo. En fin, transformando conquistas parciales en objetivos finales y buscando ocultar la radicalidad del moderno ideal democrático según el cual la plena realización de los individuos no solamente debe ser «reconocida» socialmente, sino que debe buscar el pleno ejercicio de su condición de ser humano y de su poder para orientar los destinos de la humanidad, liberándola del sometimiento a las fundamentales contradicciones sociales que la oprimen. Se trata, en fin de cuentas, de restringir la plenitud del ideal democrático a simulacros de democracia.
Además, está claro que no se puede aceptar la reducción del concepto de democracia a los principios liberales que contradicen históricamente los principios democráticos. La libertad de los explotadores y violentos dominadores no puede ser un principio ordenador de un mundo cada vez más interactivo. No podemos aceptar como principio el de explotar a las grandes mayorías y acumular el 50% de la riqueza en manos del ya famoso 1% de la población mundial, en nombre de una eficiencia económica muy discutible. Si no fuera por el terror organizado y promovido por un sistema de poder en crisis profunda, sería jocoso pretender que la humanidad deba someterse a un mundo marcado por colosales desequilibrios económicos, crisis humanas y ambientales, permanentes amenazas de violencia y amenazas dramáticas a la sobrevivencia de la humanidad y del propio planeta tierra.
Está, pues, al orden del día una batalla de ideas que se dibuja en el planeta con fuertes colores. Nuestra capacidad de movilización contra la ofensiva del gran capital es crucial. Pero ésta debe reivindicar la defensa de una nueva sociedad, de una nueva economía y de una nueva cultura, así como la creación de los instrumentos necesarios para que cada ser humano se convierta en el dueño de su propio destino.
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Theotonio Dos Santos es Profesor Emérito de la UFF; Investigador Nacional Senior de la UERJ; Presidente de la Cátedra UNESCO sobre Economía Global y Desarrollo Sustentable (REGGEN); Premio Mundial Economista Marxiano 2013, de la Asociación Mundial para la Economía Política (WAPE); Director del CEPPES; Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales de CLACSO (2015); Premio Cátedra Mestro Torres Gaitán, del IIEc / UNAM (2016).
MIÉRCOLES 2 DE NOVIEMBRE DE 2016 – COMCOSUR
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3) Trump y el papel del Estado-nación en el siglo XXI
Aldo Torres Baeza y Paulina Vargas (Rebelión)
Donald Trump es un payaso, qué duda cabe. Pero un payaso que, en algún momento, contó con el apoyo de casi la mitad del circo. Permitámonos un ejercicio. Saquemos los exabruptos, su pasado abusador y, en general, las ridiculeces que fueron restando apoyo en la campaña de Trump. Por el contrario, pensemos en un verdadero político, diestro, muñequero, uno que se limitara a buscar apoyo electoral trasmitiendo y defendiendo las promesas con que se inició su aventura presidencial, es decir: volver el Estado nación, cercar las fronteras, crecer hacia adentro. ¿Cuál sería el destino del mundo si Trump hubiese mantenido su candidatura restringida al mensaje inicial, exenta de sus perturbaciones psicológicas? ¿Hubiese podido acceder al gobierno con un mensaje anti establishment, absolutamente contrario a la ideología libremercadista propugnada, precisamente, por Estados Unidos después de la segunda guerra mundial? Más allá de lo mediático, y en clave politológica, es el rol del Estado nación el que se disputa en la candidatura norteamericana. Ahí y en el mundo. El Estado mínimo de Clinton versus el nacionalismo de Trump.
Probablemente, el suceso más importante en la política internacional del siglo XXI es el ascenso de China como potencia mundial. Su experimento político es una forma específica de capitalismo, donde el Estado posee una importancia fundamental. Li Xing define el caso chino como Estado-civilización. Los chinos, como Hegel o Rousseau, conciben al Estado como una comunidad ética, ven en el Estado un acuerdo moral y civilizatorio. Por lo tanto, “el estado goza de mayor autoridad natural, legitimidad y respeto, visto por los chinos como guardián, custodio y encarnación de su civilización”.
Ante el evidente asenso de China, también es factible pensar que el discurso de Trump nace como una respuesta desesperada al desmoronamiento de la hegemonía norteamericana, que, tras la segunda guerra mundial, armó un mundo a su medida, con un control militar (OTAN), un control económico financiero (Gatt, FMI, Banco Mundial) y político (Consejo de Seguridad). Como sabemos, una sociedad internacional anárquica, carente de un poder que pueda ejercer el monopolio de la violencia, el poder del Estado es el único medio por el cual cada Estado puede defender sus intereses vitales. En ese sentido, el misterioso discurso de Trump busca mantener los intereses de Estados Unidos, o sea el estatus quo de la política mundial, apelando a un nuevo rol del Estado. Trump se dirige a hombres blancos empobrecidos, ex trabajadores de empresas que salen de Estados Unidos en búsqueda de bajar los costos laborales y las cargas fiscales. Marc Bassets1, en una columna de El País, planteaba un dato de la causa: si solo votaran hombres en las elecciones, la candidatura la ganaría Trump. Como señala Julie Connan, Trump despertó al “gigante adormecido de la América blanca”, y, gane o no gane, ese gigante seguirá presionando por políticas nacionalistas que permitan hacer a “América grandiosa nuevamente”. Trump, a diferencia de todos sus antecesores, habla de fortalecer empresas nacionales. Es decir: un discurso antagónico al ADN de la política norteamericana. Y hasta antes de los escándalos, no poca gente le creía. Lo apoyaba. No solo ahí. En Europa, la ultra derecha es gobierno en Polonia y Hungría y, posiblemente, en Austria. Crece su apoyo en Alemania y Francia. Todos comparten un discurso parecido al de Trump, pero sin un Trump.
¿Seria, entonces, presuntuoso plantear que vivimos hoy un proceso mundial en el que decae la idea neo-liberal del Estado-nación, y que, por tanto, tiende a decaer la subordinación de la política a la economía? Si y no. Como sabemos, la expansión del capitalismo siempre fue de la mano con la expansión territorial. Sin embargo, en el actual reparto del mundo, y considerando la trasmutación del capital, ya no es necesaria la guerra para expandir los mercados y, por lo tanto, se percibe que la clave del crecimiento económico está en el fortalecimiento de las fronteras y un apoyo del Estado a las empresas privadas. Formula asiática. Sin embargo, los paladines del capital, los mismos que hablan de crecimiento y se niegan a pagar impuestos, aún cuentan con las garantías de un sistema que les permite separa el lugar de producción, del lugar de declaración fiscal.
Durante el siglo XX, el Estado gozó de una importancia fundamental. Pensemos en el Estado de bienestar de la Europa Occidental, en la predisposición de los ciudadanos a permitir que las autoridades crearan impuestos públicos; pensemos, además, en la propensión a alistarse en el ejército para luchar y morir por su país por millones en las dos guerras mundiales del siglo pasado. Como plantea Hobsbawm, “durante más de dos siglos, y hasta los años setenta, el crecimiento del Estado moderno fue una constante, y fue ajeno a cuestiones de ideología o de organización política: liberal, socialdemócrata, comunista o fascista”. Luego vino un proceso de incertidumbre. Se habló del fin de la historia. El Estado se resumía a una administración de cuestiones domésticas. No importaba la política. Hoy, con el ascenso de China y la fórmula asiática, el discurso de Trump y el fantasma de la ultra derecha en Europa, reaparece el rol del Estado, más bien, vuelve a ingresar lo político al ámbito del Estado. Pero reaparece en su forma más peligrosa. Es decir: en clave nacionalista. Se responde a la globalización económica con renacionalización. Ayuda la inmigración, los ataques terroristas, la crisis de la Unión Europea y la subcontratación. Los políticos dicen lo que la gente quiere escuchar. La gente los apoya. “Volver al Estado nación, la culpa es del otro”, parece ser el mensaje.
Más allá de show, el fenómeno Trump, despertó la conciencia de esa gente que no se dice racista, sino que se autodenomina «nacionalista blanco», y eso, tarde o temprano, va a generar una fractura social inmensa, porque el tema ya quedó instalado en la agenda. O sea, los coletazos posteriores a la candidatura de Trump, aunque pierdan, serán de largo aliento.
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Nota
1internacional.elpais.com/internacional/2016/10/16/estados_unidos/1476635823_558095.html
MIÉRCOLES 2 DE NOVIEMBRE DE 2016 – COMCOSUR
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4) ¿Qué queda del Sandinismo en Nicaragua?
Bernard Duterme* (Le Monde Diplomatique)
El próximo 6 de noviembre los nicaragüenses elegirán Presidente. Después de dos décadas al mando del país, el dirigente sandinista Daniel Ortega podría alzarse con un cuarto mandato. Pero su sandinismo, que él sigue presentando como “socialista” y “antiimperialista”, ¿tiene aún algo que ver con el de los años revolucionarios?
Nicaragua sandinista”. Las dos palabras iban pegadas. En la década de 1980, América Central atravesaba un período de revoluciones y contrarrevoluciones. En 1979, los insurgentes sandinistas habían logrado derribar al dictador Anastasio Somoza, que desde hacía mucho tiempo era calificado en la región como un“hombre de Estados Unidos”. Por otra parte, se adjudicaba a dirigentes estadounidenses esta ocurrencia: “Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”; una frase que el presidente Franklin Delano Roosevelt habría pronunciado en 1939 referida a Somoza padre y que el secretario de Estado Henry Kissinger habría retomado en referencia al hijo, dado que la dinastía somocista reinó entre 1936 y 1979.
De hecho, en aquel entonces la Guerra Fría se libraba por medio de centroamericanos interpuestos. Un pavor recorría Occidente: según la “teoría de los dominós”, el comunismo amenazaba con conquistar un país tras otro en sus “zonas de influencia”. Por su parte, la solidaridad internacionalista convergía como un único brigadista hacia una pequeña nación que, en el patio trasero del “imperio”, osaba hacerle frente. De un lado, Goliat, representado por el presidente estadounidense Ronald Reagan, artífice de un giro conservador y liberal; del otro, David, encarnado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
En Europa, el Centro Tricontinental (CETRI), en Bélgica, fue durante mucho tiempo uno de los principales lugares de estudio de la Revolución Sandinista. En 1989, el centro recibió incluso la visita del presidente Daniel Ortega, y su fundador, François Houtart, fue varias veces laureado por el país amigo. Una obra monumental del ex ministro de Cultura sandinista, el cura, poeta y escultor Ernesto Cardenal, sigue destacándose frente a las oficinas del centro en Lovaina La Nueva: el Zanatillo, símbolo de la emancipación del Tercer Mundo.
Viraje político
A comienzos de la década de 1980, el poder revolucionario de Nicaragua se dedicó a la redistribución de la riqueza y la promoción de la salud y la educación. Intentó la economía mixta (1), el pluralismo político y el no alineamiento, al tiempo que la derecha estadounidense denunciaba un “régimen comunista” y armaba a la oposición: los “contras”, rebautizados “combatientes de la libertad”. En 1990, los comandantes sandinistas, al frente del país desde 1979, terminaron cediendo. La población, agotada por los años de guerra, cerró el paréntesis revolucionario en las urnas, con un balance agridulce. Lo positivo: la lucha contra el analfabetismo y contra las desigualdades, la escuela para todos, las campañas de vacunación, la reforma agraria y la aspiración a la soberanía nacional. Lo negativo: el dirigismo de un poder seguro de su misión liberadora, la razón de Estado impuesta a todo el mundo, los sacrificios consentidos en un contexto de violencia política y de boicot, el militarismo dominante. Los sandinistas aceptaron su derrota electoral dejando paso al advenimiento de la “democracia liberal”.
En la misma época, se abría un período calificado de “normalización democrática” en toda América Central. Liberalización política formal y liberalización económica real, con un doble balance como mínimo problemático. Dos décadas y media más tarde, la región no logró romper con el antediluviano modelo agroexportador, aún dominante. Si bien Nicaragua, mal que bien, registró tasas de crecimiento de alrededor del 4% en promedio, fracasó en reducir la pobreza, que afecta a una de cada dos personas, y en la lucha contra las desigualdades: el patrimonio de sus doscientos ciudadanos más acaudalados representa 2,7 veces la riqueza que el país produce cada año. Tampoco pudo garantizar un empleo formal a la mayoría de la población activa y ni siquiera saciar el hambre de los habitantes de las regiones azotadas por la sequía y los cambios climáticos. Después de Haití, sigue siendo el país más pobre del Hemisferio Occidental y el más vulnerable a los huracanes y los sismos.
Este balance social también es el del sandinismo del siglo XXI. De nuevo al mando de Nicaragua en 2006, el ex dirigente revolucionario Daniel Ortega completa este año su tercer mandato presidencial y cierra así dos décadas en la cima del Estado (1980-1990 y 2006-2016). Para volver al poder tras tres derrotas consecutivas (en las elecciones presidenciales de 1990, 1996 y 2001), el inamovible secretario general del FSLN no retrocedió ante ninguna maniobra táctica o viraje político.
En términos estrictamente electorales, ante todo, su victoria de 2006, con cerca del 38% de los votos, le debe mucho a una primera reforma constitucional (2), obtenida gracias a un “pacto” contra natura celebrado con Arnoldo Alemán. Este último, presidente ultraliberal de Nicaragua entre 1996 y 2001, había sido condenado por corrupción, antes de ser liberado por la Corte Suprema de Justicia… de tendencia sandinista. Para poder presentarse una vez más en 2011, ya que la Constitución prohibía ejercer más de dos mandatos presidenciales, Ortega debió contar con una oportuna derogación de parte de la misma Corte Suprema. La victoria obtenida en ese entonces en la primera vuelta, con una cómoda mayoría (62%), quedó empañada por las múltiples “irregularidades” señaladas particularmente por la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA).
Ante la perspectiva de la votación presidencial, el 6 de noviembre próximo, el FSLN, que controla la Asamblea Nacional, pudo levantar todo freno constitucional a la reelección ilimitada por mayoría simple. Así, a “Daniel” (como se lo llama en Nicaragua) le alcanzará con confirmar las encuestas, que lo dan ampliamente ganador. Por el momento, sus competidores están divididos, carecen de notoriedad y credibilidad, o se encuentran inhabilitados: en junio de 2016, la Corte Suprema de Justicia le quitó al Partido Liberal Independiente, motor de la principal fuerza de oposición (la Coalición Nacional por la Democracia), la posibilidad legal de presentar a su candidato para la próxima elección presidencial. Todo esto bajo los auspicios de un Consejo Supremo Electoral más que nunca compuesto por cercanos al Presidente y, como él, opuesto a cualquier observación externa de las elecciones.
En términos fundamentalmente políticos, el “danielismo”, u “orteguismo” –según la expresión de sus detractores–, no cuidó al sandinismo original, del que sin embargo conservó el nombre. De renunciamientos en travestismos, de arreglos en contradicciones, Ortega logró obtener el apoyo de sectores de la sociedad antiguamente hostiles, al tiempo que conservó su popularidad entre el pueblo sandinista.
La penalización de toda forma de aborto (incluso en caso de violación o peligro de muerte), votada por los diputados del FSLN en 2006, marcó las mentes (3). Tranquilizó sobre todo a los conservadurismos cristianos, dominantes en Nicaragua, y en particular al viejo cardenal Miguel Obando. El antiguo enemigo jurado del sandinismo comenzó a exhibir un apoyo inquebrantable a la familia Ortega, que multiplicó las demostraciones de… buena fe. La pareja presidencial se casó por Iglesia en 2007, después de un cuarto siglo de concubinato y una sórdida historia de abuso sexual a una hija adoptiva. El eslogan de la campaña electoral de 2011, “Por una Nicaragua cristiana, socialista y solidaria”, fue repetido incansablemente desde entonces por la comunicación gubernamental.
Organismos financieros internacionales, inversores extranjeros y patronales también encontraron sosiego en la gestión ortodoxa del presidente Ortega y su vicepresidente liberal Jaime Morales, de elocuente trayectoria: ex banquero y hombre de negocios exiliado durante el período revolucionario, ex dirigente de la Contra, ex ministro del presidente Alemán… Juntos decidieron aplicar los programas de austeridad del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial y privatizar las empresas nacionalizadas. Ratificaron el tratado de libre comercio con Estados Unidos –con el que el país realiza actualmente la mitad de sus intercambios comerciales–, tejieron alianzas con el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP, la organización patronal), exoneraron parcialmente de impuestos a la inversión extranjera directa (IED), etc.
Una tendencia tan tranquilizadora que, la víspera de las elecciones de 2011, en los círculos de negocios, al Presidente sandinista se lo describía como un “populista responsable”. El 6 de agosto de 2014, la revista económica Forbes titulaba sobre el “milagro nicaragüense”, alabando las “políticas de Daniel Ortega” que “lograron atraer inversiones y empresas extranjeras, gracias al consenso entre gobierno y sector privado, así como a los cambios estructurales […] necesarios para la economía de mercado y la reactivación de las exportaciones y, en consecuencia, para el crecimiento económico y el progreso social”.
Un clan al poder
Aunque el “progreso social” no se hace visible, las medidas tomadas desde 2007 en materia de educación y salud (regreso a la gratuidad), lucha contra la pobreza (plan “Hambre cero”), techo (plan “Vivienda digna”), apoyo a los pequeños y medianos productores y a las cooperativas de mujeres, alimentaron la popularidad del Presidente entre su base social sandinista, que le sigue siendo fiel. El esfuerzo se benefició tanto de la coyuntura internacional –boom del precio de las materias primas en el mercado mundial– como de la ayuda masiva de la Venezuela de Hugo Chávez. Pero la primera se dio vuelta y la segunda se extinguió.
Las críticas más duras emanan de los antiguos compañeros del Presidente, que fueron expulsados del FSLN o lo abandonaron por propia voluntad en cada etapa de la privatización del partido rojo y negro por parte de Ortega y su clan. Más o menos a la izquierda del FSLN, pero a veces también a la derecha, se siguen proclamando del sandinismo, se consagran a su “salvataje” o a su “renovación”, y se oponen violentamente al “orteguismo”. Provienen de las filas de los dirigentes, ministros y diputados sandinistas de la década de 1980. Junto a ellos, están los intelectuales y los artistas de la Revolución Sandinista de la misma época. Pero, hasta ahora, ninguno logró dotarse de una base social o electoral.
Le reprochan a Ortega haberse acaparado el FSLN tras la derrota de 1990 y haberlo instrumentalizado al servicio de su propia persona, cuando debía ser democratizado. Denuncian el “caudillismo” del comandante, tanto al mando del partido como al mando del país. Le reprochan sus contorsiones ideológicas para reconquistar (y conservar) la presidencia de por vida, su enriquecimiento y sus connivencias con las grandes fortunas nacionales, el control de su clan –esposa, hijos y cortesanos– sobre todos los mandos del Estado y más allá (ejército, policía, medios de comunicación…). Para Dora María Téllez, ícono de la Revolución y ex ministra sandinista de Salud, el Presidente busca “institucionalizar la sucesión familiar” (El País, 19-2-16).
Más oportunista que socialista, el Presidente sandinista opera una gran separación permanente entre la retórica antiimperialista, el nacionalismo soberanista y el alineamiento librecambista así como la venta de las ventajas comparativas del país al mejor postor. En mayo de 2016, un grupo de veintisiete intelectuales, entre los que se encuentran el poeta Ernesto Cardenal y la escritora Gioconda Belli, hizo público un manifiesto titulado “No permitamos que una minoría secuestre la nación”. Allí, se describe al modelo orteguista como un sistema“autoritario, excluyente y corrupto”, pero también “represivo respecto de las tensiones sociales que genera”. Y se denuncia la explosión de la economía informal y de subempleo, de la deuda externa y los beneficios para las grandes empresas, entre 2007 y 2015.
El sandinismo actual también les otorgó a los inversores extranjeros (asiáticos, norteamericanos, etc.) múltiples concesiones para proyectos o megaproyectos de desarrollos mineros, energéticos o turísticos, oficialmente para “erradicar la pobreza”. Entre estos, el faraónico y controvertido proyecto de construcción del “gran canal de Nicaragua”, rodeado (por lo menos en los papeles) de una zona comercial exenta de impuestos, un nuevo aeropuerto internacional, complejos turísticos de alta gama, puertos de aguas profundas, autopistas, viaductos, etc. (4).
Y, sin embargo, más allá de la protesta, el FSLN y su jefe gozan de un renombre y de un poder de influencia que les permiten encarar la votación de noviembre con optimismo.
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1. Con empresas privadas y un sector público fuerte.
2. Elegibilidad en la primera vuelta a partir del 35% de los votos.
3. Véase Maurice Lemoine, “Une gauche délavée s’enracine au Nicaragua”, Le Monde diplomatique, París, mayo de 2012.
4. Véase “Le Nicaragua double le canal de Panama: à quel prix?” y “Le grand canal du Nicaragua: une concession imposée à un pays vaincu”, www.cetri.be, marzo de 2016. Y también, María Ángeles Fernández y Jairo Marcos, “Nicaragua busca cambiar la historia”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, octubre de 2015.
* Director del Centro Tricontinental (Cetri), Lovaina La Nueva.
MIÉRCOLES 2 DE NOVIEMBRE DE 2016 – COMCOSUR
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5) Irán: Una dictadura capitalista, reaccionaria y corrupta
Babak Kia (Viento Sur)
Más de un año después de la firma del acuerdo sobre su programa nuclear con las grandes potencias, la República Islámica de Irán sigue confrontada a una gran crisis económica y social.
Esta profunda crisis va acompañada de tensiones permanentes en el seno del régimen. El campo conservador cercano al Guía Jameneí sigue viendo con desconfianza el compromiso sobre el expediente nuclear. Las diferentes facciones cercanas a los Guardianes de la Revolución lo analizan incluso como una derrota diplomática y una traición del presidente Rohaní. La confrontación entre el campo del Guía y las denominadas fracciones “moderadas” o “reformadoras” cercanas a Rohaní se centra en la “apertura” a las grandes potencias imperialistas y al tipo de integración en el mercado mundial.
Si bien el campo del Guía tiene en sus manos la casi totalidad de las palancas de poder, no ha podido impedir el compromiso sobre lo nuclear y ello debido a las propias debilidades del régimen, su profunda impopularidad, las importantes crisis que atraviesan a la sociedad iraní, al peso de las sanciones internacionales y a la inestabilidad regional. En el terreno de la “apertura”, las corrientes “moderadas” o “reformadoras” en el seno del poder se han apoyado en una parte de las aspiraciones populares expresadas en particular en las movilizaciones de 2009 contra la reelección de Mahmud Ahmadinejad a la presidencia de la República.
Tras el aplastamiento del “movimiento verde” encarnado por Mussaví y Karubí en 2009, las facciones “liberales” del régimen apoyaron la elección de Rohani y han respaldado su política de compromisos con el imperialismo estadounidense. Este apoyo ha permitido a la República Islámica de Irán tratar en el interior del stablishment político las discordias y ha contrarrestado así la intervención directa de la población. Rohaní ha sido la encarnación del punto de equilibrio en el seno del régimen. Pero esta tentativa de estabilización de la situación política no será duradera.
En efecto, todas las crisis que llevaron a la movilización popular de 2009 se han profundizado. La crisis social y económica, la miseria y el paro, la inflación, la negación de los derechos democráticos y sociales, así como la ausencia de perspectiva para la juventud, se han agravado. En los hechos, la política económica y de compromiso con el imperialismo desarrollada por Rohaní es la de Rafsandjani, uno de los pilares del régimen desde la creación de la República Islámica en 1979 y sin duda uno de los más corrompidos. Pero los “reformadores” y los “moderados” no se enfrentan nunca directamente con el campo conservador y aún menos con el propio Guía.
Sin embargo, esta confrontación no deja de ser por ello menos real. Así, el acuerdo sobre lo nuclear habría podido dejar ver un acercamiento diplomático importante con la administración Obama sobre los diferentes conflictos que golpean Medio Oriente. Pero esto no ha ocurrido en absoluto. Desde el compromiso sobre el dossier nuclear, la República Islámica de Irán ha acentuado su confrontación con los aliados de los Estados Unidos en la región y en particular con la monarquía saudita. En efecto, la política regional de la República Islámica de Irán está en manos de los Guardianes de la Revolución y del Guía Jameneí.
Las tensiones entre Teherán y Riad, ya sea a través de guerras por poderes y por fuerzas interpuestas como en Yemen, en Irak y en Siria, o en el terreno de la lucha dialéctica sobre los santos lugares y el peregrinaje del Hadj, son cada vez más violentas. Esto es por supuesto la expresión de los conflictos de intereses que oponen a las dos potencias regionales rivales pero traduce también las divergencias profundas en el seno de la molarquía (en referencia a la dictadura de los mollah o mulá, miembros del llamado clero chií; ndt). El Guía hace todo lo que puede para limitar el acercamiento a Washington a fin de circunscribir la progresión de las facciones “moderadas” y “reformadoras” del régimen.
Ciertamente, en el terreno militar, las convergencias de intereses son flagrantes en Afganistán o en Irak y ciertas intervenciones de los Guardianes de la Revolución no pueden hacerse más que con el aval y la bendición del imperialismo estadounidense. Así, la intervención en curso para recuperar Mosul al Estado Islámico, es llevada a cabo por las fuerzas iraquíes, los peshmergas de la autoridad autónoma del Kurdistán iraquí, la fuerzas del Estado turco, las milicias chiítas iraquíes encuadradas y financiadas por la República Islámica de Irán y con la participación de las fuerzas de élite de los Guardianes de la Revolución, todo esto con el apoyo aéreo y logístico de la coalición internacional dirigida por Washington.
Pero esto no se traduce sobre el terreno diplomático y político. El Guía de la Revolución se niega a todo avance en este sentido. Se opone así en el plano interior a la política deseada por una parte del régimen, en particular por Rafsandjani, pero también por las facciones “moderadas” y “reformadoras”.
Más en general, en la escena regional, la República Islámica de Irán participa con el Hezbolá libanés y Rusia en la coalición que apoya activamente al criminal régimen de Bachar Al Assad. Por supuesto, desde la intervención militar directa de Moscú en Siria, el papel de la República Islámica ha pasado a un segundo plano. Sin embargo, sin el apoyo financiero de la teocracia reaccionaria de Teherán y sin el apoyo de los Guardianes de la Revolución, el sanguinario régimen de Damasco no sería capaz de mantenerse. Siria es un asunto de gran importancia de enfrentamiento entre las potencias imperialistas estadounidense y rusa, a la vez que un terreno de confrontación indirecta entre la molarquía iraní y la monarquía de los Saud. Las dos potencias regionales más reaccionarias se enfrentan por fuerzas interpuestas poniendo a Siria, pero también Irak y Yemen a sangre y fuego.
Este enfrentamiento bárbaro es el resultado de las ambiciones regionales antagónicas de dos regímenes dictatoriales. La lucha contra Daesh no es más que un pretexto y permite a la República Islámica de Irán y a Arabia Saudita ingerirse profundamente en el destino de los pueblos de la región. La religión no es más que un pretexto ideológico de la rivalidad económica (en particular en el seno de la OPEP), geoestratégica y política. En su confrontación, Riad y Teherán no dudan en instrumentalizar y fomentar la religiosidad y los sectarismos que se desarrollan sobre un fondo de miseria creciente en la región. Los retrocesos de Daesh, incluso su derrota total no pondrán fin al caldo de cultivo de miseria sobre el que prosperan los sectarismos y las guerras civiles, ni a las ambiciones antagónicas de la República Islámica y de Arabia Saudita.
La política regional de la República Islámica es rechazada por la mayoría de la población. El coste financiero es exorbitante para el país precisamente cuando las necesidades elementales de una gran parte de los y las iraníes están lejos de ser satisfechas. Por otra parte, esta política es vivida por ciertas capas de la población como un freno a la “normalización” de las relaciones entre el país y las grandes potencias.
La oposición entre “moderados” y conservadores oculta divergencia de intereses
Detrás de la oposición entre las facciones “moderadas” y el campo de los conservadores, del Guía y de los Guardianes de la Revolución, se oculta un enfrentamiento por el control sobre la economía y los recursos del país. En efecto, la política de Rohaní y de sus aliados está dirigida claramente hacia el levantamiento de las sanciones internacionales, y a una apertura del mercado iraní a las multinacionales y a las potencias occidentales. Ahora bien, el campo del Guía se ha enriquecido precisamente gracias a las sanciones y al mercado negro que organiza. Se enriquece de su control total sobre el sistema bancario del país, cuando la apertura al mercado mundial implica una integración de los bancos iraníes en el sistema financiero internacional. En fin, la integración de la República Islámica en el sistema económico internacional supondría reformas fiscales profundas que amenazarían a las Fundaciones. En efecto, estas Fundaciones (Bonyad), de contabilidad opaca, no están sujetas a impuestos y no rinden cuentas más que al Guía y su gabinete.
Estas Fundaciones, de vocación oficialmente caritativa y religiosa, constituyen riquísimos holdings, que reagrupan a veces más de un centenar de empresas. Juegan un papel muy importante en la redistribución clientelista de una parte de las riquezas del país y en la organización de la corrupción.
Según el diario económico iraní Sarmayeh, las Fundaciones controlarían entre el 35% y el 40% del PIB iraní, que se eleva a 120 000 millones de euros. La mayor parte de estas Fundaciones aparecieron tras la revolución de 1979. Fueron encargadas por el nuevo régimen de incautar las posesiones de las grandes familias cercanas al Shah a fin, oficialmente, de redistribuir el dinero al pueblo vía obras caritativas. Pero muy rápidamente, se convirtieron en pilares económicos, sociales y políticos de la República Islámica. Extendieron sus actividades a sectores tan variados como el inmobiliario, la construcción, el textil, el agroalimentario, la farmacia, los hospitales, las universidades y ,por supuesto, el petróleo. Estas Fundaciones controlan incluso ciertas zonas francas. Así, la Fundación Astan-e Qods Razavi, encargada de gestionar la tumba del Emanm Reza en Mashhad, es propietaria de un centenar de empresas y de la zona franca de Sarakhs en la frontera con Turkmenistán. Creada en 1996 esta zona franca es una verdadera ciudad industrial, placa giratoria del comercio legal y del mercado negro “institucional” hacia los países del Asia Central, disponiendo incluso de un aeropuerto.
Como “el dinero no tiene color”, estas Bonyad a menudo dirigidas por la jerarquía de los Guardianes de la Revolución y marcadas por su religiosidad ideológica, han invertido igualmente en complejos turísticos de lujo y en el sector del ocio. Así, la Fundación de los Desheredados (una de las más importantes) es propietaria del teleférico, de las pistas de esquí y de los restaurantes que acogen en la montaña a la juventud dorada de Teherán. La capacidad de autofinanciación secreta de estas grandes fundaciones permite también financiar actividades ocultas, por ejemplo redes no oficiales de información y de acción exterior ligadas a los Guardianes de la Revolución.
Las divergencias de intereses constituyen por tanto una fractura importante que atraviesa las cúpulas de la molarquía iraní. El acuerdo sobre el programa nuclear con las grandes potencias, el levantamiento progresivo de las sanciones y la apertura, aunque sea tímida, del mercado iraní acentúan las contradicciones en el seno de la cúpula. Sin embargo, el conjunto de los protagonistas y corrientes políticas internas del régimen comparten el interés de mantener en pie el yugo capitalista y reaccionario que es la República Islámica.
La República Islámica y el Imperialismo: los negocios se reanudan a la luz del día
Así, una República Islámica que debe hacer frente a un descontento generalizado de la población, lleva a cabo al mismo tiempo una violenta política social que destruye en particular el código del trabajo y suprime las escasas protecciones sociales de los asalariados del sector privado y de los funcionarios.
En efecto, en este período post acuerdo nuclear, la obsesión del gobierno Rohani es hacer el mercado de trabajo atractivo para las multinacionales y los inversores extranjeros. La modificación del código del trabajo en discusión prevé en particular la posibilidad de restablecer el trabajo de niños y niñas de menos de 15 años. Las protecciones en materia contractual serán levantadas, se ampliará la posibilidad de “establecer” contratos orales, los salarios serán “negociados” directamente entre el empleador y el asalariado, y el nivel del salario mínimo será instaurado empresa por empresa, en función de la “realidad económica”. Este es el contexto en el que las grandes multinacionales vuelven a tejer lazos con Teherán. Así, Peugeot quiere reconquistar su posición de líder occidental en el mercado del automóvil iraní. El lanzamiento en octubre de 2016 de un joint-venture llamado IKAP (Iran Khodro Automobiles Peugeot) viene a sellar la vuelta de la marca francesa al mercado iraní.
Por otro lado, Renault ha creado también una empresa conjunta con Iran Khodro y Saipa (marcas iraníes en cuyo capital los Guardianes de la Revolución participan como accionistas). Airbus, por su parte, ha firmado un protocolo de acuerdo con la República Islámica que trata sobre 114 aviones para medias (A320) y largas distancias (A330). En el plano comercial, el “Gran Satán” no se queda atrás. Así, la sociedad estadounidense Boeing ha anunciado la firma de un acuerdo con Iran Air para la venta de 80 aparatos y el alquiler de otros 29.
La Molarquía: una dictadura contra los trabajadores, las mujeres y los pueblos
En este contexto, los derechos democráticos y sociales siguen siendo pisoteados sistemáticamente. Frente a las aspiraciones legítimas de los trabajadores, de la juventud, de las mujeres y de las minorías nacionales, el poder solo tiene un “arma” a su disposición: la de la represión. Así, la República Islámica de Irán se sitúa en segunda posición (detrás de China) en el siniestro cuadro de récords del número de ejecuciones de presos, en particular de menores. En lo que se refiere al número de penas capitales, el país está incluso por delante de Arabia Saudita. Desde la subida al poder de Rohaní a la presidencia de la República, en junio de 2013, el régimen ha ejecutado a más de 2 000 presos.
Las luchas obreras son sistemáticamente reprimidas y los dirigentes detenidos, condenados, torturados. Muy recientemente varios sindicalistas y activistas del movimiento obrero han sido condenados a largas penas de prisión. Es el caso en particular de Ebrahim Madadi, Davoud Razavi, Reza Shahabi, miembros de la dirección del Sindicato Vahed (de la empresa de Transportes públicos de Teherán y sus alrededores). Este último ha sido de nuevo condenado a un año de prisión tras haber purgado una pena de 6 años con el pretexto de “actuaciones contra la seguridad nacional”. La lista de los sindicalistas condenados desde el comienzo de este año 2016 no deja de alargarse.
Los y las militantes de los derechos humanos no están mejor tratados. Así, Narges Mohammadi, periodista, abogada, directora del Centro para la Defensa de los Derechos Humanos (CDDH), ha sido condenada a 16 años de prisión por haber “formado y dirigido un grupo ilegal” que demanda la abolición de la pena capital. Encarcelada desde mayo de 2015, Narges Mohammadi había sido condenada una primera vez en abril de 2016 en un proceso lleno de irregularidades, bajo la influencia del ministerio que controla los servicios de información. Narges Mohammadi es muy popular en Irán y había recibido en mayo de 2016 una medalla de la ciudad de París por su trabajo en favor de la defensa de los derechos humanos.
Desde la llegada al poder de Rohanni, no se ha registrado ningún progreso en cuanto a la situación a la que están sometidas las mujeres. Peor aún, han sido adoptadas otras leyes retrógradas y “anti-mujer”. Una de ellas en particular ha suscitado la indignación general: la legalización del matrimonio entre un padre y su hija adoptiva. Esta ley ha sido puesta en marcha por el gobierno Rohani el 19 de noviembre de 2013. Una ley en la que el papel del padre es confundido con el del marido y con la cual las niñas no pueden estar seguras, una ley que legaliza la pedofilia y normaliza el crimen, según los y las militantes de los derechos humanos. Más allá de las desigualdades institucionalizadas por la teocracia reaccionaria de Teherán, las mujeres sufren una violencia social muy importante. Como ejemplo, la agencia oficial Mehr (cercana a los conservadores y los Guardianes de la Revolución) ha anunciado a finales de agosto de 2016 que la mayoría de las personas detenidas en Irán son mujeres. Y más del 50% de ellas están a la espera de juicio, desde hace varios años en algunos casos.
Las minorías nacionales y religiosas, en particular los kurdos, azerís, baluches, las poblaciones árabes y sunitas del sur de Irán, siguen estando oprimidas y duramente reprimidas por el régimen y su brazo armado, los Guardianes de la Revolución.
En fin, los refugiados afganos continúan sufriendo un espantoso racismo de Estado. Cuando no están sobreexplotados, los jóvenes refugiados afganos hacen el papel de “carne de cañón” del régimen y son enrolados por la fuerza en milicias enviadas a los frentes sirios o iraquíes. Con el cinismo sin límite que caracteriza a las grandes potencias imperialistas, en marzo pasado la Unión Europea emprendió discusiones con la República Islámica a fin de contener la inmigración afgana en Irán. Así, en el acuerdo previsto, la UE se propone asignar de forma urgente 6,5 millones de euros suplementarios de ayuda humanitaria a los afganos que se encontraran en Irán, incluyendo 1,5 millones de euros para escolarizar a los niños afganos en ese país. Estos acuerdos se producen en el momento en que el gobierno afgano acaba de protestar enérgicamente contra la República Islámica por haber puesto en jaulas y exhibido públicamente a decenas de refugiados afganos en Shiraz. Su crimen era haber entrado ilegalmente en territorio iraní.
En mayo de 2017 la República Islámica organizará nuevas elecciones presidenciales. Rohani se presentará sin duda alguna para un segundo mandato. Es evidente que cualquiera que sea el vencedor de esta siniestra mascarada, las elecciones no cambiarán nada de la situación de los pueblos de Irán. Solo una perspectiva laica y socialista será capaz de frenar el avance de la barbarie en la región.
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Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
MIÉRCOLES 2 DE NOVIEMBRE DE 2016 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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