COMCOSUR INFORMA AÑO 18 No. 1909 – 28.12.2018
1) In Memorian. Osvaldo Bayer /Luis E. Sabini Fernández
2) Osvaldo Bayer, el hombre que nunca se rindió /Carlos Iaquinandi Castro
3) Osvaldo Bayer, el historiador anarquista del futuro /Daniel Cholakian
4) El adiós a Osvaldo Bayer, que falleció a los 91 años /Silvina Friera
VEO VEO – Propuestas y comentarios de Henry Flores
I. Banda Cuchá Cuchá y La Ventolera juntas por primera vez
II. 7ª Edición del Festival Teatro MVD de las Artes- Entrada Libre y Gratuita
III. Ciclo Cine al Aire Libre – Cine Uruguayo por los Barrios
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“La palabra es una herramienta de lucha” Juan Gelman (1930 – 2014)
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¡Felices Fiestas y buen descanso para todas y todos!
A partir del 31 de diciembre y durante enero de 2019 estaremos de licencia anual, por lo que no enviaremos nuestros boletines el próximo mes.
Nos reencontramos con ustedes en el mes de febrero de 2019.
Beatriz Alonso, Henry Flores, Carlos Dárdano y Carlos Casares /Comcosur
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COMCOSUR INFORMA AÑO 18 No. 1909 – 28.12.2018
1) IN MEMORIAN. OSVALDO BAYER
Por Luis E. Sabini Fernández /26 diciembre 2018
La muerte de Osvaldo Bayer ha generado una oleada de recordatorios, a los cuales ni se me ocurrió sumarme, pensando, como siempre, que “ya todo estaba dicho” o que en todo caso, a quien le podría interesar otra recordatoria más.
Y sin embargo, repensándolo, a las 48 horas, leyendo algunas despedidas, me di cuenta que probablemente tenga yo algo que decir, por lo menos algo de todo lo que nunca queda dicho.
Así que tejo aquí algunos hilos con el Osvaldo que conocí, que modificó mi vida.
Conocía a Osvaldo siendo lector de Los Vengadores de la Patagonia trágica. Y en 1975, estando yo trabajando en una editorial que empezaba a conocer las amenazas de los “comandos restauradores”, vi que por las condenas de muerte para los de las listas negras de la Triple A, Osvaldo, como muchos otros, optaban por el exilio.
Peculiar el de Osvaldo, reencontrándose con sus raíces teutonas, instalándose precisamente en la tierra de sus padres.
Poco después, con la dictadura instalada a pleno en Argentina, me tocó iniciar mi propio exilio. Por la prensa anarquista me enteré de un largo reportaje de la revista inglesa Freedom a Osvaldo. Allí, en inglés, obviamente, Osvaldo narra su encuentro con Che Guevara. 1960. Momento que se vivió como eclosión revolucionaria. Junto con otros argentinos y argentinas –esto no es política de inclusión de género− participó de una visita no turística a Cuba cuyo objetivo principal era conocer al compatriota. Osvaldo cuenta el embeleso de todas o casi todas las visitantes ante la gallarda figura. Que todos esperan ansiosamente hasta que hace su ingreso a la sala donde la delegación argentina espera. Osvaldo cuenta que el Che no se sienta, al contrario deambula entre mesas y sillas y plantea el qué hacer. Hay que armarse para luchar; cuando dos o tres se decidan, se trata de sorprender a un policía en la calle, inmovilizarlo y arrebatarle el arma. Una vez, dos veces. Teniendo ya un par de pistolas, el núcleo revolucionario se puede plantear copar un pequeño destacamento, de uno o dos policías. Y así, progresivamente, a medida que el grupo se nutra con nuevos ingresos y más armas arrebatadas, se podrán encarar objetivos mayores y más difíciles, hasta estar en condiciones de enfrentar a militares…
Osvaldo cuenta que lo escucha y no puede dar crédito a la fábula. Entonces, en el medio del silencio arrobado, sobre todo de las mujeres, Osvaldo ensaya una pregunta, la pregunta típica de un país futbolero; ¿Y los contrarios, no juegan?
Osvaldo cuenta que desde su altura, el Che lo miró y le contestó displicente: −son todos mercenarios. Con lo cual cerró el debate. Que nunca tuvo lugar. Porque recordaba que fue la única pregunta del encuentro. El reportaje de Freedom fue de 1979.
Pasaron los años y Osvaldo y tantos otros, como yo, terminamos el exilio.
En uno de mis últimos intentos de publicar en Suecia había yo escrito (en sueco) “Mito y realidad de El Hombre Nuevo” y enviado a la revista de cultura Fenix. Y cuando me iba del país que tan cálidamente me acogiera (valga la paradoja climática), sin haber logrado que lo publicaran, otro refugiado, paraguayo, que había aplicado sus energías en Holanda al Instituto de Historia Social, de Amsterdam, me recomendó muy entusiastamente que me pusiera en contacto con Osvaldo Bayer, regresado a Buenos Aires. Que realmente valía la pena, insistió.
Así que reinstalado yo a mi vez en Buenos Aires, usé los datos de mi amigo y le alcancé a Osvaldo Bayer mi miniensayo, sobre el Hombre Nuevo.
Pasó un año. Sin noticia alguna. Y un buen día, ya debíamos estar con la URSS en harapos, me llega devuelto el sobre con “Mito y realidad…” Miré atentamente. Prolijamente cerrado. No sabía si había llegado a leerlo o no. De cualquier modo, no había comentario alguno.
Pese a la anécdota recordada en Freedom, tuve la impresión que Osvaldo se encuadraba en la izquierda, las izquierdas, duras y puras; ciegas, sordas, mudas.
En 1993, Osvaldo inaugura la primera cátedra (libre) de derechos humanos en las universidades argentinas. Un mojón histórico.
Yo le había perdido la pisada. Y en 1998, Osvaldo me convoca para cubrir el área de Ecología en la cátedra que él preside. Sorpresa mayúscula (y no sólo mía, sino de otros que contaban ser “elegidos” para tal tarea).
Lo que yo imaginaba frialdad, que “me habría cortado el rostro” ante un texto incómodo o impresentable, no se compaginaba con esta invitación donde con mucha simpatía, ponderaba mi labor. Me dijo simplemente que leía mis artículos sobre ecología.
La noción de hombre nuevo, como la misma URSS, habían quedado atrás … estábamos en 1998.
Cuando años después, me decidí a preguntarle por el destino de “Mito y realidad del hombre nuevo” (que por cierto permanecía, y permanece, inédito), no tuve respuesta. Evidentemente, no le interesaba comentar el punto.
Trabajando juntos, y conociendo ahora los reportajes que a menudo le hacían en Argentina, más de una vez le propuse que sacara a luz su experiencia cubana, con el Che en 1960. A mi modo de ver, revelaba un grado de madurez que Osvaldo con sus 33 años entonces, ya tenía (por algo había quedado solo entre veinteañeros y veinteañeras deslumbrados durante aquella visita).
Nunca comentó mis expectativas, pero años, muchos años después, apareció aquella visita de 1960 en sus entrevistas argentinas. Sentí que había dado como un paso político.
Me parece que fue luego que sufriera la “degradación” que le impusiera Hebe de Bonafini retirando su nombre del café de Madres de Plaza de Mayo y seguramente luego que se tuviera que retirar, en un mar de hostilidad, de la Universidad de la misma organización.
En la lista extensísima de tomas de posición que tuvo Osvaldo, siempre del lado de los perseguidos, recuerdo una particularmente, enfrentando con mucha valentía los sentimientos patrios de argentinos y chilenos: reivindicar el territorio patagónico cis- y trasandino para los mapuches.
Tuve el inmenso honor de tener un prólogo suyo para mi libro Futuros: contra una visión autoindulgente del desastre planetario.
Se solidarizó, como con tantos antes, con un perseguido desaparecido en democracia: Santiago Maldonado, lo cual habla de su enorme compromiso.
Su hijo Esteban a la hora de su muerte lo presenta tal cual vivía y estaba en el último tiempo, con la bonhomía y los proyectos de siempre, y sus cuentas pendientes, como dice su hijo, para debatir con di Giovanni o el Gallego Soto o Wilkens…
Lo había visto hace 4 o 5 meses. Lamento estar ahora lejos; lejos de Marcelo, su “sucesor” en la cátedra, y de tantos otros compañeros, a quienes ahora apenas saludo con estas líneas.
Luis E. Sabini Fernández
COMCOSUR INFORMA AÑO 18 No. 1909 – 28.12.2018
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2) OSVALDO BAYER, EL HOMBRE QUE NUNCA SE RINDIÓ
Por Carlos Iaquinandi Castro / Serpal, 26.12.2018
“El intelectual tiene la obligación moral de salir a la calle cuando ve injusticias en la sociedad. No quedarse en la torre de marfil.»
Osvaldo Bayer
Nombrar a Osvaldo Bayer en Argentina, es citar el ejemplo de un hombre consecuente que dedicó su vida a la defensa de los derechos humanos. Su muerte a los 91 años en el día de Nochebuena, es sentida por amplios sectores populares, ya que su trayectoria estuvo siempre ligada a la suerte de los empobrecidos y los perseguidos.
Su primera desobediencia con alto coste personal, fue su negativa al Servicio Militar. Fue penalizado con 18 meses a barrer y limpiar los despachos de los oficiales. Pero si el castigo pretendía ser un “correctivo”, para Osvaldo fue simplemente la confirmación de sus principios. Su recorrido vital, fue una lucha constante por un país más democrático e igualitario. Comenzó como periodista en el diario “Noticias Gráficas”, de Buenos Aires. Pero antes de dos años, se fue al sur, impulsado por su deseo de conocer el interior del país. Se radica en Esquel y comienza a escribir en un diario local. Allí comprobó que había explotación laboral en las estancias y conoció la opresión que sufrían los descendientes de los pueblos originarios. Sus notas críticas defendiendo a los trabajadores le valieron su primer despido, y decidió entonces fundar “La Chispa”, definido como un “periódico independiente”. Editó cinco números. Un día llegó la Gendarmería y le mostró una orden firmada por un comandante dándole 24 horas para terminar con la publicación. Volvió a Buenos Aires, y allí ingresó en el diario “Clarín”, donde ocupó la jefatura de redacción y estuvo doce años.
La verdadera «Conquista del desierto»
Periodista comprometido, escritor riguroso con la historia verdadera, “destapó” graves hechos ocurridos en el país en los años de la “organización nacional”, como el despojo y asesinato del que fueron víctimas los pueblos originarios.
“Me he propuesto -explicaba – no tener piedad con los despiadados. Mi falta de piedad con los asesinos, con los verdugos que actúan desde el poder, se reduce a descubrirlos, dejarlos desnudos ante la historia y la sociedad y reivindicar de alguna manera a los de abajo, a los que en todas las épocas salieron a la calle a dar sus gritos de protesta y fueron masacrados, tratados como delincuentes, torturados, robados, tirados en alguna fosa común”.
Bayer, de formación anarquista, puso en evidencia el verdadero rostro de la “Conquista del Desierto”, como la historia oficial denomina al exterminio de las tribus indígenas en Argentina por el ejército. Investigó en el Archivo General de la Nación, recorrió pueblos de la región y conversó con descendientes de aquellos originarios. Llegó a la conclusión de que el primer presidente del país, Bernardino Rivadavia, decidió la operación contra los originarios, y que para eso contrató al Coronel Federico Rauch, un personaje que actuó con gran crueldad contra los indios. Publicó el primer comunicado del militar que tenía una sola línea en la que se podía leer: “Hoy para ahorrar balas hemos degollado a 27 ranqueles”. También contrapone los documentos fundamentales de Manuel Belgrano, Castelli y los escritos de Mariano Moreno, en defensa de los pueblos originarios.
Bayer también investigó y con documentos y relatos reconstruyó las matanzas de trabajadores rurales en el sur de Argentina en los años 20. Con esos elementos Héctor Olivera filmó en los años 70 “La Patagonia Rebelde”, película que obtuvo premios internacionales y que recrea la lucha por sus derechos de los obreros de las grandes estancias sureñas y su fusilamiento por militares y sicarios.
Exiliado en Alemania
Osvaldo Bayer, estuvo exiliado en Alemania durante la dictadura, (1976 -1983).
Fue uno de los primeros que dio su apoyo a las Madres de Plaza de Mayo cuando el movimiento nació en abril del 77. Con coraje y valentía, siempre puso su voz y su palabra en la denuncia de las infinitas tropelías cometidas por la dictadura cívico-militar. Ya en el país, fue asiduo participante de las marchas en reclamo por los desaparecidos. Recorrió muchos pueblos y ciudades del país defendiendo las causas justas de los postergados, los desposeídos.
En un viaje que realiza a Lamarque, en la provincia de Río Negro, constata que “la ética no se rinde nunca”. Así lo expresa tras integrar una caravana de vehículos que llegó hasta ese lugar para rendir homenaje al asesinado escritor y periodista Rodolfo Walsh. “No íbamos en busca de méritos, ni para lograr candidaturas, ni para comprar tierras.” No, íbamos solo – y esto es lo increíble- acompañados por la ética. Sí, nos gusta repetirlo. Porque íbamos a rescatar la memoria. Íbamos a abrazar el recuerdo del mejor de nuestra generación. Se llamó -se llama – Rodolfo Walsh.” Es entonces cuando escribe que “la ética no se rinde nunca. O mejor aún, jamás. A veces pueden pasar siglos, pero sigue horadando en la memoria. Y de pronto, está ahí, frente a nosotros”.
La ética le acompañó hasta el final
En sus últimos años, su prédica no disminuyó y sus convicciones y rebeldía seguían intactas. Muchos le consultaban en su casa de Buenos Aires, donde se refugiaba rodeado de miles de libros, apuntes, y carpetas. Bayer bromeaba diciendo que si alguna vez que transitaba por los pasillos se desmoronaba aquella pila inestable de libros y revistas podría morir aplastado. Y entonces decía riéndose: “sería una muerte soñada, moriría sepultado por los libros”.
Con su partida, Argentina pierde al más consecuente defensor de las causas justas. No hubo quien con ese coraje pusiera en evidencia a los asesinos y a los verdugos que actuaron desde la impunidad del poder. Quizás por eso, el dolor por su ausencia no quedó en las redacciones, en las librerías, en los barrios de Buenos Aires, o en la casa de las Madres, sino que se extendió hasta los pueblos más lejanos del territorio con cuyos habitantes vivió comprometido. El “historiador Felipe Pigna dijo que » el mejor homenaje que podemos hacerle es leerlo, recordar su coherencia y seguir su lucha, es lo que más le hubiera gustado”.
Carlos Iaquinandi Castro /Redacciòn de SERPAL
COMCOSUR INFORMA AÑO 18 No. 1909 – 28.12.2018
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3) OSVALDO BAYER, EL HISTORIADOR ANARQUISTA DEL FUTURO
Por Daniel Cholakian / La Haine, 27.12.2018
Bayer recuperó la Historia desde el anarquismo, como manera de reivindicar a los resistentes
Hay hombres que se adelantan a los tiempos y sin embargo no son reconocidos como tales. Para los medios masivos y las nuevas formas de comunicación, ese lugar parece estar reservado a quienes hacen raras predicciones, a los falsos gurúes económicos, o los míticos desarrolladores de tecnologías en garajes que nunca existieron.
Bayer, el vindicador
Vindicador: quien defiende, especialmente por escrito, a quien se halla injuriado, calumniado o injustamente notado.
Osvaldo Bayer es un hombre que adelantó los debates como pocos. Este inmenso intelectual argentino falleció al mediodía de este lunes a los 91 años.
Bayer nació en la provincia argentina de Santa Fe el 18 de febrero de 1927.
Fue historiador, periodista, guionista de cine, novelista y dramaturgo. Perteneció a una generación que integró la política con su labor profesional, sin militar en organizaciones, pero convencido de que su relato sobre los oprimidos y silenciados debía ser el eje de su obra. Compartió con muchos compañeros de su tiempo -poetas, artistas, intelectuales o militantes- la persecución y el exilio.
Bayer estudió historia durante los años ’50 en Alemania y regresó a Argentina, donde trabajó en los principales medios nacionales. Vivió en la Patagonia, en el sur del país, donde investigó los sucesos conocidos como la Patagonia trágica, una brutal matanza a trabajadores en huelga llevada adelante por el ejército argentino entre 1920 y 1921. Hacia 1975, luego de la publicación de su libro “La Patagonia rebelde” y del estreno de la película homónima, comenzó a sufrir amenazas y se fue de su país rumbo a Alemania.
En su obra hay al menos tres aspectos que son centrales en los debates del presente, y sobre los cuales Bayer trabajó durante más de 50 años: los pueblos originarios, la preservación del ambiente y la lucha de las mujeres. Fue uno de los intelectuales más lúcidos para pensar la trama de los genocidios del siglo XX de un modo integral, tanto por sus lógicas negadoras de lo humano como por el origen de régimen económico que los sostuvo. Militó hasta sus últimos días por la reivindicación de las víctimas del terrorismo de Estado, incluyendo en esa condición a los miembros de los pueblos originarios, más allá y más acá de las dictaduras.
Bayer, el historiador del futuro
Bayer fue, por su formación académica, historiador. Sus grandes libros, Severino i Giovanni, el idealista de la violencia, La Patagonia rebelde, Los anarquistas expropiadores y otros ensayos, son obras muy conocidas. Su labor periodística y su actuación personal son lo que han dado mayor relevancia pública a su trabajo.
Una de las muchas maneras de pensar la trascendencia de su producción es que fue capaz de utilizar toda su formación, sus largas investigaciones, su experiencia personal y la historia política que comparte con toda una generación, para trasmitir masivamente y hacer públicos debates que nadie se animaba a dar, o que ni siquiera estaban en las agendas públicas. Y siempre ha puesto su cuerpo para acompañar luchas silenciadas, olvidadas y ocultas por los poderosos.
Mucho de lo que hoy se conocemos a partir de las luchas del sur argentino y chileno estaban presentes en lo que Bayer escribía 45 años atrás: “¿Qué era la Patagonia en 1920? Simplificando podemos decir que era una tierra argentina trabajada por peones chilenos y explotada por un grupo de latifundistas y comerciantes. Es decir, gente que ha nacido para obedecer y otros se han hecho ricos porque son fuertes por naturaleza. Y allá, fuerte quiere decir casi siempre inescrupuloso” (i)
Esta frase, que recupera la discusión sobre la naturaleza del capitalismo, contiene elementos que remiten al presente. A la lucha de los trabajadores despedidos de las minas en Río Turbio, a los mapuches que reivindican la propiedad de sus tierras, y a las muertes infringidas por las fuerzas de seguridad en defensa de los intereses de los poderosos, comerciantes y latinfundistas. Bayer en ese mismo texto menciona a la familia Braun Menéndez como parte de aquellos dueños de la Patagonia.
Dos de sus descendientes, Marcos Peña Braun, como jefe de gabinete, y Miguel Braun, en el cargo de secretario de comercio de la nación, son parte de un gobierno que intenta reponer aquel orden militar, económico y simbólico.
Esa larga investigación le permitió a Bayer comprender, y exponer públicamente ya en 1963, la existencia de pueblos indígenas exterminados y expropiados antes del genocidio conocido como “Campaña al desierto” (1879).
“En el año 1826, el gobierno de Bernardino Rivadavia, contrató al oficial prusiano Rauch, nada menos que para matar indios. Su misión era limpiar la pampa bonaerense de los ranqueles (…) Este oficial prusiano comenzó la liquidación de estos indios, y se guardan sus partes militares. Por ejemplo, dice que los indios ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad, también señalaba que los indios ranqueles eran anarquistas (…) Después de haber escrito un parte donde decía ‘hoy hemos ahorrado balas, degollamos a 27 ranqueles’, un indio joven, apuesto, alto de pelo largo, al que llamaban ‘Arbolito’ lo estuvo esperando en una hondonada, y cuando pasó este coronel a toda velocidad en su corcel, se le fue detrás, le boleó el caballo, cayó el militar europeo, y el indio Arbolito cometió el sacrilegio de cortarle la cabeza. Así vengaba a tantos de sus compañeros de las pampas”[ii]
Cuando contaba la historia del indio vindicador, Bayer suele relatar que los invasores reconocían que los ranqueles trataban a las mujeres mucho mejor que “nosotros, los descendientes de europeos”.
La contaminación, la expropiación, la matanza
Desde muchos años atrás Bayer comenzó a escribir sobre la contaminación en el sur argentino. A diferencia de cualquier mirada ingenuamente ambientalista, él siempre situó el problema en la misma trama que referíamos. La expropiación de las tierras, el poder de los latifundistas, el avallasamiento de las tierras sagradas para los pueblos originarios, y la contaminación ambiental producida especialmente por la explotación minera, era una misma acción, sostenida a lo largo de décadas por los gobernantes.
La población de la ciudad de Esquel, donde Bayer vivió muchos años, tuvo hacia 2003 una importante batalla contra la explotación de oro. En un plebiscito, se negó el derecho a la instalación de la minera. Por entonces escribía: “Nuestra querida Patagonia, la tierra del bello paisaje, de las aguas y del codiciado petróleo –aquella que en Europa insisten que los gobiernos argentinos van a vender para pagar la deuda (algo que seguro ya habrían hecho los militares desaparecedores con Martínez de Hoz y su sistema)–, pues bien, esa Patagonia se acaba de defender con la democracia.
No ha necesitado a la Gendarmería, con su estrecha visión de ver peligro en cada liebre y cada llama y controlarles la nacionalidad, sino que el pueblo ha demostrado a toda la Argentina qué es la democracia y para qué sirve. Esquel votó contra el oro y el cianuro. Los que venden la Patagonia a pedazos y a retazos, querían vender el bello oro pero cambiándolo por cianuro y una suma de divisas que en nuestro país nunca se sabe al bolsillo de quién van a parar. El pueblo de Esquel votó por la naturaleza, por esa naturaleza que también les pertenece a sus hijos y a sus nietos”.[iii]
El hombre que amó a las mujeres
Las mujeres fueron parte de su obra de ficción. Se puede mencionar la poco conocida película “Sin querer”, de la que fue guionista, en la que hay fuertes mujeres como protagonistas, entre ellas una mujer mapuche que busca a su padre desaparecido y una niña abusada por los poderosos de una pequeña localidad de la enorme Patagonia.
En su último libro, su primera novela, “Rainer y Minou”, da voz a una mujer que se autodefine como judía y víctima de los nazis, aunque era argentina. Una mujer que se enamora en Alemania del hijo de un criminal nazi. Esa mujer se hará cargo de la brutal contradicción y así será el centro de una mirada compleja sobre la historia. Bayer escribe un bello relato amoroso y logra hacer visible la continuidad de los genocidios, la permanencia de los delitos de lesa humanidad, y el lugar central de las mujeres en la resistencia al olvido.
También de la Patagonia, y entre las múltiples historias de resistencias populares frente a la matanza de obreros, Bayer ha reconstruido en el teatro el relato sobre “Las putas de San Julián”. Esta obra, estrenada en 2013, se basa en lo que debió ser el final del segundo tomo de La Patagonia Rebelde –e incluso ser parte de la película estrenada en 1974- pero que la censura y cierta lógica de la época, no permitió incluir en aquellas obras.
Hubo que esperar 20 años para que el texto fuera incluido en una nueva edición (1994). Bayer encontró en las mujeres, en tanto tales, un lugar en las prácticas resistentes. La sociedad necesitó varias décadas para poder encontrarse con esa historia.
(…) “Se mandó a decir a las dueñas de los prostíbulos que a tal hora iba a ir la primera tanda de soldados para que tuvieran listas a las pupilas (…) Pero cuando la primera tanda de soldados se acercó al prostíbulo, doña Paulina Rovira salió presurosa a la calle y conversó con el suboficial. (…) Las cinco putas del quilombo se niegan.
(…) Todos en patota, tratan de meterse en el lupanar. Pero ahí salen las cinco pupilas con escobas y palos y los enfrentan al grito de ‘asesinos, porquerías’, ‘con asesinos no nos acostamos’. En palabras de Bayer, estas mujeres fueron “los únicos seres que tuvieron la valentía de calificar de asesinos a los autores de la matanza de obreros más sangrienta de nuestra historia”. [iv]
Cuando se estrenó la obra en el Teatro Nacional Cervantes, Bayer declaró: “Que yo pueda mostrar hoy en el teatro nacional este final que fue prohibido hace cuarenta años es para mí increíble, es como tocar el cielo con las manos”. Bayer demostró acá también que su trabajo y su análisis anticiparon en mucho las discusiones más intensas del presente.
Bayer, el bien querido
El 18 de febrero de 2017, día en que Bayer cumplió 90 años, se organizó un festejo popular en una plaza del barrio de Belgrano, cercana a su casa. El festejo se convirtió en un sencillo y amoroso homenaje popular al hombre que desde la militancia, el periodismo y la academia (¿son acaso campos separados?) logró echar luz, asumir debates potentes, reivindicar las luchas de los excluidos, obreros anarquistas, perseguidos, pueblos indígenas, mujeres, víctimas de los genocidios y hacerlo con un lenguaje popular, claro, completo y contundente.
Bayer fue un hombre que caminó el mundo, que entiendió lo global mucho antes de los aduladores de la globalización financiera, y que recuperó la Historia como manera de reivindicar a los resistentes. Esta fue, sin dudas, su propia forma de resistencia.
Notas
[i] Bayer, Osvaldo; La Patagonia rebelde; Editorial Planeta Argentina; Tomo I; 1993; p.25
[ii] Relato de Osvaldo Bayer junto con la banda “Arbolito”
[iii] Diario Página/12, 29 de marzo de 2003. Disponible en www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-18141-2003-03-29.html
[iv] Bayer, Osvaldo; La Patagonia rebelde; Editorial Planeta Argentina; Tomo II; 1994; p.317
Texto completo en: www.lahaine.org/bM5Z
Daniel Cholakian / La Haine
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4) EL ADIÓS A OSVALDO BAYER, QUE FALLECIÓ A LOS 91 AÑOS
Hasta siempre
Murió Osvaldo Bayer, escritor, historiador, periodista, anarquista, dirigente gremial y defensor de los desprotegidos y de los luchadores populares. Lo despiden los organismos de derechos humanos y referentes sociales, sindicales, políticos y culturales. Todos recuerdan la solidaridad y el compromiso del columnista de PáginaI12
Por Silvina Friera / Página 12, 26.12.2018
La patria de Osvaldo Bayer es la rebeldía. “Me he propuesto no tener piedad con los despiadados. Mi falta de piedad con los asesinos, con los verdugos que actúan desde el poder, se reduce a descubrirlos, dejarlos desnudos ante la historia y la sociedad y reivindicar de alguna manera a los de abajo, a los que en todas las épocas salieron a la calle a dar sus gritos de protesta y fueron masacrados, tratados como delincuentes, torturados, robados, tirados en alguna fosa común”, explicó el queridísimo periodista, historiador y escritor, que tuvo acaso un último “gesto” de rebeldía: morir el día de la Nochebuena, a los 91 años, en El Tugurio, su casa sobre la calle Arcos, en el barrio de Belgrano. El viejo rebelde, que prometió que viviría hasta los 100 años, deja una obra fundamental para la cultura política argentina: La Patagonia Rebelde y la biografía de Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia. Osvaldo vivió luchando por un país más democrático e igualitario desde muy joven, cuando denunció la explotación y muerte de peones rurales en la Patagonia y demostró cómo las familias patricias y los sectores dominantes oprimen a los obreros y trabajadores. Siempre alzó la voz con coraje, valentía, coherencia y una ética que lo convierten en el último gran anarquista del siglo XX. Las amenazas, la persecución y la censura de la Tripla A lo obligaron a exiliarse en Alemania, desde donde denunció el terrorismo de Estado durante la última dictadura cívico-militar.
La tristeza no tiene fin en estas fiestas, las primeras sin Osvaldo. Había nacido el 18 de febrero de 1927 en la provincia de Santa Fe. Se negó a hacer el servicio militar y a modo de castigo lo destinaron a barrer y encerar pisos de los despachos de los oficiales durante dieciocho meses. En 1952 estudió Historia en la Universidad de Hamburgo (Alemania). En la ciudad de Esquel, en Chubut, fundó junto a Juan Carlos Chayep La Chispa, un periódico del que circularon solo ocho números, entre el 20 de diciembre de 1958 y el 4 de abril de 1959, que el sello Editores Ignorantes publicó en una notable edición facsimilar. No viene mal recordar que la primera edición La Chispa desplegó una serie de notas de investigación que explican paso a paso el despojo de las tierras del Cushamen mediante tretas comerciales, en el que estaban implicados comerciantes locales y Julio Telleriarte, que luego sería elegido diputado provincial por la Unión Cívica Radical (UCR); las mismas tierras que hoy sigue reclamando la comunidad mapuche a su nuevo dueño, Benetton, y que en febrero de 2017 terminó con una salvaje represión de la gendarmería contra los integrantes de esa comunidad.
La vida de Osvaldo es una catarata de anécdotas trenzadas por la atípica convivencia de la ingenuidad y la radicalidad. Un año después de haber ingresado a Clarín –donde realizó la primera huelga en la historia de la redacción de ese diario– viajó a Cuba como secretario general del Sindicato de Prensa, invitado al primer aniversario de la Revolución, en 1960. Y se reunió con el Che Guevara, quien durante dos horas y media habló sobre cómo haría la revolución en Argentina. Casi nadie de los presentes se animaba a preguntar o balbucear algún comentario. Excepto uno. “Compañero Che, es muy interesante, hasta poético lo que usted nos ha relatado, pero la represión en la Argentina es más dura que la del dictador Batista en Cuba –le retrucó Bayer–. Son fuerzas de represión muy importantes, torturan, asesinan, tienen las armas más sofisticadas y modernas”. El Che lo miró muy fijo y luego de un silencio prolongado le respondió: “Son todos mercenarios”; frase que para el historiador en ciernes fue como si le dijera “no hay que tenerlos en cuenta”. La espina de esa intervención se clavó en el imaginario del entonces joven Bayer. “Así que quedé muy mal conmigo mismo –le confesó muchos años después al periodista Julio Ferrer–. Porque digo, qué le estoy poniendo impedimentos a alguien que hizo la revolución.
No tengo ningún derecho (…) Siempre pensé que para qué le hice esa pregunta; era una pregunta demasiado racional”. Para colmo de males, Susana “Pirí” Lugones se coló en un agasajo al Che, acompañada por Bayer.
Aunque la guardia cubana dejó entrar a “Pirí” sin invitación, el que pagó “los platos rotos” fue Osvaldo. Lo acusaron de jugar con la seguridad del Che y lo expulsaron de la isla. Recién pudo volver en 1995.
Luchador infatigable que viajaba por los pueblos de todo el país para acompañar las causas contra los genocidas del pasado –ya sea el genocidio contra los indios como contra los militantes políticos en los años 70–, lo que vamos a extrañar de Osvaldo es su extrema persistencia, ese no bajar los brazos ni embargar la voz, aun en las peores condiciones políticas. Esa maestría con la que peleaba, con la palabra como su principal arma de combate. En la ciudad bonaerense de Rauch promovió una consulta en 1963 para cambiar el nombre del coronel prusiano por “Arbolito”, el nombre del indio ranquel que le había dado muerte. Terminó detenido por orden del general Juan Enrique Rauch, ministro del Interior de la dictadura, bisnieto de Federico Rauch. Estuvo 62 días preso en la cárcel de mujeres de la calle Riobamba. Investigó durante más de diez años la historia de los 1500 obreros rurales de Santa Cruz asesinados entre 1920 y 1921. Tuvo la suerte de encontrar a muchos sobrevivientes entre los soldados fusiladores, suboficiales y estancieros. La Patagonia Rebelde es el volumen que reúne los cuatro tomos de Los Vengadores de la Patagonia Trágica, publicados los tres primeros en Argentina, entre 1972 y 1974, y el cuarto tomo fue editado en Alemania, en 1978.
“Por Dios, patria y hogar”, los tres primeros tomos La Patagonia Rebelde fueron quemados. “Jamás se hizo nada contra los quemadores de libros; no se hizo una reivindicación de los escritores cuyos libros fueron quemados, jamás se indemnizó a las editoriales”, planteaba Osvaldo en una entrevista en 2009, cuando PáginaI12 publicó sus Obras Completas, que incluyen –además de La Patagonia… y Severino Di Giovanni– Exilio (1984), escrita junto a Juan Gelman; Fútbol argentino (1990), ensayos prologados por Osvaldo Soriano; Rebeldía y Esperanza (1993), En camino al paraíso (1999), su primera novela Rainer y Minou (2001) y Ventana a la Plaza de Mayo (2006), las crónicas que publicó en el periódico de las Madres de Plaza de Mayo, entre otros libros. Nunca se olvidó de lo que le dijo ese milico de apellido Santuccione, en junio del 76, en Ezeiza, cuando comenzaba su exilio: “Usted va a salir ahora, pero nunca más va a volver a pisar el territorio de la patria, ¿entendió?”. Esa frase, suerte de maldición, lo perseguía y la repetía a periodistas, escritores y artistas que lo visitaban en “El Tugurio”. Una vez bromeó sobre lo que podría haber pasado si la pila de libros y carpetas se hubiera desmoronado, mientras él caminaba por el pasillo de su casa: “Sería una muerte soñada, moriría sepultado por los libros”. Osvaldo Soriano decía, con razón, que “Bayer es un hueso duro de roer. Sin él sería más fácil olvidar”
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Nadie como él desenmascaró a los asesinos, a los verdugos que han actuado desde el poder. Nadie como él defendió y reivindicó a los humillados y ofendidos –en las contratapas que escribió en este diario y en los libros que publicó–, a quienes en todas las épocas pusieron el cuerpo en las calles y fueron masacrados, tratados como delincuentes, torturados, robados y tirados a fosas comunes. Nadie como él desnudó la saña practicada especialmente contra los anarquistas, las mentiras y demonizaciones que se construyeron desde los medios de comunicación. Una de sus últimas batallas fue pedir el traslado del monumento a Roca, ubicado sobre Diagonal Sur, que homenajea al ex presidente argentino que comandó las matanzas de miles de comunidades indígenas en lo que historia oficial denomina “la conquista del desierto”, para que en su lugar se levante un monumento a la mujer originaria.
Osvaldo sabía que había que poner el cuerpo y la palabra en viejas-nuevas batallas. Si antes había denunciado la explotación y muerte de peones rurales en la Patagonia y acompañó a las Madres de Plaza de Mayo, en estos últimos años no dudó en protestar contra el avasallamiento neoliberal de los derechos humanos y sociales. “El gobierno de (Mauricio) Macri es como volver a la Edad Media –afirmó el escritor en la última entrevista con este diario, en agosto de 2016–. No saber que hubo 30.000 desaparecidos, que es uno de los hechos fundamentales de la política de derechos humanos del país, es de una ignorancia que no se puede perdonar, no se puede disculpar (…) Los 30.000 desaparecidos va a ser siempre la vergüenza más grande de la historia argentina”. El viejo rebelde, díscolo como solo él podía serlo, nos deja el mejor legado posible: la rebeldía que persigue por más libertad, más democracia y más igualdad.
Silvina Friera / Página 12
COMCOSUR INFORMA AÑO 18 No. 1909 – 28.12.2018
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“Todas las estructuras del poder popular que estábamos construyendo se hicieron presentes, tomaron voz, en una radio que no quería tanto hablarle al pueblo. Quería que el pueblo hablara.” RADIO VENCEREMOS
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VEO VEO – Propuestas y comentarios de Henry Flores
I. BANDA CUCHÁ CUCHÁ Y LA VENTOLERA JUNTAS POR PRIMERA VEZ
Sábado 29 de diciembre a las 23 horas en el Club Social Piedra Honda, Avenida Rivera 3641 esquina Bustamante
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Para los que no conocen a las bandas compartimos información sobre sus caminos recorridos.
La Cuchá Cuchá banda está integrada por músicos de Argentina, Uruguay, México y Chile, y se presenta frecuentemente en Montevideo y Buenos Aires, ya que algunos de los músicos viven en Argentina y otros en Uruguay.
Cuchá Cuchá nació en Lugano, Buenos Aires, en el año 2009. Durante los veranos del 2010, 2011 y 2012, la banda se presentó en Valizas y gran parte de la costa de Rocha, con integrantes fijos y algunos músicos pasajeros. A fines del 2012, la banda renueva la formación quedando integrada como hasta el día de hoy.
La Ventolera es tomar ese candombe barrial, callejero, con el que todos sus integrantes están involucrados, y mezclarlo con instrumentos de viento; un cruce que si bien tiene antecedentes en grandes figuras como Pedro Ferreira, es novedosa por la cantidad de músicos que involucra y también por lo específica de la consigna.
La Ventolera vuelca esa fusión sobre composiciones propias y versiones que van del tango candombeado a temas de jazz, de Michael Jackson o de Bob Marley, y le agrega ritmos brasileños y caribeños sobre todo en este nuevo disco, para conseguir nuevos matices.
Cuchá Cuchá y La Ventolera ¡juntos por primer vez!
La entrada tendra un costo de 150 pesos en la puerta.
La Ventolera+Cuchá Cuchá+DJ Taquito
www.facebook.com/events/2132929626750451/
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II. 7ª EDICIÓN DEL FESTIVAL TEATRO MVD DE LAS ARTES- ENTRADA LIBRE Y GRATUITA
Del 4 al 31 de enero de 2019 se presentarán 20 espectáculos de teatro nacional en la Sala Verdi y en el Centro Cultural Florencio Sánchez, que fueron seleccionados en el llamado 2018 del Programa de Fortalecimiento de las Artes.
El Programa de Fortalecimiento de las Artes organizado por el Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo, en coordinación con la Sociedad Uruguaya de Actores (SUA) y la Federación Uruguaya de Teatros Independientes (FUTI), llevará a cabo la séptima edición del Festival de teatro con las obras seleccionadas en el llamado 2018 de dicho programa.
El festival, que comenzará el viernes 4 de enero y que irá hasta el jueves 31 de enero, se realizará en la Sala Verdi y en el Centro Cultural Florencio Sánchez del Cerro con entrada libre y gratuita, con el fin de descentralizar la propuesta cultural en Montevideo. Se realizarán en total 45 funciones, en este Festival ya consolidado como una de los atractivos culturales más importantes del verano montevideano. Habrá un ómnibus a disposición del público facilitando los traslados al Centro Cultural Florencio Sánchez.
Obras seleccionadas en el llamado 2018 del Programa de Fortalecimiento de las Artes
Sala Verdi, Soriano 914, Tels. 29017453
www.salaverdi.montevideo.gub.uy
Entrada libre y gratuita para todos los espectáculos.
“La refinada estética de los hijos de puta”
Lunes 7 y martes 8, 20.30 h, Sala Verdi
Una perturbadora familia, que cultiva la frialdad como forma principal de relacionamiento entre sus miembros y con el mundo en general. Cuatros seres desprovistos de sentimientos, que no consiguen experimentar un instinto, ni una nostalgia. Un padre bromista compulsivo, que no puede parar de engañar a su familia, traspasando los límites del juego y dejando secuelas inimaginables sobre sus dos hijos, un joven exitoso en el mundo de la publicidad, que sabe muy bien venderse a sí mismo y una hija poco confiable que ha elegido mostrarse como alguien que no es; un conglomerado que recae sobre la madre, ama de casa preocupada por mantener las apariencias ante el vecindario.
Texto y Dirección: Jimena Márquez l Elenco: Marisa Bentancur, Coco Rivero, Jimena Vázquez y Pablo Colacce l Escenografía: Jimena Márquez e Inés Iglesias l Luces: Inés Iglesias l Vestuario: Isabel Pintos l Diseño gráfico: Virginia Cabrera l Fotos: Pablo Pintos l Prensa: Valeria Piana l Producción general: Medio mundo Gestión Cultural l Producción ejecutiva: Carolina Escajamayores de 15 años
www.montevideo.gub.uy/ciudad-y-cultura/agenda-cultural/festival-teatro-mvd-de-las-artes-2
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III. CICLO CINE AL AIRE LIBRE – CINE URUGUAYO POR LOS BARRIOS
A partir del martes 8 de enero, el público podrá disfrutar del ciclo de Cine en Chancletas que recorrerá barrios de Montevideo.
El ciclo, dedicado al cine nacional, visitará municipios de la ciudad y exhibirá diez películas para toda la familia y con entrada libre.
Esta actividad es organizada por el Departamento de Cultura, la Oficina de Locaciones Montevideanas y el programa Esquinas de la Cultura, con apoyo de los ocho Municipios y organizaciones vecinales.
Todas las funciones comienzan a la hora 21.00
Programación
Martes 8 de enero – Un tal Eduardo, del director Aldo Garay.
Se exhibirá en Pasaje Hermanos Ruiz (Av. Agraciada y Capurro).
Jueves 10 de enero Mi Mundial, del director Carlos Morelli.
En el centro de referencia barrial Giraldez (Cno. Faros 6294 bis, Punta de Mangas).
Martes 15 de enero – La flor de la vida, de las directoras Adriana Loeff y Claudia Abend.
En el Parque lineal de Villa García (Daniel García Acevedo esq. Helios).
Jueves 17 de enero – Belmonte, del director Federico Veiroj.
En el dique Mauá (Rambla Sur y Ciudadela).
www.montevideo.gub.uy/noticias/cultura/cine-en-chancletas
Henry Flores – El Eternauta
VEO VEO / COMCOSUR INFORMA Nº 1909 – 28/12/2018
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COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR / COMCOSUR – 1994 – 19 de junio – 2018 – 24 años Selección y producción: Henry Flores y Carlos Casares Apoyo técnico: Carlos Dárdano
Colaboran:
ALEMANIA: Antje Vieth, Carlos Ramos (Berlín)
ECUADOR: Kintto Lucas (Quito)
HOLANDA: Ramón Haniotis (Amsterdam)
SUIZA: Sergio Ferrari (Berna)
URUGUAY: Pablo Alfano, Jorge Marrero, José Rocca, Luis Sabini, Jorge Zabalza.
COMCOSUR INFORMA ES UNA PRODUCCIÓN DE COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR / Desde el 19 de Junio de 1994 / Coordinación: Carlos Casares – DIRECCIÓN POSTAL: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO/URUGUAY / Apoyo técnico: Carlos Dárdano / Comcosur se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo económico externo, institucional o personal / Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este boletín no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur sobre los temas en cuestión / Comcosur integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) /
Blog: nuevo.comcosur.org/ comcosur@comcosur.com.uy /
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