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URUGUAY: LA COMUNICADORA LAURA MARTÍNEZ CONTÓ POR PRIMERA VEZ LO VIVIDO POR SUS PADRES DURANTE LA DICTADURA – comcos ur informa 1965 – 19.06.2020

COMCOSUR INFORMA AÑO 20 No. 1965 – 19.06.2020 – Hoy:

1) Uruguay: La comunicadora Laura Martínez contó por primera vez lo vivido por sus padres durante la dictadura /Gustavo Descalzi
2) Uruguay: Víctimas de la dictadura piden a Larrañaga quitar placa de la ex DNII que recuerda al inspector Víctor Castiglioni
3) Uruguay: Del puente al tobogán /José Antonio Rocca
4) El trasfondo de las protestas que sucedieron al asesinato de George Floyd en Minneapolis /Ernesto Semán
5) Cuando cooperación rima con inversión privada /Sergio Ferrari
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VEO VEO – Propuestas y comentarios de Henry Flores – Hoy:

I. Concurso “Guitarra Negra”
II. Recital vía Streaming trio “Rocca-Morgare-Gomez”
III. Concurso nacional cortos “Tenemos que Ver”
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“Siempre he partido de una idea elemental: la de que la verdad no necesita ser justificada por la adecuación a un objetivo superior. La verdad es la verdad y nada más. Debe ser servida, no servir.”
Eugenia Ginzburg / “El vértigo”.
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1) URUGUAY: LA COMUNICADORA LAURA MARTÍNEZ CONTÓ POR PRIMERA VEZ LO VIVIDO POR SUS PADRES DURANTE LA DICTADURA

«El dolor te paraliza, te hace perder la memoria, te deja en la quietud, en etapas y en años que se borran», dijo la comunicadora.

Por Gustavo Descalzi /Pantallazo.com /09.06.2020

Hace pocos días en Lax.uy, en el programa «Modo Pillo» que conducen Jimmy Castilhos y Jimena Siri, la actriz y conductora uruguaya estuvo invitada y contó una desconocida historia de vida en épocas de la dictadura.

Laura es hija de la profesora María Julia Listur, sobreviviente de la dictadura, y al ser consultada sobre esta historia desconocida dijo: «Me abro a contar esta historia por primera vez porque el dolor, el dolor te paraliza, te hace perder la memoria, te deja en la quietud, en etapas y en años que se borran, es una historia de vida que no la tengo muy clara por el dolor, porque yo era muy chica».

Los conductores fueron quedando mudos a medida que aparecían detalles desconocidos. «Fue terrible. Mis padres siempre tuvieron ideales izquierdistas, no eran tupamaros.

Hacían ollas populares como se hacen ahora, mi madre docente de historia y mi papa escritor, periodista y estanciero con buena posición económica, que siempre ayudaban a los más necesitados. Eso yo vivía en mi niñez: la lucha de mis padres ayudando a los más pobres. Hasta que un día nos entraron de noche, nos arrebatan cosas, allanamientos hacían. Entonces había mucho miedo y había mucho pánico y mis padres decidieron venirse a Montevideo. Ese día hacían una despedida a orillas del Rio Santa Lucia con sus amigos y profesores, a partir de ese día fueron presos».

«Previamente nos pusieron bombas y fue terrible, en Santa Lucia, dos bombas. El Rufo (Martínez) era chico, hemos mantenido en silencio (esta historia), por respeto a mi madre, por el dolor que sufrió. Ella nunca nos contaba nada. De pronto fue floreciendo la verdad y es difícil recordarlo».

Para hacer un corte en ese relato cargado de emociones, Jimmy le pregunto por el incidente que había contado su mamá en el programa. «Cuando explotó la bomba en la puerta principal mi padre nos agarró, Rufo era bebé, lo agarró de la cuna para salir por el fondo y otra bomba más explotó. Yo salí en ropa interior, era una niña, congelada de frio, y todo el mundo mirando esa explosión, que quedaron cenizas. En la cuadra quedaron todas las casas sin vidrios y luego no los vi más (a sus padres), y me dio pánico. Vino una vecina a traerme una manta porque estaba desnuda. Fue mi padre el que nos salvó».

Luego de una pausa, Laura continuó el relato: «Eran tantas las ansias de ver a mis padres… Mis abuelos lucharon mucho, y gracias a mi abuelo que era médico y luego de mucho logró liberarlos, porque eran inocentes. Hace más de cuarenta años que esto pasó y yo no lo hablo. Es más, ni con mis hermanos lo hablamos. Me quede sin casa y nos separaron; luego de la detención nos quedamos con mi tía, que era profesora de piano y del partido nacional, y también la llevaron».

«Un hermano quedó con mis abuelos, yo con una familia de Santa Lucía, y mi hermano con otra familia. Hasta que un día venía en el ómnibus de Canelones con una amiga de hacer deportes y veo a dos pordioseros, y veo y le digo a mi amiga: «¡Esos son mis padres! Mi madre esquelética y raquítica, los habían soltado ese día, ellos estaban parando ómnibus a ver si los llevaban a Santa Lucia y estábamos en el mismo ómnibus. Ellos con una bolsa negra, bien como los bichicomes que están en la calle, todos sucios, desgreñados.

Mi madre pesaría 20 kilos, y los abracé. Se paralizó el ómnibus, fue una cosa impresionante».

Agregó: «Teníamos por suerte un abuelo que lucho y los rastreaba, porque no se sabía dónde estaban. Eran inocentes, ellos ayudaban al pueblo haciendo ollas populares y yo me crie dando vuelta los ensopados que hacían. Ellos fueron presos por tener ideas diferentes y ayudar a los más pobres».

Haciendo un corte, Castilhos preguntó que la llevó a guardar silencio tantos años: «Ya te digo Jimmy, fue silencio. Yo no sé si los torturaron o no, o sé, más o menos, de a poco. Fijate que pasaron 40, 50 años. Cuando tenía 17 años hacía teatro con Roberto Jones y estaba en canal 12 y tenía miedo que me echaran, me daba vergüenza, miedo y vergüenza, yo siempre di otra imagen y la gente no podía asociar, creo hasta el día de hoy, no pueden asociarme porque en el canal se ignoraba que mi familia había sufrido esto».

Jimena le pregunto si su entorno sabia esta historia, a lo que Laura contestó: «Yo solo lo he hablado con una o dos amigas, y ahora con ustedes y está bien que así sea, y siento un alivio, no sé cuantos kilos menos tendré. Cacho (de la Cruz) sabia de esta historia y lo hablamos en alguna oportunidad, en esa época estaba en los programas más relevantes de canal 12».

Conto que vivió con pesadillas de militares entrando nuevamente en la casa, pero rescató: «La fuerza de mis padres, la fuerza de mi madre, que superaron y siguieron adelante. Ahora pasaron tantos años y mi madre empezó a hablar, hace dos años recién, hace dos años que yo me siento a hablar un poquito más con ella. Lo tenía muy escondido. Cada uno se protege como puede, entonces no sé cómo puede haber tanta insensibilidad cuando dicen: ‘Ya pasó’. No, no pasó».

Jimena Siri volvió sobre un tema medular y pregunto si había hablado este tema con su hijo Santiago, producto de su relación con Cacho de la Cruz. «Santiago es súper sensible, me ha preguntado y también he tenido cuidado hacia él, para que no sufra, como lo que hizo mi madre con nosotros. Él estaba a mi lado cuando le hicieron la nota a mi mamá Julia.

Ese día Santiago me abrazó (tanto) que me estrujó y me dijo: ‘Nunca se sabe nada de vos, de esa parte de tu vida y como la mantuviste en silencio, mamá. Porque nunca lo dijiste’. Yo soy la hija de mi madre, que fue presa torturada, pero ya salió. Yo soy la hija. Mi padre ya falleció y mi madre está con vida, pero hay agrupaciones de hijos que siguen buscando a sus padres. No sé si le preguntaría si fue torturada y si eso le traería nuevamente dolor, yo la adoro a mi madre, no sé si quiero remover más de lo que ella se ha animado. Hacer documentales como protagonista, ganando premios en Francia, en Lyon, sobre la memoria de Santa Lucia. No sé si me animo a ir a lo crudo, son temas que nos marcaron a fuego. Los desaparecidos, la dictadura, recuerdo y me quedo atragantada».

Gustavo Descalzi /Pantallazo.com COMCOSUR INFORMA AÑO 20 No. 1965 – 19.06.2020
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2) URUGUAY: VÍCTIMAS DE LA DICTADURA PIDEN A LARRAÑAGA QUITAR PLACA DE LA EX DNII QUE RECUERDA AL INSPECTOR VÍCTOR CASTIGLIONI

La Red 21 / 17.06.2020

El colectivo de denunciantes de violaciones de los derechos humanos durante la dictadura en la ex Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) solicitó al ministro del Interior, Jorge Larrañaga, que revea la decisión de reinstalar la placa de homenaje al inspector Víctor Castiglioni en la Sala de Actos de la ex DNII, porque se trata de una afrenta a la República, a la institución policial y a la democracia.

En el año 2016 el gobierno de Tabaré Vázquez y la Comisión Especial de Reconocimiento y Reparación a las Víctimas de la Actuación Ilegítima del Estado colocaron una placa de la memoria en el edificio de la Dirección de Información e Inteligencia (DNII) Policial donde se organizó el espionaje y la persecución contra la sociedad y se violaron los derechos humanos en la última dictadura cívico-militar (1973-1985).

En aquella oportunidad también cambiaron el nombre del salón de actos que se llamaba, Víctor Castiglioni, por Julio Guarteche. Días pasados se reinstaló en el Salón de Actos de la DNII una placa que recuerda a Castiglioni cuestionado por su participación en el terrorismo de Estado durante la pasada dictadura militar y denunciado como ideólogo del secuestro de la maestra Elena Quinteros.

A raíz de ello, el colectivo de denunciantes de violaciones de los derechos humanos durante la dictadura en la ex DNII remitió una carta al ministro del Interior, Jorge Larrañaga, a través de la cual piden que revea la decisión de reinstalar la placa de homenaje Castiglioni, porque se trata de una afrenta a la República, a la institución policial y a la democracia.

Carta a Larrañaga:

Sr. Ministro del Interior
Dr. Jorge Larrañaga
Presente

En el día de ayer, 16/06/20, nos enteramos de la reinstalación de la placa de homenaje al Inspector Víctor Castiglioni en la Sala de Actos de sede de la ex DNII de Maldonado y Paraguay.

Le recordamos que, en el año 2011, una cincuentena de ex presas y presos de la DNII hicimos una denuncia en la justicia penal (que aún se tramita), dando detalles de los horrores allí vividos con especial énfasis durante la gestión de Castiglioni.
Usted conoció personalmente, y de primera mano, a integrantes de este colectivo. Tal es el caso de su colega en la Cámara de Representantes, el Dr. Gonzalo Carámbula, cuya denuncia sobre los tormentos recibidos allí (en el año 1976), fue presentada en el Parlamento nacional, junto a varias otras.

Su propio Partido Nacional fue objeto de saña represiva, siendo detenidos múltiples veces sus dirigentes y militantes, encapuchados y humillados.

Con el espíritu de construir una sociedad y sus instituciones en consonancia con los valores democráticos, fue que un grupo de militantes sociales y políticos que fuimos torturados en la sede de la entonces DNII (Maldonado y Paraguay, actual DGII), solicitamos, en el año 2016 retirar de esa sala la placa que homenajeaba a Víctor Castiglioni ubicándolo como un ejemplo a las nuevas generaciones de policías que por allí pasan, trabajan y se forman.

Finalmente esto se llevó a cabo en la misma instancia en que se colocó, en el marco de la Ley 18.596, una placa recordatoria de sitio de memoria del terrorismo de Estado y del uso ilegítimo del poder del Estado uruguayo.

Es así que nos preguntamos, y le preguntamos, con dolor e indignación, Sr. Ministro, ¿por qué vuelve esta placa a homenajear a ese individuo? ¿Qué valores se transmiten a la sociedad, y a la Policía Nacional, cuando se restituye esa placa?

Y es por ello que le solicitamos, como Ministro del Interior y responsable del área, pero sobre todo como demócrata, que revea esta decisión que afrenta a la República, a la Institución Policial y a la Democracia.

Decisión que lastima, especialmente, a todos los que fueron víctimas del terrorismo de estado.

Por colectivo de denunciantes de violaciones de los DDHH durante la dictadura en la ex DNII (Dirección Nacional de Información e Inteligencia):

Gisella Marsiglia, Enrique Rodriguez, Silvia Sena, Eduardo Macchi, Ariel Casco, Antonia Yañez, Lucía Arzuaga, Eduardo Vaz, Virginia Michoelson, Fernando Gallardo, Ademar Campos, Alma Espino y Diego Damián.

La Red21 COMCOSUR INFORMA AÑO 20 No. 1965 – 19.06.2020
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3) URUGUAY: DEL PUENTE AL TOBOGÁN

El menú que ofrece el gran capital y el gobierno multicolor es nítido. Descenso de salarios reales, aumento del grado de explotación a los trabajadores, concentración de capitales, mayor dependencia.

Por José Antonio Rocca /Junio, segunda quincena 2020

En el marco del descenso vigente del poder de compra de los trabajadores, los correctivos pactados para los grupos que culminan acuerdos salariales el presente año rondan el 3%. No cubrirán siquiera las pérdidas registradas en los cinco meses recorridos del 2020.

El IPC entre enero y mayo ha incrementado casi 7%, para los datos del INE y dentro de ello, rubros muy sensibles para los sectores populares como alimentos, agua potable, energía eléctrica, vienen creciendo por encima del promedio.

El descenso de las horas trabajadas ha sido muy superior, al registrado en el producto (i) por lo cual la plusvalía generada por los trabajadores ocupados, se incrementa fuertemente, como consecuencia del aumento del producto por hora trabajada, sin que derrame siquiera parcialmente sobre los salarios.

En este escenario las propuestas del Ministerio de trabajo se sintetizan en un denominado convenio “puente” que se extiende desde el primero de julio del 2020 y que se limita a un ajuste nominal de 3% el primero de enero de 2021 (ii)

Es difícil prever la inflación de los próximos meses. De todas maneras todo indica que superará los ajustes de ingresos a recibir por los trabajadores. Los precios locales dependen de un cúmulo de factores y particularmente de la evolución del dólar muy sensible al contexto regional y mundial. Todo indica que el gobierno intentará frenarla hasta las elecciones municipales de setiembre, al costo de aumentar aún más la deuda pública. Después probablemente tenderían a predominar las fuerzas que lo impulsen al alza.

Los trabajadores, que resistan hasta el 30 de junio de 2021, al salir del puente serán “premiados” con un nuevo correctivo por inflación, que, sin embargo, tendrá la reducción equivalente de los puntos de descenso del PBI. Nuevamente la mayor productividad del trabajo fruto del casi seguro menor empleo irá a parar a las cuentas bancarias de grandes capitalistas foráneos y quizás alguno local.

En suma la rentabilidad de las grandes empresas será incrementada o restaurada esencialmente mediante una transferencia de ingresos desde los trabajadores.

En el ínterin se proyectan además un presupuesto que disminuirá el gasto social, una reforma jubilatoria que elevará la edad de retiró y achicará las pasividades. Mientras proliferan zonas francas, renuncias fiscales, subsidios, extensión de plazos de deudas para grandes capitalistas urbanos y rurales.

En síntesis nubes de tormenta amenazan los bolsillos del pueblo oriental y quizás al conjunto de la economía, acompañado por el viejo mito de contraponer salarios con ocupación.

Detrás de una supuesta defensa del empleo se oculta la embestida contra los ingresos de los trabajadores, aunque la reducción de los salarios reales no garantiza mayor demanda laboral. Incluso es probable que la reduzca.

Los sectores volcados al mercado interno sufrirán los efectos del menor consumo. Los grandes exportadores incrementarán ganancias, pero difícilmente eso incentive mayor empleo y producción, ya que las cadenas de soja, carnes, eucaliptos, que representan el 60% de las ventas al exterior y demás rubros primarios dependen del clima y factores estructurales que acotan su dinámica.

El neo liberalismo ha demostrado, hasta el hartazgo, en todas partes que no tiene respuestas positivas a los problemas económicos de los pueblos. En América latina su actual empuje se encamina esencialmente a tratar de garantizar a los grandes banqueros el cobro de sus créditos e intereses y Uruguay no es excepción.

Y hasta en ese plano los resultados son dudosos. La recaudación fiscal probablemente descienda por el peso de los tributos que recaen sobre una actividad local que se verá menguada. El déficit fiscal durante 2020 será creciente. Sobre su futuro durante 2021 y años subsiguientes, “¿pos quién sabe?” como diría mi amigo el Lechuga.

Gotitas de economía

Las cifras oficiales del INE registran que el IPC acumula un incremento de 6.77 para los cinco primeros meses del 2020.

La mayor incidencia corresponde al rubro alimentos, que ha incrementado casi 20% en el último año.

La tasa de empleo que mide la demanda de fuerza de trabajo fue de 53.1% en marzo del presente año. En el mismo mes del 2019 fue de 56.2%. Las cifras no son estrictamente comparables por cambio de metodología de recolección de datos. De todas maneras la reducción se puede estimar en un rango entre 80.000 y 90.000 trabajadores.

La recaudación del IVA en los primeros 4 meses del año se redujo un 9.2% en términos reales respecto a 2019.

Las exportaciones desde Uruguay en el período enero a mayo de 2020 descendieron 18% en relación al año precedente.

El gobierno argentino planea la expropiación de la sojera Vicentín que mantiene deudas impagas con diversos organismos del sector público argentino.

El índice mensual de actividad en Chile (IMACEC) descendió 14.8% en abril respecto a 2019.

La empresa ADIDAS recibió créditos de emergencia de parte del Estado alemán. Eficiencia del mercado que le dicen.

Notas:
(i) Por ejemplo, el índice de volumen de la industria manufacturera se redujo 4%, pero las horas trabajadas cayeron 12%, situaciones similares se repiten en diversos ámbitos económicos.
(ii) Por si el mazazo contra los trabajadores no fuera lo suficientemente duro, sectores con dificultades de competitividad quizás lo puedan postergar al mes de abril.

José Antonio Rocca /La economía de a pie COMCOSUR INFORMA AÑO 20 No. 1965 – 19.06.2020
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4) EL TRASFONDO DE LAS PROTESTAS QUE SUCEDIERON AL ASESINATO DE GEORGE FLOYD EN MINNEAPOLIS

Ernesto Semán /La Diaria, 13 de junio de 2020

Como la imagen del sartenazo a una rata censurado en la película Sangre negra, la violencia durante las protestas que sucedieron al asesinato de George Floyd en Minneapolis genera reacciones encontradas. Pero al mismo tiempo denuncia la sensación de asfixia de amplios sectores de la comunidad negra en Estados Unidos. Se trata de las primeras manifestaciones que se producen bajo el consenso extendido de que la movilidad social ascendente es cosa del pasado y que una mayoría de negros y blancos tendrá un futuro aun peor que el presente.

En 1951, la violenta imagen de un negro matando a una rata a sartenazos fue una de las primeras tomas eliminadas por los censores norteamericanos que mutilaron Sangre negra. La película estaba basada en la exitosa novela del escritor negro Richard Wright y contaba la vida de Bigger Thomas en South Side, la zona más pobre y segregada de Chicago. Bigger no era el “negro bueno” que pobló la literatura del siglo XIX ni el héroe que redimía a su raza, sino un criminal despreciable, incapaz de meditar sobre las consecuencias de sus acciones, que primero asesina (sin querer) a la hija de su empleador blanco y luego (deliberadamente), a su propia novia negra. Además de eliminar las escenas de contacto físico entre negros y blancos, los censores suprimieron cualquier escena que pudiera evocar un vínculo entre segregación, violencia y política. Hollywood fue más tolerante con el discurso del abogado defensor de Bigger denunciando el racismo de la sociedad que con las imágenes de violencia cotidiana. La escena de la rata, y no la rata, tenía que morir.

El último fin de semana de mayo, mientras Estados Unidos se sacudía por la ola de protestas por el homicidio de George Floyd, cerca de 20 personas murieron asesinadas por disparos de bala en Chicago. La mayor parte fueron asesinadas por bandas juveniles en la misma área que Wright retrató a mediados del siglo pasado. Fueron tantos los asesinados el domingo 31 de mayo, de los cuales 80% eran negros, que la morgue debió contratar personal extra para las autopsias. Entre los crímenes en South Side y los saqueos a comercios y edificios del centro parecía disolverse una frontera, un verdadero muro interior construido por décadas a fuerza de discriminación, créditos inmobiliarios, zonificaciones, escuelas y hospitales.

Como el sartenazo de Bigger a la rata, la violencia durante las protestas de estos días es conflictiva, pero de forma evidente denuncia la sensación de asfixia de amplios sectores de la comunidad negra. La frialdad ausente con que el policía de Minneapolis Derek Chauvin asesinó a Floyd lo aleja del fanatismo asociado al ascenso de la extrema derecha junto con la llegada de Donald Trump. Parecía, más bien, el gesto disciplinado de un linaje profesional. La reacción violenta ante las protestas violentas fue mucho más que un esfuerzo por preservar la propiedad y el orden. En los años 50, el gran historiador trinitense CLR James veía en la irracionalidad criminal de Bigger el “epítome de la lucha revolucionaria de los negros”, en la medida en que su “personalidad se liberaba a través de la acción violenta contra sus tiranos”. Esa potencialidad no pasaba desapercibida entre quienes miraban con horror a jóvenes con hambre literal y simbólica arrasar supermercados, tiendas de ropa y comisarías. Por si quedaban dudas, la represión por parte de fuerzas policiales militarizadas con pertrechos de las guerras de Vietnam y Afganistán confirmaba de forma menos simbólica la transformación de la protesta en “enemigo interno” y el compromiso institucional con una nación anclada en la violencia extrema contra los negros como el pivote desde el cual garantizar el orden social.

En los segundos antes de morir, Floyd repitió un par de veces “I can’t breathe” (“No puedo respirar”). Repetía lo que dijo en 2014, entre súplica y denuncia, Eric Garner, cuando un policía lo asfixió en una calle de Nueva York. Desde ese momento, la frase se convirtió en el eslogan de Black Lives Matter, probablemente el movimiento negro más grande surgido en este siglo en Estados Unidos. “I can’t breathe” pasaba de ser una expresión literal de lo que vivieron Garner y Floyd a convertirse en una denuncia convocante contra la sociedad en la que ocurren estos crímenes.

La coyuntura de este último año agravó esa sensación de sofocación. La pandemia produjo un doble efecto: disparó la pobreza y el desempleo de forma generalizada, y castigó en particular a la población afroestadounidense. Mientras el desempleo, la pobreza y los arrestos de la población negra disminuyeron en las últimas décadas, la pandemia la castigó particularmente, con una tasa de desempleo que creció tres puntos por encima de la de los blancos y un nivel de pobreza que afecta a 20% de los negros frente a 8% de los hogares blancos. Todos estos factores contribuyen a que la tasa de mortalidad causada por la covid-19 sea tres veces más alta entre los negros que entre los blancos.

En el marco del desamparo de la pandemia y el clima abrasivo generalizado de la era Trump, aquella muralla que separa a la comunidad afroamericana del resto del mundo se disolvió en algunos sentidos para hacerse aun más visible en otros. La combinación, en todo caso, hizo más relevante una transformación de décadas: estas son las primeras manifestaciones que se producen bajo el consenso extendido de que la movilidad social ascendente es cosa del pasado y que una mayoría de negros y blancos tendrá un futuro aun peor que el presente. Para un país cuya expansión externa y legitimación interna se basaron en la ilusión de un progreso perpetuo, el cambio no podría ser más significativo. Quizá esto explique no sólo la polarización, sino el hecho de que la mayoría de los estadounidenses, a lo mejor por primera vez, considere justificado el incendio de la comisaría de Minneapolis durante los primeros días de los disturbios.

En el universo heterogéneo de la población afroestadounidense, esta nueva realidad resaltada por la pandemia tiene diferentes efectos. Generacionalmente, son los jóvenes quienes demuestran una mayor desconfianza frente a las instituciones, desde los partidos hasta la Justicia, como herramientas de cambio. Pero aun entre esos jóvenes hay distintas formas de aprendizaje. Los activistas vinculados a Black Lives Matter y otras organizaciones grandes pidieron poner fin a los saqueos para evitar una reacción peor, y en general conciben estas protestas masivas como una acumulación de poder a largo plazo y la posibilidad de empujar reformas en lo inmediato. Pero incluso en estos grupos el incentivo que hace unos años ofrecía la decisión de no provocar destrozos a cambio de mejorar la capacidad de negociación con el Estado o la legitimidad ante (o dentro) el Partido Demócrata ya no tiene la misma relevancia. Aquellos desvinculados de toda organización, que marcharon en grupos desde zonas excluidas de Richmond o Portland a zonas habitualmente vedadas o fuertemente controladas, ¿pueden ser considerados activistas? ¿Cuál es el sentido de millones de Bigger Thomas perpetuados a lo largo del tiempo? La negativa a considerar sus acciones como políticas sería menos tajante hoy que hace un tiempo. Pero, en todo caso, las opciones que encuentran son más enérgicas e irascibles, a veces movidas por necesidades concretas o inmediatas, otras por la intuición o el aprendizaje sobre los límites de las acciones pacíficas.

Durante el siglo XX, las luchas heroicas de la comunidad negra cambiaron la vida de millones de personas. Muchas de las formas de discriminación económica y política de la época de Bigger hoy son sencillamente ilegales. La Ley de Derechos Civiles de 1964 puso fin a la segregación legal y expandió el ejercicio del voto. Los mecanismos de protección públicos hicieron posible que distintas minorías segregadas accedieran a educación, trabajos y viviendas antes inimaginables. Las formidables movilizaciones que lideró Martin Luther King en los años 60 y las que sucedieron a su asesinato –las únicas comparables con las de hoy– rompían un pasado opresivo y cifraban las transformaciones futuras. Difícilmente haya un símbolo más poderoso de esos cambios que el triunfo de Barack Obama en las elecciones presidenciales de 2008. Difícilmente haya una expresión más lapidaria de los límites de aquellos cambios que los ocho años de gobierno que sucedieron a su victoria.

Los saqueos e incendios y la militarización represiva reponen aquellos conflictos en un contexto en que la validez de los mecanismos republicanos está devaluada. Es evidente que es difícil llamar a la Policía para que detenga un abuso policial, pero también parece frustrante para muchos jóvenes negros reclamar a la Justicia o participar en las elecciones (no sorprende que voten mucho menos que sus mayores). El valor de la violencia reaparece dentro de la política.

Describiendo la violentísima insurrección esclava de 1791 liderada por Toussaint Louverture en Santo Domingo, que dio origen a Haití, la primera república negra que abolió la esclavitud en América, CLR James había notado que los rebeldes “buscaban su salvación en la forma más obvia, la destrucción de lo que sabían que era la causa de sus sufrimientos; y si destruyeron mucho es porque habían sufrido mucho […] de sus amos habían conocido la violación, la tortura, la degradación y, ante la mínima provocación, la muerte. Ellos respondieron con la misma lógica”. La luz de las escenas de tiendas arrasadas y comisarías incendiadas es menos la del nihilismo y más la de una búsqueda anclada en siglos de experiencia acumulada.

Es justo en el contexto de expansión del fascismo norteamericano cuando los jóvenes negros despiertan a la realidad de que el racismo no es un fenómeno de fanáticos. Estados Unidos está fundado sobre el terror a la violencia de la reacción esclava y la promesa de las élites fundadoras de contenerla. En 1799, cuando la república llevaba pocos años de vida, Thomas Jefferson le escribía a James Madison preocupado por la llegada de noticias de Santo Domingo. El comercio con Francia se había abierto, y con el comercio venían los barcos, y con los barcos, “tripulación negra, y oficiales y misioneros a los estados del sur”. El futuro tercer presidente de Estados Unidos le escribía a quien sería el cuarto que esperaba contar con la ayuda de los estados del norte contra una posible rebelión esclava en Virginia. Pero en el estado en que ambos poseían esclavos, esa unión nacional no era suficiente: “Si esa combustión [de las noticias de Santo Domingo con la explotación de esclavos en Virginia] se introduce de cualquier forma entre nosotros, tenemos que temer”.

Si la unidad de los estados que se sumaron a la revolución se dio sobre la base de expandir la esclavitud y no de abolirla, el terror a sus consecuencias le daba forma a la vida cotidiana. Al año siguiente de aquella carta, el 2 de octubre de 1800, el Norfolk Herald redoblaba una cruzada contra los fuegos artificiales. El periódico de Virginia recordaba que “el uso de fuegos artificiales es peligroso e inapropiado”. El mensaje tenía una sola lectura posible: “Aquellos que han vivido en Santo Domingo saben bien que los negros llevaban adelante su comunicación entre las plantaciones con fuegos artificiales, así que esperamos que esta práctica sea suspendida”.

Los fuegos artificiales eran las redes sociales dos siglos antes de Facebook y Youtube, un instrumento de organización colectiva difícil de controlar. Pero la violencia parecía indócil.

Aun en ese Estado parapolicial, ese mismo año Gabriel Prosser se las había ingeniado para organizar a unos 10.000 esclavos con el propósito de avanzar sobre Richmond –la capital de Virginia–, eliminar a la población blanca y abolir la esclavitud. Prosser fue perseguido, capturado y ejecutado. En sus testimonios, algunos conspiradores refirieron a la revolución haitiana y a la acción de ex esclavos de Santo Domingo como fuente de inspiración.

La violencia negra como un elemento exógeno introducido en una comunidad que, sin esa influencia, asume pacíficamente su destino es un centro vital de la identidad nacional. Una de las primeras reacciones a las revueltas de 2014 en Ferguson, Missouri, tras el asesinato de Michael Brown por parte de la Policía fue la acusación contra “agitadores ajenos a la comunidad”. La extensión nacional de los últimos saqueos despertó una carrera aun más demencial, en la que cada estado identificaba a los insurrectos como sediciosos provenientes de otro estado. Si los incendios en Seattle eran organizados por activistas de California y los de Nueva York por militantes de Illinois, ¿cómo distinguir el adentro y el afuera de cada comunidad? Agotada la narrativa de la Guerra Fría y disuelta la del terrorismo islámico, el argumento de estos días volvió sobre sí mismo: hay un “adentro” que ya no es geográfico sino espiritual, un núcleo limpio en el que las causas justas tienen sus formas pacíficas de representación y resolución. En su forma y contenido, es una narrativa nacional que excede a la ultraderecha y, al mismo tiempo, limita la capacidad de representación de la oposición. “Tenemos razones para creer”, decía en Twitter el gobernador demócrata de Minnesota, “que gente mala continúa infiltrando las protestas justas por el asesinato de George Floyd”.

El ideal del “buen negro” perpetúa la idea del “buen esclavo”, en una reinterpretación de la visión paternalista específica del sur sobre la esclavitud en clave moderna y nacional, pero igualmente prescriptiva. En Virginia, un libro escolar de séptimo grado mostraba un cuadro de Washington supervisando a sus esclavos con un epígrafe que señalaba que el estado “ofrecía una vida mejor para los negros que África”.

Protegidos de la influencia de Santo Domingo, razonaba el autor en otra página, los esclavos en Estados Unidos valoraban “el sistema esclavista que demandaba que el amo cuidara del esclavo en su infancia, enfermedad y vejez. El cuidado que el amo y el esclavo tenían entre sí hacía que la vida en la plantación fuera próspera y feliz”. El libro se editó en 1951, el mismo año en que Hollywood censuraba Sangre negra, y se siguió utilizando en el sistema educativo de Virginia hasta mediados de los años 70.

Claro que para entonces la evangelización sobre el buen esclavo llevaba una década chocando con la radicalización del movimiento negro. Contra aquel mito, los militantes de la Liga Revolucionaria de Trabajadores Negros de Detroit viajaban en 1964 a La Habana para conversar sobre estrategias, violencia política y, otra vez, el peso legendario de Louverture en la materialización de la idea misma de derechos universales. La verdadera “latinoamericanización” estadounidense tenía poco que ver con la influencia externa, y menos aún con el despótico vernáculo que encarnaría Trump más tarde. Más bien, era la percepción común de largo aliento de que, en el continente, la violencia de abajo no sólo no era enemiga de la democracia sino que, muchas veces, era el único medio para realizarla.

Cargando sobre sus espaldas con la estabilidad de todo un orden, la manifestación pública de los afroaestadounidenses se resuelve en un espacio sin salida. Como con el sartenazo de Bigger, en los saqueos e incendios el grito último de Floyd y Garner va y viene entre su sentido literal y su efecto retórico. Y en esa oscilación violenta se juega la apuesta por destinos más igualitarios, con el fondo de un horizonte cada vez más ensombrecido.

* Ernesto Semán es escritor y profesor de Historia en la Universidad de Bergen, en Noruega. Antes vivió en Estados Unidos y fue docente en la Universidad de Richmond. Este artículo fue publicado originalmente por Nueva Sociedad.

Ernesto Semán /La Diaria COMCOSUR INFORMA AÑO 20 No. 1965 – 19.06.2020
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5) CUANDO COOPERACIÓN RIMA CON INVERSIÓN PRIVADA

No a la deuda del Sur con la banca privada suiza

Sergio Ferrari, desde Berna, Suiza

A partir del año próximo la cooperación oficial suiza, que se retira progresivamente de América Latina, apunta a aumentar su presupuesto para proyectos ejecutados por empresas privadas. La sociedad civil protesta y denuncia y, al mismo tiempo, exige a los grandes bancos helvéticos la anulación de la deuda de los países “pobres”.

La deuda pública de 86 de los países más empobrecidos del planeta con 40 bancos suizos equivale a 5.700 millones de francos -cifra casi idéntica en dólares estadounidenses. La crisis generada por la pandemia exige medidas urgentes y excepcionales. Once de las más activas organizaciones no gubernamentales helvéticas (ONG) activas en la cooperación con África, Asia y América Latina, solicitaron al gobierno convocar a una mesa de discusión para negociar las modalidades de esa condonación.

Exigen participar en ese espacio donde deben estar presentes, también, delegados gubernamentales, de los bancos prestamistas y de los gobiernos endeudados. “Los bancos privados helvéticos juegan un rol clave en tanto acreedores privados de esos Estados… Deben asegurar la transparencia pública sobre sus préstamos, las condiciones y las modalidades de pago”, señala un documento público difundido la primera semana de junio por Alianza Sur, plataforma que reúne a seis de esas once ONG.

Se trata, según los firmantes, de “deudas públicas” y por lo tanto las cifras y datos deben ser claros y transparentes. Y recuerdan que en muchos de esos 86 países la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) y la Secretaría de Economía (SECO) sostienen proyectos e iniciativas en el marco de su cooperación internacional. Y, por lo tanto, es fundamental contar con una política oficial coherente, subrayan las ONG.

¿Cooperación privatizada?

Si hace una decena de años la participación privada en la cooperación suiza era casi nula, en la actualidad se eleva al 5% del paquete total, proyectando hasta un 27 % para la próxima década. En 2019 el monto de la misma fue de un poco más de 3.000 millones de francos.

A partir del 2021, la cooperación oficial concentrará su presencia en cuatro regiones del planeta: África subsahariana; África del Norte – Medio Oriente; Asia; y Europa del Este. Reducirá el número de países “beneficiarios” de 46 a 35. Y como explica su publicación Un solo mundo, del mes de junio, priorizará sus propios intereses a largo plazo; las necesidades de las poblaciones en los países en desarrollo; y sus competencias técnicas acumuladas, a las que denomina “valor agregado”, en el marco internacional.

Crítica de la sociedad civil

Public Eye (Mirada Pública, antes denominada Declaración de Berna), uno de los movimientos ciudadanos más importantes de Suiza se pregunta en un documento dado a conocer en mayo pasado “¿Subvenciones para las multinacionales?». Y afirma que la estrategia anticipada por Ignazio Cassis, Ministro de Relaciones Exteriores, “interpela no solo en razón de los millones en juego – fondos públicos-, sino también, y sobre todo, por la problemática política que plantea: ¿qué tipo de desarrollo quiere promover Suiza (ndr. en el mundo) y qué modelo de cooperación defiende en el plano internacional?”.

Según el gobierno, el sector privado cuenta con una gran experiencia y conocimiento en sectores tales como agua, agricultura, alimentos y salud. Public Eye, contraataca y destapa un proyecto “público-privado” impulsado por la cooperación suiza, por 5,6 millones de francos a tres años, para promover el “Water Stewardship 2030” (Administración del Agua 2030).

Los cuatro ilustres socios en dicho proyecto son nombres famosos en la escena multinacional. El Water Resources Group 2030 -que reúne a Coca Cola, Pepsico y la Nestlé. La Alliance for Water Stewardship, de dudosa reputación según el periódico suizo Beobachter. La WEF Water initiative, es decir, la iniciativa del Foro Económico Mundial de Davos en la dirección de privatizar el sector público. Y la CEO Water Mandate, que en 2010 había recibido un premio otorgado por la sociedad civil mundial a la empresa menos seria y menos creíble en lo social y en lo ecológico.

(www.publiceye.ch/…/des-subventions-de-la-ddc-pour-l…).

Christa Luginbühl, una de las expertas de Public Eye, en una reciente entrevista publicada en el cotidiano Le Courrier, señala que mientras el objetivo de las ONG es “contribuir al desarrollo y luchar contra la pobreza, el de las empresas es el beneficio”

(lecourrier.ch/2020/05/28/privatiser-la-cooperation/).

Objetivo que muchas veces conlleva a conflictos de intereses con las comunidades locales y a violaciones de derechos humanos.

Implicar a las grandes empresas en la cooperación crea problemas con las ONG. Ya que, sigue analizando, “las multinacionales son conocidas, sobre todo, por favorecer la privatización de los bienes comunes como el agua, promover una agricultura basada en semillas caras y pesticidas tóxicos, o bien hacer trabajar a los obreros en condiciones deplorables”.

La designación en octubre pasado de Christian Frutiger como subdirector de COSUDE creó un significativo malestar asociativo. Durante años se había desempeñado como cuadro de dirección de la Nestlé con la responsabilidad de dirigir los Asuntos Públicos de la trasnacional. Una campaña de firmas solicitó en ese momento, sin resultado, su impugnación para su nuevo puesto gubernamental.

Glencore, ninguna autocrítica

El 9 de enero del año pasado, durante un viaje oficial a Zambia, el canciller Cassis, que pregona hoy intensificar la cooperación suiza a través de las grandes empresas, visitó la Mopani Cooper Mines, sucursal de la trasnacional helvética Glencore cuya sede central está en el cantón de Zug.

Duramente criticado por medios de prensa, parlamentarios progresistas y por numerosas ONG suizas, el ministro había expresado luego de esa visita, munida de un fuerte contenido simbólico, estar positivamente sorprendido por los aportes considerables que la firma realiza en la formación de jóvenes y en la modernización de las instalaciones.

Glencore, principal empresa privada a escala mundial dedicada a la compraventa y producción tanto de materias primas como de alimentos, desde años está en la mira de organizaciones helvéticas ecológicas, de derechos humanos y de apoyo al desarrollo, que ven en ella la encarnación de la prepotencia transnacional suiza en el mundo.

“Cero. Es el número de incidentes graves en materia de derechos humanos que Glencore contabiliza en el 2019 en el marco de sus actividades en 35 países”. En todo caso, es lo que señala el Informe de durabilidad que la empresa acaba de distribuir entre inversionistas y accionistas que se reunieron el primer martes de junio en su asamblea general anual.

Con cierto tono irónico Pan para el Prójimo, la organización de cooperación de las iglesias protestantes suizas, se pronuncia críticamente a través de un comunicado común firmado ese mismo día junto con su par Grupo de Trabajo Suiza-Colombia, y con diez ONG internacionales, del Congo, Chad, Gran Bretaña y Estados Unidos.

(painpourleprochain.ch/glencore-bericht-verschweigt…/)

Fundamentando sus críticas los firmantes señalan, a nivel de ejemplo, dos hechos graves que involucraron a Glencore en la República Democrática del Congo el año pasado. En febrero, el accidente de un camión cisterna que transportaba ácido sulfúrico hacia una filial, con el correlato de 21 personas muertas y 8 con quemaduras graves. En junio del 2019 otro accidente en una excavación de la firma KCC, filial de la misma trasnacional suiza, que produjo 30 muertos y numerosos heridos.

Si Glencore habla de “cero incidentes” es porque emplean sus propios criterios, poco transparentes, para considerar lo que son incidentes graves a nivel de derechos humanos, enfatiza Pan para el Prójimo. “El Informe de Glencore calla los hechos de corrupción y de trabajo infantil” y no habla sobre las medidas concretas que la empresa prevé para minimizar los riesgos de impacto negativo en materia de derechos humanos y ambientales, subraya. Y concluye que ese tipo de informe carece de transparencia, “miente a los inversores y accionistas y no responde a los estándares internacionales”.

No al 0.7%, sí al capital privado

La tendencia a privatizar cada vez más la cooperación internacional contrasta, además, con una deuda significativa de Suiza en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Según las cifras actuales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 2019, la Confederación Helvética destinó un 0,44% de su Ingreso Nacional Bruto para la ayuda pública al desarrollo. No cumple así, ni siquiera, el mandato del 0.5% definido por el Parlamento. Y mucho menos con el 0.7% exigido por la sociedad civil.

La cooperación internacional en general y la suiza en particular viven tiempos tumultuosos, que se agravarán aun más como consecuencia de la pandemia y su corolario de crisis económico-financiera.

En esa encrucijada, los tiempos de una cooperación humanista, asociada casi a una visión planetaria solidaria, parecen cosas del pasado. Definir como prioridad los propios intereses helvéticos como objetivo esencial de la futura ayuda internacional, implica también reorientar la chequera. Y en esa nueva concepción, cooperación e inversión -privada, multinacional- se dan la mano, a pesar de la crítica acusadora de la sociedad civil que exige una mayor coherencia y la condonación de la deuda del “Sur” a los bancos privados de bandera nacional.

Sergio Ferrari (Suiza) COMCOSUR INFORMA AÑO 20 No. 1965 – 19.06.2020
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VEO VEO – Propuestas y comentarios de Henry Flores

Como consecuencia de la emergencia sanitaria, o pandemia del Covid-19 que está recorriendo el mundo como “coronavirus”, se han suspendido gradualmente todo tipo de espectáculo artístico, deportivo y cultural, por lo que esta sección tomará un giro, para sugerir otros temas vinculados a la literatura, la historia del arte y de las y los artistas.
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I. CONCURSO “GUITARRA NEGRA”

Llamado a inscripciones para participar en la edición 2020

La Sala Zitarrosa es una sala pública de espectáculos gestionada por la Intendencia de Montevideo. Es una sala que ofrece espectáculos musicales en vivo y programa cine contemporáneo de autor. Un espacio donde el público puede disfrutar de una experiencia cultural de diversidad y calidad.

Tiene una capacidad de 531 butacas distribuidas 391 para la platea y 140 en la tertulia. El 3 de noviembre de 1999, abre sus puertas con el cometido de presentar espectáculos musicales de alto nivel. Se encuentra ubicada en el emblemático edificio Rex (1928) en donde supo funcionar el Cine Rex Theatre hasta 1980.

Guitarra Negra es un programa del Departamento de Cultura de la IdeM, que tiene por cometido fomentar el encuentro y desarrollo musical de artistas emergentes de todo el país, vinculados a la canción de raíz folclórica nacional y latinoamericana. Es coordinado y ejecutado por la Sala Zitarrosa, de la División Promoción Cultural del Departamento de Cultura.

Las Bases del Concurso:
salazitarrosa.montevideo.gub.uy/…/Bases-Guitarra-Ne…
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II. RECITAL VÍA STREAMING TRIO “ROCCA-MORGARE-GOMEZ”

Sábado 20 de junio – 21 horas

Gabriela Morgare nace en Montevideo. Ha estudiado canto en el Taller de Música Popular Uruguaya y con la profesora Sara Dufau. En 1998 luego de haber transitado otros géneros musicales, comenzó a dedicarse al tango con exclusividad.
Fue solista del Cuarteto Ciudad Vieja dirigido por Carlos Morales (guitarrista de Alfredo Zitarrosa) y participó como invitada del primer trabajo discográfico del grupo: Rioplata

Es la voz del grupo Fugata Tango dirigido por Juan Schellemberg, participando de los discos “Sin Tregua” y “Ácrata “editados por Perro Andaluz. En el mes de mayo del 2007 representan a Uruguay en el Festival de Música “Cubadisco” en la ciudad de La Habana, Cuba, y al año siguiente presentan varios conciertos en teatros de las ciudades de San Leopoldo, Pelotas, Río Grande, Santa María, Caxias do Sul y Porto Alegre.

Como solista se presenta con el dúo “Las criollas guitarras” integrado por Andrés “Poly” Rodríguez y Gabriel Federico.
En varias oportunidades ha sido acompañada por el Maestro Julio Cobelli (guitarrista de Alfredo Zitarrosa) y por la Yunta Trío.

El sábado 20/6 a partir de las 21 horas, y gracias a la invitación de Diego Janssen nos juntamos con Gabriela Morgare y Carlos Gómez a despuntar uno de los vicios que más nos gustan: un pequeño ritual de música.

Tangos, valses y milongas desde la intimidad virtual, en un show exclusivo y de alta calidad sonora y visual, directa a la pantalla de tu casa.

Se parte de esta experiencia, y ayúdanos a continuar con esta experiencia de llevar la música hasta tu hogar.

Entras al link, llenas los datos y participas del evento.
bit.ly/RoccaMorgareGomez
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III. CONCURSO NACIONAL CORTOS “TENEMOS QUE VER”

Convocatoria Abierta: 30 de junio 2020

Detour es una comunidad y una plataforma para el incentivo y la exhibición de cine y audiovisual emergente. Desde su comienzo, en el 2013, ha fomentado la producción de casi 50 obras a través de premios y desafíos. En la competencia oficial de su festival se han exhibido casi 300 obras de uruguayos: largos, medios, cortos, videoclips y nuevos formatos de video.

Se trata de un espacio que tiende puentes entre los creadores, la prensa y sus audiencias. Además de un festival con cinco ediciones, nuclea durante todo el año a realizadores nóveles, estimulando la creación y complementando la exhibición de películas con actividades formativas, charlas y encuentros de intercambio entre actores de la industria, las instituciones culturales, los medios y el público.

Convocatoria abierta para el concurso nacional de cortometrajes “1 Minuto 1 Derecho” del “9° Tenemos Que Ver” hasta el 30 de junio del 2020

Este año con nuevas categorías: niños y niñas, adolescentes, jóvenes y cine

Bases

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