1) España: Un cómic rescata a las mujeres invisibles del franquismo
2) Kurdistán: Alina Sánchez. Corazón libre
3) Alina Sánchez en el recuerdo del Centro de información y documentación de Kurdistán
4) México | Amaranta Gómez, activista trans indígena: “La colonización niega la cultura, la corporalidad y el género”
5) Uruguay: Estudio concluye menor calidad laboral para mujeres
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COMCOSUR MUJER / Fundado por Yessie Macchi / AÑO 14 /No. 551
Lunes 16 de abril de 2018 / Producción: Beatriz Alonso /Apoyo técnico: Carlos Dárdano
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres” Rosa Luxemburgo
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1) ESPAÑA: UN CÓMIC RESCATA A LAS MUJERES INVISIBLES DEL FRANQUISMO
“Fueron niñas de la guerra civil. Muchas ni pudieron estudiar. Y como mujeres se comieron 40 años de dictadura y vivieron el rol que les tocó, de esposas, madres y amas de casa”. Habla Ana Penyas (València, 1987) de sus dos abuelas, hoy ancianas, y, por extensión, de tantas mujeres normales y corrientes que la sociedad franquista hizo invisibles y a las que la joven ilustradora rinde homenaje en su primer y brillante cómic, ‘Estamos todas bien’ (Premio Fnac-Salamandra Graphic).
Es un relato en el que también aparece la autora y que va saltando del presente al pasado de sus abuelas, de la vejez a la juventud y madurez, en un ejercicio de memoria personal y generacional y a la vez de memoria histórica. Una mirada que transmite además “un mensaje feminista”. “No pongo a mujeres que rompieron con todo y lucharon por sí mismas sino que salen lavando platos, trabajando, cuidando de los suyos… Lo hice desde la denuncia pero sin exaltación y sin politizar –señala-. Porque ahora que estamos en época de necesaria reivindicación feminista resulta obvio que hacía falta hablar de ellas, porque cuando se habla de esa época siempre se habla de hombres y desde su punto de vista”.
Poco antes que Penyas, otros autores, hombres, han dado también visibilidad en premiados cómics a esta generación de mujeres de la dictadura a través de la experiencia familiar. Antonio Altarriba, en ‘El ala rota’, con el dibujante Kim, rescató a su madre (tras el Premio Nacional por ‘El arte de volar’, sobre su padre), y Jaime Martín, en ‘Jamás tendré 20 años’, a su abuela.
Penyas traslada al libro un diálogo con una “gran carga simbólica” con su abuela Maruja, que ahora sufre párkinson. “Me dijo que lo mejor que le había pasado en la vida fue sacarse el carnet de conducir. Y fue tras quedarse viuda, a los 54 años -explica Penyas-. Sentía que entonces podía tener cierta libertad individual y tomar las riendas de su vida. Se había casado con un médico 20 años mayor al que no quería para dejar de trabajar en el bar de su tía. Él era bueno pero ella vivió amargada y fue infeliz porque no podía divorciarse al depender económicamente de él. Eso es una prisión y, como mi abuela, muchas no podían salir de ella”.
Para la ilustradora, el libro ha significado “hacer un esfuerzo por entenderlas y ponerse en su piel, pensar en cómo ha sido su día a día”. La vida de su abuela Herminia fue distinta. “Se casó por amor pero tuvo seis hijos y eso fue mucho trabajo. Luego, como apoyo silencioso a la oposición al régimen, escondía los libros y la propaganda ilegal de sus hijas. Ahora ha rejuvenecido y se siente famosa por el libro”, sonríe.
El cómic no evita mostrar, sin embargo, la soledad y la enfermedad de la vejez y la “culpabilidad” de nietos e hijos por vivir sus vidas y no estar mucho por ellas. “Son viejas y no le interesan a nadie”, dice una de ellas.
Penyas, que nunca pensó en hacer un cómic, ha construido un estilo propio que proviene de la ilustración. Basa su trabajo “en fotos e imágenes reales” y tiene una mirada fotográfica y documental que traslada a ‘Estamos todas bien’, cuyo germen surgió hace cuatro años en un trabajo de clase de cuatro páginas, que fue creciendo hasta que un amigo le animó a presentarlo al premio.
La inquietud por la memoria histórica siempre ha estado ahí. Si hace un tiempo autoeditó el proyecto ‘Los días rojos de la memoria’, un trabajo de investigación en equipo basado en la vida del maquis Longinos Lozano, ahora acaba de publicar ‘En transición’, un “barrido crítico” en 15 ilustraciones desde la segunda República hasta hoy, desde “la mirada no oficial, la de la calle”.
La idea se la propuso hace un par de años Alberto Haller, historiador y editor de la joven editorial valenciana de no ficción Barlin Libros, quien se encargó del guion y de las breves frases que contextualizan las escenas.
“El pacto del olvido del franquismo que impuso la Transición, idealizada y no tan modélica, cuyas consecuencias estamos pagando hoy de muchas maneras” es, señala Haller, el mensaje del álbum, que resume una ilustración brutal: un montón de esqueletos yacen bajo un conjunto de edificios en obras. “La sociedad actual está construida sobre las fosas –denuncia Penyas-. Es esperpéntico que sigan dando vueltas en el poder gente que viene de eso. Es un desastre cómo se trata la herencia franquista”.
El atentado de las Ramblas
Por ello, ambos coinciden en la “necesidad de recordar de donde venimos y no olvidar el pasado para no tropezar de nuevo con la misma piedra”. Sin embargo, la ilustradora no ve el panorama actual “nada optimista”. De ahí, apunta su editor, “el final movilizador, no épico, que insta a seguir adelante, a entablar diálogo, que recoge la última viñeta”, la que más le costó a Penyas hasta que la desencalló en un viaje a Buenos Aires. Allí vio a las madres de la plaza de Mayo -“cómo sostienen la memoria”- y concluyó con una de ellas hablando en una asamblea vecinal, de movimiento social -“para mí, la política es eso”- en la que añadió el símbolo del abrazo del padre que perdió a su hijo de tres años en el atentado de las Ramblas de Barcelona con el imán de Rubí.
La numerosa presencia de mujeres en las páginas de ‘En transición’ es muy consciente. “Mi mirada busca a las protagonistas -añade-. La sociedad es 50% mujeres y 50% hombres. Debería ser normal”.
El periodico.com / COMCOSUR MUJER Nº 551 – 16.04.2018
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2) KURDISTÁN: ALINA SÁNCHEZ. CORAZÓN LIBRE
En Kurdistán, Alina Sánchez era conocida como Lêgerîn; literalmente, búsqueda. Esta médica cordobesa había llegado a ese extremo del mundo para comprometerse en la revolución que las mujeres encarnan organizándose contra el Estado turco, pero a la vez contra el patriarcado. Murió el mes pasado, en un hecho al que es difícil llamar “accidente”.
Alina Sánchez, médica internacionalista nacida en Argentina, cayó como mártir en Kurdistán, el 17 de marzo, como consecuencia de un accidente automovilístico. Así se informó en un comunicado de las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) de Kurdistán. Quienes la conocieron, se preguntan todavía con incredulidad sobre el viaje de la amiga y compañera ¿de qué accidente se trata? “Accidentes” como el que sufrió Alina, son consecuencia de estos tiempos en los que detenerse o atrasarse puede costar vidas. Tal vez el accidente sea el silencio que rodea a la guerra de Turquía y de Erdogan contra el pueblo kurdo en Afrin y en diferentes territorios. Tal vez sea la indiferencia de los gobiernos y la insuficiente respuesta de los pueblos, ante este nuevo genocidio turco. Tal vez lo accidental, en un mundo sembrado de un egoísmo y un individualismo profundos –a la medida del patriarcado capitalista que lo modela–, sea la insurgencia de corazones libres que desafían la indiferencia, y hacen revoluciones que enamoran a quienes buscan como Alina, no la ganancia acumulada sobre la base de la destrucción y de la muerte, sino la belleza de la vida.
Las amigas de la Academia de “Jineolojî” (“ciencia de las mujeres” en kurdo), recordaron que Alina “trataba y cuidaba a sus compañeros/as que fueron heridos en la guerra, con gran amor y respeto. Ella les inspiraba para que cuidaran su salud y obtuvieran nuevas fuerzas para continuar con sus vidas y luchas bajo las nuevas circunstancias”. Pero la tarea central en la que estaba empeñada, era la creación de un sistema de salud alternativo.
Alina era conocida en Kurdistán como Lêgerîn, que en kurdo significa “búsqueda”. Dicen sus amigas: “Era un nombre muy adecuado para ella, porque su vida ha sido una constante búsqueda de libertad y justicia”.
Alina nació y vivió su infancia en San Martín de los Andes, Neuquén, y creció en Córdoba. Estudió Medicina en Cuba. Cayó en Kurdistán. Un viaje entre continentes y mundos en el que fue naciendo la “internacionalista” Lêgerîn. También en Córdoba creció Ernesto Guevara, que se hizo internacionalista en la Revolución Cubana, pasando de la experiencia de la medicina individual a la búsqueda de aliviar los dolores estructurales de nuestros pueblos. En el comunicado de las YPJ resaltan que Lêgerîn “provenía del país del Che Guevara, en donde creció en una cultura de la revolución”, y por eso “se unió a la revolución de Rojava”. Dicen que Alina “siempre quiso estar en los primeros frentes en la batalla. Ella estaba llena de una gran moral y entusiasmo revolucionarios”.
Patricia Gregorini, mamá de Alina la revive: “Alina era vida, alegría, y tenía necesidad de contagiarla”. Había estudiado Antropología, pero se le abrió la posibilidad de estudiar Medicina en Cuba y ahí fue, buscando revoluciones y saberes, y haciendo amistades fidelísimas. “La relación entre nosotras fue muy fuerte. Tan fuerte que yo todavía la tengo adentro, y va a pasar tiempo para que vea que afuera no la voy a encontrar”.
“¿Por qué ir tan lejos?”, le preguntaban con insistencia familiares y amigas, cuando ella mostraba en el mapa dónde queda Kurdistán. “Ahí hay una revolución”, repetía Alina. “La revolución me dio la oportunidad de vivirla, me eligió, y yo acepté. La revolución me enamoró”.
Cada vez que regresaba a la Argentina, en diálogos con distintos movimientos, explicaba pacientemente cómo era esa revolución de las mujeres. Relataba la historia de Kurdistán, con una sonrisa que parecía ser de sorpresa frente a las distancias, pero también a las cercanías de las experiencias humanas. Era humilde, firme, tierna pedagoga de la revolución y del ejemplo. Muy alejada de cualquier dogma, vivía como una travesura ensayar respuestas que lejos de ir rápidamente al tema preguntado, buscaban historizarlo.
Alina era una sanadora no sólo de las heridas de la guerra, sino de las heridas que producen todas las violencias en los cuerpos de las mujeres. Revolucionaria, feminista, internacionalista, interpelaba al feminismo que no se dedicara a la tarea de cambiar al mundo, a revolucionarlo todo, para terminar con el patriarcado capitalista y colonial.
En un taller de educación popular, explicando el sistema de salud alternativo que intentan crear en Rojava, Alina compartía: “En el primer año de autonomía, la mayoría de los médicos se fueron para Europa. Pasó como en Cuba. Los hospitales estaban destruidos. En esa situación empezamos a trabajar con las asambleas populares. Para nosotras es vital poder construir salitas en los barrios, que las mujeres que están en el campo, que trabajan con plantas, puedan traer esos conocimientos al sistema de educación. Nosotras no vemos separado el área militar del sector civil. Es la misma población, a través de las Asambleas Populares, la que tiene que encargarse de cuidar a sus heridos. Ahora la gente entendió que son “sus” heridos, que las fuerzas de autodefensa son parte del pueblo. En cada barrio está organizada la autodefensa, y este proceso va transformando a toda la población. Incluso a los médicos que son los mayores representantes del positivismo y del poder del Estado nación”.
Un año atrás, cuando se cumplía el primer año del crimen de Berta Cáceres, Alina recordó en un homenaje que le realizaron las Feministas del Abya Yala, que se había conocido con Berta en los cruces de caminos mágicos que las “brujas” realizan en las vidas breves. Sabía que Berta quería ir a Kurdistán. Sabía que las guerrilleras kurdas, en las montañas, la nombraban y reconocían a la líder lenca hondureña. El puente estaba tendido. Puentes que se hacen así, con experiencias intensas, amando lo que los pueblos rebeldes crean, cuidan, defienden, en sólidas complicidades tejidas por mujeres desobedientes de los mandatos ordenadores del mundo.
El 24 de marzo, en el acto realizado en la Plaza de Mayo por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, se le realizó un homenaje. En el escenario donde estaban Nora Cortiñas, Adolfo Pérez Esquivel, integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y de diversas organizaciones políticas y sociales –invisibilizadas por los medios de comunicación hegemónicos–, la multitud gritó a coro: “compañera Alina Sánchez: ¡presente!”. Alina regresaba fugazmente a esta tierra, para abrazarse con los y las 30.000, desde su experiencia internacionalista, integrada en la revolución de las mujeres de Kurdistán. A exigir con su presencia ausente, que podamos seguir tendiendo el puente en el que se escriba alto “Paz para Afrin”, con actos concretos. Ese puente en el que hoy danzan los y las 30.000, las caídas en todos los continentes, con Berta, Alina, Sakine, Marielle, reinventando las revoluciones feministas. Compañeras que nadie, ni la muerte, las pueden arrebatar de la historia y de los horizontes que habitamos.
Pagina12 / Claudia Korol/ COMCOSUR MUJER Nº 551 – 16.04.2018
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3) ALINA SÁNCHEZ EN EL RECUERDO DEL CENTRO DE INFORMACIÓN Y DOCUMENTACIÓN DE KURDISTÁN
Las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG)KIRDO, informaban en un comunicado que la médica argentina y militante feminista Alina Sánchez había fallecido en un choque de autos la tarde del pasado 17 de marzo mientras se dirigía a la localidad de Hasaka, capital de la provincia del mismo nombre, donde tenía previsto «un encuentro con representantes de una organización internacional de la salud». Quien era esta joven revolucionaria de 32 años. Alina Sánchez, nacida en San Martín de los Andes en 1986, se había graduado como médica en Cuba y desde hacía ocho años trabajaba en «el establecimiento de un sistema alternativo de salud» en el Kurdistán sirio, establecido por la rama femenina de las Unid.Defensa del Pueblo (YPG), en las zonas del norte de Siria que están bajo su control.
Así la recuerdo Alejandro Azadi del Centro de información y documentación del Kurdistán:
La combatiente latinoamericana de las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) Alina Sánchez (Lêgerîn Çiya) ha caído mártir en un accidente automovilístico. “Lêgerîn estaba llena de un gran compañerismo, de ánimo y entusiasmo, y estaba ligada al líder Apo (Abdullah Öcalan) con gran amor y conciencia”, expresaron desde las YPJ.
Cada palabra es una roca, y cada roca endeble, a punto de poder quebrar. Pero nos seguimos manteniendo firmes en esta idea de cuestionarlo todo, de pensar que todo aquello dado es equivocado, y que podemos hacer las cosas mejor. Para el pueblo kurdo, y para los pueblos de la Anatolia-Mesopotamia, la roca es como la muerte: extensiones de la vida. Puesto que, para hablar de una combatiente mártir, en la lucha por la liberación, hay que hablar de su vida, de su búsqueda, de sus ideas que todo lo cuestionan.
La conocí arribando a casa, como se conocen los kurdos y las kurdas entre sí. Apenas una mochila al hombro, su cuerpo en algarabía y la convicción firme de par en par: de que la vida no se puede vivir sin luchar. Ella daba catedra de medicina, como también daba catedra sobre la organización confederativa de los pueblos democráticos kurdos. Incansable feminista, agotadora luchadora, su disciplina no le permitía a uno seguirle el ritmo.
Con su mayoría de edad, decidió incursionar en las Sierras mambisas del caribe americano (Cuba) para estudiar medicina. La Escuela Latinoamericana de Medicina es, entre otras, una de las más importantes del mundo y de América Latina. Heredera del pensamiento revolucionario del Che Guevara, la escuela de medicina pregona, entre sus estudiantes “que un mundo mejor está a nuestro alcance” y que la salud socialista juega su rol fundante en ese mundo.
Con ideas libertarias, junto a Berta Zúñiga Cáceres (Honduras), se solidariza con el pueblo kurdo y la lucha de las mujeres por su liberación. Consecuente con sus ideas, abraza esa lucha, y comienza a incursionar en la filosofía confederal democrática que tiene como máximo exponente a Abdullah «Apo» Öcalan.
No contenta con ello, con las ideas firmes de que la teoría no basta, toma del suelo “la caja de medicina” que dejara el Che enfilándose hacia Rojava (Kurdistan).
Nuevamente las Sierras, ese florecer de roca que emerge desde las entrañas de la tierra le anima a seguir, a buscar(se), a encontrar(se).
Su internacionalismo se hace carne, realiza un suicidio de clase, se deconstruye, para construirse junto a los kurdos y las kurdas en su lucha por un mundo democrático y ecológico. Un mundo donde las mujeres sean la revolución, no un camino para la liberación, sino la revolución que encarne la paz duradera de las naciones.
Cuando se fue conversábamos sobre lo hermoso, lo lindo, que tiene el pensamiento y la práctica del Partido de los Trabajadores del Kurdistán. De cómo Serok Apo no es un líder revolucionario pragmático, sino que es un filósofo de la revolución con ideas sustentables en la vida democrática de un mundo en guerra.
Apenas si mantenía su uniforme de diplomática kurda en territorio argentino. Es que, a fin de cuentas, toda nacionalidad coloca su nacimiento en las civilizaciones de la Mesopotamia.
Su vida es un ejemplo, es un paradigma que sólo puede apreciarse con el llano contacto de su existencia. Su muerte, es, nada más ni nada menos, que una extensión de su vida. Vive una revolucionaria kurda-latinoamericana en los pueblos democráticos del mundo todo.
Aquí, en otoño, las hojas tienden a caer de los árboles. Allí, en primavera, con el florecer de las rosas florece la lucha aún más encarnizada.
Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos,
y a partir de este momento es prohibido llorarlos
que se callen los redobles en todos los campanarios,
vamos cumpa carajo…! Alí Primera
Alejandro Azadi del Centro de información y documentación del Kurdistán
Enviado por Zapiicán Rodríguez / COMCOSUR MUJER Nº 551 – 16.04.2018
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4) MÉXICO | AMARANTA GÓMEZ, ACTIVISTA TRANS INDÍGENA: “LA COLONIZACIÓN NIEGA LA CULTURA, LA CORPORALIDAD Y EL GÉNERO”
Son alrededor de cincuenta personas las que están reunidas en el Cementerio General de Recoleta este sábado 31 de marzo, Día Internacional de la Visibilidad Trans. Ahí es donde la activista mexicana Amaranta Gómez Regalado toma la palabra para hacer una pregunta:
—¿Dónde van nuestros muertos?
Frente a ella hay niños y niñas trans, activistas históricas de distintas organizaciones, representantes de otras luchas de la diversidad sexual e incluso alcaldes. Detrás de ella, el primer Mausoleo Trans de América Latina, una iniciativa que había sido un sueño para la organización Traves Chile desde hace más de diez años y que, tras presentar una propuesta al Fondo Internacional Trans y ganar con el mayor puntaje la oportunidad de financiamiento, se volvió realidad.
Gómez Regalado, antropóloga, es parte del consejo directivo de ese fondo. Se define como muxhe, un concepto que proviene de la cultura zapoteca y que remite a personas que, si bien al nacer se les asignó un sexo masculino, tienen una identidad construida desde lo femenino, en colectivo con otras indígenas muxhes. Desde esa identidad, sigue su palabra refiriéndose a la línea de negaciones que sufre una persona trans a lo largo de su vida:
—Se nos niega si no tenemos el apoyo de nuestros padres y madres, se nos niega en nuestra niñez nuestra propia identidad, se nos niega el acceso a la educación y terminamos desertando a temprana edad, se nos niega el derecho a lo laboral, como si no tuviéramos capacidad y que nuestros únicos destinos fueran la prostitución y el estilismo, se nos niega el derecho a la felicidad. Y a la hora de morirnos, se nos niega el derecho a ser enterrados con esa identidad y nombre propio.
Con un espacio para 20 personas, el Mausoleo buscará privilegiar a las y los trans de mayor edad, que estén en situación de abandono. Durante la ceremonia, algunas personas sostuvieron que no se trataba de un acto político, pero la activista mexicana no compartió esa apreciación, asegurando que era un llamado a una sociedad indiferente. Bajo esa perspectiva, concluyó:
—Nuestros muertos van a nuestras almas, nuestras conciencias, nuestra memoria y nuestro corazón. Digo esto porque genera mucha angustia el que no haya posibilidades en el futuro para muchas personas trans en América Latina. El único destino parece ser en muchos casos morir en soledad y abandono. Este proyecto le da una vuelta a la historia.
Una identidad de más de 500 años
Si bien la agenda de Amaranta Regalado en Sudamérica ha estado marcada por una serie de actividades relacionadas a la diversidad sexual -desde intervenir en el juicio de Diana Sacayán en Argentina hasta la inauguración del Mausoleo Trans en Chile-, está lejos de reducirse a solo ese ámbito.
En América Latina, identifica de inmediato otros dos temas de discriminación: hacia pueblos indígenas y hacia inmigrantes. Como indígena zapoteca, mujer transgénero muxhe y persona con una discapacidad -al perder su brazo izquierdo en un accidente automovilístico-, Gómez Regalado sabe a lo que se refiere al hablar de discriminación. “Un reto enorme en estos tiempos es asumir que la herencia del racismo está presente”, asegura.
Cuando estuvo en Bolivia, le tocó ver cómo discriminaban a mujeres cholas a la hora de tomar un bus, relegándolas a sentarse en el pasillo e incluso siendo expulsadas por mujeres blancas. Ese menosprecio hacia los y las indígenas lo vivió la misma Gómez Regalado una vez que intentó entrar a una discotheque gay de Ciudad de México y que no la querían dejar entrar al ver sus ropas.
“En México siempre nos quejamos de lo que nos quiere hacer Estados Unidos o lo que nos hacen, cuando tenemos una cola que mirar de cómo tratamos al resto. Al igual que con las personas trans, con las personas inmigrantes se piensa que no tienen capacidades y hay un imaginario social que siempre los coloca en la periferia. Eso también pesa con las comunidades indígenas, que todos piensan que están atrasadas, cuando en realidad están cada vez más vivas”, dice la antropóloga.
—¿Crees que falta diálogo entre esas distintas comunidades discriminadas?
—Lo que pasa es que existe esta idea de las patentes, de “esta es mi lucha, pero esta otra no…”. Al interior de nuestra comunidad también nos falta más acompañamiento. El otro día veníamos conversando con un grupo de gente trans de la tercera edad, pero sus esquemas están colocados desde netamente lo binario. Quien se mueva de eso, no es aceptado. En cambio, en las juventudes se habla más desde un discurso queer. A veces hay un individualismo radical que me cuesta entender.
—¿Cómo es en ese sentido la cultura muxhe? La identidad muxhe se vive desde lo colectivo.
—Es algo similar a lo trans, pero es originaria, masiva en la cultura zapoteca. No somos ni mujeres ni hombres, sino que personas físicamente masculinas pero construidas desde una identidad femenina, vestidas o no de hombre o mujer. Los procesos de aceptación, a diferencia de las ciudades, no se vive de manera individual, sino de forma colectiva. El muxhe está acompañado de mamá, papá, vecinas y vecinos. Hay una socialización de esa corporalidad.
—¿Desde cuándo viene la tradición muxhe dentro de la cultura zapoteca?
—La referencia bibliográfica es de 1500 y fracción, o al menos se documenta en el siglo XVI.
—Llama la atención que siendo un conocimiento tan ancestral, en las sociedades modernas lo trans recién se haya hecho más visible en las últimas decenas de años.
—Es que hay gente que piensa que la sopa de letras LGBTTTI era lo único. Pero no, ya había otras letras antes: la M de Muxhe, la F de Fa’ afafine en la Polinesia, una O de Omeguit en Panamá, un T de Two Spirit en Canadá, una H de Hijras en la India. El año pasado estuve en una reunión del Congreso Internacional de Derechos Humanos y en la declaratoria decían el LGBTTTI y le agregaban un “+”. Nosotras decíamos que no, que el “+” debería ir antes de la L, ya que es un conocimiento histórico y merece ser reconocido.
—¿A qué crees que se deba esa invisibilización?
—Tiene que ver con un proceso colonizador que no solamente consiste en negar la cultura, las lenguas y la historia, sino que también la corporalidad y el género. En esos espacios ya existía esa diversidad, pero como es indígena es como si no tuviera vigencia. Sin embargo, aquí estamos 500 años después resistiendo. Eso tendría que estar reconocido, pero a veces nos instalamos solamente para temas como el matrimonio igualitario.
“Los legisladores tienen miedo de reconocer la corporalidad e identidad de niños y niñas”
El miércoles 4 de abril, Amaranta Gómez Regalado llegó a la calle Sócrates de la comuna de Ñuñoa. “Bienvenides”, decía la pizarra del aula de clases donde fue recibida por niños y niñas trans.
La escuela de la Fundación Selenna, pensada para la convivencia y aprendizaje de niños, niñas y adolescentes tanto trans como cisgénero, pensó un buen tiempo en un nombre. Según relató Evelyn Silva -directora de la fundación-, asegura que se pensó por ejemplo en el de la activista trans Diana Sacayán pero que, dado su asesinato, no se quiso transmitir que ese podría ser el destino obligado de las personas trans. Fue ahí que surgió otra alternativa: Escuela Amaranta Gómez.
La antropóloga mexicana agradeció el gesto, valoró el que se abra la escuela también a personas cisgénero -“para dar el ejemplo de inclusión que allá no se nos da”- y se comprometió con el proyecto.
—Acá se está cuestionando una estructura de cómo se educa en un país desde una mirada binaria, el cómo hay profesores que no quieren desaprender para abrirse a otros conocimientos. Este cambio cultural tiene que ocurrir.
Durante su niñez, Gómez luchó por que se le reconociera su identidad de género. Sin embargo, a la hora de solicitar en sus colegios el cambio de nombre, siempre le repetían lo mismo: “El sistema no lo permite”. Fue recién bien entrada en la universidad, con la buena voluntad de las autoridades, que se produjo el cambio. “Ahí me di cuenta de que no era un tema del ‘sistema’. Mueven dos deditos y lo cambian”.
Gómez Regalado luego comenzó a ser invitada a actividades de Naciones Unidas a nivel internacional, pero a veces era retenida en los aeropuertos. Al no corresponder su imagen a la del nombre de sus documentos, una vez le preguntaron: “¿Por qué nos engaña?”.
En México, la Ley de Identidad de Género está solamente aprobada en cuatro entidades federativas: Ciudad de México, Colima, Michacán y Nayarit. “Sin embargo, la Constitución Federal contiene un artículo que dice que todo documento oficial expedido por una entidad institucional, gubernamental, legislativa, tiene validez en toda la república”, asegura Amaranta, que hasta ese trámite solo había podido apelar a la buena voluntad de las instituciones para que se le reconociera con ese nombre.
—En Chile, la Ley de Identidad de Género se encuentra en su tercer trámite legislativo y tiene una serie de puntos a resolver. ¿Qué características crees que debería tener una ley así?
—Lo ideal sería que fuera una ley como la de Argentina, hecha para todos. Pero la particularidad que tiene Chile es que actualmente tiene un gobierno difícil en esta materia. Yo no creo que en este gobierno eso pase, lo veo complicado.
—Justamente el tema de si incluir o no a las y los niños trans es uno de los principales puntos de conflicto en la discusión de la Ley de Identidad de Género en Chile. ¿Qué opinas de ese punto?
—A veces queremos tener todo, y yo no sé hasta qué punto sería un error aprobar esta ley de forma incompleta, sin los niños. Sin embargo, podría haber un ápice de oportunidad para avanzar a futuro en esas modificaciones. Falta madurez cultural y los legisladores tienen miedo de reconocer la corporalidad e identidad de niños y niñas. Creen que ellos se reducen solamente a lo trans, pero su mundo es muchísimo más amplio.
El Desconcierto/ COMCOSUR MUJER Nº 551 – 16.04.2018
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5) URUGUAY: ESTUDIO CONCLUYE MENOR CALIDAD LABORAL PARA MUJERES
Desigualdad en el trabajo.
Se trata de un tema complejo porque no existe un consenso acerca de cómo debería medirse. La calidad laboral es algo que muchas veces no se cuestiona, cuando determina en buena medida el bienestar físico, emocional y mental de los trabajadores.
Por iniciativa de la administradora de fondos previsionales Unión Capital, el Instituto de Economía (Iecon) de la Universidad de la República y la consultora Equipos indagaron sobre la evolución de la calidad laboral en Uruguay –centrada entre los años 2009 y 2016–, y ayer presentaron sus conclusiones enfocadas exclusivamente desde una óptica de género. A pesar de que son los hombres los que presentan en mayor medida carencias –61% de los casos contra 59%–, las mujeres acumulan más dimensiones de precariedad en sus ocupaciones y bajo una estela muy amplia de situaciones. El panorama no es alentador: son las propias mujeres las que perciben en mayor medida que hay un trato desigual por género.
Datos
El Iecon, usando como fuente la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística, se centró en el análisis cuantitativo de la situación. Según la investigadora Ivone Perazzo, que presentó las conclusiones del análisis, las mejoras en la calidad del empleo constatadas en el período mencionado son “similares” para hombres y mujeres, pero estas acumulan más carencias en sus ocupaciones que los varones en todo el período.
Ahora, si bien no existe un acuerdo generalizado sobre el tema, los investigadores tomaron como carencias indicadores en siete dimensiones: el no registro en la seguridad social, el multiempleo, la extensión de la jornada laboral –sea por exceso o por insuficiencia de horas trabajadas–, la estabilidad laboral, el empleo productivo y la insuficiencia de ingresos, a partir de un umbral absoluto (valor de la hora de labor) y uno relativo (remuneración horaria por debajo de dos tercios del promedio de los ingresos de todos los ocupados) enfocado en la inequidad.
El primer informe presentado a principios de diciembre denunciaba que a pesar de la reducción continua de los problemas de calidad, en 2016 la mitad de los trabajadores uruguayos tenía alguna carencia entre las dimensiones consideradas. Teniendo en cuenta estos planos, el nivel de informalidad, que es el problema que afecta en mayor medida a los trabajadores –sin considerar el ingreso–, ha mejorado mucho más para las mujeres en los siete años estudiados que para los hombres.
La sobreextensión de la jornada laboral, por su parte, afecta a una proporción mucho mayor de hombres (entre 10% y 15% de los ocupados), mientras que entre la fuerza laboral femenina se constató una tendencia al subempleo, que es cuando se trabaja menos de 20 horas con el deseo de hacerlo en mayor medida. El resto de las dimensiones –insuficiencia de ingresos, multiempleo, empleo improductivo, inestabilidad– tienen mayor preponderancia para las mujeres. En particular, 31% de las mujeres y 25% de los hombres presentan insuficiencia de ingresos en el período estudiado.
Territorio, educación y ramas
A nivel general, la situación de precariedad es mucho más heterogénea entre mujeres, por lo que también se abordó el problema a tres niveles: por disparidades en el territorio, características de las personas (como tramos de edad y nivel educativo) y diferencias entre ramas de actividad.
En el norte (Artigas, Salto y Paysandú) y noreste (Tacuarembó, Rivera y Cerro Largo) del país las mujeres “están mucho peor que los hombres de igual región”, señaló Perazzo. Sólo en la región metropolitana (Montevideo y Canelones) el porcentaje de hombres carenciados es superior al de las mujeres, siendo bastante equilibrado en el resto de las regiones.
En cuanto a la educación, es reconocido que las mujeres alcanzan mayores niveles y, tal como era esperado, los problemas de empleo considerados afectan en mayor medida a los trabajadores menos calificados: a 80% de las mujeres y 16% de los hombres en estas condiciones. No obstante, llamó la atención de los investigadores que entre aquellas que terminaron el nivel terciario aumenta la incidencia del multiempleo y la carencia en la extensión de la jornada. “Las mujeres enfrentan muchas más privaciones que los hombres con iguales niveles educativos”, concluyó la economista, que determinó que las mejoras en la calidad del empleo fueron superiores para los hombres en todos los niveles educativos, con excepción de educación primaria, en la que las variaciones fueron similares. En la misma línea, también los ingresos asociadas al mayor nivel educativo son mayores para los hombres en todo el período.
Por tramos de edad, contrario a lo previsto, no se encontraron grandes diferencias por género. La mejora en la calidad de empleo fue generalizada, aunque, en este aspecto, se notó que entre los 25 y 45 años –la llamada “edad fértil”– la de las mujeres es mucho menor que la de los hombres, “quizás por su tendencia a ocupar tareas no remuneradas de cuidados”, puntualizó Perazzo.
Sobre los sectores de actividad, los servicios están claramente feminizados. La mitad de las mujeres trabajadoras se concentran ahí y representan 68% del total de los empleados. En el otro extremo, la construcción se presenta como un sector casi exclusivamente masculino.
Evolución de trabajadores con al menos una carencia por región
Tanto en 2009 como en 2016, los trabajadores con más carencias estaban empleados dentro del sector comercio, restaurantes y hoteles (27% de los hombres y 33% de las mujeres). En particular, 38% de las mujeres empleadas en los servicios comunales, sociales y personales enfrentaban alguna precariedad, rama en la que 10% de los hombres lo hacía.
En cuanto a la carencia de ingresos relativos, las mujeres se ven más afectadas en el agro (51% contra 35% de hombres), la industria (41% y 22%), el comercio (42% y 29%) y los servicios (21% y 12%).
Percepciones
La consultora, por su parte, abordó los aspectos de corte cualitativo, entrevistando a 400 trabajadores mayores de edad en enero y acumulando en total 4.300 casos con todas las mediciones hechas de manera regular en los últimos dos años y medio.
Julia Acosta, encargada de la presentación, sostuvo, en primer lugar, que contrario a las expectativas previas, no se encontraron diferencias significativas en el promedio de satisfacción entre hombres y mujeres en ninguna de las zonas territoriales analizadas. En torno a 80% de los encuestados manifestó sentirse “satisfecho” a nivel general con su trabajo principal. Ahora bien, cuando se realiza una agrupación por nivel socioeconómico se constata un vínculo: “Las mujeres de estratos más bajos están menos conformes con su empleo que las de los más altos”, afirmó la socióloga.
Consultada sobre aspectos específicos, las mujeres dijeron sentir mayor conformidad que los hombres en términos del reconocimiento que reciben por su trabajo, la tarea específica que desarrollan y las relaciones personales con sus superiores. Por el contrario, los varones manifestaron mayor satisfacción en cuestiones como el salario, las posibilidades de ascenso y de desarrollo de carrera, los beneficios y recompensas no salariales, las relaciones personales con sus pares y las posibilidades de capacitación.
Cuando se les preguntó acerca del nivel mínimo de salario por el que estarían dispuestos a aceptar un empleo, las mujeres respondieron sistemáticamente con una cifra 20% menor. A principios de año, pedían casi 33.700 pesos en promedio, contra los casi 42.000 que solicitaban los hombres.
Por otra parte, es notoriamente mayor el número de beneficios extrasalariales que reciben los hombres, como canastas de fin de año, seguros de vida, descuentos en la compra de productos de la empresa, partidas para cubrir otros gastos, asistencias médicas o dentales parciales y beneficios para los hijos. Más allá del sector de actividad y el tamaño de la empresa en la que trabajan, se trata de algo que “parece reforzar la idea del rol masculino proveedor”, sostuvo Acosta. En la misma línea, también se manifestaron desventajas para las mujeres en acceso a convenios con instituciones de salud y en menor medida educativas, clubes deportivos y guarderías o jardines en el lugar de empleo.
En términos de percepciones, las mujeres son más críticas en cuanto al trato diferencial: 78% de los hombres encuestados manifiesta que existe igualdad en las condiciones laborales.
Por otro lado, hay una mayor conciencia de la injusticia en términos de remuneración entre las mujeres del interior del país, y en cuanto a nivel socioeconómico entre las consideradas en los estratos más altos.
La Diaria / COMCOSUR MUJER Nº 551 – 16.04.2018
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“El perdón no se puede lanzar al aire, a ver si cae en la cabeza de quien corresponde” Luis Pérez Aguirre
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