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«HACÍA AÑOS QUE YO NO HABLABA»

COMCOSUR INFORMA AÑO 15 – No. 1663 – martes 18 de Agosto de 2015 /
Selección y producción: Beatriz Alonso, Henry Flores y Carlos Casares /
NOTICIAS Y TEMAS DE COMCOSUR
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Por razones de fuerza mayor (problemas con el hardware), Comcosur Informa
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solucionar el inconveniente a la brevedad. Nuestros otros servicios no se
verán afectados por esta contingencia. Agradecemos desde ya vuestra
comprensión.
Para compensar en algo la involuntaria ausencia, en esta edición de
emergencia publicamos la entrevista de Fabián Werner a Yessie publicada en
el Número 3 de «Cuadernos de la Historia reciente» (Ediciones Banda
Oriental, Setiembre de 2007), la que también fromará parte de un libro de
próxima aparición en «Ediciones del Caballo Perdido», sobre las rehenes
del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros durante la dictadura.
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Entrevista a Yessie Macchi
«HACÍA AÑOS QUE YO NO HABLABA»
Fabián Werner

Con dos fugas de la cárcel de mujeres de Cabildo en su prontuario, Yessie
Macchi había vuelto a formar parte del aparato armado del MLN en la
columna conocida como “El Collar” [1], junto a su compañero Leonel
Martínez Platero, uno de los integrantes de la vieja guardia de “la
orga”.

Era el 13 de junio de 1972, y ambos hacían vigilancia en una hermosa
mañana de invierno, “bien azul el cielo”, en el balneario canario de
Parque del Plata, cuando los sorprendió un descomunal operativo que
reunió a decenas de efectivos de la Caminera, la Policía, el Ejército,
en unidades de tierra y aire. Ella recuerda que mientras corría y tiraba
contra aquel hato de cazadores, la invadió una increíble serenidad, a
pesar del sentimiento que acompaña la certeza de la muerte.

Habíamos hecho un pacto con mi compañero de no dejar que nos agarraran
vivos. A él lo asesinaron, lo mataron por la espalda, pero no al lado
mío. Tuvimos que separarnos en un momento para dispersar el fuego enemigo,
y él cayó en una emboscada. Yo seguía buscándolo en el balneario, sin
saber bien dónde estaba.

En medio de esa búsqueda “un semicírculo” de militares y policías
rodeó a Yessie Macchi y se produjo un intercambio de disparos largo e
intenso. Ella no quería caer viva, entre otras cosas rechazaba la idea de
“sufrir esa humillación”, y a la vez que insultaba a sus oponentes
para que dispararan, cuando se quedó sin balas y veía que “los
milicos” también habían dejado de tirar, se fue despidiendo mentalmente
de todos sus seres queridos, pensando que había llegado su hora. Pero no
llegó, porque “el semicírculo” se cerró detrás de sí, y como ya la
habían reconocido, se había dado la orden de atraparla con vida.

Cuando vienen por atrás me pegan un culatazo, todos vienen arriba mío y
me empiezan a golpear y yo instintivamente me agarré la barriga y dije
“aquí no”. Cinco minutos antes estaba diciendo “asesinos, no se
animan a matar a una mujer”. Pero en ese momento recordé mi embarazo. Y
ahí fue donde pegaron los culatazos. Ya en el camino al Hospital Militar
tuve una pérdida.

Así fue como Yessie Macchi perdió su primer embarazo, se enteró de la
muerte de su compañero y vio escapar su libertad recuperada por segunda
vez. Además, la golpiza que le dieron sus captores significó tales daños
que fue necesario enyesarla desde la punta de los pies hasta debajo de los
senos. Así pasó casi ocho meses, hasta que “un poco en contra” de lo
que querían quienes la asistían en el Hospital Militar la sacaron para
interrogarla. La devolvieron con el yeso roto, por lo que debió quedarse
internada un tiempo más, luego que lo emparcharan.

En realidad, lejos de servir para la rehabilitación, el hospital fue una
instancia de permanente indagación; hicieron un calabozo especial para
ella en la parte de arriba. También había otro para Raúl Sendic, para
atenderlo de las heridas que sufrió durante su caída. Después de un
tiempo llegó por su calabozo el coronel Ramón Trabal, jefe del Servicio
de Inteligencia del Ejército, quien se hizo cargo de su interrogatorio.
Entre ambos se generó una “relación política buena, de enemigo a
enemigo. En los dos o tres primeros meses el militar la visitaba todas las
noches en el hospital.

Fue muy interesante todo lo que conversamos, me enteraba por él de todo lo
que pasaba en los distintos cuarteles, de las negociaciones del MLN con los
milicos, incluso quiso llevarme cuando las negociaciones para el Batallón
Florida y yo me negué porque no estaba de acuerdo con ellas.

Las conversaciones terminaron cuando se enteró el general Esteban Christi,
comandante de la Región Militar N° 1, que una noche fue al Hospital y
delante de Yessie Macchi recriminó duramente a Trabal por su actitud con
la detenida. Es que los informes posteriores al interrogatorio que él
había realizado repetían lo que ella le había dicho: su nombre y nada
más. Luego de ese incidente vendría un nuevo período de interrogatorios,
esta vez en la sede de la Región Militar N° 1.

Lo primero que hicieron fue romper delante de mí el acta que había hecho
Trabal. “A este hijo de puta lo vamos a romper igual que al acta”, me
dijeron, y ahí empezó el verdadero interrogatorio. Ahí estuve creo que
un mes, porque me dejaron un tiempo para recuperarme de la tortura, y de
ahí me devolvieron al Regimiento de Infantería N° 2 para recauchutarme
un poco; después me llevaron a Punta de Rieles. Así que yo llegué allá
después del resto de las compañeras, febrero o marzo de 1973.
DEL PENAL A LA MAZMORRA

Cuando Yessie Macchi llegó al Penal de Punta de Rieles “era una
piltrafa”, debido al largo período de tortura que había sufrido durante
los interrogatorios. Además, arrastraba el dolor de la muerte de su
compañero y del embarazo que había perdido, sin haber podido elaborar sus
duelos debido a los mecanismos de defensa que había tenido que levantar
ante el permanente hostigamiento de sus custodios.

Al entrar al penal todavía rengueaba, porque la fractura de su pierna
había sido muy grande, y estaba muy delgada. De ánimo estaba
completamente cerrada, en un estado de defensa absoluto, y se disponía a
encarar la difícil realidad de un penal con 173 mujeres, la inmensa
mayoría del MLN, enfrentadas a los militares pero también a sus propios
demonios interiores, porque entre ellas convivían las que habían logrado
sostenerse con las que habían delatado, había algunos casos de
desmoralización bastante grandes y no había organización entre ellas.

Cuando llegué me encontré con una cartita que había dejado un compañero
dirigente del MLN que había pasado por Penal de Punta de Rieles como preso
antes que llegaran las mujeres presas. Esta carta nos la entregó el
comandante del penal, el coronel Albornoz [2], y decía que él era una
excelente persona, que nos dejaban una huertita para que cultiváramos para
nosotras. Poco menos, decía que nos portáramos bien.

Entonces todo eso me asustó un poco, me puso en guardia, y junto con dos
compañeras más, las tres con más experiencia dentro del MLN, nos pusimos
a organizar el funcionamiento de la orga dentro de la cárcel.

Eran tiempos muy difíciles para los tupamaros. Los comunicados 4 y 7
habían generado discrepancias entre los miembros de la organización que
estaban presos, lo que hacía que se difundieran “ecos raros” entre
ellos. Entre las reclusas también se discutió sobre la tendencia
“peruanista” que pugnaba en la interna militar, en base a la
información obtenida durante las charlas con el coronel Trabal y a libros
que tenían sobre el proceso peruano. Eso motivó a las prisioneras más
experimentadas a impulsar mecanismos de discusión, para tener una línea
común dentro de la cárcel.

Fue bastante difícil porque eran compañeras recién salidas de la
tortura, algunas ni siquiera habían militado, apenas habían prestado un
auto o habían caído en la desbandada. De hecho todas habíamos pasado
momentos muy duros también en la tortura. Y hasta que nos sacaron del
penal a las que seríamos las rehenes de la dictadura, el 20 de junio de
1973, siete días antes del golpe, lo que se organizó por parte nuestra
fue bastante. Creo que por eso se apuraron a sacarnos, antes que a los
hombres. Se logró formar en grupos a las compañeras para la discusión y
el funcionamiento, estabilizar lo caótica que era esa situación, dar un
sentimiento de pertenencia nuevamente a la organización.

La última pulseada entre las presas y los carceleros antes del retiro de
las primeras ocho rehenes fue el 18 de mayo de 1973, cuando se conmemoraba
el primer año del operativo en el que resultaron muertos cuatro soldados
que montaban guardia frente a la casa del comandante en Jefe del Ejército,
general Gravina. En los días anteriores, previendo que hubiera algún
“verdugueo”, las presas habían resuelto romper filas ante cualquier
provocación, y así lo hicieron cuando la incitación efectivamente se
produjo, en el patio donde se izaba la bandera uruguaya todos los días

Ya no estaba Albornoz, había otro comandante que comenzó con un discurso
terrorista contra nosotras, muy fuerte, e inmediatamente rompimos filas.
Enseguida nos subieron y estuvimos sancionadas por desacato. Eso fue el 18
de mayo, y el 20 de junio ocho de nosotras ya estábamos fuera del penal,
como rehenes.

El primer cuartel “visitado” por Yessie Macchi fue el de San Ramón;
junto a ella estaba “en el mismo trille” Gracia Dry, a quien ubicaron a
un par de calabozos de distancia. Desde su llegada “se notaba algo raro
en el ambiente”, pero era imposible saber de qué se trataba. Una semana
después de su llegada notaron un extraordinario movimiento, chasquidos de
armas, griteríos. En medio del alboroto un capitán apellidado Taramasco,
que había participado de las sesiones de tortura y que mantenía la
curiosa costumbre de acercarse a charlar con la presa atormentada, pasó
por delante de su calabozo. “¿Qué pasa?”, le preguntó ella al
militar desde su mirilla. El gritó: “Vamos a salvar a la patria”. Era
el 27 de junio de 1973. Ella no entendió nada.

A los cuatro o cinco días les dicen que se preparen para un traslado, y
las llevan al Regimiento N° 4 de Caballería. Ahí están cuando cae toda
la plana mayor del Frente Amplio salvo su presidente Líber Seregni. En
calabozos individuales fueron instalados los dirigentes de la izquierda el
9 de julio, detenidos en la manifestación contra la dictadura convocada
por el mismo Frente Amplio. Estaban uno al lado del otro. Yessie Macchi
estaba en el último calabozo. Ahí pudo hablar por la mirilla, en voz baja
con Hugo Batalla, que había sido alojado en la celda contigua; él le
contó lo que había pasado aquel día de alboroto incomprensible. Ahí
empezó a pensar que las peores hipótesis podían concretarse, y que la
muerte era una posibilidad muy firme. De hecho, los militares amenazaban
con matarla todo el tiempo y practicaban frecuentemente simulacros de
fusilamiento.

Por aquellos días cambiaron a Gracia Dry por Estela Sánchez, sin que
Yessie Macchi supiera nunca el motivo ya que no tenía prácticamente
chance de hablar con ellas; era extraño encontrar algún “milico
pierna” que las dejara decirse cosas de calabozo a calabozo o cantar
juntas. Era un momento de caída de militantes políticos, sociales y
sindicales, y por lo tanto también de tortura, sistemática y salvaje. En
el cuartel de San Ramón estaban, entre otros, los ferroviarios, cuyo
sindicato había sido desmantelado; allí eran torturados sus militantes.
Los cuartos de tortura estaban prácticamente pegados a los calabozos,
desde donde se escuchaba todo, por lo que dormir era casi imposible.

En los momentos en que había un descanso lo que había que hacer era
levantarse y desde la mirilla ayudar a esos compañeros, algunos de los
cuales se veía que estaban aflojando. Silbar canciones revolucionarias,
tangos, o si el milico era medio piola preguntarle de dónde eran, decirles
que no estaban solos, que aguantaran. El día se me iba en eso. Cuando
pusieron a Estela (Sánchez) seguían esas sesiones de tortura, pero
además ella sufría de claustrofobia, entonces tenía ataques de histeria,
de angustia, y también había que apoyarla a ella, gritarle, golpearle
fuerte la pared, hablarle aunque no lo permitieran.

Mientras esa batalla transcurría, la dictadura uruguaya decide investigar
si guerrilleros uruguayos habían sido entrenados en Cuba [3]. Entonces es
trasladada al “Infierno Chico”, una casona en la rambla de Punta Gorda,
a donde es interrogada durante dos semanas junto a quienes habían visitado
la isla caribeña y los someten a “una buena máquina”.

Así Yessie Macchi fue postergando sus duelos, no había lugar para pensar
en la muerte de su compañero o en la pérdida de su embarazo. A fines de
1974 fue trasladada al Batallón de Ingenieros N° 1, y estando allí se
produce el asesinato del coronel Ramón Trabal en París, el 19 de
diciembre. Esto tuvo una consecuencia directa en la vida de la presa
tupamara, debido a los contactos que había mantenido con él durante su
internación en el Hospital Militar, por lo que se inicia una nueva etapa
de interrogatorios para saber quiénes integraban el equipo de trabajo
“clandestino” del oficial asesinado, que supuestamente ella debía
conocer.

Después nos trasladan para San Ramón nuevamente, era un lugar feo, los
calabozos diminutos, tremendamente inclementes, inhóspitos. Cada vez que
te llevaban al baño te ponían la capucha y te llevaban con llave de
karate, ibas saltando todo el camino y era bastante lejos, por lo cual te
llevaban poco. A veces una vez por día, por lo que yo tenía una bolsita
de nylon.

A principios de 1975, cuando la separan de Estela Sánchez, Yessie Macchi
por primera vez se queda sola, sin otras rehenes o compañeros sometidos a
tortura que necesiten de su ayuda. Allí, la invade un sentimiento de
soledad que sólo había sufrido en su adolescencia [4] por lo que debe
ocuparse de sus duelos, de sus cargas, de su doloroso presente. No tenía a
quién silbar, no tenía a quién ayudar, más que a sí misma.

Ahí empecé a llorar, en silencio. Pasaron dos o tres semanas y el llanto
no me paraba, era una cosa mansa. No gemía, no gritaba, no hacía nada,
simplemente me caía un chorro de lágrimas permanente. Mi gran
preocupación era mantener una imagen de fortaleza frente a los militares,
pero ellos tenían una vigilancia muy estrecha y calculo que esta
diferencia en mi actitud era obvia. Me preguntaron si quería un pase al
psiquiatra, y les dije que no lo necesitaba. En ese momento, eso hubiera
sido mortal.

En esos días no podía pensar, lloraba, no podía contener el llanto, y
eso me martirizaba. Y en los pocos momentos que no lo hacía fantaseaba con
que mi hijo tendría ya tres años y yo estaba con él, le hablaba, le
contaba historias, cuentos, pero lo que más bronca me daba era no poder
contener el llanto. Creo que en el período anterior lo que me contuvo fue
que siempre tenía que ayudar a alguien, primero en Punta de Rieles y
después en los calabozos. Una vez que se acaba todo eso mi autoexigencia o
la exigencia externa habían desaparecido, y entré en una crisis muy
grande.

Inmediatamente es trasladada otra vez al Batallón Florida, donde había un
sistema mucho más laxo. Una vez más los militares aplicaban su idea de
apretar y aflojar la represión, lo que establecía una situación de
incertidumbre psicológica para las rehenes que constituía una tortura en
sí misma. El simple anuncio de un traslado ya se convertía en una amenaza
de endurecimiento de las condiciones de reclusión. Cuando las cautivas se
acostumbraban a algún lugar poco hostil, se producía el traslado a un
lugar con una represión más dura, y cuando esto amenazaba con destrozar
la resistencia, volvía a distenderse con otro traslado.

Cuando Yessie Macchi vuelve al Batallón Florida, en medio de aquella
crisis de llanto silencioso e interminable, se produce un encuentro
inesperado, que marcaría los siguientes años de reclusión: “Me
encontré con una mujer dentro del calabozo. Era Elisa”. La hija mayor
del senador Zelmar Michelini había soportado varios días de salvaje
tortura en el Infierno chico, en la casona de Punta Gorda, y luego fue
trasladada al cuartel en el barrio de Buceo. Allí se reunió con Yessie
Macchi, quien venía de sus primeras tres semanas de total soledad en un
inhóspito calabozo de San Ramón, de más de veinte días de llanto
permanente.

En el Batallón Florida las cosas mejoraron, porque pasó a una amplia
celda con dos camas, con espacio suficiente para transitar entre ellas, una
ventana entrecerrada a través de la cual se adivinaba el sol, la puerta de
las celdas estaban abiertas (por lo que se podía ir al baño todas las
veces que se necesitara) y había dos horas diarias de recreo. Incluso las
visitas podían entrar paquetes con frutas y verduras.

Cuando me encontré con Elisa ella venía muy mal de la tortura, y lo que
hice fue agarrarme a ella y tratar de ayudarla. Se me fue instantáneamente
el llanto, ella me contó su historia, yo le conté la mía, hicimos una
amistad muy grande. Hacía años que yo no hablaba, desde que estaba en la
situación de rehén.

Aquel encuentro de dos meses y medio fue para Yessie Macchi como “un
respiro después de una corrida larga”. Ella y Elisa Michelini se
necesitaban mutuamente, y por lo general charlaban todo el tiempo, aunque
había momentos en que cada una se sumía en sus pensamientos. Gracias a un
efectivo mecanismo de tráfico epistolar clandestino, mediante el cual
Elisa podía recibir las cartas de Zelmar y de su compañero preso en el
Penal de Libertad, las dos tenían buena información acerca de lo que
ocurría fuera de los cuarteles. Hasta que un día les dijeron que
prepararan sus cosas porque las iban a trasladar. Otra vez la angustia, la
incertidumbre. Y ahí volvió el apriete, y fue un período muy duro,
inolvidable para ambas.

Nos trasladan a Artillería 1, La Paloma, en el Cerro. Llegamos y nos
encontramos con un lugar donde no cabía uno y estábamos las dos. Y había
un cartel sobre la mirilla que decía: “asesinas”. Entonces pensé:
“acá viene brava”. A ese lugar le llamaban “las mazmorras”, y
estuvimos ahí bastante tiempo. Ella dormía para un lado, yo para otro, no
cabíamos paradas, no teníamos recreo, teníamos que ir al baño con un
milico parado junto al inodoro con un fusil apuntándonos; había golpizas,
plantones.

Las brutales condiciones del cautiverio fueron narradas a las visitas,
gracias al ingenio de las presas para comunicarse, y esos relatos llegaron
a oídos de Zelmar, el padre de Elisa, quien lo denunció en el Tribunal
Russell, en Human Right Watch, y en todos los lugares donde fue posible.
Pero las cosas empeoraron, porque cuando los detalles de la denuncia se
hicieron públicos hubo más plantones, más golpizas, más represión.

Faltaban pocos días para el final del mes de abril de 1976, y aquellas
denuncias habían acicateado la saña de los militares, que pasaban cada
media hora por los calabozos, metían el arma por la mirilla y la
martillaban; ellas no sabían si estaban cargadas o no, así que cualquiera
de aquellas maniobras podía ser el fin del sometimiento y de la vida.
UN AGUJERO Y UN AMOR

Un día Yessie Macchi pidió, como permiso especial, que le permitieran
poner un tablón en la pared a modo de estante para colocar las pocas cosas
que le permitían conservar dentro del calabozo. Increíblemente las
autoridades del cuartel dijeron que sí, y le encomendaron la labor a otro
preso, que compartía una “pared medianera” con ella. El tenía permiso
para hacer manualidades, y con las herramientas que tenía había horadado
las viejas paredes, que se caían de viejas y húmedas, hasta hacer un
agujero. Una y otro se tapaban con sus colchas de un lado y otro de la
medianera, y hablaban de noche. El insoportable volumen de las cumbias que
escuchaban los torturadores mientras vejaban a los presos servía de
involuntario cómplice para las tertulias nocturnas. Así, Yessie y Mario
charlaban, mientras los demás no escuchaban nada.

No sé qué pasaba dentro de mí en esos momentos, pero creo que no haber
elaborado mis duelos, la bronca que yo tenía adentro por tantos cuarteles,
tanta tortura, venía un milico de otro cuartel y te dejaban en un cuarto
con él y otra vez el toqueteo y la “máquina”. Yo tenía una necesidad
de rebeldía muy grande, porque además ya había pasado por el juez
militar que me había baboseado, me había dicho que antes de 45 años no
salía. Y yo de eso estaba segura, porque no había ninguna perspectiva de
nada.

El romance clandestino avanzó con el correr del tiempo, con cumbias de
fondo, soportando los gritos de los compañeros sometidos a suplicio en las
salas vecinas, hasta que una noche Yessie propuso: “¿Y si tenemos un
hijo?”

No pude ver la cara que puso porque estaba del otro lado de la pared, pero
le dije: “Mirá Mario, yo no salgo más de acá. O me matan o me quedo
acá por muchos años. Vos tenés una pena corta, te faltan dos años,
podemos tener un hijo que cuiden mis padres mientras tanto, y después tú
lo criás”. “Bueno, está bien”, dijo Mario Soto, aunque con alguna
sorpresa en su voz.

En aquel cuartel, el más represivo de todos los que la presa había
estado, la pareja pudo reunirse “dos o tres veces”, gracias a la
solidaridad de uno de los custodios. Previamente, ella había pedido la
aprobación de sus padres, que aceptaron criar a su hijo a pesar de la
incertidumbre que les provocó la noticia de que existía la posibilidad de
que fueran abuelos.

También contaron con la solidaridad de los compañeros presos en ese
cuartel, que fueron anoticiados previamente de que ella quedaría
embarazada y que eso podía tener consecuencias posteriores, como el
endurecimiento de la represión y el aislamiento. Casi todos estuvieron de
acuerdo.

Una noche Yessie y Elisa no podían dormirse, y escuchaban una radio
sintonizada en Carve, emisora que tenía un programa nocturno que pasaba
música y la interrumpía con breves espacios informativos. Como era
habitual, al final de una melodía comenzó a darse una novedad que las
presas no pudieron escuchar completamente. “Los dos legisladores
desaparecidos en la Argentina…” alcanzaron a escuchar, y después más
nada. En el primero que pensaron fue en el padre de Elisa, el otro podía
ser Wilson Ferreira Aldunate.

Esa noche no dormimos nada. Al otro día vemos que rodean todas las
mazmorras con ametralladoras, y cortan las visitas. Después de unos días,
le conceden una visita a un compañero que un mes atrás la había pedido
por su cumpleaños. Cuando vuelve por el corredor se zafa del milico, corre
hacia nuestra mirilla y dice: “Elisa, asesinaron a tu padre”. Y
mientras el milico lo sacudía: “Prefiero que lo sepas por mí y no por
ellos”.

Durante la siguiente semana Elisa reclamó insistentemente que la dejaran
ver a la familia, y pedía sin éxito para hablar con el comandante de la
unidad. Mientras tanto la situación era de duelo, en las celdas no se
cantaba, no se jugaba al ajedrez de calabozo a calabozo. Finalmente le
dieron la visita, era Hugo Batalla. Allí se enteró que el otro asesinado
había sido Héctor Gutiérrez Ruiz.

Mientras Elisa conocía algunos detalles del crimen de su padre, Yessie se
vio sacudida por un vómito; nunca había vomitado en su vida. Cuando
volvió al calabozo Yessie limpiaba el piso. Al darse cuenta de lo que
había ocurrido se abrazaron, por el padre que se había ido y por el bebé
que anunciaba su llegada.

Fue como si yo fuera la hija de Zelmar y Elisa la madre de Paloma. Eran dos
cosas completamente opuestas, la vida y la muerte. Lo que yo viví con
Elisa no lo viví con nadie más. Todo ese tiempo anterior y posterior a la
muerte de su padre y a mi embarazo, fue algo muy intenso.

Después de confirmar su gravidez, el problema pasó a ser que no corriera
el rumor de que el niño era hijo de un militar, producto de una
violación, y para eso no había más remedio que dar a conocer su
relación con uno de los compañeros presos. Entonces Yessie le pidió a la
madre que hiciera un juego de alianzas y que las enviara en el paquete de
Mario, el padre de su hijo, y que en los anillos estuviera grabada una
fecha muy bien pensada, para que pareciera que ese había sido el día en
que habían estado juntos por primera vez. En realidad, el día que
figuraría en los anillos había estado de guardia el torturador más
salvaje de todos.

Si se daban cuenta de que teníamos anillo, y miraban la fecha, iba a
aparecer él como responsable de lo que hubiera pasado esa noche.
Luego él le mandó a ella una carta de amor a través de un soldado, con
la certeza de que la misiva llegaría a manos del comandante de la unidad.

Enseguida ambos fueron llamados a interrogatorio, y él estuvo de plantón
toda la noche. Cuando ella fue interrogada por el comandante confirmó su
romance y le pidió permiso para casarse por poder. El objetivo de
publicitar su relación se había conseguido, pero también habían
determinado su separación definitiva. Aquella fue la última vez que
Yessie Macchi vio a Mario Soto, el padre de su bebé.

A los dos días ella y Elisa fueron trasladadas al 4° de Caballería,
donde tenían una hora de recreo diaria, en la que una podía ir al
calabozo de la otra. Allí se encontraron con el hijo del asesinado coronel
Ramón Trabal, quien permanecía como jefe del S2 (Inteligencia) en esa
unidad. Todas las noches él iba, borracho, a hablar con Elisa, quien
procesaba su duelo por la muerte de Zelmar. Y le decía: “A mi padre lo
mataron los mismos que mataron al tuyo”. Era conciente de que el crimen
cometido en París había sido responsabilidad de sus propios camaradas,
pero permanecía de todas formas en el S2 del 4° de Caballería.

Poco tiempo después, un nuevo traslado, esta vez al 9° de Caballería.
Para ese entonces, ya había empezado a aparecer la panza, por lo que
tenía que usar un poncho de lana para ocultar su estado. Allí Yessie
Macchi se encontró con un mayor que la conocía del Hospital Militar,
“un viejo enemigo”, quien sospechó de aquel afán por abrigarse en
tiempos nada invernales, por lo que ordenó un examen ginecológico. Cuando
la reclusa llegó al consultorio, una mujer le indicó que se acostara para
practicarle los análisis, pero la presa se negó: “Usted no me va a
hacer ningún examen, y si lo que quiere saber es si estoy embarazada, se
lo digo yo: sí, estoy embarazada de seis meses”. En realidad el embarazo
era de poco más de 16 semanas, pero la exageración había sido calculada
previendo posibles consecuencias. “¡Qué disparate, qué sinvergüenza!,
¿usted me va a decir que los militares violan a las presas en los
calabozos?”, replicó la mujer. “Esto no es producto de violación,
pero desde ya le digo que a mí me han violado. Esto es producto de una
relación voluntaria con otro preso”. Alarmada, la mujer cerró la
puerta, dejó a Yessie Macchi dentro de la sala y fue a buscar a las
autoridades de la unidad. En poco tiempo se había armado un revuelo que
tendría consecuencias para el destino inmediato de todas las mujeres
rehenes.

Minutos más tarde, el jefe de reclusión del cuartel, un capitán de
apellido Lucero, llamó a Yessie Macchi, y le pidió la alianza, aquella
que su madre había mandado fabricar con una fecha muy bien estudiada. El
militar la anotó y le preguntó a la presa el nombre del padre del niño.
Luego, confesó que no sabía cómo resolver la situación. Al poco rato
fue llamada otra vez, pero ahora estaban presentes los comandantes y sub
comandantes del cuartel de La Paloma (la unidad adonde había sido
concebido el bebé) y el 9° de Caballería. Ninguno sabía qué hacer
porque todavía no había ninguna orden de la Junta de Comandantes.
Estaban todos a los manotazos, pero yo me daba cuenta que eran todos para
arriba, en la panza nada.

Las amenazas de muerte se intercalaban con las de un aborto provocado,
hasta que Yessie Macchi les anunció que su situación estaba en
conocimiento de varios organismos humanitarios internacionales, y que
cualquier daño que ella sufriera por su embarazo inmediatamente tendría
consecuencias para el Uruguay y su régimen militar. La advertencia
profundizó la incertidumbre de los oficiales, que optaron por retirarse de
la sala y dejar sola a la mujer. Al día siguiente, el comandante de la
unidad se presentó para pedirles a Elisa y ella que recogieran sus cosas
para abandonar el cuartel. Las razones de esta medida se las aclaró luego
otro oficial de la misma unidad: “Las mujeres no sirven para estar en los
cuarteles”.

Si bien a mí me resultó relativamente barato quedar embarazada, no fue
así para quien era mi compañero en ese momento. El estuvo tres meses
siendo torturado simplemente para que dijera el nombre del guardia que
había facilitado que nosotros estuviéramos juntos. Ya después de eso
quedó totalmente traumatizado por dentro, lo que desembocó en un cáncer
y su muerte el 27 de junio de 1980.

Más de tres años después de iniciada la rotación, los militares habían
caído en la cuenta, gracias al embarazo de Yessie Macchi, de que “las
mujeres no sirven para estar en los cuarteles”, por lo que resolvieron
que las rehenes volvieran al penal de Punta de Rieles. Al principio las
instalaron en un sector a todas juntas, con algunas presas que venían de
otras zonas de la cárcel. Fue una especie de aislamiento antes de la
integración con el resto de las reclusas.

Este regreso a la vida compartida del penal podría verse como una mejora
respecto al severo aislamiento que sufrieron en los calabozos de los
cuarteles de la dictadura. Sin embargo, estuvo bastante lejos de ser así
en el caso de Yessie Macchi. El entusiasmo que ella sentía por su
maternidad se vio empañado por el malestar que ocasionaba en un grupo
pequeño pero influyente de presas.

Yo estaba muy orgullosa con mi embarazo, me parecía que era lo más grande
que había podido lograr en toda mi vida. Al tiempo me enteré que en otro
sector de la cárcel había compañeras que estaban en contra. Era una
posición muy homogénea de ese grupo que impuso una mordaza a otras que
también estaban en ese sector. Allí la crítica fue muy fuerte, aunque
nunca me enteré cuál era.

Cuando el Comando de la cárcel constató esta división entre las presas,
trasladó a Yessie Macchi a ese sector de reclusión, lo que le significó
enfrentar un momento muy duro de la cárcel, quizás el más duro de todos.

Estuve rodeada de compañeras con las cuales no podía hablar, las
críticas no se hacían de frente y ellas mismas habían implantado una
especie de silencio hacia mí. Es muy difícil sufrir una cana doble, la
que te imponen tus enemigos y la de compañeras que están tan presas como
una. Quizás sus opiniones podían ser aceptadas como algo válido, aunque
no compartido, pero no de la forma como lo hicieron, muy cruel. Incluso
cuando mi hija venía a la visita de niños, ellas no la saludaban, fue una
situación de mucha tensión.

En ese sector estuvo un año. Un año muy solitario. Allí también estuvo
Lía Maciel, otra de las que había estado como rehén hasta finales de
1976. Con ella compartió sus estudios de psicología, pero la
comunicación era difícil porque estaban en celdas distantes. Había otro
aspecto que dificultaba la vida de Yessie en el Penal de Punta de Rieles, y
era que la seguían interrogando por “el tema Trabal”, así que tenía
los morrales prontos para los traslados a nuevos interrogatorios, nuevas
torturas, y no lo podía compartir con nadie. Esta fue la segunda instancia
(la primera fue los calabozos de la Región Militar Número 1) en la que
tuvo que enfrentar sola la ausencia de libertad.

Nunca me dejé divagar, tenía la mente ocupada permanentemente, si había
libros estaba leyendo, si no pensaba en los que había leído antes,
escribía poemas mentalmente, usé mucho el canto, silbaba, recordé todos
los tangos que sabía en mi vida, inventé otros. Recuerdo días enteros
numerando la cantidad de compañeros que había conocido durante toda mi
vida, lo cual me daba cuentas astronómicas y me llevaba días y días. Es
increíble la capacidad creativa del ser humano.

Mientras esas estrategias para sobrevivir a la agresión del presidio se
desarrollaban, recurriendo a todo el patrimonio personal y colectivo
cosechado durante años de militancia, se iban eludiendo viejos lutos. Es
que la cárcel no es un lugar propicio para elaborar duelos, por el
contrario van aumentando, ante la constante pérdida de libertad.

La salida de la cárcel es el momento más difícil, yo le llamo el trauma
de la libertad, porque se te plantea tirar abajo todos esos mecanismos de
defensa que te pusiste para bancar la hostilidad del medio, y empezar a
vivir como un ser humano normal, como si no te hubiera pasado nada o
procesando el duelo por lo que te pasó.

El dolor por el compañero asesinado en el operativo de Parque del Plata en
junio de 1972, y por el hijo que le hicieron abortar ese mismo día, fue
asimilado por Yessie Macchi hace pocos años, y terminó en una profunda
crisis alcohólica, de la que le costó mucho salir. Pidió mucha ayuda y
no la obtuvo, salvo de su hermana mayor y alguna amiga íntima. “Hay que
tener en cuenta que todos sufrían sus duelos y sus amputaciones”,
asegura.

Yo me atendí permanentemente con psicólogos, primero por la relación con
mi hija Paloma que tenía nueve años cuando yo salí en libertad, mi
relación con mi nueva pareja, y toda mi reinserción implicó terapias. Y
ninguno de los terapeutas que me atendieron estaba preparado, es un tema
muy difícil. En algunos países los hay pero son contados, porque no es
una simple neurosis común, es algo mucho más profundo, con raíces muy
dolorosas, y exige del terapeuta cierta experiencia en la materia o una
sensibilidad muy exquisita, que yo no encontré.

La labor para los psicólogos no era fácil. Se debatían con una persona
que había mantenido firmes mecanismos de defensa durante más de catorce
años en la cárcel y que durante ese lapso había estudiado lo mismo que
ellos.
Yo los sobraba, cuando me preguntaban algo yo ya sabía por donde venían,
tenían todas las de perder.
Pero Yessie también perdió. Dos compañeros, un hijo, un padre y tres
lustros de libertad. La carga era muy pesada, y el consuelo que encontró
fue el alcohol, hasta que decidió abandonar su hogar y refugiarse en una
casa de salud durante cinco meses.
Estaba con cuatro viejitas amorosas y con ellas logré hacer mi duelo. Yo
creo que cada uno tiene su ritmo. ¿Por qué ahora surgen tantos
testimonios y tantos libros? Lleva su tiempo, es un tiempo histórico, que
depende de todo un proceso.

Buena parte de ese período se vivió en el contexto de la lucha contra la
ley de impunidad, que finalmente se perdió. Esa batalla, sin embargo,
Yessie la vivió amortiguada porque al salir de la cárcel resolvió vivir
en La Teja, así que buena parte de esos años los vivió abrazada por la
solidaridad de los vecinos.

Aún así, no pude evitar esa crisis muy prolongada en el tiempo,
fácilmente quince años de mi vida, en que yo no podía hablar de
determinados temas. A lo largo de todos esos años yo logré conocerme
totalmente, no sólo en el aislamiento de la cárcel sino en el posterior
por mi enfermedad. Hoy me siento bien conmigo misma. Creo que lo que viví
hasta el 85 fue bien vivido. Lo que viví después también lo fue, pero
fue en una pelea constante contra la autodestrucción. Al menos eso fue lo
que me pasó a mí.
-.-
1. El Collar era una columna que rodeaba todo el departamento de Montevideo
y su finalidad era para una etapa superior de lucha, para evitar la entrada
de tropas del ejército a Montevideo suponiendo que hubiera una situación
insurreccional o revolucionaria, y al mismo tiempo impidiendo la salida de
tropas para el interior si había un levantamiento allí, el cual era
posible encuadrado en lo que era el plan Tatú. “En esa columna tenían
que ser cuadros militares muy bien probados, porque era la barrera de
choque. Yo me instalé ahí, en la parte de los balnearios del este, desde
el arroyo Carrasco hasta el arroyo Solís Grande en el límite con
Maldonado”.

2. “Albornoz era un caso típico de un hombre de inteligencia, porque él
estaba ahí para clasificarnos, muy simpático, muy amable, de puertas
abiertas en las celdas, y que fue en definitiva, mirado desde la
perspectiva de ahora, el que planificó el penal represivo más duro que
tuvimos, en base a los datos que ingenuamente nosotras mismas le fuimos
dando, porque no estábamos acostumbradas a los militares como celadores,
sí como torturadores”.

3. Yessie Macchi viajó a Cuba en 1967, estando aún en la legalidad,
trabajando en Alcan Aluminios del Uruguay. Por ese tiempo, durante el día
trabajaba como secretaría ejecutiva y durante el resto era una militante
tupamara en cuyo apartamento de Malvín se congregaba buena parte de la
dirección del MLN. Pero llegó un momento que fue muy difícil mantener la
“doble vida”, por lo que la organización resolvió enviarla a Cuba, y
lo que se pensó como una “representación” por seis meses terminó
siendo una estadía de un año. Aprovechando el impulso dado por la
Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), que había aprobado la
lucha armada en todo el continente, se vinculó con representantes de los
movimientos de liberación nacional de la región, y recibió un intenso
entrenamiento militar.

4. Cuando Yessie Macchi tenía 11 años sus padres deciden separarse,
aunque continúan viviendo juntos en la misma casa, ellos en distintos
cuartos, y ella en un tercero. Esa fue una etapa muy difícil para la
niña, que además sufría la falta de su hermana mayor que debió viajar a
Estados Unidos por motivos de estudio. “Ese fue mi primer aprendizaje de
la soledad. Si lo miro desde hoy yo diría que fue, con todo lo que me
tocó vivir en mi vida, los peores años de soledad”. Para superar esa
situación se acercó primero a la Iglesia Católica y después a la
Metodista, pero a los 13 años también se decepcionó de la vida religiosa
y emprendió la exploración por otros caminos: “Siempre estaba a la
búsqueda de algo que me sostuviera”.

COMCOSUR INFORMA Nº 1663 – 18/08/2015

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Ferrari (Berna); Jorge Marrero (Santa Rosa), Margarita Merklen (Durazno),
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«HACÍA AÑOS QUE YO NO HABLABA»

COMCOSUR INFORMA AÑO 15 – No. 1663 – martes 18 de Agosto de 2015 / Selección y producción: Beatriz Alonso, Henry Flores y Carlos Casares / AVISO A LOS NAVEGANTES:
Por razones de fuerza mayor (problemas con el hardware), Comcosur Informa suspenderá provisoriamente sus envíos hasta nuevo aviso. Esperamos solucionar el inconveniente a la brevedad. Nuestros otros servicios no se verán afectados por esta contingencia. Agradecemos desde ya vuestra comprensión.
Para compensar en algo la involuntaria ausencia, en esta edición de emergencia publicamos la entrevista de Fabián Werner a Yessie publicada en el Número 3 de «Cuadernos de la Historia reciente» (Ediciones Banda Oriental, Setiembre de 2007), la que también fromará parte de un libro de próxima aparición en «Ediciones del Caballo Perdido», sobre las rehenes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros durante la dictadura.
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Entrevista a Yessie Macchi
«HACÍA AÑOS QUE YO NO HABLABA»
Fabián Werner

Con dos fugas de la cárcel de mujeres de Cabildo en su prontuario, Yessie Macchi había vuelto a formar parte del aparato armado del MLN en la columna conocida como “El Collar” [1], junto a su compañero Leonel Martínez Platero, uno de los integrantes de la vieja guardia de “la orga”.

Era el 13 de junio de 1972, y ambos hacían vigilancia en una hermosa mañana de invierno, “bien azul el cielo”, en el balneario canario de Parque del Plata, cuando los sorprendió un descomunal operativo que reunió a decenas de efectivos de la Caminera, la Policía, el Ejército, en unidades de tierra y aire. Ella recuerda que mientras corría y tiraba contra aquel hato de cazadores, la invadió una increíble serenidad, a pesar del sentimiento que acompaña la certeza de la muerte.

Habíamos hecho un pacto con mi compañero de no dejar que nos agarraran vivos. A él lo asesinaron, lo mataron por la espalda, pero no al lado mío. Tuvimos que separarnos en un momento para dispersar el fuego enemigo, y él cayó en una emboscada. Yo seguía buscándolo en el balneario, sin saber bien dónde estaba.

En medio de esa búsqueda “un semicírculo” de militares y policías rodeó a Yessie Macchi y se produjo un intercambio de disparos largo e intenso. Ella no quería caer viva, entre otras cosas rechazaba la idea de “sufrir esa humillación”, y a la vez que insultaba a sus oponentes para que dispararan, cuando se quedó sin balas y veía que “los milicos” también habían dejado de tirar, se fue despidiendo mentalmente de todos sus seres queridos, pensando que había llegado su hora. Pero no llegó, porque “el semicírculo” se cerró detrás de sí, y como ya la habían reconocido, se había dado la orden de atraparla con vida.

Cuando vienen por atrás me pegan un culatazo, todos vienen arriba mío y me empiezan a golpear y yo instintivamente me agarré la barriga y dije “aquí no”. Cinco minutos antes estaba diciendo “asesinos, no se animan a matar a una mujer”. Pero en ese momento recordé mi embarazo. Y ahí fue donde pegaron los culatazos. Ya en el camino al Hospital Militar tuve una pérdida.

Así fue como Yessie Macchi perdió su primer embarazo, se enteró de la muerte de su compañero y vio escapar su libertad recuperada por segunda vez. Además, la golpiza que le dieron sus captores significó tales daños que fue necesario enyesarla desde la punta de los pies hasta debajo de los senos. Así pasó casi ocho meses, hasta que “un poco en contra” de lo que querían quienes la asistían en el Hospital Militar la sacaron para interrogarla. La devolvieron con el yeso roto, por lo que debió quedarse internada un tiempo más, luego que lo emparcharan.

En realidad, lejos de servir para la rehabilitación, el hospital fue una instancia de permanente indagación; hicieron un calabozo especial para ella en la parte de arriba. También había otro para Raúl Sendic, para atenderlo de las heridas que sufrió durante su caída. Después de un tiempo llegó por su calabozo el coronel Ramón Trabal, jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército, quien se hizo cargo de su interrogatorio. Entre ambos se generó una “relación política buena, de enemigo a enemigo. En los dos o tres primeros meses el militar la visitaba todas las noches en el hospital.

Fue muy interesante todo lo que conversamos, me enteraba por él de todo lo que pasaba en los distintos cuarteles, de las negociaciones del MLN con los milicos, incluso quiso llevarme cuando las negociaciones para el Batallón Florida y yo me negué porque no estaba de acuerdo con ellas.

Las conversaciones terminaron cuando se enteró el general Esteban Christi, comandante de la Región Militar N° 1, que una noche fue al Hospital y delante de Yessie Macchi recriminó duramente a Trabal por su actitud con la detenida. Es que los informes posteriores al interrogatorio que él había realizado repetían lo que ella le había dicho: su nombre y nada más. Luego de ese incidente vendría un nuevo período de interrogatorios, esta vez en la sede de la Región Militar N° 1.

Lo primero que hicieron fue romper delante de mí el acta que había hecho Trabal. “A este hijo de puta lo vamos a romper igual que al acta”, me dijeron, y ahí empezó el verdadero interrogatorio. Ahí estuve creo que un mes, porque me dejaron un tiempo para recuperarme de la tortura, y de ahí me devolvieron al Regimiento de Infantería N° 2 para recauchutarme un poco; después me llevaron a Punta de Rieles. Así que yo llegué allá después del resto de las compañeras, febrero o marzo de 1973.
DEL PENAL A LA MAZMORRA

Cuando Yessie Macchi llegó al Penal de Punta de Rieles “era una piltrafa”, debido al largo período de tortura que había sufrido durante los interrogatorios. Además, arrastraba el dolor de la muerte de su compañero y del embarazo que había perdido, sin haber podido elaborar sus duelos debido a los mecanismos de defensa que había tenido que levantar ante el permanente hostigamiento de sus custodios.

Al entrar al penal todavía rengueaba, porque la fractura de su pierna había sido muy grande, y estaba muy delgada. De ánimo estaba completamente cerrada, en un estado de defensa absoluto, y se disponía a encarar la difícil realidad de un penal con 173 mujeres, la inmensa mayoría del MLN, enfrentadas a los militares pero también a sus propios demonios interiores, porque entre ellas convivían las que habían logrado sostenerse con las que habían delatado, había algunos casos de desmoralización bastante grandes y no había organización entre ellas.

Cuando llegué me encontré con una cartita que había dejado un compañero dirigente del MLN que había pasado por Penal de Punta de Rieles como preso antes que llegaran las mujeres presas. Esta carta nos la entregó el comandante del penal, el coronel Albornoz [2], y decía que él era una excelente persona, que nos dejaban una huertita para que cultiváramos para nosotras. Poco menos, decía que nos portáramos bien.

Entonces todo eso me asustó un poco, me puso en guardia, y junto con dos compañeras más, las tres con más experiencia dentro del MLN, nos pusimos a organizar el funcionamiento de la orga dentro de la cárcel.

Eran tiempos muy difíciles para los tupamaros. Los comunicados 4 y 7 habían generado discrepancias entre los miembros de la organización que estaban presos, lo que hacía que se difundieran “ecos raros” entre ellos. Entre las reclusas también se discutió sobre la tendencia “peruanista” que pugnaba en la interna militar, en base a la información obtenida durante las charlas con el coronel Trabal y a libros que tenían sobre el proceso peruano. Eso motivó a las prisioneras más experimentadas a impulsar mecanismos de discusión, para tener una línea común dentro de la cárcel.

Fue bastante difícil porque eran compañeras recién salidas de la tortura, algunas ni siquiera habían militado, apenas habían prestado un auto o habían caído en la desbandada. De hecho todas habíamos pasado momentos muy duros también en la tortura. Y hasta que nos sacaron del penal a las que seríamos las rehenes de la dictadura, el 20 de junio de 1973, siete días antes del golpe, lo que se organizó por parte nuestra fue bastante. Creo que por eso se apuraron a sacarnos, antes que a los hombres. Se logró formar en grupos a las compañeras para la discusión y el funcionamiento, estabilizar lo caótica que era esa situación, dar un sentimiento de pertenencia nuevamente a la organización.

La última pulseada entre las presas y los carceleros antes del retiro de las primeras ocho rehenes fue el 18 de mayo de 1973, cuando se conmemoraba el primer año del operativo en el que resultaron muertos cuatro soldados que montaban guardia frente a la casa del comandante en Jefe del Ejército, general Gravina. En los días anteriores, previendo que hubiera algún “verdugueo”, las presas habían resuelto romper filas ante cualquier provocación, y así lo hicieron cuando la incitación efectivamente se produjo, en el patio donde se izaba la bandera uruguaya todos los días

Ya no estaba Albornoz, había otro comandante que comenzó con un discurso terrorista contra nosotras, muy fuerte, e inmediatamente rompimos filas. Enseguida nos subieron y estuvimos sancionadas por desacato. Eso fue el 18 de mayo, y el 20 de junio ocho de nosotras ya estábamos fuera del penal, como rehenes.

El primer cuartel “visitado” por Yessie Macchi fue el de San Ramón; junto a ella estaba “en el mismo trille” Gracia Dry, a quien ubicaron a un par de calabozos de distancia. Desde su llegada “se notaba algo raro en el ambiente”, pero era imposible saber de qué se trataba. Una semana después de su llegada notaron un extraordinario movimiento, chasquidos de armas, griteríos. En medio del alboroto un capitán apellidado Taramasco, que había participado de las sesiones de tortura y que mantenía la curiosa costumbre de acercarse a charlar con la presa atormentada, pasó por delante de su calabozo. “¿Qué pasa?”, le preguntó ella al militar desde su mirilla. El gritó: “Vamos a salvar a la patria”. Era el 27 de junio de 1973. Ella no entendió nada.

A los cuatro o cinco días les dicen que se preparen para un traslado, y las llevan al Regimiento N° 4 de Caballería. Ahí están cuando cae toda la plana mayor del Frente Amplio salvo su presidente Líber Seregni. En calabozos individuales fueron instalados los dirigentes de la izquierda el 9 de julio, detenidos en la manifestación contra la dictadura convocada por el mismo Frente Amplio. Estaban uno al lado del otro. Yessie Macchi estaba en el último calabozo. Ahí pudo hablar por la mirilla, en voz baja con Hugo Batalla, que había sido alojado en la celda contigua; él le contó lo que había pasado aquel día de alboroto incomprensible. Ahí empezó a pensar que las peores hipótesis podían concretarse, y que la muerte era una posibilidad muy firme. De hecho, los militares amenazaban con matarla todo el tiempo y practicaban frecuentemente simulacros de fusilamiento.

Por aquellos días cambiaron a Gracia Dry por Estela Sánchez, sin que Yessie Macchi supiera nunca el motivo ya que no tenía prácticamente chance de hablar con ellas; era extraño encontrar algún “milico pierna” que las dejara decirse cosas de calabozo a calabozo o cantar juntas. Era un momento de caída de militantes políticos, sociales y sindicales, y por lo tanto también de tortura, sistemática y salvaje. En el cuartel de San Ramón estaban, entre otros, los ferroviarios, cuyo sindicato había sido desmantelado; allí eran torturados sus militantes. Los cuartos de tortura estaban prácticamente pegados a los calabozos, desde donde se escuchaba todo, por lo que dormir era casi imposible.

En los momentos en que había un descanso lo que había que hacer era levantarse y desde la mirilla ayudar a esos compañeros, algunos de los cuales se veía que estaban aflojando. Silbar canciones revolucionarias, tangos, o si el milico era medio piola preguntarle de dónde eran, decirles que no estaban solos, que aguantaran. El día se me iba en eso. Cuando pusieron a Estela (Sánchez) seguían esas sesiones de tortura, pero además ella sufría de claustrofobia, entonces tenía ataques de histeria, de angustia, y también había que apoyarla a ella, gritarle, golpearle fuerte la pared, hablarle aunque no lo permitieran.

Mientras esa batalla transcurría, la dictadura uruguaya decide investigar si guerrilleros uruguayos habían sido entrenados en Cuba [3]. Entonces es trasladada al “Infierno Chico”, una casona en la rambla de Punta Gorda, a donde es interrogada durante dos semanas junto a quienes habían visitado la isla caribeña y los someten a “una buena máquina”.

Así Yessie Macchi fue postergando sus duelos, no había lugar para pensar en la muerte de su compañero o en la pérdida de su embarazo. A fines de 1974 fue trasladada al Batallón de Ingenieros N° 1, y estando allí se produce el asesinato del coronel Ramón Trabal en París, el 19 de diciembre. Esto tuvo una consecuencia directa en la vida de la presa tupamara, debido a los contactos que había mantenido con él durante su internación en el Hospital Militar, por lo que se inicia una nueva etapa de interrogatorios para saber quiénes integraban el equipo de trabajo “clandestino” del oficial asesinado, que supuestamente ella debía conocer.

Después nos trasladan para San Ramón nuevamente, era un lugar feo, los calabozos diminutos, tremendamente inclementes, inhóspitos. Cada vez que te llevaban al baño te ponían la capucha y te llevaban con llave de karate, ibas saltando todo el camino y era bastante lejos, por lo cual te llevaban poco. A veces una vez por día, por lo que yo tenía una bolsita de nylon.

A principios de 1975, cuando la separan de Estela Sánchez, Yessie Macchi por primera vez se queda sola, sin otras rehenes o compañeros sometidos a tortura que necesiten de su ayuda. Allí, la invade un sentimiento de soledad que sólo había sufrido en su adolescencia [4] por lo que debe ocuparse de sus duelos, de sus cargas, de su doloroso presente. No tenía a quién silbar, no tenía a quién ayudar, más que a sí misma.

Ahí empecé a llorar, en silencio. Pasaron dos o tres semanas y el llanto no me paraba, era una cosa mansa. No gemía, no gritaba, no hacía nada, simplemente me caía un chorro de lágrimas permanente. Mi gran preocupación era mantener una imagen de fortaleza frente a los militares, pero ellos tenían una vigilancia muy estrecha y calculo que esta diferencia en mi actitud era obvia. Me preguntaron si quería un pase al psiquiatra, y les dije que no lo necesitaba. En ese momento, eso hubiera sido mortal.

En esos días no podía pensar, lloraba, no podía contener el llanto, y eso me martirizaba. Y en los pocos momentos que no lo hacía fantaseaba con que mi hijo tendría ya tres años y yo estaba con él, le hablaba, le contaba historias, cuentos, pero lo que más bronca me daba era no poder contener el llanto. Creo que en el período anterior lo que me contuvo fue que siempre tenía que ayudar a alguien, primero en Punta de Rieles y después en los calabozos. Una vez que se acaba todo eso mi autoexigencia o la exigencia externa habían desaparecido, y entré en una crisis muy grande.

Inmediatamente es trasladada otra vez al Batallón Florida, donde había un sistema mucho más laxo. Una vez más los militares aplicaban su idea de apretar y aflojar la represión, lo que establecía una situación de incertidumbre psicológica para las rehenes que constituía una tortura en sí misma. El simple anuncio de un traslado ya se convertía en una amenaza de endurecimiento de las condiciones de reclusión. Cuando las cautivas se acostumbraban a algún lugar poco hostil, se producía el traslado a un lugar con una represión más dura, y cuando esto amenazaba con destrozar la resistencia, volvía a distenderse con otro traslado.

Cuando Yessie Macchi vuelve al Batallón Florida, en medio de aquella crisis de llanto silencioso e interminable, se produce un encuentro inesperado, que marcaría los siguientes años de reclusión: “Me encontré con una mujer dentro del calabozo. Era Elisa”. La hija mayor del senador Zelmar Michelini había soportado varios días de salvaje tortura en el Infierno chico, en la casona de Punta Gorda, y luego fue trasladada al cuartel en el barrio de Buceo. Allí se reunió con Yessie Macchi, quien venía de sus primeras tres semanas de total soledad en un inhóspito calabozo de San Ramón, de más de veinte días de llanto permanente.

En el Batallón Florida las cosas mejoraron, porque pasó a una amplia celda con dos camas, con espacio suficiente para transitar entre ellas, una ventana entrecerrada a través de la cual se adivinaba el sol, la puerta de las celdas estaban abiertas (por lo que se podía ir al baño todas las veces que se necesitara) y había dos horas diarias de recreo. Incluso las visitas podían entrar paquetes con frutas y verduras.

Cuando me encontré con Elisa ella venía muy mal de la tortura, y lo que hice fue agarrarme a ella y tratar de ayudarla. Se me fue instantáneamente el llanto, ella me contó su historia, yo le conté la mía, hicimos una amistad muy grande. Hacía años que yo no hablaba, desde que estaba en la situación de rehén.

Aquel encuentro de dos meses y medio fue para Yessie Macchi como “un respiro después de una corrida larga”. Ella y Elisa Michelini se necesitaban mutuamente, y por lo general charlaban todo el tiempo, aunque había momentos en que cada una se sumía en sus pensamientos. Gracias a un efectivo mecanismo de tráfico epistolar clandestino, mediante el cual Elisa podía recibir las cartas de Zelmar y de su compañero preso en el Penal de Libertad, las dos tenían buena información acerca de lo que ocurría fuera de los cuarteles. Hasta que un día les dijeron que prepararan sus cosas porque las iban a trasladar. Otra vez la angustia, la incertidumbre. Y ahí volvió el apriete, y fue un período muy duro, inolvidable para ambas.

Nos trasladan a Artillería 1, La Paloma, en el Cerro. Llegamos y nos encontramos con un lugar donde no cabía uno y estábamos las dos. Y había un cartel sobre la mirilla que decía: “asesinas”. Entonces pensé: “acá viene brava”. A ese lugar le llamaban “las mazmorras”, y estuvimos ahí bastante tiempo. Ella dormía para un lado, yo para otro, no cabíamos paradas, no teníamos recreo, teníamos que ir al baño con un milico parado junto al inodoro con un fusil apuntándonos; había golpizas, plantones.

Las brutales condiciones del cautiverio fueron narradas a las visitas, gracias al ingenio de las presas para comunicarse, y esos relatos llegaron a oídos de Zelmar, el padre de Elisa, quien lo denunció en el Tribunal Russell, en Human Right Watch, y en todos los lugares donde fue posible. Pero las cosas empeoraron, porque cuando los detalles de la denuncia se hicieron públicos hubo más plantones, más golpizas, más represión.

Faltaban pocos días para el final del mes de abril de 1976, y aquellas denuncias habían acicateado la saña de los militares, que pasaban cada media hora por los calabozos, metían el arma por la mirilla y la martillaban; ellas no sabían si estaban cargadas o no, así que cualquiera de aquellas maniobras podía ser el fin del sometimiento y de la vida.
UN AGUJERO Y UN AMOR

Un día Yessie Macchi pidió, como permiso especial, que le permitieran poner un tablón en la pared a modo de estante para colocar las pocas cosas que le permitían conservar dentro del calabozo. Increíblemente las autoridades del cuartel dijeron que sí, y le encomendaron la labor a otro preso, que compartía una “pared medianera” con ella. El tenía permiso para hacer manualidades, y con las herramientas que tenía había horadado las viejas paredes, que se caían de viejas y húmedas, hasta hacer un agujero. Una y otro se tapaban con sus colchas de un lado y otro de la medianera, y hablaban de noche. El insoportable volumen de las cumbias que escuchaban los torturadores mientras vejaban a los presos servía de involuntario cómplice para las tertulias nocturnas. Así, Yessie y Mario charlaban, mientras los demás no escuchaban nada.

No sé qué pasaba dentro de mí en esos momentos, pero creo que no haber elaborado mis duelos, la bronca que yo tenía adentro por tantos cuarteles, tanta tortura, venía un milico de otro cuartel y te dejaban en un cuarto con él y otra vez el toqueteo y la “máquina”. Yo tenía una necesidad de rebeldía muy grande, porque además ya había pasado por el juez militar que me había baboseado, me había dicho que antes de 45 años no salía. Y yo de eso estaba segura, porque no había ninguna perspectiva de nada.

El romance clandestino avanzó con el correr del tiempo, con cumbias de fondo, soportando los gritos de los compañeros sometidos a suplicio en las salas vecinas, hasta que una noche Yessie propuso: “¿Y si tenemos un hijo?”

No pude ver la cara que puso porque estaba del otro lado de la pared, pero le dije: “Mirá Mario, yo no salgo más de acá. O me matan o me quedo acá por muchos años. Vos tenés una pena corta, te faltan dos años, podemos tener un hijo que cuiden mis padres mientras tanto, y después tú lo criás”. “Bueno, está bien”, dijo Mario Soto, aunque con alguna sorpresa en su voz.

En aquel cuartel, el más represivo de todos los que la presa había estado, la pareja pudo reunirse “dos o tres veces”, gracias a la solidaridad de uno de los custodios. Previamente, ella había pedido la aprobación de sus padres, que aceptaron criar a su hijo a pesar de la incertidumbre que les provocó la noticia de que existía la posibilidad de que fueran abuelos.

También contaron con la solidaridad de los compañeros presos en ese cuartel, que fueron anoticiados previamente de que ella quedaría embarazada y que eso podía tener consecuencias posteriores, como el endurecimiento de la represión y el aislamiento. Casi todos estuvieron de acuerdo.

Una noche Yessie y Elisa no podían dormirse, y escuchaban una radio sintonizada en Carve, emisora que tenía un programa nocturno que pasaba música y la interrumpía con breves espacios informativos. Como era habitual, al final de una melodía comenzó a darse una novedad que las presas no pudieron escuchar completamente. “Los dos legisladores desaparecidos en la Argentina…” alcanzaron a escuchar, y después más nada. En el primero que pensaron fue en el padre de Elisa, el otro podía ser Wilson Ferreira Aldunate.

Esa noche no dormimos nada. Al otro día vemos que rodean todas las mazmorras con ametralladoras, y cortan las visitas. Después de unos días, le conceden una visita a un compañero que un mes atrás la había pedido por su cumpleaños. Cuando vuelve por el corredor se zafa del milico, corre hacia nuestra mirilla y dice: “Elisa, asesinaron a tu padre”. Y mientras el milico lo sacudía: “Prefiero que lo sepas por mí y no por ellos”.

Durante la siguiente semana Elisa reclamó insistentemente que la dejaran ver a la familia, y pedía sin éxito para hablar con el comandante de la unidad. Mientras tanto la situación era de duelo, en las celdas no se cantaba, no se jugaba al ajedrez de calabozo a calabozo. Finalmente le dieron la visita, era Hugo Batalla. Allí se enteró que el otro asesinado había sido Héctor Gutiérrez Ruiz.

Mientras Elisa conocía algunos detalles del crimen de su padre, Yessie se vio sacudida por un vómito; nunca había vomitado en su vida. Cuando volvió al calabozo Yessie limpiaba el piso. Al darse cuenta de lo que había ocurrido se abrazaron, por el padre que se había ido y por el bebé que anunciaba su llegada.

Fue como si yo fuera la hija de Zelmar y Elisa la madre de Paloma. Eran dos cosas completamente opuestas, la vida y la muerte. Lo que yo viví con Elisa no lo viví con nadie más. Todo ese tiempo anterior y posterior a la muerte de su padre y a mi embarazo, fue algo muy intenso.

Después de confirmar su gravidez, el problema pasó a ser que no corriera el rumor de que el niño era hijo de un militar, producto de una violación, y para eso no había más remedio que dar a conocer su relación con uno de los compañeros presos. Entonces Yessie le pidió a la madre que hiciera un juego de alianzas y que las enviara en el paquete de Mario, el padre de su hijo, y que en los anillos estuviera grabada una fecha muy bien pensada, para que pareciera que ese había sido el día en que habían estado juntos por primera vez. En realidad, el día que figuraría en los anillos había estado de guardia el torturador más salvaje de todos.

Si se daban cuenta de que teníamos anillo, y miraban la fecha, iba a aparecer él como responsable de lo que hubiera pasado esa noche.
Luego él le mandó a ella una carta de amor a través de un soldado, con la certeza de que la misiva llegaría a manos del comandante de la unidad.

Enseguida ambos fueron llamados a interrogatorio, y él estuvo de plantón toda la noche. Cuando ella fue interrogada por el comandante confirmó su romance y le pidió permiso para casarse por poder. El objetivo de publicitar su relación se había conseguido, pero también habían determinado su separación definitiva. Aquella fue la última vez que Yessie Macchi vio a Mario Soto, el padre de su bebé.

A los dos días ella y Elisa fueron trasladadas al 4° de Caballería, donde tenían una hora de recreo diaria, en la que una podía ir al calabozo de la otra. Allí se encontraron con el hijo del asesinado coronel Ramón Trabal, quien permanecía como jefe del S2 (Inteligencia) en esa unidad. Todas las noches él iba, borracho, a hablar con Elisa, quien procesaba su duelo por la muerte de Zelmar. Y le decía: “A mi padre lo mataron los mismos que mataron al tuyo”. Era conciente de que el crimen cometido en París había sido responsabilidad de sus propios camaradas, pero permanecía de todas formas en el S2 del 4° de Caballería.

Poco tiempo después, un nuevo traslado, esta vez al 9° de Caballería. Para ese entonces, ya había empezado a aparecer la panza, por lo que tenía que usar un poncho de lana para ocultar su estado. Allí Yessie Macchi se encontró con un mayor que la conocía del Hospital Militar, “un viejo enemigo”, quien sospechó de aquel afán por abrigarse en tiempos nada invernales, por lo que ordenó un examen ginecológico. Cuando la reclusa llegó al consultorio, una mujer le indicó que se acostara para practicarle los análisis, pero la presa se negó: “Usted no me va a hacer ningún examen, y si lo que quiere saber es si estoy embarazada, se lo digo yo: sí, estoy embarazada de seis meses”. En realidad el embarazo era de poco más de 16 semanas, pero la exageración había sido calculada previendo posibles consecuencias. “¡Qué disparate, qué sinvergüenza!, ¿usted me va a decir que los militares violan a las presas en los calabozos?”, replicó la mujer. “Esto no es producto de violación, pero desde ya le digo que a mí me han violado. Esto es producto de una relación voluntaria con otro preso”. Alarmada, la mujer cerró la puerta, dejó a Yessie Macchi dentro de la sala y fue a buscar a las autoridades de la unidad. En poco tiempo se había armado un revuelo que tendría consecuencias para el destino inmediato de todas las mujeres rehenes.

Minutos más tarde, el jefe de reclusión del cuartel, un capitán de apellido Lucero, llamó a Yessie Macchi, y le pidió la alianza, aquella que su madre había mandado fabricar con una fecha muy bien estudiada. El militar la anotó y le preguntó a la presa el nombre del padre del niño. Luego, confesó que no sabía cómo resolver la situación. Al poco rato fue llamada otra vez, pero ahora estaban presentes los comandantes y sub comandantes del cuartel de La Paloma (la unidad adonde había sido concebido el bebé) y el 9° de Caballería. Ninguno sabía qué hacer porque todavía no había ninguna orden de la Junta de Comandantes.
Estaban todos a los manotazos, pero yo me daba cuenta que eran todos para arriba, en la panza nada.

Las amenazas de muerte se intercalaban con las de un aborto provocado, hasta que Yessie Macchi les anunció que su situación estaba en conocimiento de varios organismos humanitarios internacionales, y que cualquier daño que ella sufriera por su embarazo inmediatamente tendría consecuencias para el Uruguay y su régimen militar. La advertencia profundizó la incertidumbre de los oficiales, que optaron por retirarse de la sala y dejar sola a la mujer. Al día siguiente, el comandante de la unidad se presentó para pedirles a Elisa y ella que recogieran sus cosas para abandonar el cuartel. Las razones de esta medida se las aclaró luego otro oficial de la misma unidad: “Las mujeres no sirven para estar en los cuarteles”.

Si bien a mí me resultó relativamente barato quedar embarazada, no fue así para quien era mi compañero en ese momento. El estuvo tres meses siendo torturado simplemente para que dijera el nombre del guardia que había facilitado que nosotros estuviéramos juntos. Ya después de eso quedó totalmente traumatizado por dentro, lo que desembocó en un cáncer y su muerte el 27 de junio de 1980.

Más de tres años después de iniciada la rotación, los militares habían caído en la cuenta, gracias al embarazo de Yessie Macchi, de que “las mujeres no sirven para estar en los cuarteles”, por lo que resolvieron que las rehenes volvieran al penal de Punta de Rieles. Al principio las instalaron en un sector a todas juntas, con algunas presas que venían de otras zonas de la cárcel. Fue una especie de aislamiento antes de la integración con el resto de las reclusas.

Este regreso a la vida compartida del penal podría verse como una mejora respecto al severo aislamiento que sufrieron en los calabozos de los cuarteles de la dictadura. Sin embargo, estuvo bastante lejos de ser así en el caso de Yessie Macchi. El entusiasmo que ella sentía por su maternidad se vio empañado por el malestar que ocasionaba en un grupo pequeño pero influyente de presas.

Yo estaba muy orgullosa con mi embarazo, me parecía que era lo más grande que había podido lograr en toda mi vida. Al tiempo me enteré que en otro sector de la cárcel había compañeras que estaban en contra. Era una posición muy homogénea de ese grupo que impuso una mordaza a otras que también estaban en ese sector. Allí la crítica fue muy fuerte, aunque nunca me enteré cuál era.

Cuando el Comando de la cárcel constató esta división entre las presas, trasladó a Yessie Macchi a ese sector de reclusión, lo que le significó enfrentar un momento muy duro de la cárcel, quizás el más duro de todos.

Estuve rodeada de compañeras con las cuales no podía hablar, las críticas no se hacían de frente y ellas mismas habían implantado una especie de silencio hacia mí. Es muy difícil sufrir una cana doble, la que te imponen tus enemigos y la de compañeras que están tan presas como una. Quizás sus opiniones podían ser aceptadas como algo válido, aunque no compartido, pero no de la forma como lo hicieron, muy cruel. Incluso cuando mi hija venía a la visita de niños, ellas no la saludaban, fue una situación de mucha tensión.

En ese sector estuvo un año. Un año muy solitario. Allí también estuvo Lía Maciel, otra de las que había estado como rehén hasta finales de 1976. Con ella compartió sus estudios de psicología, pero la comunicación era difícil porque estaban en celdas distantes. Había otro aspecto que dificultaba la vida de Yessie en el Penal de Punta de Rieles, y era que la seguían interrogando por “el tema Trabal”, así que tenía los morrales prontos para los traslados a nuevos interrogatorios, nuevas torturas, y no lo podía compartir con nadie. Esta fue la segunda instancia (la primera fue los calabozos de la Región Militar Número 1) en la que tuvo que enfrentar sola la ausencia de libertad.

Nunca me dejé divagar, tenía la mente ocupada permanentemente, si había libros estaba leyendo, si no pensaba en los que había leído antes, escribía poemas mentalmente, usé mucho el canto, silbaba, recordé todos los tangos que sabía en mi vida, inventé otros. Recuerdo días enteros numerando la cantidad de compañeros que había conocido durante toda mi vida, lo cual me daba cuentas astronómicas y me llevaba días y días. Es increíble la capacidad creativa del ser humano.

Mientras esas estrategias para sobrevivir a la agresión del presidio se desarrollaban, recurriendo a todo el patrimonio personal y colectivo cosechado durante años de militancia, se iban eludiendo viejos lutos. Es que la cárcel no es un lugar propicio para elaborar duelos, por el contrario van aumentando, ante la constante pérdida de libertad.

La salida de la cárcel es el momento más difícil, yo le llamo el trauma de la libertad, porque se te plantea tirar abajo todos esos mecanismos de defensa que te pusiste para bancar la hostilidad del medio, y empezar a vivir como un ser humano normal, como si no te hubiera pasado nada o procesando el duelo por lo que te pasó.

El dolor por el compañero asesinado en el operativo de Parque del Plata en junio de 1972, y por el hijo que le hicieron abortar ese mismo día, fue asimilado por Yessie Macchi hace pocos años, y terminó en una profunda crisis alcohólica, de la que le costó mucho salir. Pidió mucha ayuda y no la obtuvo, salvo de su hermana mayor y alguna amiga íntima. “Hay que tener en cuenta que todos sufrían sus duelos y sus amputaciones”, asegura.

Yo me atendí permanentemente con psicólogos, primero por la relación con mi hija Paloma que tenía nueve años cuando yo salí en libertad, mi relación con mi nueva pareja, y toda mi reinserción implicó terapias. Y ninguno de los terapeutas que me atendieron estaba preparado, es un tema muy difícil. En algunos países los hay pero son contados, porque no es una simple neurosis común, es algo mucho más profundo, con raíces muy dolorosas, y exige del terapeuta cierta experiencia en la materia o una sensibilidad muy exquisita, que yo no encontré.

La labor para los psicólogos no era fácil. Se debatían con una persona que había mantenido firmes mecanismos de defensa durante más de catorce años en la cárcel y que durante ese lapso había estudiado lo mismo que ellos.
Yo los sobraba, cuando me preguntaban algo yo ya sabía por donde venían, tenían todas las de perder.
Pero Yessie también perdió. Dos compañeros, un hijo, un padre y tres lustros de libertad. La carga era muy pesada, y el consuelo que encontró fue el alcohol, hasta que decidió abandonar su hogar y refugiarse en una casa de salud durante cinco meses.
Estaba con cuatro viejitas amorosas y con ellas logré hacer mi duelo. Yo creo que cada uno tiene su ritmo. ¿Por qué ahora surgen tantos testimonios y tantos libros? Lleva su tiempo, es un tiempo histórico, que depende de todo un proceso.

Buena parte de ese período se vivió en el contexto de la lucha contra la ley de impunidad, que finalmente se perdió. Esa batalla, sin embargo, Yessie la vivió amortiguada porque al salir de la cárcel resolvió vivir en La Teja, así que buena parte de esos años los vivió abrazada por la solidaridad de los vecinos.

Aún así, no pude evitar esa crisis muy prolongada en el tiempo, fácilmente quince años de mi vida, en que yo no podía hablar de determinados temas. A lo largo de todos esos años yo logré conocerme totalmente, no sólo en el aislamiento de la cárcel sino en el posterior por mi enfermedad. Hoy me siento bien conmigo misma. Creo que lo que viví hasta el 85 fue bien vivido. Lo que viví después también lo fue, pero fue en una pelea constante contra la autodestrucción. Al menos eso fue lo que me pasó a mí.
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1. El Collar era una columna que rodeaba todo el departamento de Montevideo y su finalidad era para una etapa superior de lucha, para evitar la entrada de tropas del ejército a Montevideo suponiendo que hubiera una situación insurreccional o revolucionaria, y al mismo tiempo impidiendo la salida de tropas para el interior si había un levantamiento allí, el cual era posible encuadrado en lo que era el plan Tatú. “En esa columna tenían que ser cuadros militares muy bien probados, porque era la barrera de choque. Yo me instalé ahí, en la parte de los balnearios del este, desde el arroyo Carrasco hasta el arroyo Solís Grande en el límite con Maldonado”.

2. “Albornoz era un caso típico de un hombre de inteligencia, porque él estaba ahí para clasificarnos, muy simpático, muy amable, de puertas abiertas en las celdas, y que fue en definitiva, mirado desde la perspectiva de ahora, el que planificó el penal represivo más duro que tuvimos, en base a los datos que ingenuamente nosotras mismas le fuimos dando, porque no estábamos acostumbradas a los militares como celadores, sí como torturadores”.

3. Yessie Macchi viajó a Cuba en 1967, estando aún en la legalidad, trabajando en Alcan Aluminios del Uruguay. Por ese tiempo, durante el día trabajaba como secretaría ejecutiva y durante el resto era una militante tupamara en cuyo apartamento de Malvín se congregaba buena parte de la dirección del MLN. Pero llegó un momento que fue muy difícil mantener la “doble vida”, por lo que la organización resolvió enviarla a Cuba, y lo que se pensó como una “representación” por seis meses terminó siendo una estadía de un año. Aprovechando el impulso dado por la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), que había aprobado la lucha armada en todo el continente, se vinculó con representantes de los movimientos de liberación nacional de la región, y recibió un intenso entrenamiento militar.

4. Cuando Yessie Macchi tenía 11 años sus padres deciden separarse, aunque continúan viviendo juntos en la misma casa, ellos en distintos cuartos, y ella en un tercero. Esa fue una etapa muy difícil para la niña, que además sufría la falta de su hermana mayor que debió viajar a Estados Unidos por motivos de estudio. “Ese fue mi primer aprendizaje de la soledad. Si lo miro desde hoy yo diría que fue, con todo lo que me tocó vivir en mi vida, los peores años de soledad”. Para superar esa situación se acercó primero a la Iglesia Católica y después a la Metodista, pero a los 13 años también se decepcionó de la vida religiosa y emprendió la exploración por otros caminos: “Siempre estaba a la búsqueda de algo que me sostuviera”.

COMCOSUR INFORMA Nº 1663 – 18/08/2015

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COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR / COMCOSUR – Apoyo técnico: Carlos Dárdano / Colaboran: Antje Vieth y Carlos Ramos (Berlín); Eduardo Abeleira, Claudia Korol y Mauricio D’ambrouso (Buenos Aires); Carlos O. Catalogne (Florianópolis); Jorge Rossi Rebufello (Maceió); Kintto Lucas (Quito); Ramón Haniotis (Amsterdam); Itzel Ibargoyen (México DF); Sergio Ferrari (Berna); Jorge Marrero (Santa Rosa), Margarita Merklen (Durazno), Pablo Alfano (Montevideo), Luis Sabini (Piriápolis) / Correspondencia y/o envíos: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO – URUGUAY – E mail: comcosur@comcosur.com.uy – Pagina Web: nuevo.comcosur.org/ – Ahora puedes seguir a Comcosur también en Facebook – oordinación: Carlos Casares – COMCOSUR es miembro de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias – AMARC -COMCOSUR se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo Institucional ni personal.
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RECLAMOS, PUBLICIDADES Y CORRUPCIONES

COMCOSUR — POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 732 / Lunes 17
de Agosto de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS /
Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares
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HOY:

1) 900 años por sobrevivir – Mumia Abu Jamal

2) Reclamo indígena intenta hacerse oír en capital argentina

3) Publicidades de medicamentos: golosinas con efectos colaterales

4) Panamá: el ‘círculo cero’ de la corrupción y de los negocios

5) Afganistán: el Mullah del opio

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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que
niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen
quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es
central.” — Emir Sader
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1) 900 años por sobrevivir
A 37 años del ataque policial contra la comunidad MOVE de Filadelfia
Mumia Abu Jamal (Amig@s de Mumia)

Los militantes conocidos como «los 9 de MOVE» recibieron una sentencia
colectiva de 900 años

A los 37 años del encarcelamiento de “los 9 de MOVE”, reproducimos el
siguiente ensayo de Mumia Abu-Jamal escrito circa 1983 y publicado en su
nuevo libro, Writing on the Wall (La escritura en la pared), Ed. Johanna
Fernández, City Lights Books, 2015:

El 20 de mayo de 1977, marcó un punto de inflexión entre la continua
confrontación entre MOVE y el sistema. Aquel día los integrantes de MOVE
levantaron barricadas afuera de su comunidad y se pertrecharon para detener
la invasión policial de su espacio. De ahí en adelante la enconada y
prolongada batalla entre la Organización MOVE y las fuerzas armadas del
sistema tuvo todas las características de una guerra. El entonces Alcalde
Frank Rizzo envió más de mil policías al barrio de Powelton y cuando
estos llegaron, la gente que vivía en esa área aprendió el verdadero
significado del término “estado policiaco”.

Rizzo bramó sus intenciones asesinas desde los titulares de la prensa
racista. «¡Hagan que se rindan de hambre!», vociferó la primera plana del
llamado “periódico popular,” el Philadelphia Daily News. “Les voy a
poner un cerco tan estrecho que ni siquiera una mosca podrá entrar,”
alardeó Rizzo, rimbombante como siempre.

Ni siquiera los viejos residentes tuvieron inmunidad. Rizzo invocó sus
poderes policiales para levantar barricadas en las calles aledañas y
revisar a la gente que entraba o salía del área. Cualquier persona que
quisiera ingresar tenía que mostrar una credencial. Desalojaron a los
inquilinos en los edificios aledaños y sus departamentos fueron ocupados
por los policías. Donde antes había coloridos jardincitos en los
descansos de las ventanas, ahora se veían las figuras policiales con
cascos y chalecos antibalas parapetados tras hileras de sacos de arena
color café oscuro. Considerado por algunos como el primer territorio
liberado de América del Norte, el barrio Powelton Village se transformó
en el primer escenario de guerra urbana prolongada en tiempos
contemporáneos.

Se convirtió en un punto álgido de resistencia contra el sistema. Las
pequeñas fuerzas de John África enfrentaron a la fuerza armada y el
equipo militar de la cuarta ciudad más grande de Estados Unidos. Frank
Rizzo se jactó ante un reportero nacional: “Estamos tan bien armados que
podríamos invadir Cuba y ganar!”. Pero los soldados de John Africa no se
echaron para atrás; y el 8 de agosto de 1978, la policía lanzó un
operativo que hundió al sistema en la infamia.

Los disparos rompieron el silencio del amanecer, sumiendo a Filadelfia
Oeste en un escenario impresionante, digno de un apocalipsis bíblico. Se
produjo un punto de inflexión cuando MOVE se liberó de todo vestigio de
relación con el sistema. Los bomberos apuntaron los poderosos cañones de
agua a la ventana del sótano y soltaron toneladas de agua con suficiente
presión como para romper los huesos. Los policías usaron bulldozers para
partir las duras vallas de madera como estudiantes que rompen un boletín
de malas calificaciones. Los policías dispararon granada tras granada de
gases asfixiantes dentro de la casa, hasta cubrir toda el área con una
neblina apestosa y ardiente. Lanzaron ráfagas de disparos de rifles
semiautomáticos, y la batalla se intensificó.

Cuando el humo se disipó y el polvo se asentó, se vió el saldo del
ataque: 11 bomberos y policías heridos y un policía muerto, que habían
sido, aparentemente, víctimas de los otros policías confundidos y armados
con metralletas. Al salir de la casa, los integrantes de MOVE fueron
confrontados por un batallón de policías fuera de sí. Los matones de la
policía golpearon despiadadamente incluso a los que salieron con las manos
en alto.

La golpiza de Delbert África, uno de los hombres, fue captada en video y
reproducida por los medios en diversas partes del mundo, tal vez para
brindarle un placer sádico a los que buscan emociones fuertes. En un
último ataque de locura, la “casa construida por John África” fue
completamente destruida antes del anochecer, tan ansioso estaba el gobierno
de Filadelfia por borrar todo rastro de MOVE. Por su parte, los partidarios
de Rizzo le construyeron una verdadera mansión, con un lujo digno de un
barón, hasta con destellantes perillas de oro. ¡Qué locura tan perversa!

Se celebró un proceso, que en realidad fue una parodia, para juzgar a los
policías acusados de golpear a Delbert. El juez del Tribunal de Demandas
Comunes, Stanley Kubacki, recubrió con carne pálida y rancia el esqueleto
de un moribundo “sistema de justicia” al desestimar al jurado formado
en su totalidad por blancos. Luego él, personalmente, exoneró a los tres
policías, quienes habían reconocido sus acciones de golpear, aporrear y
patear a un hombre negro desarmado, además de haberlo atacado con la
culata de un rifle y un casco.

Una mujer negra, mentirosa y traicionera, cometió una infamia al jurar que
el hombre negro estaba armado a pesar de que los videos de la policía lo
mostraron desnudo de cintura para arriba, ¡sin ningún arma! Esa mujer,
una reportera para Canal 6, tuvo que irse de Filadelfia para buscar empleo
en otro lugar. […]

Mientras tanto, nueve hombres y mujeres de MOVE recibieron sentencias por
homicidio, con un mínimo de 30 años y un máximo de 100 años de cárcel
cada uno -en ausencia de un arma asesina, pruebas corroborativas, o
testigos oculares en su contra.* Fueron condenados simplemente por ser
integrantes de MOVE, la familia de John África.

Al pronunciar la sentencia, el juez Edwin Malmed asumió su lugar en el
panteón de políticos lamentables que se hacen pasar por jueces. Con
profunda arrogancia, Malmed proclamó su perversa venganza desde una
estación de radio en Filadelfia. Dijo a los radioescuchas que el “no
tenía la menor idea” de quien mató al policía. “Eran una familia,
por eso los condené como una familia”, dijo.

“Hijo de la chingada criminal!”, gritó un hombre de MOVE. “Tu
corazón te va a atacar por este ataque tuyo contra MOVE!” Un año
después, Malmed fue hospitalizado al sufrir el primero de una serie de
paros cardiacos masivos. Unos meses después, fue diagnosticado con
cáncer, un nuevo flagelo que castigó a su cuerpo anciano. Por otro lado,
sus presuntas víctimas, las y los integrantes de MOVE, crecieron en
fortaleza, lealtad, compromiso y números.

Esto es solo un boceto de la familia de John África, la Organización
MOVE. Es parcial, por supuesto, porque condensa casi 10 años de vida en
unas pocas palabras reunidas en unas pocas horas. Solo ofrece un atisbo de
esa notable personalidad, llena de fuerza, que organizó y motivó a un
grupo que en esa década memorable; tuvo un impacto enorme y
desproporcionado, si consideramos cuantos eran.

En un periodo de tiempo relativamente corto, John Africa logró fundar una
vigorosa familia de revolucionarios, muy unida, que tuvo que enfrentar a
las fuerzas armadas de una de las ciudades más grandes de Estados Unidos.
Supo involucrar al gobierno en una batalla de ingenio y ganarle. Abrió la
puerta a una manera de vivir vigorosa y resistente que ha recompensado a
sus partidarios con una salud radiante, una lealtad familiar feroz y un
espíritu libre e independiente en este sistema en deterioro. Y aún más
increíble, ¡todavía se mantiene fuerte!

Dijo John Africa: “Cuando te comprometes a hacer lo correcto, el poder de
la honradez nunca te va a traicionar. La Organización MOVE nunca cederá a
este sistema enfermizo, sea cual sea el tamaño de sus amenazas o la
frecuencia con que se hagan, porque nuestro movimiento contra el sistema
está funcionando, y la gente lo sabe. La estrategia de MOVE funciona,
cuando la gente sabe y dice la verdad, es imposible que no funcione.
Entonces, a pesar de lo que algunas personas digan, ganaremos. Tenemos que
ganar. Hemos ganado”.

La victoria es nuestra. ¡Al diablo con este sistema! ¡Viva John Africa!

Traducción al español: Amig@s de Mumia de México- Edición: Rebelión.

*El 8 de agosto de 1978, Janine, Janet, Debbie, Delbert, Eddie, Mike y
Chuck Africa, del grupo de presos políticos conocidos como “los 9 de
MOVE” habrán pasado 37 años en las prisiones del estado de Pensilvania.
Merle Africa murió en manos del Estado el 13 de marzo de 1998, y Phil
Africa el 10 de enero de 2015. Al cumplir sus sentencias mínimas de 30
años en el 2008, todos deberían haber salido con libertad condicional,
pero los ex policías y personal de “ley y orden” del Consejo de
Libertad de Pensilvania han bloqueado su libertad. La intención del Estado
es que todxs mueran en prisión. Nuestra intención es que salgan cuanto
antes.

MOVE te invita a firmar la siguiente petición iniciada por Cruz Negra
Anarquista, Denver, para exigir que el Departamento de Justicia de Estados
Unidos inicie una investigación sobre el caso y apoye la libertad de los 9
de MOVE. http://www.comcosur.org/envios/lt.php?id=YkxUXAcZCwtXTAdRCAQ

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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2) Reclamo indígena intenta hacerse oír en capital argentina
Fabiana Frayssinet (IPS)

El campamento indígena instalado hace seis meses en la capital argentina
es casi invisible para los transeúntes que pasan a prisa a su alrededor.
Piden que les devuelvan sus tierras, en la nororiental provincia de
Formosa, en una demarcación empantanada en rencillas territoriales y
económicas. Una gran tienda y varias carpas agolpadas sobre una pequeña
plazoleta en la intersección de la Avenida 9 de Julio y la Avenida de
Mayo, albergan desde el 14 de febrero unos 40 representantes de 46
comunidades de los pueblos qom, pilagá, wichi y nivaclé, agrupadas en la
organización QoPiWiNi.

En pleno invierno austral, la entrevista con su portavoz, el wichi Jorge
Palomo, transcurre al resguardo de uno de los compartimientos del
campamento, donde hacinadas entre donaciones de ropa, mantas de abrigo y
alimentos, su esposa y su suegra calientan al fuego una sopa de zanahorias
y alrededor corretea su hija de tres años. “Pedimos una audiencia al
gobierno nacional, a la Corte Suprema y al Senado, la presidenta (Cristina
Fernández). Por lo menos que nos abran la puerta. Queremos plantear
nuestra problemática en este contexto de urgencia de despojo de esos
territorios que nos pertenecen a nosotros ancestralmente como pueblo
indígena”, explicó.

El tránsito es intenso y las bocinas ensordecen. Para los indígenas, las
autoridades también parecen sordas a su demanda de que se les reintegren
7.000 hectáreas de tierras que, aseguran, “les quitó” el gobernador
de Formosa, Gildo Insfrán, aliado de Fernández. “El territorio donde
estamos es nuestro porque nuestros abuelos nos prepararon para eso. Mi
abuelo me decía que no podemos perder la tierra porque es lo que nos da
sabiduría, fuerza y vida”, argumentó a IPS la qom Amanda Asijak, de la
comunidad de Potae Napocna Navolgoh (La Primavera, en lengua qom).

“Pero ellos vienen acá y ponen sus mojones (señales demarcatorias) sin
siquiera consultarnos”, enfatizó Asijak, compañera del qarashe
(cacique) Félix Díaz, la figura más emblemática de esta lucha que se
hizo visible con una protesta en la ruta cercana a su comunidad, en 2010,
cuya represión provocó la muerte de dos indígenas y un policía. Díaz
también organizó el primer campamento en Buenos Aires, al año siguiente,
para denunciar la represión de la que eran víctimas y que culminó más
de tres meses después con la firma de un acuerdo, cuyo incumplimiento los
trajo de nuevo a sus calles.

En el 2000, Argentina ratificó el Convenio 169 sobre los pueblos
indígenas y tribales, de la Organización Internacional del Trabajo, que
garantiza su derecho a la tierra y el acceso a recursos naturales, salud y
educación, mientras obliga a la consulta en decisiones que conciernan a
sus hábitats. De hecho, los indígenas formoseños también reclaman que
se dote a sus comunidades de servicios de salud, educación, agua y luz
eléctrica, además de apoyo en el desarrollo de su cultura.

“Tengo cuatro hijos ya grandes y ellos ya defendieron nuestro territorio
porque tienen sus hijos también. Siempre digo que tenemos que defenderlo
porque si no vienen a instalarse y cuando se instalan hacen tiroteos en la
comunidad”, añadió Asijak. Su comunidad, a unos 1.200 kilómetros al
norte de Buenos Aires, es una muestra del descuido en que viven los pueblos
originarios de Formosa. Casi todas sus 350 precarias viviendas, donde viven
1.770 personas en 500 hectáreas, carecen de agua potable y electricidad,
mientras la comunidad no cuenta con saneamiento alguno.

El 10 de julio, junto al premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez
Esquivel, y la referente de las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora),
Nora Cortiñas, delegados de los indígenas en protesta fueron recibidos
por el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda. Fresnada declaró
entonces que se establecerá una mesa de diálogo para escuchar los
reclamos y dejar constancia de los problemas de cada grupo.

Pero insinuó que hay cuestiones ajenas a la competencia del gobierno
federal, en este país donde el Censo del 2010 determinó que, de una
población total de 40,11 millones de personas, casi un millón se define
como indígena o su descendiente, distribuidas en 32 pueblos originarios.
“Establecimos la necesidad de convocar a la provincia de Formosa a
participar de este diálogo porque el eje de los reclamos pasa por
cuestiones territoriales”, planteó el funcionario. “La discusión se
centra en cuál es el alcance de la ocupación territorial pública y
actual que tienen hoy las comunidades originarias”, añadió.

Fresneda subrayó que el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (Inai) ya
evaluó y registró 650 comunidades y siete millones de hectáreas como
indígenas, de las aproximadamente 12 millones que reclaman los pueblos
originarios y que equivalen a 10 por ciento del territorio argentino. En
2006, la Ley 26.160 de Comunidades Indígenas declaró la emergencia de la
posesión y propiedad comunitaria, y dispuso la realización del registro
de todos los territorios tradicionales que ocupan los pueblos originarios.

Pero las comunidades de QoPiWiNi piden que se realice nuevamente el proceso
en sus territorios, porque, aducen, se hizo sin su presencia y consulta.
“Hace poco vinieron unos japoneses que decían que esa tierra estaba
vendida para ellos, que el gobernador les vendió, pero es nuestra”,
ilustró a IPS la wichi Ernestina Moreno. La demarcación de tierras se
demora, ha admitido el Inai, cuando el proceso involucra a provincias con
jurisdicción sobre sus recursos naturales.

Precisamente, conflictos como los de Formosa, se agravan cuando tocan
intereses económicos provinciales vinculados a la explotación de
hidrocarburos, minería, el monocultivo de soja, expansión ganadera,
industria forestal y grandes proyectos de infraestructura. “Con la soja
deberían avisarnos cuando van a hacer un desmonte, que pasa mucho, pero
nunca lo hicieron”, sostuvo Palomo como ejemplo. También citó obras que
atraviesan su territorio y sobre las que no fueron consultados, como el
Gasoducto del Noreste Argentino.

“En todo el país a todas las comunidades les robaron sus tierras y el
gobierno se ha propuesto no escucharlos”, subrayó en entrevista con IPS
la activista Cortiñas. “Ellos, los indígenas formoseños, no quieren
limosna sino vivir de su trabajo. Ellos cazan, pescan, plantan y con eso se
alimentan. No quieren que les invadan todo con la soja, que es el negocio
para los que vienen de afuera”, añadió la lideresa de Madres de Plaza
de Mayo.

Según la organización internacional Grain, cada año se deforestan en
Argentina más de 200.000 hectáreas de monte nativo por el avance de la
frontera agrícola, fundamentalmente por la expansión del monocultivo de
soja. Ese avance resulta evidente en Formosa y otras tres provincias
norteñas vecinas -Chaco, Salta y Santiago del Estero- que concentran 80
por ciento de esa deforestación. “Nosotros la tierra la queremos para
progresar. La queremos para sembrar, para criar nuestras cosas como
cabras”, argumentó Moreno, que acampa junto a dos hijas y una nieta, a
quién cuida del tránsito capitalino.

Desde un automóvil que transita la Avenida 9 de Julio, una pareja sí
percibe a los indígenas. “!Estamos con ustedes! Los apoyamos!, les
gritan. Palomo sonríe y aprueba a lo lejos. “Si no nos dan nuestras
tierras van a limitar a nuestros jóvenes cada vez más. Se corre el riesgo
de que ya no puedan practicar nuestra cultura ancestral de la caza, la
pesca y de hacer artesanías… de desaparecer. Pero parece que es lo que
quisieran”, se lamentó.

Editado por Estrella Gutiérrez

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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3) Publicidades de medicamentos: golosinas con efectos colaterales
(Red Eco Alternativo)

El último comercial del laboratorio Gennoma en Argentina que tiene al
conductor de televisión Marley como protagonista, se presenta como una
nueva banalización de la venta de medicamentos en los avisos
publicitarios. La intencionada desinformación es la principal estrategia
para aumentar las ventas de una de las industrias más poderosas del mundo.

La incidencia de la publicidad sobre la automedicación es un hecho así
como también el alto crecimiento de intoxicaciones medicomentosas. El
nuevo spot de Next (del laboratorio Gennoma) busca, a través de conductor
mediático Marley, fomentar la automedicación sin reparar en sus
consecuencias. El comercial de 22´nunca se detiene en los efectos
colaterales que una gran cantidad de especialistas han señalado sobre este
tipo de medicamentos. Sólo se limita a describir al fármaco como una
“potente fórmula” que hará que no termines en cama.

Esta práctica, que presenta a los medicamentos como golosinas, no es
exclusiva de Gennoma sino que también proliferan las promociones
medicamentosas de Actron de Bayer, Tafirol de Gennoma, Ibuevanol Max de
Glaxo (GSK) Ibupirac de Pfizer y de otras sustancias supuestamente
«inofensivas» como Cedric Hedera Helic o Expectosan, entre otros productos
autorizados por la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos y
Tecnología Médica).

Hace más de un año Red Eco publicó las declaraciones de Carlos Damin,
jefe de la División Toxicología del Hospital Fernández, quien advirtió
que «es innegable el impacto de la publicidad de los medicamentos en la
conducta de los consumidores, y de allí los potenciales riesgos que
representa para la salud de la población. La publicidad y promoción
activa por los medios masivos de comunicación aumenta la automedicación
irresponsable y el uso irracional de medicamentos”. Según un informe
difundido por la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), el
medicamento de mayor venta en Argentina durante 2014 fue Actron 600 mg
(ibuprofeno) de Bayer, con casi 9 millones de unidades. Mientras que en el
quinto puesto aparece Ibupirac (ibuprofeno 400 mg) de Pfizer, con 6.500.000
unidades.

Al igual que en los últimos inviernos la publicidad de medicamentos ha
desbordado los medios de comunicación y descartado de su discurso los
efectos adversos que tienen el paracetamol y el ibuprofeno. En este
sentido, la Asociación de Agentes de Propagada Médica (AAPM) ha
denunciado con insistencia que «el ibuprofeno y el paracetamol, los
medicamentos de mayor venta en Argentina, tienen severos efectos
colaterales y una limitada efectividad» (diario El Litoral de Santa Fe del
12 de julio de 2015).

En la misma línea a principios del año pasado, el Colegio Oficial de
Farmacéuticos y Bioquímicos de la Capital Federal (COFyBCF) y la
Asociación de Agentes de Propaganda Médica (AAPM), sostuvieron: “las
entidades profesionales consideramos que es necesario y urgente que se
extremen las medidas de control, mediante de la aplicación de las leyes
vigentes, se sancione la irresponsable publicidad medicamentosa y se regule
con eficacia la venta exclusiva en las farmacias, combatiendo cualquier
otra boca de expendio en la que no esté presente un profesional
farmacéutico”.

Según un comunicado de la AAPM, el sanitarista Jorge Rachid, asesor de la
Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, denunció recientemente que
la publicidad de medicamentos equivalía a un promedio de dos horas diarias
de pantalla. Este comentario fue efectuado el martes 7 de julio durante una
conferencia en el Colegio Público de Abogados de la CABA. A su lado estaba
sentado el ministro de Salud de la Nación, Daniel Gollan. Lo cual implica
un claro conocimiento de las autoridades estatales sobre el caso y, por
ende, una actitud cómplice para avalar las estrategias publicitarias de la
industria farmacéutica.

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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4) Panamá: el ‘círculo cero’ de la corrupción y de los negocios
Marco A. Gandásegui h. (Alai)

El gobierno del presidente Juan C. Varela cumplirá 15 meses en el poder y
aún no ha logrado deshacerse del pesado fardo que heredó de los
gobernantes anteriores, especialmente de su inmediato antecesor, Ricardo
Martinelli. El gran capital panameño y el extranjero se quejan que su
gestión es muy lenta. No se ven las mega-obras que pondrían en movimiento
sus capitales especulativos. El mote que los medios de comunicación
propiedad de Martinelli le pusieron a Varela – “Tortugón” – se ha
generalizado, incluso entre sus copartidarios.

Varela heredó los problemas que dejó Martinelli, especialmente los
relacionados con los escandalosos desfalcos, dolos y robos de los cuales
son acusados el ex-mandatario y su círculo de confianza. El gobierno que
preside Varela ha hecho énfasis en su disposición de llevar a Martinelli
y sus asociados a los tribunales de justicia del país. Hay fuertes
indicios que la corrupción y desfalcos que se investigarán tocarán las
puertas de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). Hay un miembro de la
Junta directiva, que ha sido llamado por el Ministerio Púbico para que
declare ante la fiscalía. Hay otro que es muy vulnerable. Los demás no
están libres de ‘pecados’.

La ACP tiene problemas financieros serios con el Grupo que construye la
ampliación del Canal. Tiene que enfrentar los intereses de los
especuladores que están acabando con la cuenca que alimenta de agua a la
vía interoceánica. Pone los intereses de los miembros de su junta
directiva y de sus socios por encima de los del país. Es el caso de los
negocios multimillonarios vinculados con los proyectos de puertos de
Corozal, Rodman y Farfán. Por primera vez en 70 años, los trabajadores
del Canal están protestando por las decisiones equivocadas de la
Administración de la ACP que los perjudica.

Varela no exige cuentas y deja que continúe la fiesta en torno al Canal de
Panamá. En primer lugar, debe exigir la renuncia de los directivos
corruptos de la ACP. Segundo, debe exigir por orden ejecutiva el respeto a
la cuenca del Canal. A su vez, debe salir por delante y garantizar los
derechos de todos los trabajadores del Canal. Por último, debe someter a
todas las tierras asignadas a la ACP a un plan de desarrollo racional en
beneficio del país.

Varela también recibió – en 2014 – un país con un pueblo protestando
por los abusos de autoridad que pretenden despojar a los pueblos de sus
tierras. Varela heredó sistemas educativos, de transporte, de recolección
de basura, servicios de salud y distribución de agua colapsados. Los
sectores productivos de la economía como la agricultura, la industria
manufacturera, pesca y minería se siguen hundiendo sin rescate a la vista.
Aún más peligroso, las cuencas y sus ríos, los humedales, los bosques y
la sostenibilidad misma del sistema ecológico del istmo se someten
sistemáticamente a una lógica de negocios que son aprobados o rechazados
en el Palacio de las Garzas.

Varela ya no puede esconderse detrás de Martinelli y sus socios que están
siendo investigados por diferentes delitos relacionados con el despojo de
las arcas públicas del país. Es responsable de la falta de recursos en el
Ministerio de Salud y de la CSS. No porque en el país escasea dinero. El
desplome de los servicios de salud es el resultado del mal manejo
administrativo y la inversión en proyectos que sólo brindarán ganancias
para los empresarios premiados por el dedo presidencial: Ciudad de la
Salud, ‘externalización’ de las intervenciones quirúrgicas y
construcción de hospitales en el interior donde las comunidades necesitan
urgentemente centros de salud.

La lista de los fracasos rotundos (sin ignorar la corrupción) se extienden
a las políticas de educación, de seguridad ciudadana y seguridad
nacional, de vivienda y el ordenamiento urbano, de producción agrícola,
de construcción de hidroeléctricas, de obras públicas, de turismo e,
incluso, política exterior. Todos los desastres tienen un fondo común:
Los gobernantes no están trabajando para el país y menos para el pueblo.
La totalidad de sus energías están dirigidas a concebir, articular y
ejecutar negocios que beneficien una pequeña casta de empresarios. Si
Martinelli logró rodearse de un ‘círculo cero’ empresarial que
aprovechó las mochilas, el arroz, el servicio exterior, las medicinas, el
desorden urbano y muchos otros rubros para enriquecerse de manera ilícita,
hay indicios en todos los despachos públicos y en muchos privados de que
Varela está armando su propio ‘circulo’ para hacer negocios.

– Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de
Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos
Justo Arosemena (CELA) www.marcoagandasegui14.blogspot.com,
www.salacela.net

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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5) Afganistán: el Mullah del opio
Guadi Calvo (Rebelión)

Desde el impreciso mundo talibán corre hace algunas semanas la noticia,
una vez más, de la muerte de su líder el Mullah Omar. El tercer hombre
más buscado del mundo, por los servicios de inteligencia occidentales y
por cuya cabeza se ofrecía diez millones de dólares. Omar habría muerto,
según el diario paquistaní “The Express Tribune” a consecuencia de
una enfermedad, presumiblemente tuberculosis, en abril de 2013 en algún
lugar indeterminado de Pakistán, tampoco se especifica el lugar de su
entierro. De todas maneras Kabul rápidamente se dispuso a aceptar como
buena la información y ya lo ha declarado “técnicamente” muerto,
aunque el presidente afgano Ashraf Ghani, había declarado que no estaba en
condiciones de negar ni de confirmar la noticia.

Lo último que se supo del Mullah, fue cuándo huyó de Kandahar, a lomo de
una moto en 2002 a consecuencia de la invasión norteamérica, con rumbo
obviamente desconocido.

En torno a su vida y sus muertes se tejieron infinidad de leyendas
difíciles de constatar, pero su figura ha tomado rasgos mesiánicos.
Miembro de la tribu pastún Hotak, una de las más integristas del país,
abandonó sus estudios coránicos en una madrasa de Kandahar a los veinte
años, para luchar contra los soviéticos que acababan de invadir
Afganistán.

Moscú invadió Afganistan en procura de sostener el gobierno del
presidente Mohammad Najibulá, quién finalmente fue derrocado en 1992 por
los muyahidines y finalmente en 1996, tras ser secuestrado de la sede de la
ONU en Kabul, fue torturado públicamente hasta su muerte.

En ese mismo año Mohammad Omar, fue designado Amir-ul momineen (Príncipe
de los Creyentes) por un grupo de mil quinientos eruditos del islam,
dignatarios y líderes yihadistas de Afganistán, que hicieron el bay’ah
(juramento de lealtad) “Para prevenir la falsa propaganda de multitud de
escritores, analistas espurios” y para combatir la anarquía de los
señores de la guerra que reinaba en el país.

El cuatro de abril de 1996, el Mullah Omar apareció ante la multitud, en
el centro Kandahar envuelto en el manto de Mahoma, después que los
talibanes lo hubieran sacado del santuario que lo tenía en resguardo. El
hecho en cualquier país musulmán hubiera sido considerado una blasfemia
difícil de superar, pero el fanatismo exacerbado de los seguidores de
Omar, los llevó a entronizarlo como el verdadero heredero del Profeta.
Desde entonces las glorias de sus acciones en la guerra contra los
soviéticos se multiplicaron. Se dice que en plena batalla, se arrancó el
ojo que había sido alcanzado por una esquirla y siguió combatiendo sin
pausa. Desde entonces ha pasado a ser el tuerto más famoso de la historia
y quizás el más resucitado.

Son muchas las veces que se lo han dado por muerto. Últimamente según
medios afganos había sido asesinado en 2011, por el jefe de la Dirección
de Inteligencia Inter-Services (ISI) pakistaní el general Hamid Gul, pero
tiempo después fuentes talibanes lo desmintieron. En 2013 según un grupo
disidente talibán Mahaz Fidayee sospechado de responder a algunos
servicios de inteligencia, denunció que Omar fue asesinado en una disputa
interna.

Quizás esta vez sea la verdadera, posiblemente la enfermedad que lo
arrastró a la tumba no sea otra que la del golpe palaciego, ya que por
primera vez se perciben notorias diferencia en la cúpula del talibán.

Un sector del Talibán muy influenciado por la inteligencia pakistaní SIS,
ha elegido como reemplazante de Omar a Akhtar Mohamed Mansur Mohammad Shah
ex ministro de Aviación Civil y Transporte del Talibán cuando el
movimiento tomó control de Kandahar en 1994 y número dos de la
organización durante los últimos cuatro años. Como su segundo ha elegido
Sirajuddin Haqqani, alías Jalifa, hijo de Jalaluddin Haqqani, líder del
poderoso clan de los Haqqani, que combate desde antes de la invasión rusa.

Otro sector pretendía imponer al hijo mayor de Omar, Mohamad Yaqub, de 26
años, pero según parece ha ganado la pulseada, por ahora, el sector pro
Mansour.

¿Quién es el nuevo jefe?

Aunque siempre haya sido reacio a la exposición pública el nuevo Mullah
es un viejo conocido de la inteligencia occidental y paquistaní consignado
como “un miembro prominente del liderazgo talibán”. Mansour en
septiembre de 2006 fue entregado a las autoridades afganas, tras ser
detenido en Pakistán por estar involucrado en narcotráfico. Tan solo un
año después se lo detectó en las provincias afganas de Khost, Paktia y
Paktika, controlado delicados sembradíos de amapolas, al tiempo que
ocupaba el cargo de gobernador, en la sombras, de Kandahar.

El Mullah Mansour, como tarjeta de visita entre el viernes siete y sábado
ocho de agosto ha intensificado los atentados. El viernes se produjeron
tres atentados en Kabul que dejaron una cincuentena de muertos y doscientos
heridos. Según la misión de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) el
día viernes se registró el mayor número de civiles muertos y heridos en
un día, desde 2009, con cincuenta y un civiles muertos y trescientos
quince heridos solo en Kabul.

Al día siguiente e n la provincia norteña de Kunduz, donde el Talibán,
desde hace meses, está desarrollando una campaña de atentados y fuertes
combates con miembros del ejército y milicias progubernamentales, con la
intención de clausurar los pasos comerciales con la ex república
soviética de Tayikistán, ingresó al distrito de Janabad y antes de ser
repelido pudieron ejecutar a unas treinta personas.

La retirada de las tropas de la OTAN en diciembre de 2014, ha provocado
orfandad tanto en la policía como en el ejército afganos, que frente a la
insurgencia poco o nada están haciendo, al tiempo que no solo el Talibán
sino al-Qaeda y Daesh o Estado Islámico están teniendo cada vez más
presencia en casi todo el país.

La ausencia de la ISAF, (International Security Assistance Force) que fue
sustituida desde enero por la operación Apoyo Decidido con solo unos
cuatro mil soldados para trabajos de asistencia y capacitación
exclusivamente y el importante destacamento de soldados norteamericanos,
cerca de diez mil, también abocados al entrenamiento de las tropas
afganas, que nada pueden hacer frente a la impericia de las tropas afganas.

Este cambio de jefaturas en el Talibán se da casualmente en el momento que
existían conversaciones de reconciliación entre el gobierno afgano y la
organización extremista. Propiciadas por Estados Unidos, China y
Pakistán, pero el nuevo Mullah ha decidido por el momento continuar con la
“guerra santa” para crear un Estado islámico en Afganistán. Los
movimientos de Mansour por ahora son un guiño para su propia tropa,
necesita mostrase fuerte y combativo frente a la presencia en su territorio
de un competidor tan mediático como Daesh, que en enero último anunció
la creación del emirato de Khorasan, en que se incluye a Afganistán,
Pakistán, India y Bangladesh. Al tiempo en las provincias afganas del este
y sur: Logar, Paktia, Gazni, Zabul, Helmand, y en el norte del país,
Kunduz, Jawzjan y Parwan, se ha incrementado las acciones tanto de Daesh
como del Talibán, lo que ha provocado enfrentamientos entre ambas
organizaciones.

Daesh no solo avanza en Afganistán pugnando por más territorio y más
milicianos, sino que va detrás de una sustancial fuente de recursos para
mantener la guerra: el opio.

Según la un Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
Afganistán es líder mundial en la producción de opio y por tercer año
consecutivo aumentó las hectáreas dedicadas al cultivo de la adormidera,
aproximadamente unas doscientos cincuenta mil. La superficie para el
cultivo de amapola en 2014 era de doscientas veinticuatro mil un 7% más
que en 2013 y tres veces más que las setenta y cuatro mil de 2002. Desde
la invasión de 2001 las toneladas de goma de opio aumentan de manera
constante. El año pasado habían superado las seis mil quinientas, sin
alcanzar el record de las siete mil quinientas de 2007.

Dos mil doscientas toneladas de opio equivalen en occidente a unos 37 mil
millones de dólares. Suficiente para sostener cualquier guerra e incluso
muchas de las operaciones encubiertas que tanto la CIA como el ISI
pakistaní realizan habitualmente, quizás allí este el motivo de que
finalmente fracasen todos los planes de erradicación de sembradíos por
parte de Washington. El opio y la heroína afgana que ocupa el 95% del
mercado mundial, continúa inundando los mercados tanto en Estados Unidos
como en Europa.

Posiblemente en defensa de sus sembradíos de adormidera es que el Mullah
Mansour haya amenazado a mediados de junio, en una carta a Abu Baker
al-Bagdadí, el autoproclamado califa Ibrahim líder del Estado Islámico,
en que lo instaba a no ingresar a Afganistán. Según parece la carta
llegó tarde o no fue leída ya que Estado Islámico está presente en
Afganistán, por lo que las muertes seguirán multiplicándose, tanto como
el opio.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional
especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas
dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la
sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la
clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que
en general las ideas de los que no disponen de medios de producción
intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos
Marx
_______

POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL ES UNA PRODUCCIÓN DE COMCOSUR /
COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR. Desde el 19 de Junio de 1994
/ Coordinación : Carlos Casares – DIRECCIÓN POSTAL: Proyectada 17 metros
5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO – URUGUAY / Apoyo técnico:
Carlos Dárdano / comcosur@comcosur.com.uy / Comcosur se mantiene con el
trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo
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RECLAMOS, PUBLICIDADES Y CORRUPCIONES

1) 900 años por sobrevivir – Mumia Abu Jamal –
2) Reclamo indígena intenta hacerse oír en capital argentina –
3) Publicidades de medicamentos: golosinas con efectos colaterales –
4) Panamá: el ‘círculo cero’ de la corrupción y de los negocios –
5) Afganistán: el Mullah del opio –
COMCOSUR — POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL / AÑO 15 / Nº 732 / Lunes 17 de Agosto de 2015 / REVISTA SEMANAL DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS / Producción: Andrés Capelán – Coordinación: Carlos Casares
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“Vivimos en la mentira del silencio. Las peores mentiras son las que niegan la existencia de lo que no se quiere que se conozca. Eso lo hacen quienes tienen el monopolio de la palabra. Y el combatir ese monopolio es central.” — Emir Sader
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1) 900 años por sobrevivir
A 37 años del ataque policial contra la comunidad MOVE de Filadelfia
Mumia Abu Jamal (Amig@s de Mumia)

Los militantes conocidos como «los 9 de MOVE» recibieron una sentencia colectiva de 900 años

A los 37 años del encarcelamiento de “los 9 de MOVE”, reproducimos el siguiente ensayo de Mumia Abu-Jamal escrito circa 1983 y publicado en su nuevo libro, Writing on the Wall (La escritura en la pared), Ed. Johanna Fernández, City Lights Books, 2015:

El 20 de mayo de 1977, marcó un punto de inflexión entre la continua confrontación entre MOVE y el sistema. Aquel día los integrantes de MOVE levantaron barricadas afuera de su comunidad y se pertrecharon para detener la invasión policial de su espacio. De ahí en adelante la enconada y prolongada batalla entre la Organización MOVE y las fuerzas armadas del sistema tuvo todas las características de una guerra. El entonces Alcalde Frank Rizzo envió más de mil policías al barrio de Powelton y cuando estos llegaron, la gente que vivía en esa área aprendió el verdadero significado del término “estado policiaco”.

Rizzo bramó sus intenciones asesinas desde los titulares de la prensa racista. «¡Hagan que se rindan de hambre!», vociferó la primera plana del llamado “periódico popular,” el Philadelphia Daily News. “Les voy a poner un cerco tan estrecho que ni siquiera una mosca podrá entrar,” alardeó Rizzo, rimbombante como siempre.

Ni siquiera los viejos residentes tuvieron inmunidad. Rizzo invocó sus poderes policiales para levantar barricadas en las calles aledañas y revisar a la gente que entraba o salía del área. Cualquier persona que quisiera ingresar tenía que mostrar una credencial. Desalojaron a los inquilinos en los edificios aledaños y sus departamentos fueron ocupados por los policías. Donde antes había coloridos jardincitos en los descansos de las ventanas, ahora se veían las figuras policiales con cascos y chalecos antibalas parapetados tras hileras de sacos de arena color café oscuro. Considerado por algunos como el primer territorio liberado de América del Norte, el barrio Powelton Village se transformó en el primer escenario de guerra urbana prolongada en tiempos contemporáneos.

Se convirtió en un punto álgido de resistencia contra el sistema. Las pequeñas fuerzas de John África enfrentaron a la fuerza armada y el equipo militar de la cuarta ciudad más grande de Estados Unidos. Frank Rizzo se jactó ante un reportero nacional: “Estamos tan bien armados que podríamos invadir Cuba y ganar!”. Pero los soldados de John Africa no se echaron para atrás; y el 8 de agosto de 1978, la policía lanzó un operativo que hundió al sistema en la infamia.

Los disparos rompieron el silencio del amanecer, sumiendo a Filadelfia Oeste en un escenario impresionante, digno de un apocalipsis bíblico. Se produjo un punto de inflexión cuando MOVE se liberó de todo vestigio de relación con el sistema. Los bomberos apuntaron los poderosos cañones de agua a la ventana del sótano y soltaron toneladas de agua con suficiente presión como para romper los huesos. Los policías usaron bulldozers para partir las duras vallas de madera como estudiantes que rompen un boletín de malas calificaciones. Los policías dispararon granada tras granada de gases asfixiantes dentro de la casa, hasta cubrir toda el área con una neblina apestosa y ardiente. Lanzaron ráfagas de disparos de rifles semiautomáticos, y la batalla se intensificó.

Cuando el humo se disipó y el polvo se asentó, se vió el saldo del ataque: 11 bomberos y policías heridos y un policía muerto, que habían sido, aparentemente, víctimas de los otros policías confundidos y armados con metralletas. Al salir de la casa, los integrantes de MOVE fueron confrontados por un batallón de policías fuera de sí. Los matones de la policía golpearon despiadadamente incluso a los que salieron con las manos en alto.

La golpiza de Delbert África, uno de los hombres, fue captada en video y reproducida por los medios en diversas partes del mundo, tal vez para brindarle un placer sádico a los que buscan emociones fuertes. En un último ataque de locura, la “casa construida por John África” fue completamente destruida antes del anochecer, tan ansioso estaba el gobierno de Filadelfia por borrar todo rastro de MOVE. Por su parte, los partidarios de Rizzo le construyeron una verdadera mansión, con un lujo digno de un barón, hasta con destellantes perillas de oro. ¡Qué locura tan perversa!

Se celebró un proceso, que en realidad fue una parodia, para juzgar a los policías acusados de golpear a Delbert. El juez del Tribunal de Demandas Comunes, Stanley Kubacki, recubrió con carne pálida y rancia el esqueleto de un moribundo “sistema de justicia” al desestimar al jurado formado en su totalidad por blancos. Luego él, personalmente, exoneró a los tres policías, quienes habían reconocido sus acciones de golpear, aporrear y patear a un hombre negro desarmado, además de haberlo atacado con la culata de un rifle y un casco.

Una mujer negra, mentirosa y traicionera, cometió una infamia al jurar que el hombre negro estaba armado a pesar de que los videos de la policía lo mostraron desnudo de cintura para arriba, ¡sin ningún arma! Esa mujer, una reportera para Canal 6, tuvo que irse de Filadelfia para buscar empleo en otro lugar. […]

Mientras tanto, nueve hombres y mujeres de MOVE recibieron sentencias por homicidio, con un mínimo de 30 años y un máximo de 100 años de cárcel cada uno -en ausencia de un arma asesina, pruebas corroborativas, o testigos oculares en su contra.* Fueron condenados simplemente por ser integrantes de MOVE, la familia de John África.

Al pronunciar la sentencia, el juez Edwin Malmed asumió su lugar en el panteón de políticos lamentables que se hacen pasar por jueces. Con profunda arrogancia, Malmed proclamó su perversa venganza desde una estación de radio en Filadelfia. Dijo a los radioescuchas que el “no tenía la menor idea” de quien mató al policía. “Eran una familia, por eso los condené como una familia”, dijo.

“Hijo de la chingada criminal!”, gritó un hombre de MOVE. “Tu corazón te va a atacar por este ataque tuyo contra MOVE!” Un año después, Malmed fue hospitalizado al sufrir el primero de una serie de paros cardiacos masivos. Unos meses después, fue diagnosticado con cáncer, un nuevo flagelo que castigó a su cuerpo anciano. Por otro lado, sus presuntas víctimas, las y los integrantes de MOVE, crecieron en fortaleza, lealtad, compromiso y números.

Esto es solo un boceto de la familia de John África, la Organización MOVE. Es parcial, por supuesto, porque condensa casi 10 años de vida en unas pocas palabras reunidas en unas pocas horas. Solo ofrece un atisbo de esa notable personalidad, llena de fuerza, que organizó y motivó a un grupo que en esa década memorable; tuvo un impacto enorme y desproporcionado, si consideramos cuantos eran.

En un periodo de tiempo relativamente corto, John Africa logró fundar una vigorosa familia de revolucionarios, muy unida, que tuvo que enfrentar a las fuerzas armadas de una de las ciudades más grandes de Estados Unidos. Supo involucrar al gobierno en una batalla de ingenio y ganarle. Abrió la puerta a una manera de vivir vigorosa y resistente que ha recompensado a sus partidarios con una salud radiante, una lealtad familiar feroz y un espíritu libre e independiente en este sistema en deterioro. Y aún más increíble, ¡todavía se mantiene fuerte!

Dijo John Africa: “Cuando te comprometes a hacer lo correcto, el poder de la honradez nunca te va a traicionar. La Organización MOVE nunca cederá a este sistema enfermizo, sea cual sea el tamaño de sus amenazas o la frecuencia con que se hagan, porque nuestro movimiento contra el sistema está funcionando, y la gente lo sabe. La estrategia de MOVE funciona, cuando la gente sabe y dice la verdad, es imposible que no funcione. Entonces, a pesar de lo que algunas personas digan, ganaremos. Tenemos que ganar. Hemos ganado”.

La victoria es nuestra. ¡Al diablo con este sistema! ¡Viva John Africa!

Traducción al español: Amig@s de Mumia de México- Edición: Rebelión.

*El 8 de agosto de 1978, Janine, Janet, Debbie, Delbert, Eddie, Mike y Chuck Africa, del grupo de presos políticos conocidos como “los 9 de MOVE” habrán pasado 37 años en las prisiones del estado de Pensilvania. Merle Africa murió en manos del Estado el 13 de marzo de 1998, y Phil Africa el 10 de enero de 2015. Al cumplir sus sentencias mínimas de 30 años en el 2008, todos deberían haber salido con libertad condicional, pero los ex policías y personal de “ley y orden” del Consejo de Libertad de Pensilvania han bloqueado su libertad. La intención del Estado es que todxs mueran en prisión. Nuestra intención es que salgan cuanto antes.

MOVE te invita a firmar la siguiente petición iniciada por Cruz Negra Anarquista, Denver, para exigir que el Departamento de Justicia de Estados Unidos inicie una investigación sobre el caso y apoye la libertad de los 9 de MOVE. https://www.causes.com/campaigns/92454-free-the-move-9

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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2) Reclamo indígena intenta hacerse oír en capital argentina
Fabiana Frayssinet (IPS)

El campamento indígena instalado hace seis meses en la capital argentina es casi invisible para los transeúntes que pasan a prisa a su alrededor. Piden que les devuelvan sus tierras, en la nororiental provincia de Formosa, en una demarcación empantanada en rencillas territoriales y económicas. Una gran tienda y varias carpas agolpadas sobre una pequeña plazoleta en la intersección de la Avenida 9 de Julio y la Avenida de Mayo, albergan desde el 14 de febrero unos 40 representantes de 46 comunidades de los pueblos qom, pilagá, wichi y nivaclé, agrupadas en la organización QoPiWiNi.

En pleno invierno austral, la entrevista con su portavoz, el wichi Jorge Palomo, transcurre al resguardo de uno de los compartimientos del campamento, donde hacinadas entre donaciones de ropa, mantas de abrigo y alimentos, su esposa y su suegra calientan al fuego una sopa de zanahorias y alrededor corretea su hija de tres años. “Pedimos una audiencia al gobierno nacional, a la Corte Suprema y al Senado, la presidenta (Cristina Fernández). Por lo menos que nos abran la puerta. Queremos plantear nuestra problemática en este contexto de urgencia de despojo de esos territorios que nos pertenecen a nosotros ancestralmente como pueblo indígena”, explicó.

El tránsito es intenso y las bocinas ensordecen. Para los indígenas, las autoridades también parecen sordas a su demanda de que se les reintegren 7.000 hectáreas de tierras que, aseguran, “les quitó” el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, aliado de Fernández. “El territorio donde estamos es nuestro porque nuestros abuelos nos prepararon para eso. Mi abuelo me decía que no podemos perder la tierra porque es lo que nos da sabiduría, fuerza y vida”, argumentó a IPS la qom Amanda Asijak, de la comunidad de Potae Napocna Navolgoh (La Primavera, en lengua qom).

“Pero ellos vienen acá y ponen sus mojones (señales demarcatorias) sin siquiera consultarnos”, enfatizó Asijak, compañera del qarashe (cacique) Félix Díaz, la figura más emblemática de esta lucha que se hizo visible con una protesta en la ruta cercana a su comunidad, en 2010, cuya represión provocó la muerte de dos indígenas y un policía. Díaz también organizó el primer campamento en Buenos Aires, al año siguiente, para denunciar la represión de la que eran víctimas y que culminó más de tres meses después con la firma de un acuerdo, cuyo incumplimiento los trajo de nuevo a sus calles.

En el 2000, Argentina ratificó el Convenio 169 sobre los pueblos indígenas y tribales, de la Organización Internacional del Trabajo, que garantiza su derecho a la tierra y el acceso a recursos naturales, salud y educación, mientras obliga a la consulta en decisiones que conciernan a sus hábitats. De hecho, los indígenas formoseños también reclaman que se dote a sus comunidades de servicios de salud, educación, agua y luz eléctrica, además de apoyo en el desarrollo de su cultura.

“Tengo cuatro hijos ya grandes y ellos ya defendieron nuestro territorio porque tienen sus hijos también. Siempre digo que tenemos que defenderlo porque si no vienen a instalarse y cuando se instalan hacen tiroteos en la comunidad”, añadió Asijak. Su comunidad, a unos 1.200 kilómetros al norte de Buenos Aires, es una muestra del descuido en que viven los pueblos originarios de Formosa. Casi todas sus 350 precarias viviendas, donde viven 1.770 personas en 500 hectáreas, carecen de agua potable y electricidad, mientras la comunidad no cuenta con saneamiento alguno.

El 10 de julio, junto al premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, y la referente de las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), Nora Cortiñas, delegados de los indígenas en protesta fueron recibidos por el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda. Fresnada declaró entonces que se establecerá una mesa de diálogo para escuchar los reclamos y dejar constancia de los problemas de cada grupo.

Pero insinuó que hay cuestiones ajenas a la competencia del gobierno federal, en este país donde el Censo del 2010 determinó que, de una población total de 40,11 millones de personas, casi un millón se define como indígena o su descendiente, distribuidas en 32 pueblos originarios. “Establecimos la necesidad de convocar a la provincia de Formosa a participar de este diálogo porque el eje de los reclamos pasa por cuestiones territoriales”, planteó el funcionario. “La discusión se centra en cuál es el alcance de la ocupación territorial pública y actual que tienen hoy las comunidades originarias”, añadió.

Fresneda subrayó que el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (Inai) ya evaluó y registró 650 comunidades y siete millones de hectáreas como indígenas, de las aproximadamente 12 millones que reclaman los pueblos originarios y que equivalen a 10 por ciento del territorio argentino. En 2006, la Ley 26.160 de Comunidades Indígenas declaró la emergencia de la posesión y propiedad comunitaria, y dispuso la realización del registro de todos los territorios tradicionales que ocupan los pueblos originarios.

Pero las comunidades de QoPiWiNi piden que se realice nuevamente el proceso en sus territorios, porque, aducen, se hizo sin su presencia y consulta. “Hace poco vinieron unos japoneses que decían que esa tierra estaba vendida para ellos, que el gobernador les vendió, pero es nuestra”, ilustró a IPS la wichi Ernestina Moreno. La demarcación de tierras se demora, ha admitido el Inai, cuando el proceso involucra a provincias con jurisdicción sobre sus recursos naturales.

Precisamente, conflictos como los de Formosa, se agravan cuando tocan intereses económicos provinciales vinculados a la explotación de hidrocarburos, minería, el monocultivo de soja, expansión ganadera, industria forestal y grandes proyectos de infraestructura. “Con la soja deberían avisarnos cuando van a hacer un desmonte, que pasa mucho, pero nunca lo hicieron”, sostuvo Palomo como ejemplo. También citó obras que atraviesan su territorio y sobre las que no fueron consultados, como el Gasoducto del Noreste Argentino.

“En todo el país a todas las comunidades les robaron sus tierras y el gobierno se ha propuesto no escucharlos”, subrayó en entrevista con IPS la activista Cortiñas. “Ellos, los indígenas formoseños, no quieren limosna sino vivir de su trabajo. Ellos cazan, pescan, plantan y con eso se alimentan. No quieren que les invadan todo con la soja, que es el negocio para los que vienen de afuera”, añadió la lideresa de Madres de Plaza de Mayo.

Según la organización internacional Grain, cada año se deforestan en Argentina más de 200.000 hectáreas de monte nativo por el avance de la frontera agrícola, fundamentalmente por la expansión del monocultivo de soja. Ese avance resulta evidente en Formosa y otras tres provincias norteñas vecinas -Chaco, Salta y Santiago del Estero- que concentran 80 por ciento de esa deforestación. “Nosotros la tierra la queremos para progresar. La queremos para sembrar, para criar nuestras cosas como cabras”, argumentó Moreno, que acampa junto a dos hijas y una nieta, a quién cuida del tránsito capitalino.

Desde un automóvil que transita la Avenida 9 de Julio, una pareja sí percibe a los indígenas. “!Estamos con ustedes! Los apoyamos!, les gritan. Palomo sonríe y aprueba a lo lejos. “Si no nos dan nuestras tierras van a limitar a nuestros jóvenes cada vez más. Se corre el riesgo de que ya no puedan practicar nuestra cultura ancestral de la caza, la pesca y de hacer artesanías… de desaparecer. Pero parece que es lo que quisieran”, se lamentó.

Editado por Estrella Gutiérrez

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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3) Publicidades de medicamentos: golosinas con efectos colaterales
(Red Eco Alternativo)

El último comercial del laboratorio Gennoma en Argentina que tiene al conductor de televisión Marley como protagonista, se presenta como una nueva banalización de la venta de medicamentos en los avisos publicitarios. La intencionada desinformación es la principal estrategia para aumentar las ventas de una de las industrias más poderosas del mundo.

La incidencia de la publicidad sobre la automedicación es un hecho así como también el alto crecimiento de intoxicaciones medicomentosas. El nuevo spot de Next (del laboratorio Gennoma) busca, a través de conductor mediático Marley, fomentar la automedicación sin reparar en sus consecuencias. El comercial de 22´nunca se detiene en los efectos colaterales que una gran cantidad de especialistas han señalado sobre este tipo de medicamentos. Sólo se limita a describir al fármaco como una “potente fórmula” que hará que no termines en cama.

Esta práctica, que presenta a los medicamentos como golosinas, no es exclusiva de Gennoma sino que también proliferan las promociones medicamentosas de Actron de Bayer, Tafirol de Gennoma, Ibuevanol Max de Glaxo (GSK) Ibupirac de Pfizer y de otras sustancias supuestamente «inofensivas» como Cedric Hedera Helic o Expectosan, entre otros productos autorizados por la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología Médica).

Hace más de un año Red Eco publicó las declaraciones de Carlos Damin, jefe de la División Toxicología del Hospital Fernández, quien advirtió que «es innegable el impacto de la publicidad de los medicamentos en la conducta de los consumidores, y de allí los potenciales riesgos que representa para la salud de la población. La publicidad y promoción activa por los medios masivos de comunicación aumenta la automedicación irresponsable y el uso irracional de medicamentos”. Según un informe difundido por la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), el medicamento de mayor venta en Argentina durante 2014 fue Actron 600 mg (ibuprofeno) de Bayer, con casi 9 millones de unidades. Mientras que en el quinto puesto aparece Ibupirac (ibuprofeno 400 mg) de Pfizer, con 6.500.000 unidades.

Al igual que en los últimos inviernos la publicidad de medicamentos ha desbordado los medios de comunicación y descartado de su discurso los efectos adversos que tienen el paracetamol y el ibuprofeno. En este sentido, la Asociación de Agentes de Propagada Médica (AAPM) ha denunciado con insistencia que «el ibuprofeno y el paracetamol, los medicamentos de mayor venta en Argentina, tienen severos efectos colaterales y una limitada efectividad» (diario El Litoral de Santa Fe del 12 de julio de 2015).

En la misma línea a principios del año pasado, el Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Capital Federal (COFyBCF) y la Asociación de Agentes de Propaganda Médica (AAPM), sostuvieron: “las entidades profesionales consideramos que es necesario y urgente que se extremen las medidas de control, mediante de la aplicación de las leyes vigentes, se sancione la irresponsable publicidad medicamentosa y se regule con eficacia la venta exclusiva en las farmacias, combatiendo cualquier otra boca de expendio en la que no esté presente un profesional farmacéutico”.

Según un comunicado de la AAPM, el sanitarista Jorge Rachid, asesor de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, denunció recientemente que la publicidad de medicamentos equivalía a un promedio de dos horas diarias de pantalla. Este comentario fue efectuado el martes 7 de julio durante una conferencia en el Colegio Público de Abogados de la CABA. A su lado estaba sentado el ministro de Salud de la Nación, Daniel Gollan. Lo cual implica un claro conocimiento de las autoridades estatales sobre el caso y, por ende, una actitud cómplice para avalar las estrategias publicitarias de la industria farmacéutica.

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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4) Panamá: el ‘círculo cero’ de la corrupción y de los negocios
Marco A. Gandásegui h. (Alai)

El gobierno del presidente Juan C. Varela cumplirá 15 meses en el poder y aún no ha logrado deshacerse del pesado fardo que heredó de los gobernantes anteriores, especialmente de su inmediato antecesor, Ricardo Martinelli. El gran capital panameño y el extranjero se quejan que su gestión es muy lenta. No se ven las mega-obras que pondrían en movimiento sus capitales especulativos. El mote que los medios de comunicación propiedad de Martinelli le pusieron a Varela – “Tortugón” – se ha generalizado, incluso entre sus copartidarios.

Varela heredó los problemas que dejó Martinelli, especialmente los relacionados con los escandalosos desfalcos, dolos y robos de los cuales son acusados el ex-mandatario y su círculo de confianza. El gobierno que preside Varela ha hecho énfasis en su disposición de llevar a Martinelli y sus asociados a los tribunales de justicia del país. Hay fuertes indicios que la corrupción y desfalcos que se investigarán tocarán las puertas de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). Hay un miembro de la Junta directiva, que ha sido llamado por el Ministerio Púbico para que declare ante la fiscalía. Hay otro que es muy vulnerable. Los demás no están libres de ‘pecados’.

La ACP tiene problemas financieros serios con el Grupo que construye la ampliación del Canal. Tiene que enfrentar los intereses de los especuladores que están acabando con la cuenca que alimenta de agua a la vía interoceánica. Pone los intereses de los miembros de su junta directiva y de sus socios por encima de los del país. Es el caso de los negocios multimillonarios vinculados con los proyectos de puertos de Corozal, Rodman y Farfán. Por primera vez en 70 años, los trabajadores del Canal están protestando por las decisiones equivocadas de la Administración de la ACP que los perjudica.

Varela no exige cuentas y deja que continúe la fiesta en torno al Canal de Panamá. En primer lugar, debe exigir la renuncia de los directivos corruptos de la ACP. Segundo, debe exigir por orden ejecutiva el respeto a la cuenca del Canal. A su vez, debe salir por delante y garantizar los derechos de todos los trabajadores del Canal. Por último, debe someter a todas las tierras asignadas a la ACP a un plan de desarrollo racional en beneficio del país.

Varela también recibió – en 2014 – un país con un pueblo protestando por los abusos de autoridad que pretenden despojar a los pueblos de sus tierras. Varela heredó sistemas educativos, de transporte, de recolección de basura, servicios de salud y distribución de agua colapsados. Los sectores productivos de la economía como la agricultura, la industria manufacturera, pesca y minería se siguen hundiendo sin rescate a la vista. Aún más peligroso, las cuencas y sus ríos, los humedales, los bosques y la sostenibilidad misma del sistema ecológico del istmo se someten sistemáticamente a una lógica de negocios que son aprobados o rechazados en el Palacio de las Garzas.

Varela ya no puede esconderse detrás de Martinelli y sus socios que están siendo investigados por diferentes delitos relacionados con el despojo de las arcas públicas del país. Es responsable de la falta de recursos en el Ministerio de Salud y de la CSS. No porque en el país escasea dinero. El desplome de los servicios de salud es el resultado del mal manejo administrativo y la inversión en proyectos que sólo brindarán ganancias para los empresarios premiados por el dedo presidencial: Ciudad de la Salud, ‘externalización’ de las intervenciones quirúrgicas y construcción de hospitales en el interior donde las comunidades necesitan urgentemente centros de salud.

La lista de los fracasos rotundos (sin ignorar la corrupción) se extienden a las políticas de educación, de seguridad ciudadana y seguridad nacional, de vivienda y el ordenamiento urbano, de producción agrícola, de construcción de hidroeléctricas, de obras públicas, de turismo e, incluso, política exterior. Todos los desastres tienen un fondo común: Los gobernantes no están trabajando para el país y menos para el pueblo. La totalidad de sus energías están dirigidas a concebir, articular y ejecutar negocios que beneficien una pequeña casta de empresarios. Si Martinelli logró rodearse de un ‘círculo cero’ empresarial que aprovechó las mochilas, el arroz, el servicio exterior, las medicinas, el desorden urbano y muchos otros rubros para enriquecerse de manera ilícita, hay indicios en todos los despachos públicos y en muchos privados de que Varela está armando su propio ‘circulo’ para hacer negocios.

– Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA) www.marcoagandasegui14.blogspot.com, www.salacela.net

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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5) Afganistán: el Mullah del opio
Guadi Calvo (Rebelión)

Desde el impreciso mundo talibán corre hace algunas semanas la noticia, una vez más, de la muerte de su líder el Mullah Omar. El tercer hombre más buscado del mundo, por los servicios de inteligencia occidentales y por cuya cabeza se ofrecía diez millones de dólares. Omar habría muerto, según el diario paquistaní “The Express Tribune” a consecuencia de una enfermedad, presumiblemente tuberculosis, en abril de 2013 en algún lugar indeterminado de Pakistán, tampoco se especifica el lugar de su entierro. De todas maneras Kabul rápidamente se dispuso a aceptar como buena la información y ya lo ha declarado “técnicamente” muerto, aunque el presidente afgano Ashraf Ghani, había declarado que no estaba en condiciones de negar ni de confirmar la noticia.

Lo último que se supo del Mullah, fue cuándo huyó de Kandahar, a lomo de una moto en 2002 a consecuencia de la invasión norteamérica, con rumbo obviamente desconocido.

En torno a su vida y sus muertes se tejieron infinidad de leyendas difíciles de constatar, pero su figura ha tomado rasgos mesiánicos. Miembro de la tribu pastún Hotak, una de las más integristas del país, abandonó sus estudios coránicos en una madrasa de Kandahar a los veinte años, para luchar contra los soviéticos que acababan de invadir Afganistán.

Moscú invadió Afganistan en procura de sostener el gobierno del presidente Mohammad Najibulá, quién finalmente fue derrocado en 1992 por los muyahidines y finalmente en 1996, tras ser secuestrado de la sede de la ONU en Kabul, fue torturado públicamente hasta su muerte.

En ese mismo año Mohammad Omar, fue designado Amir-ul momineen (Príncipe de los Creyentes) por un grupo de mil quinientos eruditos del islam, dignatarios y líderes yihadistas de Afganistán, que hicieron el bay’ah (juramento de lealtad) “Para prevenir la falsa propaganda de multitud de escritores, analistas espurios” y para combatir la anarquía de los señores de la guerra que reinaba en el país.

El cuatro de abril de 1996, el Mullah Omar apareció ante la multitud, en el centro Kandahar envuelto en el manto de Mahoma, después que los talibanes lo hubieran sacado del santuario que lo tenía en resguardo. El hecho en cualquier país musulmán hubiera sido considerado una blasfemia difícil de superar, pero el fanatismo exacerbado de los seguidores de Omar, los llevó a entronizarlo como el verdadero heredero del Profeta. Desde entonces las glorias de sus acciones en la guerra contra los soviéticos se multiplicaron. Se dice que en plena batalla, se arrancó el ojo que había sido alcanzado por una esquirla y siguió combatiendo sin pausa. Desde entonces ha pasado a ser el tuerto más famoso de la historia y quizás el más resucitado.

Son muchas las veces que se lo han dado por muerto. Últimamente según medios afganos había sido asesinado en 2011, por el jefe de la Dirección de Inteligencia Inter-Services (ISI) pakistaní el general Hamid Gul, pero tiempo después fuentes talibanes lo desmintieron. En 2013 según un grupo disidente talibán Mahaz Fidayee sospechado de responder a algunos servicios de inteligencia, denunció que Omar fue asesinado en una disputa interna.

Quizás esta vez sea la verdadera, posiblemente la enfermedad que lo arrastró a la tumba no sea otra que la del golpe palaciego, ya que por primera vez se perciben notorias diferencia en la cúpula del talibán.

Un sector del Talibán muy influenciado por la inteligencia pakistaní SIS, ha elegido como reemplazante de Omar a Akhtar Mohamed Mansur Mohammad Shah ex ministro de Aviación Civil y Transporte del Talibán cuando el movimiento tomó control de Kandahar en 1994 y número dos de la organización durante los últimos cuatro años. Como su segundo ha elegido Sirajuddin Haqqani, alías Jalifa, hijo de Jalaluddin Haqqani, líder del poderoso clan de los Haqqani, que combate desde antes de la invasión rusa.

Otro sector pretendía imponer al hijo mayor de Omar, Mohamad Yaqub, de 26 años, pero según parece ha ganado la pulseada, por ahora, el sector pro Mansour.

¿Quién es el nuevo jefe?

Aunque siempre haya sido reacio a la exposición pública el nuevo Mullah es un viejo conocido de la inteligencia occidental y paquistaní consignado como “un miembro prominente del liderazgo talibán”. Mansour en septiembre de 2006 fue entregado a las autoridades afganas, tras ser detenido en Pakistán por estar involucrado en narcotráfico. Tan solo un año después se lo detectó en las provincias afganas de Khost, Paktia y Paktika, controlado delicados sembradíos de amapolas, al tiempo que ocupaba el cargo de gobernador, en la sombras, de Kandahar.

El Mullah Mansour, como tarjeta de visita entre el viernes siete y sábado ocho de agosto ha intensificado los atentados. El viernes se produjeron tres atentados en Kabul que dejaron una cincuentena de muertos y doscientos heridos. Según la misión de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) el día viernes se registró el mayor número de civiles muertos y heridos en un día, desde 2009, con cincuenta y un civiles muertos y trescientos quince heridos solo en Kabul.

Al día siguiente e n la provincia norteña de Kunduz, donde el Talibán, desde hace meses, está desarrollando una campaña de atentados y fuertes combates con miembros del ejército y milicias progubernamentales, con la intención de clausurar los pasos comerciales con la ex república soviética de Tayikistán, ingresó al distrito de Janabad y antes de ser repelido pudieron ejecutar a unas treinta personas.

La retirada de las tropas de la OTAN en diciembre de 2014, ha provocado orfandad tanto en la policía como en el ejército afganos, que frente a la insurgencia poco o nada están haciendo, al tiempo que no solo el Talibán sino al-Qaeda y Daesh o Estado Islámico están teniendo cada vez más presencia en casi todo el país.

La ausencia de la ISAF, (International Security Assistance Force) que fue sustituida desde enero por la operación Apoyo Decidido con solo unos cuatro mil soldados para trabajos de asistencia y capacitación exclusivamente y el importante destacamento de soldados norteamericanos, cerca de diez mil, también abocados al entrenamiento de las tropas afganas, que nada pueden hacer frente a la impericia de las tropas afganas.

Este cambio de jefaturas en el Talibán se da casualmente en el momento que existían conversaciones de reconciliación entre el gobierno afgano y la organización extremista. Propiciadas por Estados Unidos, China y Pakistán, pero el nuevo Mullah ha decidido por el momento continuar con la “guerra santa” para crear un Estado islámico en Afganistán. Los movimientos de Mansour por ahora son un guiño para su propia tropa, necesita mostrase fuerte y combativo frente a la presencia en su territorio de un competidor tan mediático como Daesh, que en enero último anunció la creación del emirato de Khorasan, en que se incluye a Afganistán, Pakistán, India y Bangladesh. Al tiempo en las provincias afganas del este y sur: Logar, Paktia, Gazni, Zabul, Helmand, y en el norte del país, Kunduz, Jawzjan y Parwan, se ha incrementado las acciones tanto de Daesh como del Talibán, lo que ha provocado enfrentamientos entre ambas organizaciones.

Daesh no solo avanza en Afganistán pugnando por más territorio y más milicianos, sino que va detrás de una sustancial fuente de recursos para mantener la guerra: el opio.

Según la un Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito Afganistán es líder mundial en la producción de opio y por tercer año consecutivo aumentó las hectáreas dedicadas al cultivo de la adormidera, aproximadamente unas doscientos cincuenta mil. La superficie para el cultivo de amapola en 2014 era de doscientas veinticuatro mil un 7% más que en 2013 y tres veces más que las setenta y cuatro mil de 2002. Desde la invasión de 2001 las toneladas de goma de opio aumentan de manera constante. El año pasado habían superado las seis mil quinientas, sin alcanzar el record de las siete mil quinientas de 2007.

Dos mil doscientas toneladas de opio equivalen en occidente a unos 37 mil millones de dólares. Suficiente para sostener cualquier guerra e incluso muchas de las operaciones encubiertas que tanto la CIA como el ISI pakistaní realizan habitualmente, quizás allí este el motivo de que finalmente fracasen todos los planes de erradicación de sembradíos por parte de Washington. El opio y la heroína afgana que ocupa el 95% del mercado mundial, continúa inundando los mercados tanto en Estados Unidos como en Europa.

Posiblemente en defensa de sus sembradíos de adormidera es que el Mullah Mansour haya amenazado a mediados de junio, en una carta a Abu Baker al-Bagdadí, el autoproclamado califa Ibrahim líder del Estado Islámico, en que lo instaba a no ingresar a Afganistán. Según parece la carta llegó tarde o no fue leída ya que Estado Islámico está presente en Afganistán, por lo que las muertes seguirán multiplicándose, tanto como el opio.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

LUNES 17 DE AGOSTO DE 2015 – COMCOSUR
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“Las ideas dominantes de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes, es decir, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad resulta ser al mismo tiempo la fuerza espiritual dominante, la clase que controla los medios de producción intelectual, de tal manera que en general las ideas de los que no disponen de medios de producción intelectual son sometidos a las ideas de la clase dominante”. — Carlos Marx
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POR LA VOZ DE MUMIA ABU JAMAL ES UNA PRODUCCIÓN DE COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR. Desde el 19 de Junio de 1994 / Coordinación : Carlos Casares – DIRECCIÓN POSTAL: Proyectada 17 metros 5192 E (Parque Rivera) 11400 MONTEVIDEO – URUGUAY / Apoyo técnico: Carlos Dárdano / comcosur@comcosur.com.uy / Comcosur se mantiene con el trabajo voluntario de sus integrantes y no cuenta con ningún tipo de apoyo institucional ni personal. / Las opiniones vertidas en las distintas notas que integran este boletín, no reflejan necesariamente la posición que podría tener Comcosur sobre los temas en cuestión./ Comcosur integra la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) / http://www.comcosur.org / Y ahora puede seguir a Comcosur también en Facebook
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YA ESTÁ TODO EL PESCADO VENDIDO

COMCOSUR AL DÍA / AÑO 16 / Nº 2033 / NOTICIAS Y PENSAMIENTOS / Viernes
14 de Agosto de 2015 / Producción: Andrés Capelán – Coordinación:
Carlos Casares
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HOY:

1) Fripur: todo el pescado vendido

2) Caso Berríos: abogado de uruguayos condenados busca que cumplan su pena
en su país

3) Se suicida general (r) condenado por caso Berríos

4) La otra fuga de Punta Carretas

5) Podría abrirse una nueva causa para Amodio

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«Si asumes que no hay esperanza, garantizas que no habrá esperanza. Si
asumes que hay un instinto hacia la libertad, que hay oportunidades para
cambiar las cosas, entonces hay una posibilidad de que puedas contribuir
para hacer un mundo mejor. Esa es tu alternativa». — Noam Chomsky
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1) Fripur: todo el pescado vendido
(La Diaria)

La empresa Frigorífico Pesquero del Uruguay Sociedad Anónima (Fripur)
comunicó ayer oficialmente al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social
(MTSS) “la inviabilidad de continuar operando”. Los socios
propietarios, los hermanos Máximo y Alberto Fernández, y sus asesores
legales se reunieron con el titular del MTSS, Ernesto Murro, y le
anunciaron la decisión, según informó a la diaria el responsable de la
Dirección Nacional de Trabajo (Dinatra), Juan Castillo.

El jerarca dijo que de inmediato se convocó con carácter de “urgente”
a un “ámbito tripartito” que se reunirá hoy a las 16.00 en la
Dinatra. “Que la empresa comunique a los trabajadores lo que sea
necesario y que éstos hagan su demandas”, dijo Castillo.

También ayer, “los mandos medios” de Fripur notificaron a los
trabajadores de la planta de fileteado que “se va a trabajar hasta el
miércoles, ya que ese día ya no habrá materia prima”, explicó el
delegado del comité de base de Fripur del Sindicato Único de Trabajadores
del Mar y Afines, José Umpiérrez.

El conglomerado industrial tiene 960 trabajadores en planilla, de los
cuales 80% son mujeres jefas de hogar, que ganan entre 15.000 y 17.000
pesos mensuales, según la antigüedad. Fripur opera en toda la cadena de
producción de la merluza y el cangrejo rojo, desde la captura en alta mar
hasta el envasado de productos congelados, pasando por todos los procesos
intermedios. Posee más de 20 barcos, una planta de procesamiento y una
fábrica de harina de pescado.

Alberto Fernández, el accionista menor de Fripur, fue noticia en 2009,
cuando le prestó su avión privado al entonces candidato a la presidencia
por el Frente Amplio, José Mujica, para que viajara a Brasil durante la
campaña electoral.

Pocos meses después se supo que la banda presidencial que Tabaré Vázquez
le pasó a Mujica el 1º de marzo de 2010, en la asunción presidencial, la
pagó Fernández. Cuando se conoció eso, el abogado Gustavo Salle
solicitó a la Justicia investigar la vinculación de Fernández con
Mujica; sin embargo, en 2011, la jueza especializada en crimen organizado
Graciela Gatti archivó el caso.

En mayo de 2013, durante la visita de Mujica a China, el entonces
presidente tenía en agenda conseguir un inversor para Fripur. Dos empresas
chinas se interesaron en ese momento por la pesquera.

Aguas profundas

Ayer, luego de reunirse con los empresarios, Murro recibió a una
delegación de los trabajadores. “Nos informó que los propietarios van a
presentar el cierre de la empresa y que se convocó a una tripartita para
oficializar la situación. Se labrará un acta y veremos qué posición
adopta el Poder Ejecutivo”, expresó Umpiérrez. Los trabajadores fueron
convocados a acompañar a la delegación que participará en la reunión
tripartita, por lo que se concentrarán hoy frente a la Dinatra.

Fripur se presentó a concurso hace un año porque no podía hacer frente a
las deudas que tiene con el Banco República (BROU), su principal acreedor,
otras entidades financieras y organismos públicos como el Banco de
Previsión Social y la UTE.

Según Umpiérrez, en el correr del año “no se pudo llegar a realizar
una reunión de acreedores, y la jueza que tomó el concurso decidió que
la empresa era viable e impuso un interventor para controlar el movimiento
financiero donde entendió que estaba la falla”. Uno de los
“detonantes” de la situación habría sido una intimación de la UTE -a
la que la empresa pesquera le debe medio millón de dólares- en la que
comunica a Fripur que, de no recibir el pago, dejará de suministrarle
energía el 20 de agosto. De ocurrir este extremo, la empresa no podría
mantener más productos congelados en las cámaras, que están embargadas
hasta por el propio Estado.

Con los trabajadores, Fripur mantiene una deuda de salarios vacacionales
desde hace dos años. Desde el sindicato se denuncia que los empresarios
solicitaron préstamos al BROU y otros bancos para remodelar la flota
pesquera y modernizar la infraestructura, pero ese dinero “nunca fue
invertido” en Fripur. De hecho, sólo cuatro de los 20 barcos están
funcionando. Los Fernández también tienen negocios ganaderos, forestales
e inversiones en parques eólicos.

En distintas reuniones con autoridades del Poder Ejecutivo, los empresarios
plantearon que necesitaban cinco millones de dólares para evitar el
cierre, pero que carecían de garantías para conseguir el dinero por el
embargo genérico que recae sobre la producción, planta, barcos, insumos,
etcétera. El pasivo de la empresa ascendería a 70 millones de dólares.

Los trabajadores están analizando diversas alternativas para conservar las
fuentes de trabajo. Para Umpiérrez, la posibilidad de convertirse en un
emprendimiento autogestionado es “difícil”, porque se trata de una
empresa “muy grande”. “Es un pulpo. Habría que conseguir un socio
que pueda invertir. Es la única empresa habilitada para la pesca de la
merluza y tiene el monopolio del cangrejo rojo. Para conseguir materia
prima no ha tenido problema. Las dificultades son otras”, manifestó.

COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 14 DE AGOSTO DE 2015
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2) Caso Berríos: abogado de uruguayos condenados busca que cumplan su pena
en su país
(EFE)

La Corte Suprema chilena dictó sentencia de entre 5 y 15 años de presidio
efectivo en contra de 14 acusados por los delitos de secuestro, homicidio y
asociación ilícita en la muerte de Berríos, ex químico de la DINA.

Amadeo Ottati, abogado en Uruguay de los tres exmilitares de ese país
condenados hoy en Chile por la muerte del exquímico de la policía secreta
chilena Eugenio Berríos, ocurrido en Uruguay en 1995, dijo a Efe confiar
en que se aplique un tratado bilateral que permite que puedan cumplir
condena en su país.

«Vamos a tratar de movilizar los mecanismos necesarios para hacer lo único
que a esta altura se puede hacer, que es tratar de que en vez de quedar en
Chile a la espera de que se termine su condena estén acá cerca de su
familia», explicó el abogado. La Corte Suprema dictó ayer sentencia de
entre 5 y 15 años de presidio efectivo en contra de 14 acusados por los
delitos de secuestro, homicidio y asociación ilícita en la muerte de
Berríos, exquímico de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA).

Entre ellos, el uruguayo Tomás Casella Santos deberá cumplir 10 años de
cárcel como autor de secuestro y cinco años por asociación ilícita,
mientras que Eduardo Radaelli Copolla cumplirá diez años como autor de
secuestro y 800 días por asociación ilícita y Wellington Sarli Pose
cinco años como cómplice de secuestro y 60 días más por asociación
ilícita.

Otteti aseveró que en base a un tratado vigente entre Uruguay y Chile, se
pueden intercambiar las personas que han sido detenidas en un país cuando
son juzgadas con una sentencia definitiva para que el cumplimiento de la
pena se pueda realizar en el país al que pertenecen los condenados.

«Tiene que haber primero la conformidad de los sentenciados, que obviamente
existe, y luego hay que hacer una tramitación por la cual el Estado
uruguayo pide que se les traiga o el Gobierno chileno que sean enviados al
Uruguay», añadió el abogado, para matizar que espera que esto sea
cuestión de días o de «quizá algún mes».

«Trataremos que sea el menor tiempo posible, pero son trámites
administrativos que hay que realizar entre los poderes ejecutivos de los
dos países», confesó. Sin embargo, el letrado afirmó que hasta ahora no
ha habido ningún caso entre los dos países en el que se haya reclamado a
un ciudadano para el cumplimiento de la condena.

«Seguramente trataremos de que sea Uruguay el que tome la conducción del
tema porque lógicamente entiendo que al Estado uruguayo le interesa que
los nacionales estén en su país y no en el extranjero», matizó. En las
todas las sentencias emitidas hoy se especifica que los condenados no
podrán disfrutar de beneficios.

Berríos huyó a Uruguay en noviembre de 1991 para evitar declarar en el
juicio abierto en Chile por el asesinato del excanciller Orlando Letelier y
su secretaria Ronnie Moffit en 1976. Se instaló en Montevideo con el
nombre falso de Tulio Orellana y fue visto por última vez en 1992, cuando
se presentó en una comisaría de Uruguay para denunciar que estaba
secuestrado.

Fue entregado a unos militares uruguayos y no se supo más de él, hasta
que en abril de 1995 se descubrió su cadáver, que había sido enterrado
en una playa de Montevideo atado y con disparos en el cráneo. En 2006 la
Justicia de Uruguay concedió la extradición a Chile de los tres militares
uruguayos acusados en el caso para ser juzgados por asociación ilícita y
secuestro de Berrios.

Ottati fue su abogado hasta el momento de la extradición, con la que se
mostró en desacuerdo, al considerar que «había sobrados motivos» para
haberla negado. Por otra parte, recordó que en Uruguay «se había
archivado la causa al no encontrarse prueba de que hubieran cometido
ningún delito».

Respecto a la sentencia, el abogado aseveró que es «una aberración
jurídica» hablar de «delito de lesa humanidad», ya que consideró que
estos delitos «no estaban vigentes a la época de los hechos» y además
abarcan un «número indiscriminado de personas».

«Y acá en todo caso si se hubiera cometido un delito fue en perjuicio del
señor Berríos, que es una sola persona», espetó. El abogado lamentó que
hayan estado 20 años de su vida esperando que se dictara una sentencia que
desde su punto de vista «tampoco refleja la verdadera responsabilidad que
pudieron tener».

COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 14 DE AGOSTO DE 2015
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3) Se suicida general (r) condenado por caso Berríos
(El Mostrador . EFE)

El general (r) del Ejército Hernán Ramírez Rurange, condenado esta
semana por crímenes durante la dictadura, se suicidó de un disparo en la
cabeza, informaron fuentes hospitalarias.

El oficial, de 76 años, murió a las 03.20 horas de hoy en el Hospital
Militar de Santiago, al que había sido trasladado en estado grave tras
dispararse en su domicilio, precisaron las fuentes. Según fuentes
policiales, Ramírez Rurange estaba junto a su esposa en su domicilio de
Santiago cuando, pasadas las 01.00 de la madrugada, salió del departamento
y se dirigió hasta la escalera del edificio, donde se disparó con un
revólver calibre 32.

Ramírez Rurange fue uno de los 14 militares, tres de ellos uruguayos,
condenados el pasado martes por la Corte Suprema por su responsabilidad en
el secuestro y homicidio de Eugenio Berríos, un químico y agente de la
policía secreta de la dictadura, ocurrido en los años 90.

El general Ramírez, ex jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército
(DINE), fue sentenciado a diez años y un día de prisión como autor del
delito de secuestro y a otros diez años y un día por asociación
ilícita, en tanto fue absuelto del delito de obstrucción a la Justicia.

Eugenio Berríos, a quien se señala como fabricante de gas sarín, con el
que la dictadura de Pinochet asesinó a varias personas, huyó a Uruguay en
noviembre de 1991 para evitar declarar en el juicio abierto por el
asesinato del ex canciller Orlando Letelier, perpetrado en Washington en
1976. Se instaló en Montevideo con el nombre falso de Tulio Orellana y fue
visto por última vez en 1992, cuando se presentó en una comisaría para
denunciar que estaba secuestrado. Fue entregado a unos militares uruguayos
y no se supo más de él hasta que en abril de 1995 se descubrió su
cadáver, que había sido enterrado en una playa, atado y con disparos en
el cráneo.

Ramírez Rurange no es el primer militar chileno involucrado en crímenes
de la dictadura que atenta contra su vida. El 28 de septiembre de 2013 se
suicidó el general Odlanier Mena, exjefe de la Central Nacional de
Informaciones (CNI), de un disparo en la cabeza. Mena se mató cuando el
gobierno de Sebastián Piñera ordenó el traslado de un grupo de oficiales
condenados por violaciones a los derechos humanos desde la prisión militar
«Cordillera», hasta el penal de «Punta Peuco».

COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 14 DE AGOSTO DE 2015
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4) La otra fuga de Punta Carretas
(La Diaria)

Amodio Pérez intentó eludir a los policías que lo esperaron en el
Sheraton.

La llegada del Grupo de Reserva Táctica de la Policía al hotel Sheraton
para detener el viernes a Héctor Amodio Pérez, por orden de la jueza
Paula Staricco, obligó a la editorial Ediciones de la Plaza y al diario El
País, encargados del operativo de retorno al país del “traidor”
tupamaro, a diseñar un plan alternativo al previsto. Esto implicó
suspender las entrevistas fijadas de antemano con varios medios, realizar
varias llamadas a abogados penalistas, reprogramar la estadía del ex
guerrillero en el Sheraton, agendar el posterior traslado a otro hotel
menos oneroso (que finalmente terminó siendo el London) y extender el
contrato con la empresa de seguridad. En estos días, según pudo saber la
diaria, Amodio Pérez y la editorial asociada al diario El País alcanzaron
un acuerdo: mientras dure el proceso judicial en Uruguay, los gastos
generados por el ex integrante del Movimiento de Liberación Nacional (MLN)
serán deducidos de las regalías del libro Palabra de Amodio.

Fuentes del Ministerio del Interior y personal vinculado al hotel Sheraton
relataron a la diaria las horas que siguieron al encuentro entre Amodio
Pérez y los policías que lo esperaron en la puerta de su habitación, la
número 11 del piso 24. Además de aducir no ser quien verdaderamente es
(apelando a su otra identidad, Walter Salvador Correa Barbosa, producto de
un acuerdo con los militares), el ex integrante del MLN intentó evitar la
citación policial escapándose del hotel. Luego de echar mano a una
campera que se encontraba en su habitación, se refugió en uno de los
salones del Sheraton próximo a la planta baja. Antes, durante la
conferencia, advertido por la prensa sobre la eventualidad de comparecer
ante la Justicia, había dicho: “Como la jueza no me cite hoy por la
noche aquí, no me va a encontrar”. Pero Amodio no pudo escapar:
Inteligencia había dispuesto, en los días previos, un importante
operativo de seguridad en torno al hotel.

Esa misma noche, Ediciones de la Plaza contactó a varios abogados
reconocidos para que se encargaran, al día siguiente, de la defensa de
Amodio. Todos declinaron el convite. Entre ellos estaban, por ejemplo,
Jorge Barrera y Juan Fagúndez. La editorial finalmente pudo dar con el ex
edil colorado Andrés Ojeda poco antes de las 2.00 del sábado. Sus
honorarios correrán a cuenta de Ediciones de la Plaza. La editorial,
encargada de la publicación de Palabra de Amodio, también se ocupa de
financiar la seguridad personal del ex integrante del MLN, según
reconoció el propio diario El País en una columna publicada ayer. Según
pudo saber la diaria, el jefe de seguridad del “traidor” tupamaro es
Pablo Santos, gerente operativo de la empresa contratada por el diario y la
editorial. Santos fue jefe de la barrabrava de Nacional entre 1995 y 2003 e
integró la directiva del club entre 2009 y 2011. La empresa en la que
revista Santos trabaja para varias empresas locales (World Trade Center,
Portones Shopping y Nuevocentro) y estuvo a cargo del operativo de
seguridad del recital de Paul McCartney.

Teresa Lezama, que acompañaba a Julio Marenales cuando Amodio lo señaló
desde un jeep militar, sumó ayer su testimonio al de los cuatro ex
tupamaros que ya declararon entre el lunes y el martes. Mañana, Amodio
Pérez debe enfrentar un nuevo careo con tres de sus ex compañeros de
filas. Aún librándose de la causa de las 28 mujeres que denunciaron hace
cuatro años los abusos de la dictadura, al “traidor” tupamaro le
espera un largo periplo para hacerse de nueva documentación. Su pasaporte
español, a nombre de Walter Salvador Correa Barbosa, fue incautado por el
Ministerio del Interior. Para reingresar a España, Amodio deberá hacerlo
con pasaporte uruguayo y luego pedir una visa de trabajo, para no correr el
riesgo de convertirse en ilegal.

COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 14 DE AGOSTO DE 2015
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5) Podría abrirse una nueva causa para Amodio
(MontevideoPortal)

La Justicia podría convocar a Héctor Amodio Pérez por una nueva causa,
que investiga su participación en una conspiración militar, según
informaron a Montevideo Portal. Amodio Pérez reconoció su intento de
vincular a Tupamaros con políticos.

“Como va con mi firma no tengo más remedio que sacar lo de la
vinculación entre MLN-FFAA porque si no me cortan la cabeza”. Ese fue
parte del mensaje enviado por Amodio Pérez a Federico Fasano, para pedirle
ayuda para publicar varios escritos que involucraban a políticos con la
guerrilla “a pedido de los militares”. La carta estaba firmada con el
apodo de “El Chino”.

La maniobra de Amodio Pérez fue descubierta durante una reunión en el
Instituto Militar de Estudios Superiores en mayo de 1973, cuando los
legisladores de la Comisión parlamentaria que estudiaba el desafuero de
Enrique Erro fueron a entrevistarse con el tupamaro, en manos del
Ejército.

En la reunión participaron Adolfo Singer, Héctor Grauert, Paz Aguirre,
Dardo Ortiz, Washington Beltrán y Zelmar Michelini, que finalmente
desistió de participar al ver que la consulta a Pérez sería en presencia
del Coronel Trabal y otros dos representantes de la Armada y la Fuerza
Aérea.

Cuando los legisladores consultaron a Amodio sobre los vínculos con Erro,
manifestó que él mismo iba con frecuencia a visitar al legislador en su
casa en La Paz y que Erro colaboraba. El senador nacionalista Dardo Ortiz
sacó un papel y una lapicera y le pidió a Amodio que escribiera cualquier
cosa. Amodio dudó pero finalmente accedió al pedido, pese a la protesta
de Trabal por entender que se estaban violando las pautas del acuerdo para
el encuentro.

Amodio Pérez escribió con minúscula “estamos en una unidad militar”,
Ortiz le pidió que lo hiciera con mayúscula y lo hizo. Cuando el senador
recibió el papel, sacó otro, escrito supuestamente por Amodio Pérez y le
pidió a los otros legisladores que participaban de la reunión que
compararan la letra; todos coincidieron en que se trataban de la misma
caligrafía.

El otro papel que tenía Ortiz era la carta a Fasano, que comprobaba la
participación de Amodio Pérez en una maniobra para vincular tupamaros con
políticos. Uno de los participantes de esa reunión fue Juan Raúl
Ferreira quien fue a acompañar al senador Dardo Ortiz. Ferreria, que
podría ser llamado a declarar, conversó sobre el hecho con Montevideo
Portal.

“Yo no era secretario de Dardo Ortíz, pero cuando se designa la
delegación para ir interrogar a Amodio Pérez, mi padre le pide a Ortíz
que me deje ir como su secretario, en esa costumbre que tenía mi padre de
meterme en cuanta reunión complicada había”, comentó Ferreira quien
dijo que no había hablado antes de esta reunión porque no tenía pruebas
de su asistencia.

“No había hecho declaraciones porque no había encontrado ningún
elemento probatorio de mi presencia, pero en estos últimos días surgieron
varios”, señaló Ferreira mencionando la existencia de una foto del
encuentro y el testimonio de Alberto Grille, quien recuerda que Wilson se
reunió con él y le contó sobre la decisión de que su hijo asistiera al
encuentro .

Ferreira dijo que Amodio Pérez era “una figura central en el plan que se
estaba orquestando para adelantar el golpe de Estado y la puja interna de
sectores más reaccionarios aún de los que dieron el golpe”.

“Tres semanas antes de la reunión, el Dr. Federico Fasano había
recibido un pedido de estos sectores golpistas para publicar un trabajo
realizado por Amodio Pérez que no era cierto, que era una especie de
crónica de contactos deformados y transformados en un relato conspirativo
en el que se pretende involucrar a militares democráticos y muchos
políticos para que estos sectores que habían solicitado ese trabajo, de
ultra derecha dieran el Golpe de Estado con el pretexto de que se
levantaban en armas para evitar un golpe».

“Fasano simuló seguir los pasos que se le habían solicitado para
contribuir con la edición del libro y la desestabilización democrática y
lo que hizo fue ver a Michelini y mi padre y entregarle el manuscrito. Ese
documento fue conservado como un secreto porque era muy importante que
quienes estaban junto a Amodio Perez para dar un golpe, no supieran que
había gente trabajando para hacer abortar este plan. La información fue
compartida al Gral. Líber Seregni y Dardo Ortiz”, afirmó.

Ferreira recordó que los minutos finales del último discurso de su padre
antes del golpe “están dirigidos al papel nefasto que jugó Amodio
Pérez en la caída de las instituciones. Cuando el sistema político tomó
conocimiento de los atentados contra las instituciones democráticas de
Amodio Pérez no lo consideró un hecho menor”.

COMCOSUR AL DÍA / VIERNES 14 DE AGOSTO DE 2015
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